La absolución de Alcira (El caso de María Ovando)

Supongamos que una mujer chaqueña, Alcira, que vive en un paraje aislado del Chaco, en la Argentina del 2012, con 6 hijos, en un estado de pobreza típico de los que se viven en los asentamientos rurales de esa provincia sufre la muerte de uno de sus hijos. La mujer tiene un trabajo pero no le alcanza para mantener a todos sus hijos. Su hija menor de tres años muere por desnutrición, era alimentada, pero no con la frecuencia adecuada para una chiquita de su edad. Ante esta situación es acusada por abandono de persona y sometida a juicio.

Pobreza Chaqueña

¿Cuál es la postura liberal frente a esto?

Antes que nada vale hacer una aclaración, por más similitudes que tenga este relato con la historia de María Ovando, no puedo hacer referencia directa a ella. No conozco los hechos específicos, por lo que no me quiero aventurar a opinar sobre algo que no conozco. Nuestra historia hipotética es parecida, pero los hechos son tal cual los describimos en el párrafo anterior y eso es una certeza.

Sin embargo es necesario conocer las posturas ante un caso similar como fue el de Ovando. Antes de ella fuese absuelta, en un caso que tomó relevancia luego de una entrevista de Jorge Lanata a la acusada de abandono de persona, hubo sectores de la opinión pública que se oponían a su encarcelación utilizando el siguiente argumento:

María Ovando, ¿ víctima o victimaria?

Con la detención de María y la decisión de librar de culpa y cargo a Demetrio Ayala, el juez Saldaña dio   por terminada su actuación.  No profundizó sobre las responsabilidades en la muerte de Carolina. No se preguntó sobre la asistencia que debió recibir y que el Estado dice haberle dado “medianamente”. No se preguntó sobre causas, tampoco sobre las acciones que pudo haberle  evitado la muerte.

En el expediente se  menciona el testimonio  del Dr. Julio  Cesar Benítez, hoy director del Hospital de Colonia Delicia, quien visitó en varias oportunidades la casa de María. Benítez declara haber constatado el estado de abandono de los niños, con bajo peso, sucios, con granos, piojos, muchos de ellos indocumentados, por lo que ni siquiera podían acceder a los programas de asistencia estatal.

Las visitas de este profesional se registraron desde el mes de diciembre. La defensa se pregunta si otro tipo de intervención hubiera podido evitar la muerte de Carolina.

Siguiendo esta lógica, y volviendo a nuestro caso hipotético, podemos decir que Alcira merece ser absuelta ya que el abandono de persona fue una consecuencia directa de la negación de la ayuda del estado. En otras palabras, Alcira sería inocente ya que ante la imposibilidad de hacerse cargo de sus hijos, es el estado quien debía hacerlo y la muerte por desnutrición no se debe a que la madre no haya alimentado a su hija, sino por la inactividad del estado frente a este caso.

En mi opinión, según los principios del liberalismo, podemos llegar a la misma conclusión — la absolución — pero con los fundamentos opuestos.

Partimos de una realidad: progresivamente en los últimos 70 años, y más también, se ha adoptado la concepción de que el estado asume  un compromiso de garantizarle «gratuitamente» el bienestar a cada uno de los habitantes. Para alcanzar ese fin, se crea un estado de bienestar que interviene en el funcionamiento de todas la áreas con las que el individuo interactúa a lo largo de su vida. Podemos mencionar, entre otras, la legislación laboral, la legislación impositiva, la legislación que regula servicios públicos, la regulación del sistema de salud, la regulación de sistema educativo, la regulación de las jubilaciones, la intervención en políticas de vivienda, entre muchas otras. Estas regulaciones también varían, van desde la provisión del servicio exclusivamente a cargo del estado, hasta un sistema mixto entre el estado y privados (que, por su propia naturaleza, siempre termina prevaleciendo la voluntad estatal), o un control rígido del  estado sobre la actividad (tal vez el caso de las relaciones laborales es el más representativo de esta última categoría).

Evidentemente la implementación de un estado de bienestar ha fracasado con los objetivos planteados originalmente. Al mismo tiempo, desde un punto de vista liberal se defiende una concepción totalmente opuesta a la predominante. Los liberales consideran que nadie tiene derecho al inicio del uso de la fuerza — que también se puede llamar agresión — contra otras personas o su propiedad. Esto es el llamado principio de no agresión. Todos los ejemplos mencionados en el párrafo anterior representan el  inicio del uso de la fuerza para alcanzar el fin que se propone el estado, y en consecuencia, una violación al principio de no agresión.El teórico político Murray Rothbard explica en su libro El Manifiesto Libertario el fundamento de este principio:

Específicamente, mientras que el comportamiento de las plantas y, al menos, el de los animales inferiores está determinado por su naturaleza biológica o quizá por sus “instintos”, la naturaleza humana es tal que cada individuo debe, para poder actuar, hacer una elección de sus fines y utilizar sus propios medios para alcanzarlos. Puesto que carece de instintos automáticos, cada hombre debe  prender acerca de él y del mundo, utilizar su mente para seleccionar valores, aprender sobre causas y efectos, y actuar con todo sentido para mantenerse y prolongar su vida. Los hombres pueden pensar, sentir, evaluar y actuar sólo como individuos, y en consecuencia, resulta vitalmente necesario para la supervivencia y prosperidad de cada uno que sea libre de aprender, elegir, desarrollar sus facultades y actuar según su conocimiento y sus valores. Éste es el camino necesario de la naturaleza humana; interferir o lisiar este proceso usando la violencia va profundamente en contra de lo que es necesario por la naturaleza del hombre para su vida y prosperidad. La interferencia violenta en el aprendizaje y las elecciones de un hombre es, por lo tanto, profundamente “antihumana”; viola la ley natural de las necesidades del hombre.

Considerando esto, podemos concluir fácilmente que no vivimos en un entorno libertario. Nos encontramos de forma constante con obstáculos que no nos permiten desarrollar nuestras vidas en libertad, no podemos optar libremente los medios que deseamos utilizar para alcanzar nuestros fines. Estamos, todo el tiempo, ante la interferencia «antihumana» sobre la que escribe Rothbard, y por eso es absurdo aplicar los principios de justicia según un libertario en un contexto intervencionista.

Alcira no tuvo todas las oportunidades que podría haber llegado a tener en una sociedad libre, ni de sustentarse por sus propios medios, ni de ser ayudada de forma voluntaria. La primera puede ser explicada por la cita de Rothbard. Las oportunidades que podría llegar a tener Alcira se ven distorsionadas por los obstáculos que pone el estado en su constante interferencia con la elección libre de medios y fines. La segunda, la imposibilidad de ser ayudada voluntariamente para superar su situación de necesidad, es consecuencia de la primera. O desde otro punto de vista, se ve distorsionada por el objetivo último del estado de bienestar (que es, recordemos, proveer bienestar). La consecuencia de cuando el estado asume la responsabilidad de garantizar el bienestar de la población, es convertir el poder social en poder político, algo que explicó de forma precisa el autor estadounidense Albert Jay Nock:

Podemos tener una medida aproximada de esta atrofia general por nuestra propia disposición cuando se nos acerca un mendigo. Hace dos años podríamos inclinarnos por darle algo; hoy nos inclinamos por mandarle a la oficina de atención del Estado. El Estado ha dicho a la sociedad: “O no estáis ejerciendo poder suficiente para atender a la emergencia o lo ejercéis en una forma que pienso que es incompetente, así que confiscaré vuestro poder y los ejerceré a mi gusto”. Así que cuando el mendigo nos pide un cuarto, nuestro impulso es decir que el Estado ya nos ha confiscado nuestro cuarto en su beneficio y que debería ir al Estado a por él.

Una vez generada esta dependencia por parte del estado, ¿es justo creer que ella debía asumir responsabilidad por sus hijos cuando durante toda la vida le dijeron que el estado debía hacerlo por ella? ¿Puede el estado alegar el abandono de persona, cuando el mismo estado se había comprometido a asistirla (como se comprometen con todos)?, o en su defecto, ¿se puede concebir algún tipo de responsabilidad de la mujer por la muerte de su hija cuando el estado obstaculiza el desarrollo de la protagonista de nuestra historia hipotética interfiriendo en su libertad?

Este ejercicio de pensamiento nos deja una conclusión clara, y que muchas veces es pasada por alto por todos aquellos que desean avanzar y difundir la idea de una sociedad libre. La aplicación de conceptos liberales o libertarios, en un contexto donde han habido víctimas claras de la intervención estatal debe ser prudente. Es necesario primero identificar si la situación que estamos presenciando es una situación que se podría haber dado en un entorno de libertad, ante un mercado liberado, o si estamos ante una situación que fue generada artificialmente por el estado. Antes de exigir conductas responsables a la gente, es necesario primero eliminar las políticas que incentivan la irresponsabilidad. Nunca una situación injusta puede generar una injusticia adicional, pero tampoco podemos esperar resultados propios de una sociedad libre mientras vivamos bajo la atenta mirada del Leviatán.

¿Por qué es tan cara la universidad en EEUU?

Últimamente, a raíz del caso de las protestas en Chile, se estuvo hablando mucho del tema educación privada vs. educación pública (por ejemplo acá). Esto me recordó una discusión que tuve hace unos meses con un amigo estatista, en la cual él me planteaba que en un país liberal como EEUU su esposa jamás habría podido pagarse los estudios universitarios, mientras que en Argentina el Estado se encargó de proveerlo y ella ascendió de clase media-baja a clase media lisa y llana, siendo ahora profesional de la docencia.
Primero tuve que explicarle que EEUU estaba a años luz de ser considerado un país liberal, y después le tiré un par de datos que había visto en un video genial de Peter Schiff. A saber:

Desde mediados del siglo XX (post Segunda Guerra Mundial), el gobierno de EEUU ofrece un plan de préstamos a los que quieren estudiar, en los cuales les garantiza que pone la plata para la matrícula todos los años (sin importar cuánto sea), y ellos contraen una deuda con el Estado, que comienzan a saldar una vez que tienen el título. Prácticamente el único requisito para que el préstamo sea otorgado es que la universidad haya aceptado al alumno por sus antecedentes académicos.

Los que tienen una mínima noción de economía ya saben la respuesta a ésta pregunta: ¿cuál es la consecuencia de un montón de estudiantes compitiendo entre sí, con plata del gobierno? Exacto. Los precios se elevan. Las universidades lo saben, entonces pueden cobrar lo que quieran, sabiendo que los préstamos están garantizados.

Echémosle un poco de historia a la cuestión, analizando los precios de la matrícula de la Universidad de Yale, una de las más prestigiosas y más antiguas (y por lo tanto con los registros más viejos).

De 1810 hasta 1852, la matrícula costaba 33 dólares al año. Esto, en precios actuales (teniendo en cuenta la relación dólar/onza de oro), es el equivalente a U$1650.

Avancemos hasta 1874. Tuvimos algo de inflación, y ahora la matrícula cuesta U$133. En los próximos 44 años sólo aumentará un 14%, para valer U$160 anuales en 1918. A precios actuales nos da una cifra muy similar a los U$1650. ¡Cuál era el sueldo promedio de un obrero en 1918? Alrededor de U$5 por jornada de trabajo; es decir que trabajando 32 días al año podías pagar la matrícula de todo el año. Lo habitual era que los estudiantes consiguieran un trabajo medio-pelo durante el verano para pagar sus estudios y se olvidaran del asunto.

¿Cuánto sale ahora estudiar en Yale? Unos U$36.500 por año (solamente la matrícula, sin contar alojamiento y comida).

Por U$36.500 anuales, prefiero ponerme un bar.

Si el gobierno no garantizara los préstamos a los estudiantes, nadie podría estudiar en la universidad con estos precios. ¿Qué banco le prestaría semejante cantidad de dinero a un estudiante que no tiene ni un sueldo fijo ni propiedades para dejar en garantía?

Nuevamente podemos ver las consecuencias de la intromisión del Estado en las relaciones voluntarias entre particulares: un pequeño grupo sale claramente beneficiado, y el que paga y se endeuda es el pueblo.

Como agregado, otro efecto colateral de esta medida: la “inflación” llega a los títulos universitarios. En los 60’s, con haber terminado el secundario podías conseguir un trabajo razonable. Con un título universitario conseguías un muy buen trabajo. Ahora, dado que todo el mundo tiene un título, donde antes pedían una licenciatura ahora piden un master, donde pedían un master piden un doctorado, etc.

Usando la varita

Estamos en el siglo XXI, pero parece que no hubiésemos aprendido nada desde los tiempos del oscurantismo y la antigüedad, donde se adoraba a un trueno por creerlo un dios.

¡Bendícenos, oh, Estado!

¡Bendícenos, oh, Estado!

Hoy muchas personas, en especial entre los políticos, le atribuyen propiedades, facultades y accionar mágicos y casi de divinidad al estado. El estado todo lo puede. Basta escribir algo en las «tablas de la ley estatales» para que se conviertan en realidad automágicamente. Ah, y fundamentalmente, no existe ningún tipo de costos para hacer todas esas cosas lindas y buenas por las que se le reza al Sr. Estado.

Para poner un ejemplo, hace unos días la señora Lubertino vió en una encuesta que había chicas de sexto grado (o sea, entre 10 y 12 años) que se embarazaban. Inmediatamente agarró La Pluma Todopoderosa y se puso a escribir en las tablas una ley por la cual todo niño de sexto grado deberá llevar un preservativo. Listo, problema solucionado. No se embaraza ninguna nena de sexto.

Lamentablemente así no funcionan las cosas, y esta señora que parece tener una obsesión con los niños y el sexo, no tuvo en cuenta que:

a) Poner una canastita con preservativos en los colegios, como si fueran caramelos, es una ridiculez de por sí.

b) La mayoría de las nenas de sexto grado NO SE EMBARAZAN.

c) A los nenes de sexto grado no les dá el Piné para usar preservativos por razones tan obvias como LA MEDIDA ESTÁNDAR. Es más, las nenas embarazadas en general son de gente más grande.

d) Si hay nenas de once años embarazadas, generalmente es porque hubo ESTUPRO, o sea un mayor de edad tuvo relaciones con ellas. ¿Lubertino no debería hacer las denuncias correspondientes siendo funcionaria?

e) Si cualquiera de nosotros junta un grupo de niños de diez u once años, les ofrece preservativos y los incita a tener relaciones, va en cana por corrupción de menores. Si se lo hace desde un cargo estatal y en vez de ser un grupito son TODOS LOS NIÑOS de diez y once años automáticamente se convierte en algo moral y bueno. ¿Qué tipo de razonamiento es este?

f) En caso de sancionarse el proyecto, muy probablemente los efectos buscados no se cumplirán, simplemente habrá una nueva oficina, proveedores y gasto.

Este es solo un ejemplo, pero sirve por lo burdo e inútil del mismo. Puede adaptarse y extrapolarse a miles y miles de cosas que hacen los estados y son al reverendo.

Quiero mandarles un mensaje a todos los políticos y a gran parte de la población que ha sido des-educada por los mismos:

Los grupos y organizaciones humanas, responden a la naturaleza de los miembros que los componen. Obligar a todos a pertenecer a una, pintarle la palabra ESTADO en la puerta y hacer que se levanten las manos para ver quién es el «jefe» cada cierto tiempo no le da superpoderes, no la hace mágica, no la hace sagrada, no la convierte en un dios.

El estado es una simple organización limitada, con alcance limitado, con posibilidades limitadas. Así lo entendieron los clásicos, por eso le dieron funciones muy específicas: proveer seguridad física y jurídica. Como tenía además el monopolio de la fuerza y la recaudación compulsiva, se encargaron de tratar de limitarlo lo más que pudieron.

Creer que el estado puede crear bienestar de la nada, enseñarles sexualidad a los chicos, dar casas, controlar cuánta gente y de qué edad se embaraza, cuántos gorriones tiene que haber en la plaza y de qué color es el cielo, es una simple creencia cuasi religiosa, pura macumba que, probablemente, ni los hombres de las cavernas se creerían.

¡Al pueblo lo que es del pueblo!

Hace unos días escuché unas declaraciones del señor Martín García, director de Télam (agencia de noticias del Estado argentino):

El susodicho, ante la revelación de que el 47% de la pauta oficial va a parar a las manos de los señores Spolzky y Gvirtz (productoras adictas a la actual administración), declara algo así: “Por supuesto que el gobierno va a darle más pauta a los medios amigos que a los enemigos. Los medios enemigos tienen la pauta privada que es mucha. La pauta oficial la ahorró el pueblo y es para proteger a este modelo nacional y popular. Que se jodan los otros”.

No conforme, unos días después vuelve a la carga, presentando la idea de crear el “Instituto de la Publicidad Democrática”, que funcionará de la siguiente manera: los anunciantes deberán pautar al instituto y éste distribuirá la pauta en forma igualitaria en todos los medios. Porque claro, los medios y programas que no miden, no están recibiendo pauta publicitaria de los grandes anunciantes.

Su razonamiento para esto fue implacable y demoledor: la plata para la publicidad sale de los precios de los productos que consume “el pueblo”, entonces es “el pueblo” el que está invirtiendo en la publicidad y tiene que obtener algo de eso.

Las verdades de Martín García

Las verdades de Martín García

La verdad, me pareció una idea brillante. Yo me cansé de esto del liberalismo y me voy a sumar a los pedidos de Martín. Listo, me cansé y me cansé y, como toda la vida consumí un montón de productos voy a pedir para “el pueblo”:

Que se cree el Instituto Nacional Democrático para el Envasamiento de Alimentos: Como el pueblo es el que consume los productos, todas las empresas deberían pagarle a este instituto para que se encargue de hacer que las empresas envasadoras que no son elegidas por las grandes empresas, también puedan ser capaces de envasar las arvejas Inca, el puré de tomate Arcor y las galletitas Sonrisas.

Que se cree el Instituto Democrático Para el Diseño de Packaging y Publicidad: hay diseñadores a los que no los contratan las grandes marcas para que los provean con nuevas ideas, porque no tienen talento. Y como todo “el pueblo” paga los productos de su bolsillo y de ahí se le paga a los diseñadores, se están robando el ahorro del pueblo. Y para este proceso nac and pop no hay nada más importante que que todos los diseñadores reciban parte de los ahorros del pueblo. Páguese todo el dinero al instituto que distribuirá las necesidades publicitarias entre todo diseñador argentino.

Que se cree el Instituto Democrático para la Participación e Inclusión en los Medios: como la pauta la paga el pueblo y esa pauta banca la emisión de los programas, en definitiva es el pueblo el que debe estar a cargo de los programas. Por lo tanto y a través de una Comisión Democrática de Selección y Rotación de Elenco, a partir del dia de la fecha, todo ciudadano deberá poder participar en los Medios. Notifíquese a todas las productoras que a partir de la fecha:

  • Los elencos  de las ficciones serán rotativos y cada personaje deberá ser interpretado cada día por un ciudadano distinto.
  • Los noticieros y programas de chimentos deberán cambiar cada día su staff y hablar más sobre la vida de los ciudadanos comunes.
  • Los medios gráficos deberán dar participación a toda la ciudadanía en la producción de diarios y revistas, incluyendo, claro está, los dibujos de la página de los chistes.
QNTP está practicando para hacer de Mariano Martinez y sus hermanos barbeta

QNTP está practicando para hacer de Mariano Martinez y sus hermanos barbeta

Que se cree el Instituto Nacional, Democrático y Social de Fútbol: como los clubes se mantienen con las entradas que paga “el pueblo” y con la publicidad que pagan los anunciantes que es, finalmente, del “pueblo”, todo ciudadano tendrá la libertad de participar en los partidos de primera división de los equipos que deseen. A partir de la fecha, los clubes deberán entregar democráticamente las fechas donde cada ciudadano podrá jugar en la posición que desee, desde técnico hasta delantero o alcanza pelotas.

Que se cree el Instituto Nacional y Democrático de Citas: es injusto que solo algunos hombres puedan salir con las mujeres lindas, ya que las mismas crecieron, se producen y visten gracias a los ya mencionados Institutos, por lo tanto, pertenecen a todo “el pueblo”. A partir de la fecha deberán registrarse en este Instituto y serán provistas con citas igualitariamente con todos los ciudadanos. Por supuesto que las actividades que realicen con unos, deberán realizarlas con todos, ya que si no, sería antidemocrático.

Democrátizando las citas, aumenta la felicidad

Democrátizando las citas, aumenta la felicidad

Espero la pronta aprobación del Congreso, la promulgación por nuestra señora Presidente y la publicación en el Boletín Oficial y, claro, en todos los medios de comunicación democráticos.

Un vistazo a los derechos

El abuso de la palabra «derechos» para denominar a cualquier exigencia social por parte de los que exigen la satisfacción de esas demandas, los medios y los políticos sólo genera confusión y degenera el significado de lo que es un derecho. Antes que nada quiero dejar algo bien en claro, que tener una casa, o alimento todos los dias, no sea un derecho no quiere decir que no sea una situación deseable. El problema de crear derechos frente a una necesidad, es que la no satisfacción de ese supuesto derecho deja de ser una situación indeseable o lamentable y se convierte en una «injusticia»  y para remediarla se apela a la llamada «justicia social», que en la práctica se puede observar mediante la transferencia violenta de recursos del sector privado al sector estatal para que luego este último decida como redistribuirlos.

Esta confusión tan importante es uno de los pilares del paradigma populista y por eso para debilitarlo no sólo es necesario demostrar como esa redistribución termina siendo perjudicial para el que iba a ser beneficiado sino como ciertas demandas nunca pueden ser derechos y la defensa de estas posiciones implica la defensa de la utilización de medios inmorales para intentar alcanzar los fines propuestos.

El siguiente texto es una pequeña introducción a los derechos desde un punto de vista liberal:

Un derecho es un reclamo universalmente defendible.

Por ejemplo, cuando digo «toda persona tiene derecho a su cuerpo.» lo que estoy verdaderamente dando a entender es: «todo el mundo tiene un derecho universalmente defendible a su propio cuerpo».  Y lo que estoy queriendo decir con eso es que es «una proposición lógicamente coherente decir que todos los seres humanos en todos los lugares en cualquier momento que es agredido tienen un derecho a hacer valer la propiedad sobre sus propios cuerpos frente al agresor».

Se trata de una proposición lógica coherente y por lo tanto una proposición completamente válida. No se enfrenta a contradicciones internas. Esto funciona exactamente de la misma manera con la proposición «tengo derecho a mi propiedad».

Con este método también podemos probar fácilmente proposiciones tales como «la salud es un derecho humano fundamental». Esta proposición, leída con mayor precisión, intenta decir lo siguiente  «todo ser humano enfermo tiene derecho a los recursos de otro ser humano para curar su propia enfermedad». Esto podría traducirse en: «todos los seres humanos enfermos tiene un derecho universalmente justificable a los recursos de otro ser humano para curar su propia enfermedad». O se podría decir que «todos los seres humanos enfermos pueden hacer valer de manera universal y violenta sus derechos a los recursos de otro ser humano para curar su propia enfermedad».

Esta proposición, a diferencia de las primeras,  se enfrenta a varios desafíos importantes:

  1. Al introducir la palabra «enfermo», uno ha abandonado el reino de la universalidad. Decir que «sólo un ser humano enfermo tiene un derecho universalmente justificable …» es una declaración inherentemente contradictoria. Un criterio universal significa  que es aplicable a todos los seres humanos en todo momento y en todos los lugares, no sólo para ciertos humanos con ciertas condiciones.
  2. Otro problema es que ya hemos demostrado anteriormente que todo ser humano tiene derecho a su propiedad y, en particular a su cuerpo. Incluso si la introducción del término «enfermedad» era válida, la proposición anterior no se sostiene, ya que es lógicamente contradictorio decir que una persona tiene el derecho de su cuerpo y su propiedad, pero al mismo tiempo otra persona  tiene derecho al cuerpo de esa misma persona o sus bienes. Así pues, para seguir con la proposición que nos ocupa, primero habría que refutar la validez de la, hasta ahora valida,  teoría de la auto-propiedad y los derechos de propiedad.
  3. Otra posibilidad sería la de eliminar el término «enfermo» de la propuesta con el fin de recuperar su universalidad. Pero el problema con esto sería que la proposición sería «todo ser humano tiene un derecho universalmente exigible sobre la propiedad y partes del cuerpo de otra persona». Esta propuesta, sin embargo, es equivalente con la del robo, que sufre de contradicciones lógicas internas.  Si uno tenía un derecho exigible sobre la propiedad o el cuerpo de otro que podría ser ejercido de manera violenta, entonces esta persona nunca tendría un derecho defendible sobre los bienes obtenidos, sin embargo el único objetivo de robar era afirmar la propiedad sobre esos bienes, de esta manera la proposición es invalida.

Sin duda, la invalidez moral de la afirmación de que hay un derecho a la salud exigible de ninguna manera desalienta a la validez de otras proposiciones éticas posibles, que no impliquen el uso de la fuerza para cumplir dicho objetivo, por ejemplo «es universalmente preferible a aliviar el sufrimiento de las personas que lo necesitan».

¿En defensa de la ocupación del Parque Indoamericano?

En la busqueda de la verdad, el mejor plan podría ser comenzar por la crítica de nuestras más caras creencias. Puede parecer un plan perverso, pero no será considerado así por quienes desean hallar la verdad y no le temen.

– Karl Popper

Aclaración: el objetivo de este post no fue plantear una solución al actual conflicto del Parque Indoamericano, ni siquiera esbozar alguna solución a futuro para conflictos del mismo calibre, sino mas bien aplicar los principios libertarios sobre propiedad y la no-agresión de manera consistente con la realidad en la que vivimos (acá acá podrán encontrar una lectura mas realista sobre el tema incorporando todo el contexto a la ocupación).  La conclusión que nos arroja este análisis es clara en muchos sentidos, y muchas veces puede llegar a chocar con nuestras intuiciones acerca de lo justo e injusto, sin embargo deja bastante claro la debilidad del argumento xenófobo. Pero lo más importante de todo es que muestra como una aplicación práctica de los argumentos esgrimidos por los defensores del estatismo, por ejemplo la creencia de que el «estado somos todos», nos deja en un callejón sin escapatoria, porque no ofrece solución alguna más que una terrible confusión que termina siendo la generadora de la guerra civil que observamos  los últimos dias.

Cuando en Facebook surgió el grupo Yo apoyo a los vecinos de Soldati algo en mi cabeza hizo ruido. Lo primero que me pregunte fue, ¿por qué debería inclinarme por apoyar a los vecinos de Soldati frente a los okupas que reclamaban una vivienda? Lo se, la intuición nos llama a defender a los vecinos, frente a extraños que toman de rehén un parque, pero no me contenté con mi intuición y la intuición general y preferí un análisis lógico.

Seguro que no.

¿La libreta que nos otorga derechos?

El argumento esgrimido por los Villasoldatistas es que ellos pagan impuestos, a diferencia de los inmigrantes, y por ese motivo tendrían un mejor derecho para usar el parque. El  primero es un argumento bastante débil porque los inmigrantes también pagan impuestos sea IVA, ingresos brutos, derechos de importación o impuestos internos, entre otros. Probablemente no paguen ABL, Impuesto a las Ganancias, Impuesto a los Bienes Personales y demás pero la realidad yo tampoco los pago y soy argentino y tengo los mismos derechos que los que si los pagan esos gravámenes. Por otro lado, este argumento también es flojo desde un punto de vista filosófico: ¿tenemos derechos porque pagamos impuestos? Una respuesta afirmativa a esta pregunta no resistiría el menor análisis, ni una libreta que índica el país de origen ni una declaración jurada de la AFIP son las fuentes de donde emanan nuestros derechos.

Descartado el argumento de la nacionalidad para favorecer a los vecinos de Soldati por sobre los okupas debemos buscar otro motivo. Podemos avanzar por otro lado para intentar identificar alguna causal de justificación para expulsar a los ocupantes del parque. Un criterio mas justo que la nacionalidad podría ser el de la propiedad, asunto que se dilucida con la siguiente pregunta, ¿De quién es el Parque Indoamericano? La respuesta es sin dudas, el Estado, sin embargo, el Estado es una ficción, un ente abstracto, no podemos determinar si se lesionó algún derecho si no identificamos primero el sujeto lesionado. Ante la pregunta de ¿quién es el estado? la respuesta mas habitual, y aceptada, es  «el Estado somos todos» (donde acá la criticamos), esa personificación del Estado en «todos»  es también la justificación moral que usan los estatistas para justificar el derecho de un tercero al fruto del trabajo de la gente, los  impuestos. En conclusión, si ser parte del estado es lo que justifica que paguemos impuestos, y  como decíamos ante los inmigrantes pagan impuestos, sería injusto asociarlos al Estado en sus costos y excluirlos en sus «beneficios», y por ende la posibilidad de ejercer su derecho a usar la propiedad estatal y pública, que al fin y al cabo también es de ellos.

Un tercer argumento que se podría esgrimir es el argumento legalista. En efecto, los okupas están violando una ley, o supongo que están por lo menos cometiendo una contravención que habilitaría a la autoridad competente a expulsarlos del parque, ahora bien si analizamos esa ley están cometiendo un daño a alguien, por lo pronto vimos que a los propietarios no le causan daño porque el parque es de propiedad estatal y ellos se ven comprendidos dentro de ese consorcio de propietarios, entonces nos lleva a preguntarnos ¿Qué delito están cometiendo los okupas? Si defendemos la visión liberal de que «sin víctima no hay delito» cómo sucede en la prostitución, el juego, o la compraventa de drogas, entonces la ocupación un terreno estatal que no le pertenece a nadie (o a todos, nuevamente se presenta el problema) no caería en la concepción liberal (o libertaria)  de «delito». Analizado esto el argumento legalista no nos ofrece causales como para justificar la expulsión.

«El Indoamericano» en tiempos de paz.

La única solución consistente con los principios de una sociedad libre que reconoce el derecho de propiedad en base de la apropiación original, es decir que el primer usuario, con intención de poseer, una tierra sin dueño adquiere la legítima propiedad, es concederle la propiedad a los okupas que han decidido poseer un Parque sin dueño tal como (o que somos todos, y ellos también). Claro está  solución  parece ser  injusta y al final tal vez lo termina siendo porque los vecinos del barrio de Villa Soldati, obedientes de la ley (sea o no injusta bajo una mirada liberal), no tuvieron la oportunidad de haber obtenido la propiedad del Parque mediante la apropiación original, en todo caso sería justo ofrecerle a los vecinos de  Soldati (a la asociación vecinal o barrial, asamblea, o la forma que deseen adoptar)  la  posibilidad de que mediante la conservación y el mantenimiento del Parque, puedan adquirir de la propiedad del mismo, y con ella la facultad de prevenir y expulsar una ocupación que viole su derecho.

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En definitiva, no pudimos encontrar ninguna causa legítima para expulsar a los okupas, pero a la vez encontramos que era injusto priorizar a los nuevos ocupantes del predio que a los usuarios del barrio. Sin embargo, muchas veces a la hora de adoptar y aplicar los principios de una sociedad libre vamos a terminar llegando a  resultados que no nos terminen de convencer, o que no consideramos óptimos según nuestras preferencias, por ejemplo que los vecinos decidan que en vez del parque debería haber un circuito de prostitución*,  pero sin embargo estos riesgos y resultados que no se ajustan a las que hubiesen sido nuestras elecciones individuales vienen incluidos con la libertad, y debemos aceptarlo porque esa es su característica esencial, la noción de  que nuestro futuro no esta predeterminado por otros sino que vamos a tener la posibilidad de que cada uno de nosotros, por su cuenta y asociándose con otros, vaya construyendo su propia historia minuto a minuto.

La izquierda, la derecha y el Parque Indoamericano

El conflicto de Villa Soldati, que al momento de escribir este post persistía,  para los que defendemos la filosofía de la libertad, nos deja muchas enseñanzas.

1. Ni progres ni conservadores. Las dos posturas a las que estuvimos expuestos durante los últimos dias tanto de progres como conservadores, son ejemplos de hemiplejía moral, tal cual hubiese dicho Ortega y Gasset. Los progres, generosos con dineros ajenos, plantean que el problema no son los inmigrantes sino su «derecho a la vivienda», es decir la supuesta facultad que tienen de reclamarle a alguien que se les otorgue una vivienda, simplemente porque tienen  «derecho» a ello.  Los conservas (o fachos, si querés) plantean que el problema son los inmigrantes, y que no puede ser que tomen una plaza, y menos que se les dé una vivienda mientras haya argentinos sin vivienda.

Los que creemos en que una sociedad libre  es el única alternativa que es respetuosa del individuo y compatible con su naturaleza, nos alejamos de ambas posturas y las cuestionamos. Ni los inmigrantes son el problema, ni el problema es la exigencia de una vivienda. A continuación me enfocaré en los problemas de ambas posturas.

2. Inmigrantes de ayer, hoy y mañana. Las culturas se transforman, constantemente, algunas tradiciones se pierden y otras nuevas se adoptan, la gente va y viene, y cada vez es más fácil contactarse con todo el mundo, el idioma está en un proceso de elaboración y re-elaboración constante,  las identidades nacionales, afortunadamente, van a quedar demodé, pero el siglo pasado será recordado como el siglo de las identidades nacionales y su exaltación, y también el siglo donde murieron 160 millones de personas (Scaruffi) y la mención de ambos hitos no es casualidad.

Tal cual lo dijo hace unos dias el recientemente premiado Vargas Llosa en su Discurso Nobel (recomendadisimo), enaltecer como si fuese un valor supremo y un privilegio moral una circunstancia fortuita como es el lugar de nacimiento es «una ideología –o, más bien, religión– provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas»

Antes de seguir, vale aclarar que cuando me refiero a inmigrantes que en vez de optar por trabajar optan por mendigarle al estado que resuelva todos sus problemas, no me refiero a todos los inmigrantes ni a la gran mayoría, porque sería absurdo apuntar contra gente que trabaja y mucho.

Está a la vista de todos que los inmigrantes vienen a este país buscando prosperar y para eso la mayoría opta por trabajar, en talleres textiles, abriendo supermercados, fruterías, entre otros. Otros optan por un camino más fácil que averiguaremos a continuación.

¿Cuál fue el cambio fundamental que se dió en 100 años como para que los inmigrantes de hoy sean considerados diferentes a los de inicios del S. XX? El hombre boliviano que dice «Somos tan inmigrantes como los antepasados de Macri» tiene razón, no fueron los inmigrantes los que cambiaron, si no los incentivos que los inmigrantes reciben al entrar a este país.

Abriendo el diario, cualquiera sea el día y el diario, uno podrá encontrarse con estos incentivos que cambiaron la forma de pensar del recién llegado: inflación que destruye el poder adquisitivo de la moneda, los infinitos tramites, una verdadera aventura kafkiana, para comenzar un emprendimiento, los impuestos que ahogan a cualquier aventurado que desee emprender, las regulaciones que impiden el libre desarrollo, y por último los vaivenes de las reglas de juego que nos hacen creer que uno está entrando a algún  lado y en el instante siguiente convierten esa entrada en una salida, ¿quién puede estar incentivado a obtener con su propio esfuerzo una vivienda, un plan de salud o educación, cuando el esfuerzo termina por ser apropiado por los saqueadores que ostentan el poder?

En conclusión, que los actores de este conflicto sean inmigrantes es una cuestión circunstancial, que sin embargo es aprovechada por algunos para exaltar su nacionalismo y xenofobia, el foco del problema se encuentra en otro lugar.

3. El derecho a la vivienda. La contracara de todos esos impuestos, regulaciones y burocracia que imperan en la actualidad, es la creencia que prevalece en la sociedad argentina, y que es apoyada por todo el arco político desde hace 80 años, la llamada doctrina que una «necesidad genera un derecho»  y aceptar esto acarrea graves consecuencias. Por un lado, las que mencionaba en el apartado anterior, el desincentivo a la productividad y a la generación de riqueza, por el otro dividir a la sociedad en dos y crear dos categorías de indivudos: los que producen y viven gracias a su propio esfuerzo, que son los que para obtener lo que desean tienen que ofrecer algo  otra cosa a cambio, y en el otro lado los que reciben parte de lo producido por otros, los que obtienen lo que desean a costa de otros, forzando a otros a convertirse en sus esclavos personales, a través de la coerción estatal. Justamente, en el medio, están los saqueadores que son los políticos que deciden quien debe vivir a costa de quien, los que según su criterio ordenan que un grupo de personas tiene derecho a exigirle a otro que les de determinadas cosas, en otras palabras convierten en algo parecidos a esclavos a aquellos que para poder trabajar, y mantener sus posesiones, deben someterse a una extorsión por parte del estado.

En definitiva, este sistema de valores por el que optó vivir gran parte de la sociedad argentina lo que genera es convertir una sociedad que alguna vez se rigió por lo principios de la libertad, donde nadie tenía el derecho a exigirle a otro absolutamente nada salvo el respeto mutuo por su plan de vida, y donde las cosas se obtenían a través del sistema de cooperación voluntaria mas grande e importante del mundo: el mercado, que no reconoce fronteras, nacionalidades, culturas, o planetas, en una sociedad de salvajes, dónde algunos pretenden obtener un beneficio extorsionando a los vecinos de un barrio, o al resto de la sociedad, exigiendo que el gobierno le robé a una parte para darsela a la otra.

Ahora bien, este salvajismo al que me refiero no debe ser solo identificado en actos como la toma del Parque Indoamericano, la extorsión a supermercados para que entreguen bolsas de comida, la exigencia de que el gobierno tiene que solucionar sus problemas a costa del resto de la sociedad, etc. Esos métodos sin duda son los mas toscos, los mas groseros, sin embargo esta crisis moral se encuentra en todo metastizada en toda la sociedad, sea a través de las extorsiones sindicales, de los grupos de presión de los industriales que buscan protecciones y privilegios a costa del resto, cuyos fines son idénticos a los okupas del Parque Indoamericano: pretender que el resto de la sociedad viva para uno.

4. Aclaración final. Para terminar, negar el derecho a un grupo de personas a exigirle a otras que le otorguen un lugar donde vivir no tiene nada que ver con mi deseo de que esas personas encuentren un lugar donde vivir de acuerdo a sus expectativas. El problema sobre el que gravita todo el conflicto es sobre la legitimidad en el uso de la violencia, en otras palabras, la pregunta central es ¿está bien que se recurra a la fuerza para  solucionar el problema de la vivienda? La respuesta es, obviamente, no. No paramos de insistir en que nadie tiene derecho a iniciar la fuerza contra otra persona ni contra lo que es suyo, ¿con qué derecho un tercero puede arrogarse a decidir de que manera tenés que gastar tu dinero? A la vez, como fue explicado anteriormente, las políticas que generan «derechos» a partir de las  necesidades (también denominadas políticas redistributivas), terminan siendo contraproducentes con la única opción para reducir la pobreza y elevar la calidad de vida que es la generación de riqueza.

En conclusión, no tener una casa es una situación que nadie quisiera vivir, sin embargo, esto no habilita a reclamarle a otros que te den una casa. En primer lugar, si todos tenemos los mismos derechos nadie tiene derecho a violar el de los demás, por otro lado los mecanismos de transferencia de riqueza forzosos terminan generando consecuencias más perjudiciales tanto para las víctimas como para los beneficiarios.

Otro monopolio (que promueve el gobierno)

El gobierno K, que dice estar en contra de los monopolios,  sigue creando verdaderos monopolios y restringiendo la libertad de elección, o mejor dicho, la posibilidad de que cualquiera pueda competir en la oferta de un producto o servicio determinado. Llegó el turno  de la venta de diarios y revistas, y el restablecimiento de un viejo monopolio, esto es lo que dice La Gaceta de Tucumán:

La presidenta, Cristina Fernández, firmaría hoy la reglamentación de la ley que regula la distribución de diarios y revistas, que le devolverá a los canillitas el derecho de exclusividad en la venta de publicaciones. Por otro Decreto (el 1.693) que firmó el 4 de noviembre último, la jefa del Estado había avanzado contra la desregulación en la venta de publicaciones, que se había concretado en 2000, durante la presidencia de Fernando de la Rúa.

La realidad es que con esta reglamentación no se le «devolverá» ningún «derecho» a los canillitas. Lo único que se esta haciendo es restableciendo una restricción al derecho de todos los demás de poder vender diarios y revistas. Anteriormente, supermercados, almacenes, estaciones de servicio, etc. podían ejercer su legítimo derecho, ahora se ven negados por la privilegio otorgado por el gobierno al Sindicato de Canillitas.

Una clara medida que va en contra de la libre competencia y la posibilidad de elegir entre diferentes competidores.

En otro post profundizaré un poco más, pero el sentido común nos hace preguntarnos: ¿por qué un actividad pacífica, sin que genere ninguna agresión contra otra persona, y sea libre y voluntaria, debe estar regulada por el gobierno? ¿Qué status diferencial gozan los canillitas al resto de los comerciantes que pueden ser protegidos de la competencia?

¿Que derecho pueden arrogarse unas personas, para nada distintas al resto de los mortales, a prohibirles de realizar una actividad tan simple como vender un diario o una revista?

Como promover el desempleo

Me entero leyendo en el Diario Perfil esta nota respecto de un nuevo regímen laboral para las empleadas domésticas:

Con respecto al salario mínimo, continuará siendo fijado por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación.

Sobre el seguro de ART, el especialista Carlos Brassesco, abogado del Sindicato de Empleadas Domésticas, sostuvo que, “estimativamente, el costo de un seguro de ART podría rondar unos $ 20 por trabajador/a y sumado a los aportes y contribuciones al régimen de la seguridad social ($ 81,75), podríamos estar hablando de alrededor de $ 100 por encima del sueldo a abonarse”.

La presidenta de la Liga de Amas de Casa, Aída Irma Muñoz, habló con PERFIL y sumó su punto de vista: “Es justo que gocen de los beneficios y de las indemnizaciones como cualquier trabajador, porque respetamos el trabajo del otro y pensamos que está bien que haya una ley que las ampare”.

El subsecretario de Relaciones Laborales del Ministerio de Trabajo, Alvaro Ruiz, explica la postura oficial: “Con este proyecto buscamos avanzar en una mejor protección para los sectores, grupos o colectivos laborales que se encuentran en mayor situación de vulnerabilidad”.

Esto no está tomado de un capítulo de La Rebelión de Atlas, es un proyecto que será votado en el Congreso y para el cual, según dice la nota, «hay un gran consenso entre todos los bloques a favor de la aprobación».

No es mi misión aburrirlos con los efectos del salario mínimo o como todas estas conqusitas sociales terminan siendo perjudiciales para los propios conquistadores.

Hay algo básico para entender de esto, no se trata de andar proclamando por ahí la existencia de ciertos «derechos» (será en otra oportunidad cuando escriba sobre los pseudoderechos) para que se den situaciones que son deseadas por todos, la clave esta en pensar bajo que marco se puede dar la realización de esos objetivos.

Los adherentes a la religión del estatismo ven esta proclamación de derechos como un fin, declarar que el trabajo digno para las empleadas domésticas, la educación o la salud, es la solución a todos los problemas.  Pero es esa realmente la manera de conseguir esos objetivos? No, definitivamente.  La mayoría de las veces los efectos son contraproducentes, el resto de las veces los efectos son nulos.

Esto no es una hipotesís, bata con observar las veces que han proclamado distintos gobiernos el derecho a una vivienda digna, derecho a la salud, derecho a la educación de calidad, etc. y han diseñado planes para cada uno de ellos, fueron un fracaso tras otro.

 

Mañana la solución a todos los problemas.

Update: Segunda Parte

El individuo como fin: Tibor Machan

Tibor Machan es un profesor emérito del departamento de filosofía de la Auburn University. En una entrevista, realizada por la publicación suiza The Daily Bell,  fue consultado sobre la reforma de salud que se llevo a cabo en Estados Unidos, donde la intervención estatal en ese mercado se convirtió en omnipresente.  Allí ofreció algunos conceptos muy interesantes que si bien están referidos a la reforma de salud pueden ser utilizados para analizar diferentes temas:

La creencia de que las personas pueden ser obligadas, de manera justa, a asegurar el financiamiento para pagar a los profesionales médicos que luego darán servicio a aquellos que necesitan de su asistencia es un error. En un país libre mujeres y hombres adultos deben tratarse mutuamente como fines en sí mismos, no como herramientas contra su voluntad, instrumentos o medios para los fines de otros.  Asi como  una  persona no puede ir a casa de su vecino y obligarlo  a cortar el césped de nuestra casa o  llevarlo al hospital,  lo correcto es solicitar estas cosas y esperar una asistencia voluntaria…

Nada muy complicado para entender, el mensaje es simple: la agresión no es una opción.

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