¿Quién es el país?

Mark Twain

No es Einstein joven, queridos lectores. Es Mark Twain.

Desde las elecciones del pasado octubre, el discurso de los que en este momento detentan el poder público es algo así como «Sacamos el 54% de los votos, hacemos lo que queremos» (y no olvidemos a esa señora coqueta gritando en el discurso de una autoridad municipal «Vamos por todo. Vamos por todos»).

Por otro lado, está la (mal) llamada oposición, que se mueve cabizbaja diciendo algo como «Sacaron el 54% de los votos, pueden hacer lo que quieran. Es más, tenemos que colaborar con ellos». Esta gente, en realidad, se muere de ganas por estar dentro del oficialismo y hacer lo mismo que el oficialismo hace (o cosas peores, tal vez), pero ya sea por lo fracasados que son o porque no tienen una ausencia de escrúpulos tan grande, están «en la vereda del costado».

Vengo pensando hace un tiempo, qué puede hacer un ciudadano de una supuesta República cuando el «contrato» por el cual se deposita una parte del poder propio para que sea administrado por el Estado, deja de ser cumplido por los empleados designados para ésta actividad. ¿Qué pasa cuando, por el mero acto de elegir quiénes son los administradores de lo público, éstos se arrogan poderes superiores a los que el Contrato / Constitución les otorga, simplemente porque había más papelitos con su nombre en una caja? ¿Y qué pasa cuando los que no están de acuerdo con este avasallamiento de derechos y abuso claro y sistemático del poder son tildados de enemigos de la patria, cipayos y no pertenecientes al país? ¿Quién define quiénes son el país y quiénes no lo son?

La respuesta me llegó inesperadamente de un cómic, donde el mismísimo Capitán América (si, el corazón del malvado Imperio!) se pone totalmente en contra de su propio gobierno y encabeza una rebelión. En un momeno, cuando le preguntan cómo sabe si está haciendo lo correcto, se despacha con la siguiente cita de Mark Twain:

¿Quién es el país?

¿Es acaso el gobierno que de momento está a cargo? No. El gobierno es solo un siervo temporal; no puede ser su derecho decir qué es lo correcto y qué está mal, y decidir quién es patriota y quién no. Su función es obedecer órdenes, no crearlas.

¿Quién es entonces El País?  ¿Es el periódico? ¿Es el púlpito? No, estas son pequeñas partes del País, no son el todo; no pueden mandar, sólo tienen su pequeña parte en el mandato.

En una monarquía, el rey y su familia son el país; en una república, es la voz del pueblo. Cada uno de ustedes para sí mismo y bajo su responsabilidad, debe hablar.

Es una solemne y dura responsabilidad y no debe ser fácilmente dejada de lado bajo la presión del púlpito, la prensa, el gobierno o la vacía palabrería de los políticos.

Cada uno por sí solo debe decidir qué está bien y qué está mal, cuál es el camino patriótico y cual no. No puedes evitar esto y ser un hombre.

Decidir contra tus convicciones es ser un traidor imperdonable, tanto para ti mismo como para tu país. Deja que los hombres te califiquen como quieran.

Si solo tú de entre toda la nación elige un camino, siendo este el correcto según tus convicciones de lo correcto, has cumplido tu deber para ti mismo y para tu país.  Mantén la cabeza en alto. No tienes nada de qué avergonzarte.

No importa lo que diga la prensa. No importa lo que digan los políticos o las masas. No importa si todo el país decide que algo malo es algo bueno.

Esta nación se fundó sobre un principio por encima de todos: la exigencia de que nos levantemos por lo que creemos, sin importar el riesgo o las consecuencias.

Cuando las masas y la prensa y el mundo entero te dicen que te muevas, tu trabajo es plantarte como un árbol junto al río de la verdad y decirle al mundo entero… “NO. MUÉVETE TÚ.»

(ciertamente la cita en idioma original pega mucho más. En especial la última parte «No. You Move.»)

Las Constituciones no existen para legitimar a los gobiernos. Las constituciones fueron impuestas por la gente para limitar el poder del estado mismo y para proteger los derechos individuales de los ciudadanos. Si la constitución fuera solamente para decir que el gobierno puede hacer lo que se le canta porque lo votaron, como dijo Benegas, es preferible no tenerla, que declaren el territorio argentino como El Reino de la Milanesa, le pongan una corona a la señora y punto.

En cuanto los que están en el estado violan y contradicen la constitución, su mandato deja de ser legítimo (en dicho documento se establece la forma de llegar a los cargos públicos SOLAMENTE para hacer lo que ahí está explicitado, no para usar el estado para hacer lo que se le canta). Desgraciadamente, la Constitución sola no nos va a defender de nada. Es un simple papel con tinta encima, que no nos va a defender de las balas, ni de la cárcel, ni va a traernos productos, ni va a producir nada, ni nos va a defender de los abusos del fisco o de patoteros como Cristina Fernández y su perrito faldero Guillermo Moreno.

La Constitución es una simple advertencia para las autoridades electas: «si se hacen los boludos y tratan de pasarse de vivos con el poder, les va a ir bastante mal». Pero, al final del día la constitución debe ser ENFORZADA al estado, desde la ciudadanía. Los ciudadanos tienen que estar dispuestos a imponerles, por la fuerza si es necesario, la constitución a los gobernantes, sin importar ni medio segundo si fueron votados por una cantidad X de la población. Ahora, si los ciudadanos no están dispuestos a enforzar la Constitución y se bancan cualquier tipo de abuso que venga desde el poder, no se merece tenerla. Directamente, merece ser un súbdito más del Reino de la Milanesa.

Entreguen los libros

Jailed Books

Acá los tenemos...bien guardaditos a la sombra.

Yo ya no entiendo si estos megalómanos inescrupulosos toman a la totalidad de los argentinos por boludos o si, al final, una abrumadora mayoría de los argentinos son, efectivamente, boludos.

Que venga un tipo y prohíba las importaciones de TODOS los libros porque no están seguros de si la tinta con la que están impresos tiene menos del 0.000000000000000000000001% de plomo así de la nada es un absoluto insulto a la inteligencia de un nene de 5 años.

¿Hubo algún caso de algún intoxicado? ¿No? ¿Hubo algún comunicado de los países que imprimen los libros sobre incidentes allá y que podía ser peligroso? ¿No? ¿Hay algún estudio serio sobre el tema? ¿No? Ah, ¿que estuvieron viendo El Nombre de la Rosa?

Supongamos por un segundo que les importa el asunto del plomo ¿Se pegaron una vueltita por Dock Sud? ¿Por el Riachuelo? Los trenes y las vías propiedad del estado ¿están 100% libres de plomo? ¿Y los viejos aviones de Aerolíneas? ¿Y las curtiembres? ¿Y las fábricas?

Y quiero creer también que hicieron pericias y estudios a lo largo y a lo ancho del país y que ABSOLUTAMENTE TODOS los diarios y revistas de alcance nacional, provincial, municipal y barrial cumplen con los requisitos del plomo en la tinta. ¿Podríamos ver ese informe? Ah…¿hoy no? Mañana…¿tampoco?…Bueno, avisen cuándo, eh.

Muchachos, si el plomo fuera una amenaza para la salud de la población, tienen que cortar mucha, pero mucha tela y sanear una enorme cantidad de áreas que impactan muchísimo más y muchísimo más directamente que la tinta de los libros. En toda mi vida no conozco un solo caso de algo ni remotamente similar.

Como dijo Frank Zappa cuando daba testimonio ante el Congreso de USA: «El estado siempre tiene que tomar las medidas que impacten lo menos posible en la vida de la gente. Esta regulación es como si, para combatir la caspa, recurriéramos a la decapitación».

Por cierto, nunca faltan los chorros acomodaticios buscadores de prebendas, ratas parásitas dispuestas a succionar cuanto calcetín del gobierno puedan para conseguir una traba y/o regulación que les permita afanar unos mangos, como el señor Juan Carlos Sacco que dijo «Si uno se pone el dedito en la lengua para cambiar la hoja puede ser peligroso». ¿Usted me está cargando? Si sobreviví desde los 4 años pasando las páginas de las viejas Isidoro y de diarios viejos y baratos de esos que te dejan la tinta en los dedos, tengo inmunidad de por vida para todo tipo de tintas.

Después, el despreciable agrega «En los últimos cinco años se importaron 140 mil toneladas de libros por 550 millones de dólares. Y en 2011 tuvimos un desbalance de 78 por ciento, unos 125 millones de dólares en contra». O sea, comete sincericidio y admite que ES TODO POR LA GUITA. De nuevo rompen las bolas con la famosa  «balanza comercial». El tema es que, en este caso, es INJUSTIFICABLE. Pueden decirte que es lo mismo traer un rulemán de afuera que usar uno de los que fabrican los chorros amigos del gobierno, pero los libros hay que escribirlos y editarlos. ¿Van a decir acaso que los libros escritos por extranjeros «le quitan trabajo a los escritores argentinos»? No sé si hoy, pero creo que son capaces de hacerlo en un año o dos y que una importante parte de la población asienta con la cabeza y diga «es verdad, hay que defender el trabajo intelectual de los argentinos». Ya no me sorprende nada.

Y digo, si el problema son los libros impresos ¿Por qué no liberan la importación de e-readers y les sacan todo tipo de impuesto aduanero para que la gente pueda leer en digital? No, claro, en vez de eso van a inventar que el plástico con el que está hecho el Kindle es nocivo para los huesos y la piel.

En fin, un nuevo episodio de «tenemos que afanar la mayor cantidad posible de dólares para pagar las importaciones de gas carísimo de Qatar, con el cual hicimos un curro grande como una casa gracias al descalabro energético que previamente habíamos armado».

No dejes que la escuela interfiera en tu educación

Este video, muy positivo, está dando vueltas por las redes sociales, y es publicado por el sitio web Educación Viva aunque nada sabemos sobre ellos.

Una buena noticia que este tipo de campañas se hagan virales, es la educación pública, una de las raíces del árbol que hay que derribar.


 

Acá escribimos en más detalle sobre este tema:

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Casos de laboratorio

Hoy en mi regreso del trabajo, en el subte, me encontraba leyendo uno de esos típicos artículos libertarios de casos de laboratorio, con los cuales pretendemos refutar las hipotéticas y risibles situaciones en las que en ocasiones nos sitúan socialistas, fachos y conservadores para encontrar falencias en nuestras teorías o utopías. El artículo se denominaba «Libertad y propiedad: donde entran en conflicto» y trataba sobre el problema que se originaría si nuestro terreno se encuentra rodeado de otros cuyos propietarios no permiten sean transitados (algo así como encerrados en nuestra propia casa).

Cuando se plantean estas situaciones absurdas debe recordarse que el futuro es incierto y la cooperación social espontánea puede traer soluciones que superan lo que nuestra imaginación puede brindarnos. Por ejemplo, si contáramos a personas de hace 300 años que hoy podemos trasladar un texto de un lugar a otro en segundos, es muy probable pensaran lo logramos con alguna especie de cohete ultraveloz que lleva un papel de un lugar a otro, ninguno imaginaría una señal satelital binaria transmitiendo el texto. Las soluciones que podamos proyectar para hipotéticos problemas, es probable no sean las que finalmente los resuelvan.

No obstante, esta bien que querramos responder a las más alocadas situaciones que nos presentan respetando principios y manteniendo una consistencia ideológica. Pero sin olvidar que ante el estatismo salvaje podemos jugar el mismo juego. Al subordinar ellos los derechos individuales al poder de turno o a mayorías, uno directamente puede preguntarles «¿qué sucede si los gobernantes, elegidos democráticamente y una vez en el poder, modifican las leyes y mediante ellas emprenden un genocidio?».

Resulta absurdo, sin embargo, a diferencia de los raros casos de laboratorio que suelen plantear contra la filosofía de la libertad, fue realidad (http://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_parlamentarias_de_Alemania_de_1933).

Loco

Loco, adj. Dícese de quien está afectado de un alto nivel de independencia intelectual; del que no se conforma a las normas de pensamiento, lenguaje y acción que los conformantes han establecido observándose a sí mismos; del que no está de acuerdo con la mayoría; en suma, de todo lo que es inusitado. Vale la pena señalar que una persona es declarada loca por funcionarios carentes de pruebas de su propia cordura. Por ejemplo, el ilustre autor de este Diccionario no se siente más convencido de su salud mental que cualquier internado en un manicomio, y —salvo demostración en contrario— es posible que en vez de la sublime ocupación
a que cree dedicar sus facultades, esté golpeando los puños contra los barrotes de un asilo y afirmando ser Noé Webster, (autor del diccionario Webster) ante la inocente delectación de muchos espectadores desprevenidos.

[De «Diccionario del Diablo» de Ambrose Bierce]

Ver también: ¿Loco? yo?

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Otras personas no son tu propiedad

[O]tras personas no son tu propiedad. En otras palabras: no son tuyos para que les mandes. Sus vidas no son tuyas para microgestionarlas. Los frutos de sus trabajos no son tuyos para disponerlos. No importa lo inteligente o maravilloso o útil que sería lo que sea que quieras que otras personas hagan. No es asunto tuyo si usan cinturones de seguridad, rinden culto al dios correcto, tienen relaciones sexuales con las personas equivocadas, o participan en transacciones de mercado que te irritan. Sus opciones no son tuyas para dirigirlas. Son seres humanos como tú, tus iguales bajo la ley natural. No posees autoridad legítima alguna sobre ellos. Mientras ellos no crucen la línea y empiecen a tratar a otras personas como su propiedad, no tienes ningún fundamento moral para iniciar la violencia contra ellos, ni para autorizar a cualquier otra persona que lo haga en tu nombre […]

Roderick T. Long

(Vía Mises Hispano)

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Fascismo Nacional y Popular

De este tema ya se habló muchísimo en el blog (ver «Fascismo Inconsciente» y «Carta a mis amigos progres…» ), pero nunca está de más volver al tema para dejarlo bien en claro.

Perón era fascista. En sus viajes a Europa estudió el fenómeno, lo suficiente como para saber que el poder político se podía construir desde la Secretaría de Trabajo, cargo que pidió explícitamente al participar del golpe de Estado que derrocó a Ramón Castillo en 1943. Por algo son tantas las similitudes entre la «Doctrina» justicialista y la Carta del Trabajo Italiano.

Aunque, aclaremos algo: Perón no fue realmente el culpable, sino que montó el aparato electoral justicialista sobre el Estado Corporativista-Fascista instalado en la década del ’30 (los pilares: abandono del patrón oro y adopción del patrón aire, creación del Banco Central, instauración del impuesto a las ganancias).

A continuación, un extracto del documental «Permiso para pensar» (1989), dirigido por Eduardo Meilij.
Todo el documental es imperdible, por la particularidad de ser una recolección y compaginación de propaganda y de noticieros de la época del primer Peronismo, a fin de que el espectador saque sus propias conclusiones. Está completo en su web oficial, o en videos de YouTube desde este post.

Este fragmento en particular fue para mí lo más chocante de todo el documental.

«Nosotros tenemos en este momento casi 4-5 millones de estudiantes… de gente que estudia. Que si no votan hoy, votan mañana, no hay que olvidarse.

Tenemos que irlos convenciendo de que hagan la escuela primaria. Yo le agradezco mucho a las madres, que ya le enseñan a decir «Perón» antes que decir «papá». Es ya demasiado eso, pero…

Para la primera parte de esta acción individual es imprescindible el adoctrinamiento. La escuela primaria constituye entonces el primer escalón de captación y del adoctrinamiento de la futura ciudadanía al movimiento justicialista. Esta exigencia impone al personal de preceptores, maestros y profesores una profunda identificación con los postulados de la doctrina, a fin de que la juventud, al iniciarse en el estudio de los derechos ciudadanos, se encuentre identificada con la doctrina nacional.»

– Juan Domingo Perón

Fuente: http://www.permisoparapensar.com.ar

Salud Pública

Frontiers

El próximo paso

Cual Schiavi en la publicidad de la SUBE, tengo que decir “mirá que te lo avisamos con tiempo, eh” y “¿te dormiste?”.

Mirá que venimos repitiendo una y otra y otra vez cuáles son las consecuencias de “proteger la industria nacional” y dejar en manos de un burócrata qué productos pueden pasar de un lado a otro de una línea imaginaria.

Más de una vez me han dicho cosas como “Prefiero que se cree trabajo para un argentino a que un ricachón se compre un iPhone”. No sé si los defensores gratuitos de estas ideas lo hacen por ignorantes o por resentidos con que alguien tenga guita. Sea como sea, el “trabajo argentino” se convierte en una carta blanca para que el estado y el gobierno hagan lo que se le canten con las importaciones.

Después de eso, vienen con la idea fantástica de la “balanza comercial”, una idea que no resiste dos minutos el análisis de un nene de 5 años (hay que sembrar una gran ignorancia en las mentes de las personas para que esta idea sea aceptable). Cuenta la leyenda estatista que es exportar es mucho más beneficioso que importar. Esto es una falacia, ya que el que exporta lo hace para pasar de una situación menos beneficiosa a una más beneficiosa. Y lo mismo pasa con el que importa.

Si exporto, cambio productos por dólares. Si importo, cambio dólares por productos. En el medio puede haber cantidad de intercambios de dólares por productos internos, incluyendo moneda nacional. Les pregunto a los genios del estatismo: si ingresan muchos más dólares por exportaciones, que los que salen por importaciones ¿en qué beneficia a “todos los argentinos”? ¿Tienen los papeles verdes algún poder mágico que nos hace más felices, más ricos, hacen crecer más las plantas o purifican el aire? ¿En qué me beneficia a mí que un agroexportador tenga más dólares en su cuenta del banco o abajo de su colchón?

Claro que, el truco está en que esa “balanza” es medio mentirosa. El que exporta tiene que entregar los productos y el estado lo obliga a cambiar los dólares por pesos al cambio oficial. Así, el que se queda con los dólares es el estado. Y acá es donde la “balanza” balancea. Se usan esos dólares “excedentes” para importar energía subsidiada y para pagar deuda. El único beneficiado por más exportaciones que importaciones es solamente la actual gestión estatista, que se permite derrochar los dineros públicos para atraer un caudal electoral mayor.

Las exportaciones, son el precio a pagar para poder importar, justamente para estar mejor. Y no al revés como nos quieren hacer creer.

En este punto el lector se preguntará qué tendrá que ver esto con la salud. Por más que estúpidos como Moreno y la reina no se hayan dado cuenta, en el siglo XXI el mundo se globalizó y, para nuestro beneficio, podemos hacer uso de bienes y servicios generados a millones de kilómetros de distancia. Es así que muchas industrias fabrican sus productos en un solo lugar y luego hacen la distribución a escala global (por cierto, para aquellos a los que les importa “que la gente tenga trabajo”, la logística y distribución genera muchísimo más trabajo que la producción). Estos bienes y servicios van desde autos hasta computadoras, zapatos, celulares, ropa y MEDICAMENTOS.

Cuando desde un despacho burocrático se traban o cierran las importaciones DE TODO ¿qué creen estos inútiles que va a pasar? ¿Que por arte de magia van a aparecer los productos adentro del país? ¿Que las fábricas se van a montar solas y automáticamente? ¿Que negocios no rentables en el país por un tema de escala se van a volver rentables?

Y así es que, por un tema de cuántos dólares van a tener a su disposición, generan una escasez donde antes no la había. Hay faltantes de todo, en especial de medicamentos, en especial de esos medicamentos que la gente necesita para esas boludeces como…..seguir viviendo.

¿Qué le deberíamos contestar a alguien del 54% que votó por proteccionismo y fronteras cerradas que ahora se queja que no puede conseguir un medicamento importado?

¿Qué deberíamos decirle a esos parásitos sin escrúpulos que se viven llenando la boca con cosas como su “fantástico sistema de salud pública” y, llegado el momento no te dejan acceder a un medicamento que necesitás? ¿Acaso podemos creer que estas personas están interesadas en la salud de alguien?

Economía a los palos. Bienvenidos al Siglo XVI.

En nombre de los otros

Cuando en la vieja Unión Sovietica se jactaban de sus grandes progresos militares, su programa espacial, y la realización de desfiles donde exponían sus misiles más importantes, y los proyectos grandilocuentes que tenían, en realidad, era la admisión de que el socialismo era un fracaso. Mientras sucedía todo esto, se daba una escasez generalizada de alimentos, vestimenta, y otros insumos. Un claro ejemplo de como la planificación centralizada y la ausencia de la propiedad privada son un camino al fracaso. Es la imposibilidad del calculo económico en el socialismo.

En Argentina sucede algo parecido. La muestra Tecnopolis, llevada a cabo el año pasado por el gobierno nacional, es un claro ejemplo de esta mala asignación de recursos. Mientras existen personas en varias partes del país, viviendo en condiciones miserables, en los suburbios de la Capital Federal, se expone como los cientos de millones de pesos obtenidos de la misma forma que un ladrón obtiene su botín, son gastados en proyectos, muchas veces que no tienen ninguna utilidad, para satisfacer las necesidades de los megalomanos que participan de un gobierno. Se podrá argumentar que no podemos esperar a resolver todos los problemas para invertir  en tecnología, pero se confunden. Acá no estamos pidiendo que no se gaste en tecnología (o Fórmula 1), y que se gaste en otra cosa. El pedido es sencillo, dejen de tomar por la fuerza lo que no les pertenece.

Otra aberración de este estilo se está gestando a nivel nacional. En este caso, no es para evidenciar a gran escala esa mala asignación de recursos, si no para dejar al descubierto como las decisiones individuales y privadas pueden, y deben, según los gobiernos, ser sustituidas por las decisiones de funcionarios. Se llama artepolis, una especie de muestra de arte, organizada y financiada por el estado, que en palabras de Cristina Kirchner, es muy posible que se lleve adelante:

«Debemos hacer un Artepolis como hicimos Tecnópolis. Los argentinos nos debemos un Artepolis», propuso la presidenta Cristina Fernández de Kirchner esta tarde, en el acto de lanzamiento del Plan Nacional de Igualdad Cultural. «La producción de arte y contenidos y la conexión de los trabajadores de la cultura es fundamental», agregó.

El individuo, como ser humano privado con consciencia, es negado por el gobierno. El trabajador, al que constantemente se hace referencia, no es una persona que tiene gustos, prioridades personales, y que busca su propio bienestar, el trabajador solo es valorado como factor que aporta a la riqueza del estado mediante el pago compulsivo de impuestos. Por eso mismo, una vez más, este tipo de proyectos imponen los consumos culturales de las personas, que son desconocidas como seres únicos e irrepetibles, y son aglutinados en ficciones como «los trabajadores».

Este, y todos, los gobiernos, se atribuyen una serie de actos en nombre de otros, cuando la realidad es que ese acto en su esencia constituye la negación de la existencia de cada uno de los otros, es todo parte de un mismo ciclo. Un gobierno que genera las condiciones para interferir en cualquier tipo de prosperidad (no confundir prosperidad con LCD y vacaciones a Mar del Plata), termina generando dependencia, y se aprovechan de esta para crear este circulo vicioso, que es muy dificil ponerle fin.

Muy difícil, no imposible.

La farsa de la Igualdad

Winning

Desde chicos

Competimos y tratamos de diferenciarnos de los demás prácticamente desde la cuna. Competimos con nuestros hermanos por la atención de nuestros viejos. Competimos con nuestros primos por ser la estrellita de la reunión familiar y ganarnos la sonrisa de la abuela. Hacemos un esfuerzo por diferenciarnos de nuestros hermanos, en especial de los hermanos mayores. Si a ellos les gustan los Beatles, a nosotros nos gustan los Stones. Si ellos son metaleros, nosotros somos punkies. Nos esforzamos por no quedar últimos en el Pan y Queso del fulbito de la cuadra y cada partido es como la final del mundo. Cantamos cantitos de victoria algunas veces y nos vamos con bronca a casa otras, sabiendo que nos espera la revancha.

Nos peleamos con nuestros mejores amiguitos para ver el papá de quién es más súper, quién tiene antes la mejor Tortuga Ninja, quién hace más metros de willie con la bici, quién salta más, quién pega más fuerte, quién come más chizitos y papitas en un cumple, quién agarra más caramelos en la piñata.

Y en este intento por diferenciarnos y competir, nos juntamos y colaboramos con otros que están en la misma. Entrenamos con los pibes del barrio para salir campeones de un torneo de fútbol. Hacemos el pase de gol a ese que no nos cae tan bien pero suma a la gloria del equipo al convertir. Armamos una banda de música con amigos y tratamos de encontrar “ese” sonido que nos va a diferenciar del resto de las bandas que están haciendo todas lo mismo. Hacemos grupo en la facultad con esos que sabemos que suman y con los que hacemos las cosas mejor, más rápido y más divertidos. Nos sacamos buenas notas y destacamos a fin de conseguir becas y mejores opciones laborales.

Banda de Titanes

Mis amigos son unos atorrantes

Cada tanto, consagramos a esas personas que se realmente la rompen en aquello que nos gusta tanto. A esos que hacen de forma maravillosa esa actividad con la que tanto nos identificamos. Ese guitarrista que hace “cantar” a la viola. Ese futbolista que la mueve como nadie y es ídolo del mundo. Esa actriz que todas quieren ser y con la que todos queremos estar. Ese escritor que plasma en palabras eso que sentimos muchísimo mejor de lo que nosotros mismos podríamos. Y premiamos a toda esta gente, al mismo tiempo que nos premiamos a nosotros mismos disfrutando de su obra y existencia. Vamos a sus recitales, compramos sus libros, alentamos su gambeta, vemos sus películas. Cada tanto les “robamos” o, mejor dicho, nos “inspiramos” en algo de ellos que resuena con nosotros y adoptamos alguna forma de vestir, de ser, algún acorde, alguna frase o forma de hacer las cosas. En ellos nos vemos reflejados a nosotros mismos y a ciertas formas en las que nos gustaría ser o resaltar.

Competimos y tratamos de diferenciarnos. Está en nuestra naturaleza. ¿Será debido a alguna cosa que quedó en nuestro cerebro primitivo donde se asocia a lo diferente o los que ganan la competencia con algún tipo de Status? ¿Será que ese status permitía acceder a las mejores cosas a nuestros antepasados? ¿Será lo que los fue llevando a desarrollar la civilización hasta donde está hoy en día? ¿Realmente importa?

Competimos y tratamos de diferenciarnos en las cosas más diversas. Arte, deportes, ver quién aguanta más en una casa en la tevé, quién sale con la más linda o con el más canchero, quién es el que más onda le pone a un grupo, o el más buenazo, o el que hace los mejores chistes, las jodas más pesadas, los comentarios más incisivos. Y nos juntamos con aquellas personas con las que tenemos más cosas en común, aquellas que nos caen bien, aquellas con las que nos entendemos al instante, las que nos ayudan a lograr nuestros objetivos y objetivos nuevos que no teníamos antes de conocerlos. Y “discriminamos” a esas personas con las que no nos llevamos, que no nos suman, con los que nada tenemos en común o que, simplemente, nos caen mal.

A pesar de que pasamos nuestra vida haciendo esto, un grupo de personas creen en esa cosa maldita llamada “igualdad”, que para ellos no es “tener la misma dignidad y derecho a nuestro proyecto personal de vida” sino que quieren “uniformizar”. Así es como en el colegio te sientan con ese pibe con el que nada tenés en común, te visten igual que todos, quieren que aprendas lo mismo, que formes filas, que no pases tiempo con tu mejor amigo, que “incluyas” en tus juegos a los que no te bancás. Y el esfuerzo es fútil, porque la campana nos salva para ir a juntarnos con quienes queremos, hacer lo que queremos, usar la ropa que queremos abajo de ese guardapolvo blanco. El cancherito sigue siendo así por más que le pongan amonestaciones, el tímido no deja de serlo por usar el mismo uniforme, el inteligente se aburre en clase y el vago, vago siempre será y buscará nuevas formas de zafar y copiarse.

No conformes con habernos robado 6 horas por día, 5 días a la semana, 40 semanas por año, 12 años de nuestra vida, no habiendo conseguido absolutamente nada más que hacernos odiar la educación, siguen queriéndonos imponer qué hacer de nuestras vidas y tratando de que seamos “iguales”. Las marcas de ropa tienen que hacer todos los talles, no vaya a ser que alguien se sienta mal porque no le entra el pantalón talle S. Reglamentan a qué hora podemos ir a divertirnos y a qué hora no. Hasta qué hora podemos adquirir alcohol. Dicen que no se puede dejar a nadie afuera de un lugar de acceso público, cuando es lo que estuvimos haciendo toda nuestra vida. No puede haber un código de vestimenta porque eso sería “discriminar”. Curiosamente, discriminamos desde la cuna con quién somos amigos, con quién salimos, con quién nos ponemos de novios, con quién nos juntamos.

Pero claro, para este grupo de personas tenemos que ser “iguales”, o sea “uniformes”.

uniformizados

Finally...they will all be equal...

Es bien sabido que, cuando vamos a bailar, suele haber sectores “VIP” con tratos “preferenciales” a donde solo pueden acceder amigos del dueño, personas con dinero, gente de la farándula (la que, curiosamente, tiene ese “status” gracias a la sociedad toda), jugadores de fútbol, modelos y otros. ¿Qué diferencia a estas personas de nosotros? En el fondo, absolutamente nada. Simplemente, están del otro lado de la valla, tal vez tengan más guita, más contactos o más habilidad en alguna actividad que nosotros. ¿Por qué están ellos de ese lado y nosotros no? Probablemente solo sea por decisión del dueño o los administradores del lugar. ¿Está bien sentirme discriminado? ¿Es acaso distinto de lo que hemos tratado de hacer toda nuestra vida, es decir, competir, diferenciarnos y juntarnos con la gente que resuena con nosotros?

¿Y qué pasa si eso me hace sentir mal, si me hace sentir menos? Personalmente pienso que si te sentís menos simplemente por estar del otro lado de una valla, te lo merecés. Esas ganas de “ser como los que están del otro lado” hacen que no puedas disfrutar de la vida, ser vos mismo, descubrir lo que realmente te gusta y conectarte con la gente que realmente le puede dar valor a tu vida. Por otra parte, las veces que he estado del otro lado, me he pegado unos emboles tremendos. Definitivamente no es para mí.

Pero los “uniformizadores” desprecian la diferenciación y la competencia. Quieren que todo sea como ellos quieren. Quieren ser los que mueven los hilos. Quieren ser los reconocidos. Quieren ser “los que trajeron la igualdad”. Y quieren hacer esto imponiendo su moral a los palazos, utilizando el monopolio de la fuerza ¿Será esto la consecuencia de una baja autoestima? ¿Los habrán elegido siempre últimos en el Pan y Queso? ¿El facherito del curso les habrá robado la chica que les gustaba? ¿O la linda y popular se habrá quedado con su mejor amigo y galancito? ¿O es simplemente una megalomanía que tiene adentro cierta gente, que no puede ser feliz sin decirle a otro qué hacer?

Tengo un mensaje para esta gente, que generalmente se dedica a la política o pertenecen a ONGs (bancadas con fondos públicos): no importa lo que hagan, no importa cuánto lo quieran, LA UNIFORMIZACIÓN NO ES POSIBLE. No existe ni siquiera en estructuras rígidas como las fuerzas armadas, dado que sus escuadrones de elite y pilotos dejan de usar los uniformes reglamentarios, personalizan sus aviones y cascos, usan “nombres clave”, existen héroes y leyendas. Incluso la permanencia hace que se vistan y actúen distinto (pregúntenle a sus viejos cómo es que los colimbas que estaban por terminar de cumplir su tiempo tenían tratos preferenciales y usaban la gorrita para adelante).

Gi-Joe

Tropa de Elite...perfiles diferentes, habilidades diferentes, personalidades diferentes = éxito asegurado

La tribu obembe

Modas tribales en un mundo apocalíptico

Aunque consigan su perverso deseo de destruir la riqueza de todo el mundo, prohíban todo tipo de hobby y competencia, nos hagan vestir a todos con las mismas grises ropas y aprender exactamente lo mismo, LA UNIFORMIZACIÓN NO SERÁ POSIBLE. Siempre existirá alguien más vivo, más pensativo, alguien que silbe mejor, que tire chistes, que sonría, que sea más linda o más fachero, alguien que nos caiga mejor, alguien que no nos dé pelota, alguien a quien ignoremos, alguien que haga el trabajo más rápido y mejor. Y siempre, siempre existirá alguna especie de “JetSet” esos grupos que muchas veces marcan las tendencias y modas (más no sea rompiéndose las grises ropas de nuevas formas) y al que muchos querrán pertenecer.

Les pido a los uniformizadores que hagan algo más productivo de su vida, y que intenten ser felices sin imponerle su moral a nadie. Si tienen problemas de autoestima baja o vacíos existenciales, vayan al psicólogo o terapeuta correspondiente y de su preferencia. Pero que si están en la función pública se dejen de hacer idioteces y se dediquen a lo importante: DEFENDER LOS DERECHOS INDIVIDUALES DE LAS PERSONAS, LA VIDA, LA LIBERTAD, LA PROPIEDAD Y LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD.

Esto último, en mi experiencia personal se encuentra, justamente en la competencia (contra uno mismo y contra los demás), en la diferenciación (encontrar realmente quién uno es) y en la colaboración con todas esas personas que piensan y sienten como uno.

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