Posted by Al Verdi on 13 diciembre 2010 in artículos anteriores | 17 comments
En la busqueda de la verdad, el mejor plan podría ser comenzar por la crítica de nuestras más caras creencias. Puede parecer un plan perverso, pero no será considerado así por quienes desean hallar la verdad y no le temen.
– Karl Popper
Aclaración: el objetivo de este post no fue plantear una solución al actual conflicto del Parque Indoamericano, ni siquiera esbozar alguna solución a futuro para conflictos del mismo calibre, sino mas bien aplicar los principios libertarios sobre propiedad y la no-agresión de manera consistente con la realidad en la que vivimos (acá y acá podrán encontrar una lectura mas realista sobre el tema incorporando todo el contexto a la ocupación). La conclusión que nos arroja este análisis es clara en muchos sentidos, y muchas veces puede llegar a chocar con nuestras intuiciones acerca de lo justo e injusto, sin embargo deja bastante claro la debilidad del argumento xenófobo. Pero lo más importante de todo es que muestra como una aplicación práctica de los argumentos esgrimidos por los defensores del estatismo, por ejemplo la creencia de que el «estado somos todos», nos deja en un callejón sin escapatoria, porque no ofrece solución alguna más que una terrible confusión que termina siendo la generadora de la guerra civil que observamos los últimos dias.
Cuando en Facebook surgió el grupo Yo apoyo a los vecinos de Soldati algo en mi cabeza hizo ruido. Lo primero que me pregunte fue, ¿por qué debería inclinarme por apoyar a los vecinos de Soldati frente a los okupas que reclamaban una vivienda? Lo se, la intuición nos llama a defender a los vecinos, frente a extraños que toman de rehén un parque, pero no me contenté con mi intuición y la intuición general y preferí un análisis lógico.
¿La libreta que nos otorga derechos?
El argumento esgrimido por los Villasoldatistas es que ellos pagan impuestos, a diferencia de los inmigrantes, y por ese motivo tendrían un mejor derecho para usar el parque. El primero es un argumento bastante débil porque los inmigrantes también pagan impuestos sea IVA, ingresos brutos, derechos de importación o impuestos internos, entre otros. Probablemente no paguen ABL, Impuesto a las Ganancias, Impuesto a los Bienes Personales y demás pero la realidad yo tampoco los pago y soy argentino y tengo los mismos derechos que los que si los pagan esos gravámenes. Por otro lado, este argumento también es flojo desde un punto de vista filosófico: ¿tenemos derechos porque pagamos impuestos? Una respuesta afirmativa a esta pregunta no resistiría el menor análisis, ni una libreta que índica el país de origen ni una declaración jurada de la AFIP son las fuentes de donde emanan nuestros derechos.
Descartado el argumento de la nacionalidad para favorecer a los vecinos de Soldati por sobre los okupas debemos buscar otro motivo. Podemos avanzar por otro lado para intentar identificar alguna causal de justificación para expulsar a los ocupantes del parque. Un criterio mas justo que la nacionalidad podría ser el de la propiedad, asunto que se dilucida con la siguiente pregunta, ¿De quién es el Parque Indoamericano? La respuesta es sin dudas, el Estado, sin embargo, el Estado es una ficción, un ente abstracto, no podemos determinar si se lesionó algún derecho si no identificamos primero el sujeto lesionado. Ante la pregunta de ¿quién es el estado? la respuesta mas habitual, y aceptada, es «el Estado somos todos» (donde acá la criticamos), esa personificación del Estado en «todos» es también la justificación moral que usan los estatistas para justificar el derecho de un tercero al fruto del trabajo de la gente, los impuestos. En conclusión, si ser parte del estado es lo que justifica que paguemos impuestos, y como decíamos ante los inmigrantes pagan impuestos, sería injusto asociarlos al Estado en sus costos y excluirlos en sus «beneficios», y por ende la posibilidad de ejercer su derecho a usar la propiedad estatal y pública, que al fin y al cabo también es de ellos.
Un tercer argumento que se podría esgrimir es el argumento legalista. En efecto, los okupas están violando una ley, o supongo que están por lo menos cometiendo una contravención que habilitaría a la autoridad competente a expulsarlos del parque, ahora bien si analizamos esa ley están cometiendo un daño a alguien, por lo pronto vimos que a los propietarios no le causan daño porque el parque es de propiedad estatal y ellos se ven comprendidos dentro de ese consorcio de propietarios, entonces nos lleva a preguntarnos ¿Qué delito están cometiendo los okupas? Si defendemos la visión liberal de que «sin víctima no hay delito» cómo sucede en la prostitución, el juego, o la compraventa de drogas, entonces la ocupación un terreno estatal que no le pertenece a nadie (o a todos, nuevamente se presenta el problema) no caería en la concepción liberal (o libertaria) de «delito». Analizado esto el argumento legalista no nos ofrece causales como para justificar la expulsión.
«El Indoamericano» en tiempos de paz.
La única solución consistente con los principios de una sociedad libre que reconoce el derecho de propiedad en base de la apropiación original, es decir que el primer usuario, con intención de poseer, una tierra sin dueño adquiere la legítima propiedad, es concederle la propiedad a los okupas que han decidido poseer un Parque sin dueño tal como (o que somos todos, y ellos también). Claro está solución parece ser injusta y al final tal vez lo termina siendo porque los vecinos del barrio de Villa Soldati, obedientes de la ley (sea o no injusta bajo una mirada liberal), no tuvieron la oportunidad de haber obtenido la propiedad del Parque mediante la apropiación original, en todo caso sería justo ofrecerle a los vecinos de Soldati (a la asociación vecinal o barrial, asamblea, o la forma que deseen adoptar) la posibilidad de que mediante la conservación y el mantenimiento del Parque, puedan adquirir de la propiedad del mismo, y con ella la facultad de prevenir y expulsar una ocupación que viole su derecho.
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En definitiva, no pudimos encontrar ninguna causa legítima para expulsar a los okupas, pero a la vez encontramos que era injusto priorizar a los nuevos ocupantes del predio que a los usuarios del barrio. Sin embargo, muchas veces a la hora de adoptar y aplicar los principios de una sociedad libre vamos a terminar llegando a resultados que no nos terminen de convencer, o que no consideramos óptimos según nuestras preferencias, por ejemplo que los vecinos decidan que en vez del parque debería haber un circuito de prostitución*, pero sin embargo estos riesgos y resultados que no se ajustan a las que hubiesen sido nuestras elecciones individuales vienen incluidos con la libertad, y debemos aceptarlo porque esa es su característica esencial, la noción de que nuestro futuro no esta predeterminado por otros sino que vamos a tener la posibilidad de que cada uno de nosotros, por su cuenta y asociándose con otros, vaya construyendo su propia historia minuto a minuto.
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