Acuerdo YPF – Chevron: Defendiendo mi Gataflorismo

Reza el refrán popular al que hizo alusión la presidente en relación al acuerdo YPF – Chevron:

Parece la gata Flora, que si se la meten grita y si se la sacan llora.

Así criticó Cristina Fernández a quienes, como yo, luego de advertir y protestar por la estatización de YPF, advierten y protestan por el nuevo acuerdo firmado con la compañía de capitales norteamericanos Chevron.

La idea detrás de la frase de CFK y también de las declaraciones de Kicillof, es que no se puede estar disconforme con que YPF sea estatizada, y que cuando recurren a un privado para la explotación de un yacimiento, la misma persona también esté disconforme. Pero es así. Ni una situación ni la otra, bajo las condiciones actuales, es deseable.

La Vaca Muerta por el Estatismo

La Vaca Muerta por el Estatismo

Si pensáramos que cualquier privatización, o que cualquier acción de una empresa privada es deseable, moral y eficiente, entonces estaríamos 100% de acuerdo con lo que hizo el menemismo y sin embargo no nos cansamos de señalar todo lo que diferencian a una situación de libre mercado, con la situación argentina durante los 90s. Aquellos que piensan que porque el gobierno firmó un acuerdo por la explotación de Vaca Muerta con un privado, la Argentina se encuentra ahora en la senda de la cordura económica, del cumplimiento de contratos y de promover la inversión extranjera productiva, están muy pero muy equivocados.

El acuerdo con Chevron, está viciado por donde se lo mire. Está a años luz del libre mercado, del respeto por la propiedad privada y de la igualdad ante la ley defendidos por el liberalismo. El único aspecto positivo que puedo llegar a encontrarle al mismo, es la confesión del gobierno, de que el estado no se pudo hacer cargo de la producción energética y de atraer inversiones que lleven al desarrollo. Punto. Ahí terminó.

Pero paso a explicar por qué este acuerdo está lejos de conformar a un liberal y a cualquier defensor de la propiedad privada, para que se entienda por qué apruebo al «gataflorismo» en esta cuestión:

  1. Chevron consiguió, estado mediante, privilegios por sobre cualquier otro ciudadano: Por lo que se pudo conocer del acuerdo, Chevron tendrá la posibilidad de importar a arancel cero, maquinaria y tecnología para llevar a cabo la explotación del yacimiento. Esto sería genial, si no fuera un privilegio que le da el gobierno. Cuando nosotros pedimos que se eliminen los aranceles aduaneros, lo pedimos para todos, no para los amigos del gobierno. Pero esto no será así para ninguna otra empresa, ni para ningún otro ciudadano. El gobierno, entonces, está imponiendo un interés sobre sus acciones y los de esta explotación, por sobre cualquier otro que puedan tener las personas. Es decir, no deja que los ciudadanos y las empresas dirijan las divisas a las áreas de mayor productividad sino que las redirige según lo que los chamanes del gobierno dicen que debe hacerse, y sobre todo a los bolsillos de los accionistas de Chevron. Además de tener aranceles cero de importación de bienes de capital y tecnológicos, Chevron tendrá también la facultad de girar sus ganancias hacia el país de origen de los accionistas. Es decir, que a diferencia de la mayoría de los argentinos, la petrolera norteamericana tendrá la capacidad de comprar divisas y utilizarlas a su conveniencia. No es que esto último sea algo malo per se, sino que el gobierno decide privilegiar a UNA empresa por sobre al resto de los ciudadanos que permanecen maniatados. Esto, lejos de ofrecer seguridad a los inversores, sean nacionales o extranjeros, es una muestra cabal de que todos estamos a merced de lo que decidan los funcionarios del gobierno. Un marco no muy beneficioso para cualquiera que esté arriesgando su capital. En resumen, Chevron no podría actuar como actúa Chevron y ganar lo que va a ganar Chevron si no fuera por los privilegios otorgados por el estado a ellos y a ningún otro. Cero libertad de mercado.
  2. El acuerdo no consolida, bajo ningún punto de vista, la propiedad privada en el territorio: No sólo vemos que la arbitrariedad y los privilegios son moneda corriente en este acuerdo, sino que nos lo quieren presentar como lo que no es: la consolidación de la actividad y la propiedad de los privados en el país. Para consolidar la propiedad privada en el país, primero deberían privatizarse en forma real los territorios de los yacimientos. Hoy los maneja el estado, nacional o provincial, a su antojo y concede privilegios a quienes ellos decidan. De ser esas tierras propiedad de privados, cualquier empresa que quisiera explotar el yacimiento, debería llegar a un acuerdo con cada uno de los propietarios para poder trabajar, y seguramente bajo muchas mejores condiciones que las que arbitrarimente impone el gobierno, que está situado muy lejos de la zona y que tiene muy poco interés en protegerla. Por otro lado encontramos el problema del daño ambiental del que se sospecha del «Fracking o Hydraulic Fracturing», el método de extracción que se utilizará en Vaca Muerta. En un régimen de protección integral de la propiedad privada y de los derechos individuales de las personas, debería tenerse en cuenta el daño que podría llegar a provocar este método de extracción en la propiedad y en la salud de los habitantes de las comunidades locales, que ante cualquier problema deberían ser resarcidos. Poco y nada se está hablando de cómo esta explotación, más allá de las publicitadas inversiones, afectará a los habitantes de la zona.
  3. El gobierno decide quiénes son más iguales que otros ante la ley: No sólo vemos a diario cómo pareciera que existe un conjunto de leyes que afectan a los ciudadanos argentinos y otro que afectan a los funcionarios y ex-funcionarios cómplices del robo y el latrocinio del gobierno, sino que el acuerdo entre YPF y Chevron no se regirá por las leyes que nos afectan a todos los demás ciudadanos, sino que el contrato se regirá por las leyes de Nueva York y cualquier conflicto se dirimirá en tribunales en París. Muchos ciudadanos querríamos quitarnos los grilletes de la inflada, anquilosada y liberticida legislación argentina, pero este es un privilegio que sólo se da a quienes prometan mantener al gobierno nacional a flote, trayendo divisas al país que el mismo gobierno necesita para continuar con sus negociados, latrocinios y la compra de votos populismo mediante.
  4. El clientelismo no es exclusivo de los pobres: Muchas veces cuando hablamos de cortar con el clientelismo porque mantiene al gobierno en el poder, muchos se imaginan que creemos que los pobres votan mal por un interés monetario y que ellos son los culpables de que el gobierno gane las elecciones. Pero nada está más lejos de la realidad. Esta clase de acuerdos muestran a las claras que el mayor gasto clientelar, populista y prebendario el gobierno lo realiza con las empresas cercanas y amigas al poder y no repartiendo dinero a los que menos tienen. Estos últimos siempre son los más afectados por las acciones del gobierno. Hay que desmitificar eso de que los pobres con su actuar son los que mantienen al gobierno en el poder, sino que hay un grupo de empresarios, sindicalistas y sectores privilegiados a lo largo y ancho del país, que no dejan de hacer negociados con el gobierno a pesar de la situación cada vez más calamitosa y restringida de la ciudadanía en general, jaqueada por la inseguridad, la inflación, la arbitrariedad gubernamental y el desmanejo económico.

¿El problema, entonces es Chevron? No, el problema no es Chevron. Chevron no podría obtener los privilegios que obtiene, sin un poder omnímodo y arbitrario como el que detenta cualquier gobierno argentino, y sin la ayuda de los ciudadanos que permitimos que pasen cosas como esta. ¿Y ustedes, opositores. qué proponen? Proponemos un esquema real de libre mercado y de defensa integral de la propiedad y de los derechos individuales, que lejos está de este acuerdo firmado por una corporación que consigue privilegios estatales. Chevron podría actuar en una sociedad libre, pero seguramente, sin la facilidad con la que lo hace, negociando con un único actor que detenta el poder concentrado. Es vital que en el país rija un verdadero federalismo, y no esta parodia de federalismo donde el gobierno nacional absorbe todos los recursos del país y luego los reparte según cómo las voluntades de las provincias se van arrodillando ante los intereses del poder ejecutivo nacional.

¿Me considero «una gata flora»? Para nada. Trato de ser consistente con mis ideas y de argumentar por qué puedo estar en contra de la estatización / confiscación de una empresa, y a la vez en contra de que se vuelva a cometer el mismo desfalco que en su momento se realizó con Repsol y las privatizaciones del gobierno menemista. Creo que lejos de ser dos posturas antagónicas, la posición del gobierno durante la estatización y con esta virtual «privatización» son dos caras de la misma moneda: la mafia del estatismo. Lamento profundamente que muchos ciudadanos hayan caído en el recurso fácil de exaltar el nacionalismo y justificar así las acciones de este gobierno, que lo único que busca es enriquecer a sus funcionarios mediante el robo organizado, con la impunidad que les asegura la compra y el avasallamiento de la justicia.

El Dios costoso del artículo 2

Hace un par de días en una conversación típica de mi grupo de amigos en pleno Happy Hour, empezamos a hablar sobre el Estado y la Iglesia. Volví a casa y empecé a chusmear algunos números y demás yerbas.

Primero me topé con el artículo 2 de la Constitución Nacional:

El Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano.

¿Qué implica que no haya separación del Estado e Iglesia? Básicamente parte de los recursos del gobierno son destinados a financiar a esta entidad. ¿Por qué católico apostólico romano y no judío-ortodoxo? ¿Para qué seguir manteniendo esta tradición costosa? El grueso de los fondos de la Iglesia provine del Estado, o mejor dicho: de los impuestos de agnósticos, ateos, evangelistas, testigos de Jehová, mormones, etc. ¿Es justo?

Durante su primer gobierno, a Juan Domingo Perón se le ocurrió la brillante idea de que las escuelas públicas obligatoriamente deberían impulsar la enseñanza de la religión católica y además subsidió los salarios de los docentes de estas escuelas. Los subsidió con impuestos de agnósticos, ateos, evangelistas, testigos de Jehová, mormones, etc. Así, sumamos una partida de gasto más en el presupuesto. Sumamos transferencias de fondos públicos potencialmente malversables.

Sin embargo, esto no fue para nada suficiente y para forjar aún más la tradición vinieron los militares y sancionaron un par de leyes que engordaron las partidas del gasto destinadas al sostenimiento del culto. A saber:

  • Ley 22.162: se le otorga a los Curas Párrocos o Vicarios Ecónomos de Parroquias situadas en Zonas de Frontera una asignación mensual. Y no contento con esto, agrega que los recursos que el cumplimiento de esta ley demande se tomarán de las Rentas Generales.
  • Ley 21.950: con esta ley también le dimos una asignación mensual a los Arzobispos y Obispos con jurisdicción sobre Arquidiócesis, Diócesis, Prelaturas, Eparquías y Exarcados del Culto Católico Apostólico Romano.
  • Ley 21.540: se le otorga a los Arzobispos y Obispos con jurisdicción sobre Arquidiócesis, Diócesis, Prelaturas  o Exarcados del Culto Católico Apostólico Romano, y el Vicario Castrense para las Fuerzas Armadas otra asignación mensual cuando cesen en sus cargos por cuestiones de edad o invalidez. Esta asignación mensual es una jubilación de privilegio.
  • Ley 22.950: el gobierno nacional se compromete a dar otra asignación mensual a los clérigos que contribuyan a la enseñanza en los Seminarios Mayores.
  • Decreto 1.991/80: les pagamos los pasajes para cuando viajan al exterior y dentro del territorio de Argentina.

Hoy en día existe en Argentina un Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (MREC). ¿Y qué tienen que ver las relaciones exteriores con el culto? En fin, la cuestión es que así como tenemos ahora un lindo Ministerio de Deporte en la Provincia de San Luis, descubrí que también tenemos una simpática Dirección General del Culto Católico que depende de la Secretaría de Culto. La pregunta es: ¿cuánto nos sale mantener la tradición del culto católico apostólico romano? Entrá en la Oficina Nacional del Presupuesto y seguí estos números… En el año 2003 se presupuestó para la Secretaría de Culto una totalidad de $13.777.037. Si a eso le sumamos lo que se previó destinar para las actividades centrales del Ministerio del cual depende esta Secretaría, despilfarraron un total de $121.435.620. No contentos con estos gastos, a la década también la ganó la Secretaría de Culto que para el año 2013 le presupuestaron $62.826.000; es decir, un 356% más que en 2003. Nuevamente, si adicionamos lo presupuestado para que funcione esta dependencia del MREC, el gobierno nacional gastará un total de $676.244.685; un 456% superior a lo presupuestado hace diez años. Y eso sin contar que como además gastan más de lo que presupuestan, no sería para nada extraño que al comienzo del ejercicio que viene se observen un par de millones más en cada una de estas cifras.

Y esto sin contar los beneficios adicionales de los que gozan las instituciones inscriptas en la Secretaría de Culto. Exenciones impositivas, donación de terrenos que recibieron del Estado Nacional. ¿Podés creer además que la Iglesia recibe más subsidios que otras instituciones públicas? Juro que he escuchado decir muchas veces: «Pero la Iglesia paga los servicios de gas y luz». Pero cristiano, ¡menos mal! Lo único que faltaba entonces era que además le financiemos los gastos de luz y gas. Vamos… ¡Despertate argentino!

¿Es realmente necesario que el Estado impulse de esta forma el culto católico apostólico romano? ¿Por qué lo hace? ¿Por qué debe subordinarse a esta religión? Si es por una cuestión de tradición, ¿por qué no volvemos a incorporar el servicio militar obligatorio? ¿Por qué no derogamos la ley de matrimonio igualitario o la ley de divorcio? Si realmente las personas quisieran que el culto católico apostólico romano se mantuviera a lo largo del tiempo, podrían ellas mismas sostenerlo. Además, ponete a pensar un rato, sos católico apostólico romano y a tu religión la bancan con impuestos los agnósticos, ateos, evangelistas, testigos de Jehová, mormones, etc. ¿Y la moral? Si te gusta ser católico buscá la manera de sostener tu religión con tus propios medios, no esquilmando el bolsillo del otro.

Si bien hoy en día debería darse prioridad a la resolución de otros problemas como por ejemplo el control de precios que los perros kirchneristas comandados por Moreno está llevando a cabo, la excesivo abuso de la máquina de imprimir billetes de Mecha, la malversación de fondos públicos, etc., no debería pasarse por alto que estos recursos liberados, junto a otros destinados al mantenimiento irracional de tradiciones en el siglo XXI, podrían directamente ser ahorrados. Dejemos de engordar los gatos del Estado.

Tradición.

Menos corazón, más razón. 

Mantenete por tus propios medios.

Mantenete por tus propios medios.

Con la mía no

“Ustedes lo único que quieren es no pagar impuestos”  es una de las acusaciones que más recibimos los libertarios, como ya hemos visto por parte de diversos comentaristas (¿komentaristas?) del blog.

The Taxman Is Watching

I’m the taxmaaaaaan…

Y es cierto, los libertarios de todo el mundo estamos en contra de los impuestos por dos razones fundamentales:

Razón moral: Los impuestos violan el Principio de No Agresión.

Razón utilitaria: la asignación de recursos es mucho más eficiente hecha por las partes interesadas que por un ente de planificación central.

Quiero agregar a estas dos razones “idealistas” por así decirlo, un par de motivos más piensaenlatierristas: cantidad y finalidad de esos fondos.

Si estuviésemos hablando de lo que hasta hace no más de un par de décadas considerábamos un país normal, esto sería un lugar donde el estado se encargaba de no mucho más que:

– Hacer los caminos y alguna otra infraestructura.

– Proveer las cortes de Justicia.

– Administración de municipios, provincias/estados y cuerpo diplomático exterior.

– Cuerpos de seguridad interior y exterior.

– Algún seguro de desempleo, algún subsidio a la demanda de transporte y pensiones.

– Salud pública.

– Educación, preferentemente a través de vouchers.

Y a la vez sufriéramos una presión fiscal de un 30 – 35%, plantearía un escenario a largo plazo. El famoso “Proyecto Multi-Generacional” del que habla Molyneux, con una impronta muy fuerte en la educación y en la crianza.

Así, cada uno podría tener una vida razonablemente apasible, dedicarse a hacer lo que le gusta, incluyendo algún tiempo para la causa libertaria (más, menos, aporte de tiempo o recursos, depende de cada uno).

Ahora, qué pasa cuando los que detentan el poder del estado se quedan con un 50 – 60% del fruto de nuestro trabajo, no cumplen o cumplen a medias y muy mal todas las funciones de arriba y, al mismo tiempo:

– Usan tu guita para meter en el sistema educativo/adoctrinador a una cantidad de resentidos cuyas ideas políticas y económicas resultaron en la muerte y masacre de cientos de millones de personas.

– Usan tu guita para armar un sistema de subsidios que destruye los incentivos para brindar energía y transporte, con la consecuente pérdida y degradación del capital instalado que lleva a escasez y accidentes. Además de haberse quedado con suculentos retornos de dichos subsidios.

– Usan tu guita para armar un conglomerado de medios y corromper periodistas, o agrandar a cuatros de copas para hacer una incesante campaña propagandística donde ellos son los buenos y los paladines de la libertad, mientras que vos sos un malvado hijo de puta que quiere niños muertos de hambre en las calles.

– Usan tu guita para montar un aparato de persecución de personas, utilizando al fisco como regla moral y mafia al mismo tiempo, apretando a todo aquel cuyo discurso no esté con ellos.

– Usan tu guita para decirte cómo organizar tu negocio, cuántos empleados tener, cuánto pagarles y cómo. Por supesto, pueden forzarte a hacerlo y todo.

– Usan tu guita para restringir la cantidad de productos y servicios a los que podés acceder, con las obvias consecuencias de baja de la calidad y aumento de precios.

– Usan tu guita para poner matones en los aeropuertos internacionales, que aprietan a los ciudadanos que regresan del exterior, amenazándolos por cruzar una línea imaginaria con bienes hechos del otro lado. Y hay de vos si te llegan a agarrar con algo.

– Usan tu guita para darle beneficios a emprebendarios amigos de ellos en forma de subsidios o ventajas, por las que claro, recibirán también retornos (o serán de testaferros).

– Usan tu guita para imprimir billetes a lo loco, para impedirte refugiarte en alguna moneda más dura y para obligarte de hecho a pagar el impuesto inflacionario a vos y a todos.

– Y, finalmente, utilizan tu guita para armar regulaciones y esquemas que hacen inviables varios territorios, convirtiendo a los habitantes de los mismos en dependientes de la dádiva estatal. Así, quedan a merced de los repartidores, señores feudales como Insfrán o la “gobernadora” Milagro Sala. Estas personas que están al borde de la marginalidad, se convierten entonces, por adoctrinamiento, necesidad o ambos, en esclavos de los que la reparten. Los arrían, los llevan a actos, los usan como medida de fuerza para ver quién tiene más ovejas. Y están a total merced de la voluntad de los señores. El que disiente o hace algo que no les gusta, queda afuera como mínimo y habría que ver cómo pueden reaccionar el resto de los siervos y hasta dónde llegarán para ganarse el favor del amo. Una indignidad realmente vomitiva.

Ahora, después de este listado de acciones estatales que son claramente inmorales, me gustaría que alguien de nuevo me acuse de no querer pagar impuestos. No pagar por una razón moral, no colaborar con un régimen populista asqueroso, te convierte en héroe.

El Estado somos todos

Está en boca de muchos decir, cuando uno se queja de malos manejes del Estado, la frase “pero el Estado somos todos”.

 

Yo no estafé a varias generaciones con falsas promesas de jubilación.

Yo no imprimo billetes sin respaldo, robándole el poder adquisitivo a los que están en manos de mis conciudadanos.

Yo no le robo cerca del 50% de su sueldo a mis compañeros trabajadores.

Yo no adoctrino a tus hijos con un sistema que fue pensado hace más de 150 años para formar soldados y empleados industriales.

Yo no mandé a pibes de 18 años a morirse en una cruzada quijotesca contra uno de los mejores ejércitos del mundo.

Yo no le transpasé al pueblo las deudas de los empresarios amigos que se habían endeudado en la timba financiera.

Yo no arrasé con varios pueblos originarios para expandir el territorio nacional.

Yo no le di esas tierras conquistadas a 344 familias aristócratas amigas del poder.

Yo no convertí el campo en un monocultivo de soja, con la aplicación de retenciones y prohibiciones.

Yo no hice desaparecer el pan blanco en 1952.

Yo no meto en la cárcel a los que eligen meter en sus cuerpos ciertas plantas o sustancias sin afectar a nadie más.

Yo no obligué a todas las generaciones hasta los 90’s a hacer el servicio militar obligatorio.

Yo no construí obras que benefician solamente a algunos empresarios o sectores afines, con la plata de los contribuyentes.

Yo no confisqué las jubilaciones de gente que había optado por irse del sistema piramidal estatal a uno un poco menos peor.

Yo no le impuse a mis conciudadanos un corralito para que no pudieran retirar sus ahorros.

Yo no le pesifiqué las deudas a mis empresas amigas 3 a 1, mientras los ahorros de la gente se pesificaban 1 a 1.

Yo no le impido a mis conciudadanos establecer relaciones comerciales mutuamente beneficiosas con el exterior.

Yo no persigo a los espacios de arte independientes con leyes obsoletas, habilitaciones absurdas e inspectores corruptos.

Yo no censuré a la prensa, ni a la música, ni a la literatura.

Yo no reprimí las protestas sociales.

Yo no metí presos a mis rivales políticos.

Yo no desaparecí a 30.000 personas durante la última dictadura.

 

Por todo eso y más, “el Estado somos todos” las pelotas.

 

Son éstos.

Son éstos.

Cómo no vas a ser

¿Cómo no vas a ser estatista y kirchnerista así?

Dante Gullo

Diputado cuyos hijos reciben un palito verde por año.

El diputado Dante Gullo tenía parte de una empresa dedicada a la gráfica desde 1987. En 2004 la compró toda y empezó a recibir jugosas sumas de pauta oficial. En el 2008 la puso a nombre de los hijos. Entre mayo de 2009 y octubre de 2012 cobró del estado un total de $13.000.000.- Sí, trece millones de pesos por hacer propaganda oficial, un tipo que ocupa una banca de diputado. Si eso no es afano y corrupción, ¿Qué carajo es?

¿Cuánto tiene que laburar un comerciante común o un empleado para facturar trece palitos? ¿Cuánto tiene que patear la calle un vendedor para conseguir clientes por esa guita? Qué extraño que para la mayoría de los argentos el empresario que factura un palito verde por año es un malvado capitalista explotador al que hay que expoliarlo para la «redistribución», pero ni se calienta cuando un funcionario de cuarta se arma un curro por la misma guita con la de todos.

Conecto esto con mi artículo anterior «Yo Los Ví», y con algunos comentarios que ví en los que me describían como «un Hache De Pé al que sólo le importa la guita». Aprovecho y contesto que, en todo caso, si soy un hijo de remil puta al que solo le gusta la guita, es la guita que gané usando mi esfuerzo y mi productividad, prestándole servicios voluntariamente a los demás. Es un problema mío qué carajo hago yo con esa guita, en qué la gasto y si tengo o no una vida banal, si hago negocios o si la prendo fuego para encender habanos, vestido con un frac y usando monóculo y galera.

Ahora, el que vé todos los curros que arma el estado, el que ve los defalcos que se producen día a día usando el poder y no recibe de ahí un mango, pero se alegra de que le saquen «a los que más tienen» para hacerse unos hoteles cinco estrellas, vivir en Puerto Madero o tener un curro de un palito verde por año, ese tipo que defiende a los que solo les importa la plata…afanada a los demás. Este tipo – que ve al estado en todo su esplendor de corrupción y fracaso constante, mientras los acomodados de turno la pasan bomba –  este tipo ¿qué es? Este tipo es un forajido y resentido, pero sin huevos para ir a tomar lo ajeno. Es un pobre pusilánime envidioso, que se contenta con que otros cometan el afano y vivan la gran vida, mientras los aplaude como foca. Qué existencia tan triste.

Yo los ví

Wally

¡Yo también!

Me hablan de la necesidad del estado presente. Me chamuyan con las bondades del estatismo y lo maléfico del libre mercado. Me tienen las bolas al plato con las maravillas del estado y lo pintan como si fuera algo mágico. Y yo me pregunto en qué país vivieron. Me hablan de todo lo lindo de un estado que te afana la mitad de lo que ganás y todo lo que hace, como si fuera Suecia. Pero yo nací en Argentina. Pero yo los ví.

Yo los ví, ya de muy chiquito, cagándolo con la jubilación a mi bisabuelo.

Yo los ví jubilándolo a mi abuelo con la mínima, a pesar de que había laburado en grandes bancos y empresas.

Yo los ví no pagándole la jubilación a mi abuela, por más que había ganado el juicio y tenía sentencia firme. No pagándole hasta que se murió.

Yo los ví a los radicales tirándole el dato a un tío abuelo que era del partido: «Malvendé todo lo que tengas, el auto, la casa, lo que sea y comprá dólares, porque se viene una devalueta de aquellas y te vas a llenar de oro». Un tipo pragmático que no lo hizo, pero la devalueta se vino. Y evidentemente unos cuantos se llenaron de oro.

Yo los ví a los profesores y a los directivos del colegio técnico público afanándose cantidad de herramientas, materiales, computadoras, discos rígidos que aparecían en sus negocios particulares. Yo los ví rosqueando cargos y armando los concursos para ellos y sus amigos durante las reestructuraciones de planes educativos. Yo los ví a los profesores de inglés sin poder enseñar el tiempo presente a los alumnos después de cinco años de clases. Yo lo ví a un profesor dictándome la guía telefónica en clase.

Yo los ví, a cantidad de familiares de funcionarios del municipio acomodados en cargos, tomando mate todo el día y boludeando, con muy buenos sueldos. Yo los ví a muchos tratando de cumplir el «argentinian dream» acomodándose también, porque ahí «no te echan más». Yo los ví a los proveedores del municipio levantándola con pala.

Yo los ví a los familiares, acomodados en funciones para las que no estaban capacitados ni cerca. Yo los ví a los dueños de empresas constructoras nuevitas pasar de canillita a campeón de la noche a la mañana por contratos con el municipio.

Yo los ví, a los que consideraba los más vagos del CONICET, hablando de lo inútiles y vagos que eran otros (imaginensé), lo cual después comprobé en persona.

Yo los ví armar un curro con un préstamo de la provincia para construir un hotel cinco estrellas, que estuvo parado durante por lo menos diez años.

Yo lo ví al intendente extorsionando a dos empresas para que le paguen la sentencia de un juicio que había perdido contra mi viejo. Después de que eso fracasó, yo lo ví al mismo intendente usando el estado para pararle a mi viejo las habilitaciones de cierto negocio que estaba haciendo, a modo de venganza.

Yo los ví a los diputados y senadores votando y luego a todo el ejecutivo poniendo en práctica una ley por la que le afanaron al viejo de un amigo 50 lucas de aportes voluntarios.

Yo los ví.

Esto es lo que me vino a la cabeza en diez minutos, y apuesto a que todos tenemos cantidad de ejemplos así. Me gustaría leer lo que nos puedan contar algunos que sus viejos hayan laburado en Entel o la vieja YPF.

Vuelvo a preguntar ¿en qué país vivieron todos los que predican las maravillas del estatismo? Argentina es un país que está adelantado. Adelantadísimo. Los suecos todavía no se dieron cuenta, como sí nosotros, QUE EL ESTADO ESTÁ PARA AFANAR. Esto nosotros podemos sostenerlo como «verdades auto evidentes».

Así es que, cuando algún argentino defiende al estado elefantístico, tené por seguro que está entre sus aspiraciones estar del otro lado del mostrador: conseguir un cargo, armar un curro, ser proveedor, sacar alguna ventajita con una prebenda, traba o subsidio.

Y acordate siempre, que vos también los viste, infinidad de veces.

Manual de cómo pisotear a las minorías

Abal Medina sobre la movilización: «Que armen un partido y ganen elecciones»

 

Así, el funcionario kirchnerista opinó que en la reacción de la gente se sintió «mucho insulto, mucho odio, mucha agresión», e instó a los opositores a «armar un partido y ganar las elecciones».

 

Se rie de vos. Sabelo

Eso es todo lo que tiene para responder el jefe de gabinete de ministros de la nación a una minoría protestando y pidiendo ser escuchada. Dentro del estado todo, nada fuera del estado. En mis oídos sonó como «¿No tenés representantes en el estado? JODETE!». Esta es la manifestación más pura de la falta de respeto que tienen los gobernantes por las minorías políticas. Usan el estado para aplastarlas. No las escuchan. No las quieren. Las limpian, las minimizan, las ridiculizan apuntándolas con el dedo y diciéndoles «Vos no tenés poder en el estado, no sos nada». Ni siquiera digno de ser escuchado.

Es por eso que no hay que caer en la trampa de convencerse que las elecciones democráticas de representantes, por sí solas, son garantes de la pluralidad y la libertad. Para nada. Y este argumento en el que suelen caer los oficialistas casi siempre que se trata de legitimar acciones u opiniones, es utilizado hasta el hartazgo. No hacen más que demostrar su voluntad anti-democrática, cerrada y excluyente. Ellos saben que manejan el monopolio de la violencia y toman la cantidad de votos y cargos obtenidos como una garantía para poder utilizar este monopolio contra las minorías cada vez que pueden y que la víctima osa protestar por los atropellos.

Ellos mismos, con la complicidad de las fuerzas tradicionales – hay que reconocerlo- se encargaron de que armar un partido político sea harto más difícil de lo que era, con la reforma a la ley de partidos políticos. Una especie de bloqueo a su tan amado argumento de «que armen un partido». Y luego tenés el «ganen elecciones». ¿Qué tratan de decir? ¿Que si no gané una elección no puedo decir que un gobierno hace las cosas mal? ¿Que si no gano una elección ustedes pueden incumplir las leyes e incumplir la constitución con cada acción que tomen? Señores, si esta es la democracia que ustedes quieren, sepan que no la vamos a aceptar. Porque están demostrando que lo único que quieren ustedes es legitimar sus abusos por medio de las elecciones. Lo único que quieren es poder abusar y quedar bien frente a la opinión pública. Y después se hacen las carmelitas descalzas que luchan por los sometidos y los excluidos. Son la máquina de crear excluidos.

Que los comunicadores se suban a este tren directamente me parece grotezco. Hablan de insultos, odios y agresión verbal. ¿Qué esperaban, que les tiraran flores? Y hay que distinguir muy bien, porque muchos pseudo-periodistas cayeron en la falacia: no podés comparar gente insultando en una protesta, con el insulto institucionalizado desde el estado. No son comparables. De ninguna forma. No es lo mismo un ciudadano hablando de un jubilado amarrete, que un presidente en cadena nacional señalando con el dedo a quien debería proteger. No es lo mismo la persona que maneja el estado (en este caso, casi sin contrapesos) y el dinero generado por la imposición fiscal que una persona que se resiste. Paremos de orinar fuera del recipiente.

No me preocupan las palabras del jefe de gabinete. Acá ya sabemos con qué bueyes estamos arando. Lo importante es que con frases como estas quedan al descubierto. Dan a entender sus verdaderas intenciones, que muchas veces disfrazan muy bien, pero en muchas otras les falla el inconciente. Saber para qué quieren al estado y cómo lo quieren utilizar, es fundamental para saber qué les duele y dónde hay que profundizar.

El estado de la basura

Publicada originalmente por Juan Manuel Drangosch en la web del Partido Liberal Libertario

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La discusión respecto de la basura ha sido sobre si la maneja el Estado nacional o el Gobierno de la Ciudad. ¿Y sí no la maneja el Estado?

Basura. Es. Basura.

Uno de los temas candentes en la agenda del gobierno porteño es el problema de la basura. Históricamente ha sido el Estado el encargado de la recolección de residuos en las grandes ciudades, con lo cual nos pondremos a pensar un poco por fuera de la caja estatista, para encontrar soluciones de mercado a este problema.

Primero examinemos cómo funciona el sistema actual: el municipio hace una licitación, en donde una empresa (o varias, si dividimos la ciudad por zonas) es elegida y se hace cargo de la concesión del servicio. El dinero para pagarle a la empresa proviene del impuesto ABL, que está relacionado con el valor de la propiedad y no con la cantidad de basura producida por el inquilino.

 

  • Problema número 1: si existiese un ciudadano que no produce un sólo gramo de basura, también está pagando por el servicio.
  • Problema número 2: no hay un incentivo económico para generar menos desechos. El ciudadano que recicla, reutiliza o es más ecológico a la hora de elegir el packaging de los productos que consume, paga el mismo importe que el que produce basura indiscriminadamente.

Prosigamos. La basura acumulada por la empresa se dirige a una planta de procesamiento, donde es comprimida para ocupar menos espacio. A continuación se la envía a un basurero o relleno sanitario. Este terreno es propiedad del Estado, y su ubicación fue asignada arbitrariamente por los funcionarios de turno. El subsuelo bajo ese basurero también es de propiedad pública.

  • Problema número 3: los asentamientos cercanos a los basurales sufren las externalidades negativas[1] de los sectores de la sociedad que produjeron la basura.
  • Problema número 4: los ríos subterráneos o napas freáticas arrastran la contaminación, afectando el agua de los pozos cercanos e incluso los mares y ríos a mayores distancias.

Ahora analicemos cómo podría lidiar una sociedad libre con estas mismas situaciones. Para ello es necesario definir los derechos y responsabilidades de los ciudadanos. Por suerte esto es muy sencillo: alcanza con reconocer que somos dueños de nosotros mismos, del fruto de nuestro trabajo, y de los bienes y propiedades adquiridos con éste.

Uno puede comprar y acumular cosas que entren en su propiedad. Nadie le impide juntar basura en el patio (aunque ¿quién querría vivir así?). Sin embargo, el límite también lo pone el mismo derecho: no puedo tirar basura en el patio del vecino, porque eso sería una invasión a su propiedad, y por lo tanto una violación a sus derechos individuales.

Entonces, ¿qué hacemos con la basura? Por un lado, mucha gente quiere reciclar, y casi la totalidad de la población es consciente de que a mediano y largo plazo es el único camino posible, pero no empieza a hacerlo porque faltan incentivos y no están dadas las condiciones para que sea algo sencillo. Por el otro, existe una demanda de desechos recuperables (se manifiesta en la existencia del “oficio” de los cartoneros). La pregunta que hay que hacerse es: ¿qué pasaría si no fuese el Estado el que se hace cargo de la basura, y tuviesemos que pagar el costo real de disponer de nuestros residuos?

Una empresa privada con el mismo funcionamiento que el sistema estatal sería imposible, porque:

  • a – el precio sería mucho más elevado que el actual, ya que el terreno utilizado para verter los residuos perdería su valor económico en un tiempo muy corto, y sería mucho más rentable destinarlo a otras actividades.
  • b – la cantidad de juicios por contaminación/invasión de las propiedades aledañas haría quebrar a las empresas (recordemos que también el subsuelo y el agua que corre por debajo serían privados. Si el basural quema la basura en lugar de enterrarla, la invasión sería aérea y enfrenta los mismos problemas).

Por lo tanto, las empresas de recolección que surjan estarían obligadas, por el marco jurídico, a darle otro destino a los residuos. Podría haber empresas que:

  • a – cobren el precio real de disponer la basura mezclada, y cobren un precio con descuento si desde la casa o el consorcio se entrega la basura separada (supongamos en papel/cartón, vidrio, plástico, metal, residuos orgánicos, basura electrónica).
  • b – se lleven la basura gratis en caso de estar separada, porque el negocio lo harían vendiéndole esos residuos a las plantas de reutilización.
  • c – le compren la basura separada a los clientes, para reciclarla ellos mismos.

Estas son sólo algunas de las soluciones que podría dar el mercado. Las posibilidades son infinitas. El método de prueba y error es el que nos dirá qué sistema es el mejor, y la Ley de oferta y demanda es la que va a decir qué tan rentable es la basura, y si preferimos perder 10 minutos diarios en separarla o gastar una fortuna al mes para que otro se haga cargo. Y la sociedad misma, conociendo estos costos, sería la que premie y castigue a las empresas que tomen las decisiones correctas a nivel packaging y distribución.

Ejemplos exitosos de negocios de este tipo hay muchos. Uno de ellos es el caso de TerraCycle, donde el joven empresario Tom Szaky se hizo millonario fabricando un fertilizante 100% ecológico, hecho mediante lombrices que se alimentan de restos de comida (en un principio provenientes de las cafeterías y restaurantes cercanos a la Universidad de Princeton, ahora a nivel global).

Como liberales libertarios creemos que el rol del Estado es abrir el juego a la creatividad y la capacidad emprendedora de los ciudadanos. Un plan de acción que podría tomarse es:

Suspensión del funcionamiento de los basureros en un plazo de, por ejemplo, 5 años.
Exención impositiva total a las pequeñas, medianas y grandes empresas del rubro recolección/procesamiento de residuos.
No podremos saber el resultado, pero tendremos la certeza de que no vamos, como ahora, a estar obligados al fracaso.

—–

[1]     Las externalidades son efectos indirectos de las actividades de consumo o producción, es decir, los efectos sobre agentes otros que el originador de tal actividad, y que no funcionan a través del sistema de precios.

La sociedad de consumo

En la cabeza de la mayoría de la gente está la idea de que el capitalismo es el responsable de haber creado una sociedad consumista. Esto no es cierto, por varios motivos. El primero, como ya dijimos en este artículo, es que no vivimos en un sistema capitalista. Estamos en un sistema corporativista. El capitalismo todo lo que dice es que los medios de producción deben estar en manos de individuos o sociedades privadas, que son libres para relacionarse entre sí sin coerción.

¿Qué es lo que hace, entonces, que las personas se vuelquen a la compra compulsiva de bienes materiales (muchas veces intrascendentes y/o innecesarios) como respuesta a la búsqueda de la felicidad?

 

1. La inflación: el sistema monetario actual, con bancos centrales, reserva fraccionaria, y billetes respaldados por aire, tiene a la inflación como componente inherente. El dinero se crea respaldado por deuda, con lo cual para pagar esa deuda + interés se debe imprimir más dinero ad infinitum. A mayor dinero en circulación, cae su poder adquisitivo (más información acá), con lo cual, estamos incentivados a gastar en vez de ahorrar, ya que mes a mes nuestro dinero vale menos. 

2. El monopolio estatal de la recolección de basura: como ya expuso un miembro del PL en este artículo, el sistema actual de recolección y disposición de residuos tiene totalmente desligadas las acciones de los usuarios de sus consecuencias: al estar financiado compulsivamente mediante impuestos parejos para todos,

no hay un incentivo económico para generar menos desechos. El ciudadano que recicla, reutiliza o es más ecológico a la hora de elegir el packaging de los productos que consume, paga el mismo importe que el que produce basura indiscriminadamente.”

Así, no estamos incentivados a comprar bienes que duren o que realmente nos sean de utilidad, ya que no pagamos el real costo de su disposición final si es que se rompe o simplemente ya no nos interesa.

3. El sistema educativo: la educación estatal (tanto de gestión pública como privada) que rige en la mayoría de los países tiene su origen en el sistema prusiano de mediados del siglo XIX, que tenía como objetivo producir trabajadores industriales y soldados. No es de sorprender, entonces, que seamos tan susceptibles a la publicidad: se nos enseña a no cuestionar a la autoridad, a aprender de memoria y por repetición, y a que el conocimiento se transmite desde arriba en vez de construirse desde el alumno. Bombardeo constante + falta de pensamiento crítico = vámonos de shopping. También se nos enseña que hay una sola respuesta correcta y nos acostumbran a usar uniforme, con lo cual queremos hacer lo que hace todo el mundo: los demás tienen cosas, nosotros tenemos que tenerlas.

4. Los impuestos: los impuestos a la vivienda, a las tierras o al patrimonio nos obligan a mantenernos en el loop trabajo-gasto, para que evitar que en el correr de unos pocos años el Estado nos secuestre y remate la propiedad para saldar nuestras deudas con el fisco. Una vida autosuficiente es imposible, ya que tenemos que producir un extra para alimentar al Leviatán.

(Para los interesados en la autosuficiencia, recomiendo esta película, que explora viviendas muy cómodas, tecnológicas y autosuficientes a nivel calefacción, agua, electricidad, y prácticamente comida).

 

Es de esperarse que, sin la coerción estatal, una sociedad libre tenga entre sus filas a consumidores más críticos, responsables, prudentes, y —sobre todo— felices.

 

(en boca de góndola)

Cabezas en oferta

10 Años

Un tipo labura toda su vida, juntando y guardando cada día un poquito, por si acaso llegara a necesitarlo después.

Un grupo de bandidos que viven de parte de lo que le roban a este hombre, para realizar actividades que ensalzan su existencia y les permite vanagloriarse como «salvadores» y «humanitarios», no contentos con lo que le sacan, deciden que encima van a endeudarse, dejando como garantía los futuros robos a ese y otros hombres honestos.

Pero con eso tampoco les alcanzó. Al no poder pagar sus deudas y, apretados por otras mafias aún más grandes, se apropiaron de todo lo que este hombre había guardado día tras día, bajo el pretexto de que «es la única forma de salvar al país». Si bien le decían al señor que él todavía era dueño de su ahorro, no podía disponer del mismo. Me pregunto para qué carajo quiere ser dueño de algo uno, si no es para disponer de eso cuando, como, donde y con quien se le canta.

Y llegó el día que este hombre necesitó de esa riqueza que, sacrificadamente, se había negado en gastar cada día, por las dudas de algún imprevisto. Horacio García Blanco necesitaba un transplante de riñón urgente y tenía todo arreglado para irse a España a realizarse la operación. Pero ese monstruo imaginario llamado estado, a través de su sicaria la jueza María Carrión de Lorenzo, decició que no era un justificativo suficiente para que esta persona reclamara su propiedad. Ante el recurso de amparo presentado, decidió, como si fuera suya, entregarle sólo el 10% de los dineros que tenía en el Banco Privado de Inversiones. A un tipo que tenía que ir todos los días a hacerse diálisis. A un tipo que necesitaba un riñón con suma urgencia.

Por cierto, mientras tanto, se procedía a la pesificación de las deudas de empresarios amigos, que se habían endeudado más de la cuenta y mucho más allá de sus posibilidades, como el Grupo Clarín.

Una semana después del fallo (hace exactamente 10 años), el cuerpo de Horacio no soportó más y, justamente, falló, mientras se encontraba decaído y triste, habiendo sido dejado de lado e ignorado por todos los medios periodísticos y compañeros con los que había compartido una vida de carrera profesional.

Eso es lo que sos para «el estado» al final del día: un numerito, una cuenta de banco. A ningún burócrata le importa la vida ni la historia de nadie, mientras no lo ayude a sus objetivos políticos.

María Carrión de Lorenzo, una vergüenza que una persona despreciable como usted haya llegado a tener el cargo de «juez», una vergüenza si una sola vez en su vida pronunció la palabra «justicia», porque no tiene la menor idea de lo que significa. Un verdadero asco de persona.

Horacio García Blanco (1937-2002), una vícitima más que hay que contabilizarle a la maquinaria del uso indiscriminado de la fuerza.

horaciogarciablanco

In Memoriam.

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