Voluntariado obligatorio en la UBA

Rubén Hallú, rector de la Universidad de Buenos Aires, anunció que entra en vigencia la resolución 520-10, sobre trabajo solidario. En Clarín escriben:

Desde el año próximo, los alumnos de la UBA tendrán que cumplir trabajos solidarios antes de recibir su diploma. Así lo anticipó ayer el rector de la universidad, Rubén Hallu. Se trata de una nueva estrategia pedagógica que pretende articular actividades de aprendizaje y servicio.

Siguiendo estos lineamientos, el proyecto que fue aprobado por el Consejo Superior indica que los estudiantes que ingresen a cualquiera de las 13 facultades de la UBA desde 2013, durante el ciclo académico tendrán que cumplir un mínimo de horas obligatorias de educación solidaria relacionadas con su carrera.

El rector precisó en una entrevista con DyN que “deberán cumplir un mínimo de 40 horas obligatorias de trabajo comunitario o educación solidaria a lo largo de la carrera y relacionado con los conocimientos adquiridos”, que aplicarán en “zonas vulnerables”.

Rubén Hallú, veterinario, Rector de la UBA, esclavista

¿Serán libertarios los que votaron resolución? Es que este no es otro ejemplo más de como la posibilidad de imponer es tentadora, si se tiene ese poder a disposición. Hoy mas que nunca está vigente la frase de Harry Browne que decía que «El problema no es el abuso de poder, si no el poder de abusar.»

Rubén Hallú, con este anuncio se pone en el papel de villano de cualquier novela de Ayn Rand, y decreta que la solidaridad será obligatoria. Por supuesto que el concepto de solidaridad obligatoria resulta una contradicción en términos. La característica más relevante de una acción solidaria, entendiéndola como una acción destinada a la ayuda de otros, es el carácter voluntario en el que se realiza, de otra forma el trabajo contra la voluntad de uno en beneficio de un tercero se asemeja a la esclavitud.

Claro está que las 40 horas exigidas desde el próximo año para que los alumnos reciban su titulación distan mucho de las terribles condiciones de los esclavos, aunque no son tan distintas las justificaciones. En el caso de unos, la inferioridad del hombre negro (que no era considerado hombre, sino sub-humano) haciendo trabajos para el superior hombre blanco. Hoy,  las personas que se suponen se encuentran mejor instruidas obligadas a trabajar con los más necesitados.

El trabajo comunitario per se, no es algo criticable, siempre y cuando surja de la voluntad individual. En una sociedad libre, y tal como lo ha demostrado la historia, ante la ausencia del asistencialismo estatal, han surgido iniciativas voluntarias para paliar las necesidades de los más vulnerables, sin afectar su futuro potencial mediante medidas contraproducentes. Ejemplos varios acerca de esto se encuentran en el libro «En defensa de los más necesitados» [PDF]  de Benegas Lynch (h) y Krause o «From Mutual Aid to Welfare State» de David T. Beito

Lo que se propone en la UBA no es  novedad, sino una implementación más gráfica de lo que viven  los argentinos sometidos a diario a situaciones mucho más escandalosas, como es trabajar la mitad de cada día, o de cada año, para poder pagar impuestos y que ese dinero, en su inmensa mayoría, lo terminen recibiendo otros (principalmente políticos).

Finalmente, y no menos importante, es resaltar que el trabajo comunitario ya existe en la UBA, a través de las opciones que ofrecen diferentes agrupaciones y centros de estudiantes, para que aquellos interesados en participar de aquella experiencia  puedan inscribirse. En mi facultad de abogacía, se puede ir a las villas, al Centro Universitario de Devoto, a diferentes centros de consulta gratuitos, y ahí contribuir algo más a la sociedad.

Otro enfoque del mismo lo tema lo hicieron las organizaciones de estudiantes (que no casi estudian) se manifestaron en contra, dijo el presidente de la FUBA:

Alejandro Lipcovich, uno de los dos presidentes que tiene la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), le dijo a este diario que “están disfrazando de solidario el trabajo gratuito de los estudiantes. Es una idea que empezó con el menemismo y que en la era kirchnerista se intensificó como nunca antes”. Lipcovich, del Partido Obrero, fue contundente: “Rechazamos de plano esta medida y vamos a iniciar una campaña con movilizaciones y presentaciones para denunciar lo que está ocurriendo”.

El probable eterno estudiante Lipcovich, tiene algo de razón, si es que se obligará a los alumnos cumplir su trabajo voluntario en empresas, una razón para oponerse. No obstante, la misma razón para oponerse existiría si este voluntariado obligatorio deba cumplirse en ONGs, organizaciones sociales, el gobierno, la mafia (entre estas dos últimas no hay mucha diferencia), o cualquier lado que imaginen. La clave del asunto es identificar si se trata de una imposición o no. Por eso mismo, podemos decir que el otro presidente de la FUBA (si, hay dos!) está equivocado:

Igal Kejsefman, el otro conductor de la FUBA –pertenece a la agrupación estudiantil La Mella– fue más puntual en las críticas: “No estamos en contra del espíritu de la iniciativa. Acordamos con que la UBA debe cumplir una función social, pero estamos en contra de la normativa. Nosotros en su momento exigimos que fuera más acotada y que el trabajo solidario sólo se pudiera cumplir en ONG’s y organizaciones sociales. En cambio, tal como fue aprobada, cabe la posibilidad de que los estudiantes tengan que ir a trabajar a cualquier empresa con fines de lucro que tenga convenio con la universidad para cubrir la pata de responsabilidad social de esas compañías”.

El argumento de Kejsefman va de mal en peor.

Por último, está el argumento de que se justifica el «trabajo solidario forzado» porque constituye una forma de que el alumno le devuelva a la sociedad todo lo que dió (i.e: educación universitaria). Este argumento tiene varias falencias. En primer lugar, el alumno de la UBA también paga impuestos, su familia lo hace, y financia la universidad. En segundo lugar, en ningún lado figura como condición de ingreso a la UBA la «devolución a la sociedad», así y todo olvidan que el egresado de la UBA al final, termina «devolviendo a la sociedad» lo que la UBA «le dió», ofreciendo sus servicios profesionales, poniendo a disponibilidad de sus conocimientos, y una mayor competencia en su sector.

Esta nueva resolución es una oportunidad única para que todos los estudiantes de la UBA que defiendan los principios de una sociedad libre, se comiencen a organizar y empezar a romper la hegemonía que ha tenido, históricamente, el colectivismo en esa casa de estudios.

¿Por qué es tan cara la universidad en EEUU?

Últimamente, a raíz del caso de las protestas en Chile, se estuvo hablando mucho del tema educación privada vs. educación pública (por ejemplo acá). Esto me recordó una discusión que tuve hace unos meses con un amigo estatista, en la cual él me planteaba que en un país liberal como EEUU su esposa jamás habría podido pagarse los estudios universitarios, mientras que en Argentina el Estado se encargó de proveerlo y ella ascendió de clase media-baja a clase media lisa y llana, siendo ahora profesional de la docencia.
Primero tuve que explicarle que EEUU estaba a años luz de ser considerado un país liberal, y después le tiré un par de datos que había visto en un video genial de Peter Schiff. A saber:

Desde mediados del siglo XX (post Segunda Guerra Mundial), el gobierno de EEUU ofrece un plan de préstamos a los que quieren estudiar, en los cuales les garantiza que pone la plata para la matrícula todos los años (sin importar cuánto sea), y ellos contraen una deuda con el Estado, que comienzan a saldar una vez que tienen el título. Prácticamente el único requisito para que el préstamo sea otorgado es que la universidad haya aceptado al alumno por sus antecedentes académicos.

Los que tienen una mínima noción de economía ya saben la respuesta a ésta pregunta: ¿cuál es la consecuencia de un montón de estudiantes compitiendo entre sí, con plata del gobierno? Exacto. Los precios se elevan. Las universidades lo saben, entonces pueden cobrar lo que quieran, sabiendo que los préstamos están garantizados.

Echémosle un poco de historia a la cuestión, analizando los precios de la matrícula de la Universidad de Yale, una de las más prestigiosas y más antiguas (y por lo tanto con los registros más viejos).

De 1810 hasta 1852, la matrícula costaba 33 dólares al año. Esto, en precios actuales (teniendo en cuenta la relación dólar/onza de oro), es el equivalente a U$1650.

Avancemos hasta 1874. Tuvimos algo de inflación, y ahora la matrícula cuesta U$133. En los próximos 44 años sólo aumentará un 14%, para valer U$160 anuales en 1918. A precios actuales nos da una cifra muy similar a los U$1650. ¡Cuál era el sueldo promedio de un obrero en 1918? Alrededor de U$5 por jornada de trabajo; es decir que trabajando 32 días al año podías pagar la matrícula de todo el año. Lo habitual era que los estudiantes consiguieran un trabajo medio-pelo durante el verano para pagar sus estudios y se olvidaran del asunto.

¿Cuánto sale ahora estudiar en Yale? Unos U$36.500 por año (solamente la matrícula, sin contar alojamiento y comida).

Por U$36.500 anuales, prefiero ponerme un bar.

Si el gobierno no garantizara los préstamos a los estudiantes, nadie podría estudiar en la universidad con estos precios. ¿Qué banco le prestaría semejante cantidad de dinero a un estudiante que no tiene ni un sueldo fijo ni propiedades para dejar en garantía?

Nuevamente podemos ver las consecuencias de la intromisión del Estado en las relaciones voluntarias entre particulares: un pequeño grupo sale claramente beneficiado, y el que paga y se endeuda es el pueblo.

Como agregado, otro efecto colateral de esta medida: la “inflación” llega a los títulos universitarios. En los 60’s, con haber terminado el secundario podías conseguir un trabajo razonable. Con un título universitario conseguías un muy buen trabajo. Ahora, dado que todo el mundo tiene un título, donde antes pedían una licenciatura ahora piden un master, donde pedían un master piden un doctorado, etc.

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