Regulaciones al Gas

Llego a casa y me entero que no hay gas.

Bajo a preguntar al encargado y me informa que «alguien» hizo una denuncia por olor a gas, y el servicio fue cortado inmediatamente hasta que una cuadrilla de la compañia venga a revisar la instalación. Hasta ahí acciones y argumentos razonables.

Día siguiente. No solo vino la cuadrilla, sino una tropa de inspectores, que recorrieron todos los departamentos para revisar cada instalación domiciliaria hasta su ultimo mechero. Ahí ya me calenté. Si alguien en planta baja olió gas, es porque es probable que la perdida se encuentre en las cañerías de distribución hacia cada departamento (que era lo único que justificaba el corte general). Si ellos verificaron que en la distribuidora no había perdidas, no hay motivo por el cual se deba revisar cada instalación. Si mi instalación pierde un gas que no se refleja ahí, me jodo porque pagaré más que el gas que consumo en la factura de la tarifa.

Ante mi reclamo, vinieron con una seguidilla bastante pintoresca de explicaciones mas o menos torpes. Me dijeron que era para «cumplir con las nuevas normativas del ente regulador» y que no ocurran accidentes hogareños por el gas, que se cobran tantas victimas por año, todo dicho haciendo ojos de pescadito, como a quien le importa mucho la humanidad.

Una solución no regulada al problema de abastecimiento de gas.

A ver, si mi casa vuela a la mierda porque no tome las medidas de seguridad mas acertadas, me jodo yo y quienes viven en ella, que en este caso es mi familia. Si daño a alguien mas, como por ejemplo, la integridad y la propiedad de un vecino, me vuelvo a joder yo, porque soy el causante del daño, por lo que corro con todas las de perder. Como vemos, todo esto lo resuelve perfectamente los derechos de propiedad, y mucho mejor que una manada de inspectores con caras de moluscos preocupados.

Debo agradecer a las fuerzas ocultas del cosmos el tener agua caliente centralizada, lo que me permitió sobrellevar la crisis con bastante elegancia. Pero como hay que hacerle la sopa y la meme a mi hija, sobrevivimos a las patadas con el microondas en el corto plazo, y después de escuchar las modificaciones irrisorias que me exigieron poner en mi cocina (y el desembolso de dinero que significaba realizarla), salimos volando a buscar una garrafa.

La garrafa apareció. Una garrafita de camping del año 54 que acompañó a mi viejo en sus innumerables viajes en casa rodante a cada rincón del país… perfectamente… ILEGAL! Estaba oxidada y con todas las juntas resecas, por lo que la tuve que reacondicionar bastante para poder volverla a ponerla en marcha con cierta tranquilidad. Comenté con mis vecinos desgasificados como había resuelto el problema, y me encontré con que CHAN! todos lo habían resuelto de la misma manera, o parecida. Con lo cual, el haber olido gas en planta baja trajo como consecuencia un edificio de 18 pisos repleto de garrafas recauchutadas. Pero eso NO ES TAN PELIGROSO como volver a dar gas… como explican los señores inspectores.

Salgo a buscar soluciones al problema, y me encuentro con que el Mercado (sisi, malo, malo, feo, buh!) ya tiene todo un abanico de ofertas para solucionar tamaño sinsentido. Me pongo en contacto con uno, que me hace una jaulita de aluminio y me pone unas toberas pegadas con una espuma pedorra. Una porquería total, desde el punto de vista de la estética y la seguridad. Pero al inspector preocupado le parece que «cumple con la normativa» y aprueba que me abran la fucking llavecita del orto.

Entonces, comencé a preguntarme con mas detenimiento: cual era el origen del problema? La vuelta es larga, pero empieza por algo fundamental: que le importa a Metrogas? claramente, vender gas ocupa el lugar numero N en su lista de prioridades, y al tope de ella se encuentra cobrar el subsidio, seguido por mantener la concesión. El segundo punto es el único que les impide clausurar el suministro de gas a toda la ciudad, y sentarse a esperar el sobrecito, así que alabado sea. Entonces, algo tan natural como que una empresa proveedora de gas QUIERA vender gas queda totalmente distorsionado por intervenciones estúpidas. Por otro lado, si hubiera libre competencia en lugar de concesiones monopólicas, y varias empresas proveedoras estuviesen pujando por tenerme como cliente, ante el anuncio de un cambio de regulación (suponiendo que aun exista un organismo estatal con el poder de imponer ciertas condiciones normativas a los demás, lo que es totalmente al pedo, porque, como vimos, los derechos de propiedad determinan responsabilidades sobre las personas y las cosas de un modo mucho mas eficiente que cualquier arbitrariedad) las empresas se estarían cagando a piñas en la puerta de mi casa para hacerme la modificación ellos mismos, no solo para para poder seguir facturando gas, sino para aprovechar la volteada y que reconsidere quien sera mi proveedor según como responda cada uno a esta nueva reglamentación.

Hace poco me cruce con una amiga que estaba atravesando por exactamente el mismo problema… en la ferretería, comprando un calentadorcito a gas! Temo por ella, pero así, hay que bailar al ritmo de esta murga… Estas son las regulaciones al gas, mis amigos… y están tan al gas como la gente que las escribe.

Otro monopolio (que promueve el gobierno)

El gobierno K, que dice estar en contra de los monopolios,  sigue creando verdaderos monopolios y restringiendo la libertad de elección, o mejor dicho, la posibilidad de que cualquiera pueda competir en la oferta de un producto o servicio determinado. Llegó el turno  de la venta de diarios y revistas, y el restablecimiento de un viejo monopolio, esto es lo que dice La Gaceta de Tucumán:

La presidenta, Cristina Fernández, firmaría hoy la reglamentación de la ley que regula la distribución de diarios y revistas, que le devolverá a los canillitas el derecho de exclusividad en la venta de publicaciones. Por otro Decreto (el 1.693) que firmó el 4 de noviembre último, la jefa del Estado había avanzado contra la desregulación en la venta de publicaciones, que se había concretado en 2000, durante la presidencia de Fernando de la Rúa.

La realidad es que con esta reglamentación no se le «devolverá» ningún «derecho» a los canillitas. Lo único que se esta haciendo es restableciendo una restricción al derecho de todos los demás de poder vender diarios y revistas. Anteriormente, supermercados, almacenes, estaciones de servicio, etc. podían ejercer su legítimo derecho, ahora se ven negados por la privilegio otorgado por el gobierno al Sindicato de Canillitas.

Una clara medida que va en contra de la libre competencia y la posibilidad de elegir entre diferentes competidores.

En otro post profundizaré un poco más, pero el sentido común nos hace preguntarnos: ¿por qué un actividad pacífica, sin que genere ninguna agresión contra otra persona, y sea libre y voluntaria, debe estar regulada por el gobierno? ¿Qué status diferencial gozan los canillitas al resto de los comerciantes que pueden ser protegidos de la competencia?

¿Que derecho pueden arrogarse unas personas, para nada distintas al resto de los mortales, a prohibirles de realizar una actividad tan simple como vender un diario o una revista?

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