El Dios costoso del artículo 2

Hace un par de días en una conversación típica de mi grupo de amigos en pleno Happy Hour, empezamos a hablar sobre el Estado y la Iglesia. Volví a casa y empecé a chusmear algunos números y demás yerbas.

Primero me topé con el artículo 2 de la Constitución Nacional:

El Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano.

¿Qué implica que no haya separación del Estado e Iglesia? Básicamente parte de los recursos del gobierno son destinados a financiar a esta entidad. ¿Por qué católico apostólico romano y no judío-ortodoxo? ¿Para qué seguir manteniendo esta tradición costosa? El grueso de los fondos de la Iglesia provine del Estado, o mejor dicho: de los impuestos de agnósticos, ateos, evangelistas, testigos de Jehová, mormones, etc. ¿Es justo?

Durante su primer gobierno, a Juan Domingo Perón se le ocurrió la brillante idea de que las escuelas públicas obligatoriamente deberían impulsar la enseñanza de la religión católica y además subsidió los salarios de los docentes de estas escuelas. Los subsidió con impuestos de agnósticos, ateos, evangelistas, testigos de Jehová, mormones, etc. Así, sumamos una partida de gasto más en el presupuesto. Sumamos transferencias de fondos públicos potencialmente malversables.

Sin embargo, esto no fue para nada suficiente y para forjar aún más la tradición vinieron los militares y sancionaron un par de leyes que engordaron las partidas del gasto destinadas al sostenimiento del culto. A saber:

  • Ley 22.162: se le otorga a los Curas Párrocos o Vicarios Ecónomos de Parroquias situadas en Zonas de Frontera una asignación mensual. Y no contento con esto, agrega que los recursos que el cumplimiento de esta ley demande se tomarán de las Rentas Generales.
  • Ley 21.950: con esta ley también le dimos una asignación mensual a los Arzobispos y Obispos con jurisdicción sobre Arquidiócesis, Diócesis, Prelaturas, Eparquías y Exarcados del Culto Católico Apostólico Romano.
  • Ley 21.540: se le otorga a los Arzobispos y Obispos con jurisdicción sobre Arquidiócesis, Diócesis, Prelaturas  o Exarcados del Culto Católico Apostólico Romano, y el Vicario Castrense para las Fuerzas Armadas otra asignación mensual cuando cesen en sus cargos por cuestiones de edad o invalidez. Esta asignación mensual es una jubilación de privilegio.
  • Ley 22.950: el gobierno nacional se compromete a dar otra asignación mensual a los clérigos que contribuyan a la enseñanza en los Seminarios Mayores.
  • Decreto 1.991/80: les pagamos los pasajes para cuando viajan al exterior y dentro del territorio de Argentina.

Hoy en día existe en Argentina un Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (MREC). ¿Y qué tienen que ver las relaciones exteriores con el culto? En fin, la cuestión es que así como tenemos ahora un lindo Ministerio de Deporte en la Provincia de San Luis, descubrí que también tenemos una simpática Dirección General del Culto Católico que depende de la Secretaría de Culto. La pregunta es: ¿cuánto nos sale mantener la tradición del culto católico apostólico romano? Entrá en la Oficina Nacional del Presupuesto y seguí estos números… En el año 2003 se presupuestó para la Secretaría de Culto una totalidad de $13.777.037. Si a eso le sumamos lo que se previó destinar para las actividades centrales del Ministerio del cual depende esta Secretaría, despilfarraron un total de $121.435.620. No contentos con estos gastos, a la década también la ganó la Secretaría de Culto que para el año 2013 le presupuestaron $62.826.000; es decir, un 356% más que en 2003. Nuevamente, si adicionamos lo presupuestado para que funcione esta dependencia del MREC, el gobierno nacional gastará un total de $676.244.685; un 456% superior a lo presupuestado hace diez años. Y eso sin contar que como además gastan más de lo que presupuestan, no sería para nada extraño que al comienzo del ejercicio que viene se observen un par de millones más en cada una de estas cifras.

Y esto sin contar los beneficios adicionales de los que gozan las instituciones inscriptas en la Secretaría de Culto. Exenciones impositivas, donación de terrenos que recibieron del Estado Nacional. ¿Podés creer además que la Iglesia recibe más subsidios que otras instituciones públicas? Juro que he escuchado decir muchas veces: «Pero la Iglesia paga los servicios de gas y luz». Pero cristiano, ¡menos mal! Lo único que faltaba entonces era que además le financiemos los gastos de luz y gas. Vamos… ¡Despertate argentino!

¿Es realmente necesario que el Estado impulse de esta forma el culto católico apostólico romano? ¿Por qué lo hace? ¿Por qué debe subordinarse a esta religión? Si es por una cuestión de tradición, ¿por qué no volvemos a incorporar el servicio militar obligatorio? ¿Por qué no derogamos la ley de matrimonio igualitario o la ley de divorcio? Si realmente las personas quisieran que el culto católico apostólico romano se mantuviera a lo largo del tiempo, podrían ellas mismas sostenerlo. Además, ponete a pensar un rato, sos católico apostólico romano y a tu religión la bancan con impuestos los agnósticos, ateos, evangelistas, testigos de Jehová, mormones, etc. ¿Y la moral? Si te gusta ser católico buscá la manera de sostener tu religión con tus propios medios, no esquilmando el bolsillo del otro.

Si bien hoy en día debería darse prioridad a la resolución de otros problemas como por ejemplo el control de precios que los perros kirchneristas comandados por Moreno está llevando a cabo, la excesivo abuso de la máquina de imprimir billetes de Mecha, la malversación de fondos públicos, etc., no debería pasarse por alto que estos recursos liberados, junto a otros destinados al mantenimiento irracional de tradiciones en el siglo XXI, podrían directamente ser ahorrados. Dejemos de engordar los gatos del Estado.

Tradición.

Menos corazón, más razón. 

Mantenete por tus propios medios.

Mantenete por tus propios medios.

Vivir con lo nuestro (II)

En este artículo explorábamos la ridícula idea de la autosuficiencia dentro de un país. Vamos a seguir trabajando sobre la idea del proteccionismo, tomando ahora otro enfoque.

El argumento proteccionista dice que cerrar las fronteras —a través de barreras arancelarias, cuotas de importación, o directamente prohibiciones—es beneficioso, porque fomenta el desarrollo de la industria local.

Divide y vencerás

Sin embargo, si hacemos un análisis histórico, podemos ver que las fronteras son totalmente accidentales. Si una batalla hubiese tenido un desenlace distinto, quizás Uruguay formaría parte del territorio argentino, o Formosa y ciertas zonas de Brasil seguirían perteneciendo a Paraguay (si resultaba victorioso en la Guerra de la Triple Alianza), o el gobierno argentino tendría soberanía sobre las Islas Malvinas.

El argumento proteccionista, si pretende resistir un análisis, debería funcionar sin importar la distribución geopolítica del momento. ¿Qué pasaría entonces si hubiese habido una guerra civil, y el país estuviera atomizado en lo que ahora son las provincias?

Nos despertamos en una provincia —ahora país— cualquiera de la Patagonia, con la intención de ir a desayunar y leer el diario. Nos encontramos con que el diario es más caro, porque el papel está hecho con caña de azúcar, que se cultiva y procesa en Jujuy. Como, por las condiciones climáticas, es imposible producirlo en la Patagonia, no queda otra que importarlo, pagando los impuestos correspondientes. También “nos desayunamos” el hecho de que el desayuno subió de precio. La opción a, café con leche y medialunas, requiere de café importado (de Brasil, México, Colombia, etc., porque la pequeña producción de Chaco, Corrientes, Misiones y Salta apenas alcanza para autoabastecerse), ahora también leche importada de la zona pampeana, y harina y manteca importadas de la misma zona para hacer las medialunas. Para endulzar el café, también tenemos que importar azúcar. La opción b, tostado de jamón y queso con exprimido de naranja, subió de precio también. El pan se hace con harina proveniente de la pampa, al igual que el queso. El jamón podría ser local, pero sería más caro igualmente, porque los cerdos son alimentados con maíz y soja principalmente, que ya sabemos de dónde vienen. Las naranjas se producen en su mayoría en Tucumán, así que el jugo está más caro también.

Enfilamos para la facu o la oficina en Capital Federal (que es parte del país Buenos Aires), puteando porque el bondi aumentó, ya que para fomentar la producción de petróleo local se le agregaron impuestos a la nafta que viene de la patagonia[1]. Nuestros insumos tipo cuaderno están también más caros, porque ahora el ciclo productivo cruza dos fronteras hasta llegar a la librería: el papel se produce en Jujuy, y se transforma en cuadernos en la planta Ledesma de San Luis.

Abrimos el local en Entre Ríos, y ponemos la radio de fondo. ¡Cómo extraño escuchar Los Redondos! Con las nuevas regulaciones, tiene que sonar un 70% de música nacional en todas las emisoras. Te tiene que gustar el chamamé, sino vas muerto.

Hacemos el break para almorzar en Mendoza. La milanesa con papas fritas aumentó jodido, porque solo el 10% de los animales que se consumen son criados en la provincia-país (¿¿por qué carajo no hay vacas en Punta de Vacas??). Pero bueno, ¡estamos ayudando a la ganadería local! Todo sea por la patria. Y las papas vienen casi todas de Balcarce. Si para el postre queríamos, como antes, una fruta que venga del Valle de Río Negro, cagamos, porque en cada bendita hectárea de la provincia estamos cultivando uvas, y no hay espacio para otras frutas. ¡Uvas serán, pues!

Reanudamos la jornada laboral en la fábrica del conurbano. Cayeron las ventas de autos, porque nos vimos obligados a aumentar los precios. La aduana le puso trabas al aluminio que viene de Aluar en Puerto Madryn, Chubut, y lo estamos pagando casi un 100% más caro. ¿Cuánto falta para que abran una planta de producción acá en Buenos Aires? Y menos mal que los de Aluar sacan la energía de la represa de Futaleufú, que está en la misma provincia-país, imaginate lo caro que estaría el aluminio si aparte tuvieran que importar esa cantidad de kiloWatts. El quilombo lo tenemos nosotros; el Parque Industrial no se auto-abastece ni por casualidad, y el comprar energía “de afuera” también contribuye al aumento de precio de nuestros productos.

Un cortecito para el mate. ¡Cómo aumentó la yerba! ¿Tanto les cuesta a los dueños de los campos bonaerenses generar artificialmente un clima subtropical para cultivar yerba mate? Digo, así no hay que importarla de Misiones. Y bueno, también ahora el alfajor Havanna, por más que sea más caro, es “la que va”, porque no les vamos a dar el gusto a los vecinos de consumir alfajores santafecinos.

Menos mal que hoy es viernes, y el plan acá en Córdoba es ir a comer a un restaurant y después ir al cine. Mi menú favorito aumentó también, porque por un lado está difícil criar merluza en agua dulce y hay que importarla (garpando el 50% de impuesto que se le puso, cuya recaudación se destina en subsidios para fomentar la crianza en piletas de agua salada acá), y por el otro ahora hay que pagar el impuesto a los vinos que vienen de San Juan y Mendoza. El plan b era la empanada salteña, pero como no quiero que me tilden de “cipayo vendepatria” por querer extranjerizar nuestras costumbres culinarias, no lo pido. Y el cine, últimamente, una cagada. Antes todas las pelis venían de Buenos Aires o directamente de Hollywood o Europa, pero como pusieron una cuota máxima de películas foráneas en las salas, para ayudar al cine local, tenemos que conformarnos con la pedorrada que se filma acá. ¿Cuántas pelis con la banda sonora hecha por La Mona Giménez nos vamos a tener que bancar?

Nos vamos a dormir en La Pampa, pensando en el laburo que tenemos que hacer mañana en la casa que nos estamos construyendo: hay que terminar de poner el piso nuevo, que desgraciadamente nos salió el doble de caro porque hubo que importar los céramicos de Zanón, en Neuquén. Lo bueno es que cuando terminemos hacemos el asadito para festejar. Vaca va a tener que ser, porque el forro del Guillermo Moreno pampeano no nos deja pasar el cordero patagónico por la aduana.

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[1] Y este arancel afecta a toda la producción agrícola, altamente dependiente del petróleo, encareciendo por partida doble los productos alimenticios, que tienen que volver a cruzar la frontera para volver a la Patagonia.  

Vivir con lo nuestro (I)

La imagen esconde otra metáfora: para el Estado, sos sólo un engranaje.

Cada vez que nos quejamos diciendo que ciertos productos tecnológicos como celulares, cámaras de fotos, electrodomésticos o computadoras no se consiguen en el país (o tienen precios un 100% o 200% más caros respecto de donde son fabricados o de países con aduanas más laxas), ahí está el progre nacionalista diciéndonos que somos unos egoístas “porque no pensamos en la industria nacional”.

Saltando los pasos en donde nos cuestionamos si esas líneas imaginarias llamadas “fronteras” delimitan algo más que hasta dónde saquea un gobierno y dónde empieza a saquear el otro, si los impuestos son morales o si es legítima la autoridad de las aduanas, es interesante detenernos en la idea de “vivir con lo nuestro”.

Nosotros, como individuos, no cultivamos nuestra propia comida, no diseñamos/construimos nuestras casas, no necesariamente hacemos el mantenimiento de plomería o electricidad, no nos cortamos el pelo nosotros mismos, no filmamos nuestras propias películas ni escuchamos nuestra propia música, y un largo etcétera. Tiene mucho más sentido —y otorga mejores resultados— que cada uno se especialice en una cierta cantidad de habilidades, y delegue el resto de las tareas en otros individuos. Así, conectándonos a través del comercio, todos cooperamos para una sociedad mejor, obteniendo el máximo beneficio individual y grupal. Es mucho más rentable trabajar 3 o 4 horas en nuestra especialidad y contratar a un técnico, que pasar varios días haciendo una instalación eléctrica (sin contar los riesgos a nuestra seguridad por falta de experiencia).

Es de esperarse que esto mismo se aplique en un nivel macro.

Así como algunos individuos —por sus capacidades innatas, su crianza, y/o sus pasiones e intereses— tienen mayores capacidades para el arte, los deportes, la ingeniería, las relaciones interpersonales, etc., es de esperarse que los países —por sus recursos naturales, su historia, sus costumbres y/o su ideosincracia— tengan también áreas en las que se desempeñan mejor que en otras.

Sin embargo, en muchos países estamos obsesionados con la idea de la autosuficiencia, sobre todo en el sector de las manufacturas. Acá tenemos este programa de los 80’s, en donde Milton Friedman debate con un proteccionista. El artículo que usan de ejemplo es una videocassetera proveniente de Japón, que amenazaba a los productores locales. Ahora, lo que señala Friedman es que realmente no es importante que no haya VCR’s estadounidenses, ya que Hollywood es el productor n°1 de películas, y recauda por lejos muchísimo más dinero que la industria de los aparatos.

Competir con China en productos tecnológicos y baratos es lisa y llanamente imposible. Además, es innecesario.

Industria nacional made in china

Tomemos el caso de Australia, una de las economías más libres del mundo, y también de las más prósperas: cualquier producto que uno encargue de afuera llega sin inconvenientes ni impuestos adicionales. ¿Qué hacen? Se dedican a la agricultura, la ganadería, la minería, una pequeña industria liviana de ensamblado de autos, el turismo, y el área de servicios. Todo lo demás, lo compran de afuera.

Ahora, el caso de la India: durante años era imposible meter una computadora de 500 dólares a través de la aduana. Conseguir el permiso era una odisea. ¿La excusa? Proteger la (en ese rubro puntual, inexistente) industria nacional. Después de una reforma liberal y cierta apertura de los mercados, India no fabrica computadoras pero tiene uno de los polos de desarrollo de software más importantes del mundo, que mueve miles de millones de dólares.

¿Cuáles serían las potenciales áreas de desarrollo de Argentina, si no fuéramos tan necios y abandonáramos la aventura quijotesca de querer fabricar un blackberry nacional y popular?

Todo lo que es campo y su industria (maquinaria, fertilizantes, etc.), e investigación y desarrollo relacionados. Energía. Recursos naturales. Turismo. En el área de los servicios: al estar fundada en base a inmigración, la sociedad argentina es muy rica en idiomas, con lo cual se pueden ofrecer todo tipo de servicios de atención al cliente hacia el extranjero. También es altísima la cantidad de profesionales de diseño, multimedia, programación, etc. Además, al estar en el mismo huso horario que E.E.U.U. y ser similares culturalmente, se hace mucho más sencillo establecer relaciones comerciales. Todo esto sin contar los servicios para la población local. ¿Cómo se puede competir en las manufacturas? Ofreciendo, por ejemplo, altos niveles de customización o soporte técnico.

Éstas, sin embargo, son sólo mis hipótesis ¿Qué pasaría con el cine nacional, si se le quitaran las trabas a las cámaras, luces, computadoras, etc.? ¿O con la producción discográfica, si se permitiera la libre entrada de instrumentos, micrófonos, consolas, etc.? Las posibilidades son infinitas. Cada persona y país puede y debe encontrar su nicho.

Homenajes de mal gusto

Ingenioso y transgresor.

Anotar a cuatro atletas argentinos que competirán en las Olimpíadas Londres 2012 en una competencia de atletismo en Malvinas. Infiltrar a dos directores estadounidenses y filmar una publicidad de estas personas entrenando bajo el slogan de «Para competir en suelo inglés, entrenamos en suelo argentino». Es casi como si Boca se infiltrara en el Monumental a entrenar, una semana antes de jugar el clásico en la Bombonera. Casi.

Me parecería interesante si hubiese sido una idea de los propios atletas, de alguna agrupación de deportistas o de una agencia para publicitar algún tipo de producto como ropa, calzado, bebida (Por cierto, la agencia es la misma que hace las publicidades de Quilmes y díganme si no parece un aviso destinado a una publicidad para esa cerveza…imagínense «Quilmes, sponsor oficial del equipo argentino» al final).

Pero no. Al final del aviso, la leyenda dice «Homenaje a los caídos y ex combatientes. Presidencia de la Nación Argentina».

Yo no soy nacionalista, pero por un rato voy a asumir que lo soy, y que creo que el reclamo por Malvinas es justo, y que creo que estuvo bien tratar de reclamar por la fuerza «nuestro suelo». El homenaje que la actual administración hace a los valientes soldados y caídos consiste en:

1 – Hacer que cuatro deportistas olímpicos mientan a la hora de decir para qué ingresaban a Malvinas (si bien es cierto que la posta de la maratón la corrieron, ocultaron sus intenciones de filmar un spot político).

2 – Pagarle a dos directores americanos, para que no fueran evidentes las intenciones de que se iba a filmar propaganda.

3 – Filmar bastante ocultos la propaganda. Mínimo sin aclararselo a las correspondientes autoridades. (Si, ya sé que filmar no viola el Principio de No Agresión, pero en este análisis juego de mínimo estatista y hay que pedir permiso antes de filmar…y más en otro país).

4 – No decirles, supuestamente, a los participantes que se trata de una Propaganda de la administración de turno y no de una publicidad cualquiera.

5 – Contratar para este homenaje a una agencia parte de un holding del «malvado imperio inglés».

La verdad, que como homenaje me parece un asco total. ¿Filmar algo a escondidas y mintiendo es un homenaje a los que combatieron valientemente? ¿Por qué mejor no iban, orinaban y escupían en las tumbas? Ahí está, a simple vista cómo homenajea una banda de saqueadores inescrupulosos y bandidos a los que dice «querer y proteger». El homenaje es ir a tocarle la oreja a Inglaterra, cual pibe jodón de sexto grado, con el único fin de conseguir rédito político interno, o sea, idiotas útiles agitando una banderita y poniendo votos. Es nacionalismo de jardín de infantes.

Repito lo que dije en mi anterior artículo: Si creen que así va a prosperar algún tipo de reclamo, la están pifiando muy feo.

Por cierto, un legislador de las islas, Ian Hansen, respondió al spot con las siguientes palabras: «Nosotros determinamos nuestro futuro y no vamos a ser prepoteados por el gobierno argentino, ni mediante sus intentos de dañar nuestra economía, ni mediante su constante falsificación de la verdad, ni mediante propaganda barata e irrespetuosa como esta. Es muy decepcionante ver el deporte manoseado de esta manera, cuando suele vérselo como un medio para la unidad. Parece un acto de desesperación llegar a esta bajeza.»

Pago por ver UN legislador argentino defender así a su provincia ante los abusos del ejecutivo nacional mientras les están sacando los derechos petroleros.

Y para los que están borrachos de bandera, que no tardarán en venir a llamarme cipayo, vendido vendepatria, andate del país, bla bla bla, les planteo lo siguiente:

¿Qué dirían ustedes, todos los funcionarios del legislativo y la mismísima reina si la selección de fútbol inglesa filmara un spot entrenando enfrente de la Casa Rosada, enfrente del Congreso, a lo largo de Av. de Mayo y 9 de Julio y a través de Av. del Libertador con remeras de «The Falklands Are English Territory» y pusieran al final del aviso la leyenda «Como les vamos a romper el orto en nuestra casa, venimos a hacer la pre-temporada a la suya. Aviso oficial del Palacio de Buckingham y el Gobierno Inglés»?

La curda de bandera se paga, luego de un enorme baldazo de agua fría, con una larga y dolorosa resaca. Espero que tengan lista una superproducción de Alikal.

Resaca

¿Alguien me puede recordar qué hice los últimos ocho años?

Hipocresía al palo

Hague y Castro

Fight!

La «flamante» embajadora Alicia Castro, le tendió una emboscada al canciller británico William Hague durante una conferencia de prensa sobre derechos humanos. Le preguntó sobre Malvinas y lo increpó diciéndole “¿Está usted listo para el diálogo? ¿Daremos una oportunidad a la paz?».

Qué pedazo de basura humana hipócrita. No le queda otro calificativo.

Un gobierno faccioso que no da conferencias de prensa y que no contesta una sola pregunta de la prensa se da el lujo de mandar a uno de sus sicarios a emboscar al canciller de otro país que, por cierto, estaba contestando preguntas. ¿Y después quieren que el mundo tome en serio a Argentina? Ojalá que después de esto se empiece a tratar el tema y echen al país de una patada del G-20. Que empiece a haber consecuencias para las acciones que esa manga de fascinerosos está teniendo.

La mina esta viene de un país donde el vicepresidente acusado de tráfico de influencias, de desvío de fondos públicos, de tener testaferros y de otra cantidad de cosas, no contestó una sola pregunta de la prensa…y sigue en su cargo. Viene de un país donde en más de 5 años de administración, la presidente dió una sola conferencia de prensa, bastante limitada por cierto. Viene de un país donde el ex presidente nunca jamás contestó una sola pregunta sobre dónde están los fondos de Santa Cruz de sus años de gobernador allá en el sur.

Por cierto, las preguntas:

«¿Está usted listo para el diálogo?». Que la banda que tiene como bandera el «Tenemos el 54% de los votos, hacemos lo que queremos», que ha comprado, coimeado y apretado medios, periodistas y opositores tenga el descaro de hablar de diálogo es, cuanto menos, un chiste.

«¿Daremos una oportunidad a la paz?». Que una tipa cuya jefa, la señora reina dijo hace muy poquito (y fue tomado como slogan) «Vamos por todo, vamos por todos», se anime a hablar de paz me da, cuando menos, ganas de vomitar. Pero qué tipa hipócrita hasta para los estándares de los progres.

Una idea para los políticos del resto de los países cuando sean cuestionados por alguno de estos payasos, para los empresarios cuando Moreno o la Giorgi los citen para una reunión, para el ciudadano de a pié cuando la AFIP le pregunte de dónde sacó la plata:

«Ustedes no tienen ninguna autoridad moral para hacer ni una sola pregunta. Cállese la boca y empiece a contestarle a la prensa. Hasta que eso pase, no pienso decirle un carajo».

Jugarla de matón fronteras adentro y de víctima afuera es un acto de una bajeza moral tremenda. Como escribió Benegas alguna vez: «Queda feo ser agresor y llorón».

De la pésima estrategia que es tratar de apretar a Inglaterra para que devuelva las islas después de que se hizo una guerra y se perdió, ni voy a escribir. Si quieren que las Malvinas nunca sean parte de Argentina y ni siquiera sean un territorio independiente, sigan así que va a salir fenómeno. Y a los argentinos de a pié les digo que, cada vez que les muestran una banderita, es porque les están por insertar el mástil.

Represalias

Escasas horas después de que se anunciara la intervención y futura expropiación de YPF, comenzaron a surgir noticias referidas a las represalias que tomarán el gobierno de España, la Unión Europea, y algunos de sus ciudadanos. Estas van desde dejar de comprar productos argentinos, o poner barreras arancelarias extra, hasta prohibir la entrada de personas argentinas en locales españoles.

Nacionalismo / Xenofobia

Cartel "Queda prohibida la entrada a argentinos"

En sintonía con los liberales de España, desde este blog repudiamos el atropello a la propiedad privada y a los contratos, y ahora también debemos repudiar estas represalias, por dos motivos:

1 – El estado español, a través de estas prohibiciones o impuestos, está perjudicando a productores y trabajadores argentinos que tranquilamente pueden estar en contra de la expropiación de YPF.
2 – Como consecuencia de esto, los ciudadanos españoles tendrán que pagar estos mismos productos más caros (ya sea por el porcentaje extra de los impuestos, o por el natural aumento de los precios al disminuir la oferta si se impide la entrada de los bienes). Cereza sobre el postre: Cristina Kirchner admite que el proteccionismo perjudica a los consumidores. 

Este tipo de represalias son las mismas que proponía Guillermo Moreno queriendo prohibir la importación de productos ingleses, al negarse el gobierno británico a tener el debate por la soberanía de las Islas Malvinas, y tienen el mismo calibre de idiotez: al inglés promedio no le importa o no tiene opinión formada acerca de de quién deberían ser las islas.

Al englobar a toda una población dentro de la bolsa “Argentina” o “España”, los individuos se pierden en la multitud y se generan este tipo de situaciones. El historiador Parker T. Moon, ya en 1930, destacó muy acertadamente el uso falaz de un sustantivo colectivo como «nación»:

Cuando utilizamos la palabra «Francia», pensamos en esta nación como una unidad, una entidad. Al decir: «Francia envió sus tropas para conquistar a Túnez», no sólo conferimos unidad sino también personalidad a un país. Las mismas palabras ocultan los hechos y hacen de las relaciones internacionales un drama fascinante en el cual se personaliza a las naciones como actores y se olvida con demasiada facilidad a los hombres y mujeres de carne y hueso que son los verdaderos actores. […]
Si no tuviésemos una palabra como «Francia» […] entonces podríamos describir la expedición a Túnez con mayor precisión; por ejemplo: «Unos pocos de esos 38 millones de personas enviaron a otras 30 mil a conquistar Túnez». Esta manera de describir la realidad sugiere inmediatamente una cuestión, o, mejor dicho, una serie de cuestiones. ¿Quiénes son esos «unos pocos»? ¿Por qué enviaron a los 30 mil a Túnez? ¿Y por qué éstos obedecieron? Los imperios no son construidos por «naciones» sino por hombres. El problema que enfrentamos consiste en descubrir en cada nación a los hombres, a las minorías activas que están directamente interesadas en el imperialismo y luego analizar las razones por las cuales las mayorías pagan el costo y luchan en la guerra que necesita la expansión imperialista.

(Parker, Thomas Moon. Imperialismo y política mundial. Nueva York, Macmillan, 1930, p. 58)

El Amor y la Noche en manos del Estado

Era una noche cualquiera en Buenos Aires. Caminaba por las calles de Palermo rumbo a un bar, para encontrarme con amigos en nuestra clásica salida de tragos y levante. A último minuto habíamos tenido que cambiar de punto de encuentro, porque la noche anterior la policía había clausurado el bar del que éramos habitués. Un joven había denunciado frente al INADI que se le había impedido ingresar al local por estar vistiendo indumentaria deportiva… ¡discriminación!

Por la vereda de enfrente una pareja venía peleándose. Era una escena cada vez más común: como las indemnizaciones por dejar a una persona después del período de 3 meses de prueba habían escalado hasta un nivel absurdo, no importaba qué tan insoportable resultara la vida juntos, ninguno se animaba a dar el primer paso hacia una separación. Otros, en cambio, tomábamos la ruta alternativa: una vida de promiscuidad y rehuirle al compromiso. Una suerte de «amor en negro».

Liberty Beer

En 1984 tenían Victory Gin; acá tenemos Cerveza Liberty.

Entré al bar y me dirigí hacia la barra para pedir una cerveza. Error. Tendría que haber pedido una cerveza con alcohol. Siempre me olvido. Así como hace unos años suprimieron la sal en las mesas de los restaurantes para proteger a nuestra salud de nosotros mismos, ahora había que pedir explícitamente que nuestras bebidas alcohólicas tuvieran efectivamente alcohol.

En la otra punta de la barra, un grupo de anglosajones muy facheros trataba de ahogar sus frustraciones en gin tonic. Uno se acercó y me preguntó en un castellano rústico qué significaba «Nac&Pop». Si bien es cierto que las argentinas siguen siendo las más lindas del mundo, nadie les explicó a estos pobres gringos que las políticas proteccionistas del país ahora también se estaban aplicando al rubro de las relaciones humanas. El lema de las últimas propagandas oficiales era «por cada argentina que se acuesta con un extranjero, hay un argentino que se va a dormir solo y triste». Y evidentemente todos los grupos que habían encarado se habían dejado lavar el cerebro, y les decían que no «para proteger a la industria nacional». En otra época lo normal habría sido indignarse y gritar «¡xenofobia!», pero hoy por hoy a todos les parece bien.

Llegaron los chicos. Después de la obligada ronda de estupideces, inspeccionamos el campo de juego. La mesa con más actividad estaba presidida por un tipo de evidente clase alta: bien empilchado, reloj brillante, celular último modelo. Lo acompañaban varias femmes, y en la mesa había frapperas con champagne y vinos espumantes varios.

«Billetera mata galán» – me comenta Nico.

«No por mucho más» – contesto preocupado.

Y probablemente fuera cierto. Los megalómanos dementes que habitan el Congreso y la Rosada estaban debatiendo un proyecto (¡presentado por la oposición!) que consistía en una especie de «subsidio al levante»: un voucher para que usen en salidas «de lujo moderado» aquellos que no tienen plata para impresionar chicas. ¡Ya no iba a hacer falta ser divertido, interesante, culto, tocar algún instrumento, jugar bien a la pelota, hacer trucos de magia, saber escuchar, y demás talentos!¡El Estado nos iba a dar a todos las mismas oportunidades! (sí, el mismo Estado que perseguía a los artistas callejeros, exigía licencia para hacer magia, clausuraba los lugares para música en vivo, no dejaba que importaran libros, y aplastaba tu capacidad creativa e intelectual con años de adoctrinamiento obligatorio… ¡quería que VOS tengas levante!). Nadie se puso a pensar que, como marca la evidencia histórica, la mayoría de los fondos destinados a ese plan iba a terminar financiando las salidas a todo trapo de punteros políticos y playboys amigos del poder.

Encaramos algunos grupos. En un momento casi me vi tras las rejas, cuando después de que un homosexual me tocara el culo le grité «¡¡qué hacés…. chabón!!». Menos mal que reprimí la palabra con «p», sino —INADI mediante— me habría ganado la expulsión del local (nunca pensé que me iba a salvar la noche un «puto» reprimido).

Lo ideal últimamente era que no te encariñaras demasiado con nadie en particular, porque la llamada del día después se había convertido en una lotería: con un sistema similar al impuesto a las ganancias, si habías cosechado algunos números de teléfono, estos eran socializados para repartir entre los menos afortunados. Y si justo desaparecía el que más querías conservar… mala suerte. Esto lo pudieron hacer gracias a la digitalización: argumentando «protección del medio ambiente» prácticamente desapareció la producción de papel, con lo cual la única forma de agendar un contacto es a través de tu celular personalizado e intransferible (junto con la producción de papel, claro está, desaparecieron la libertad de expresión y la privacidad).

Traté de despejar mi cabeza y decidí redoblar mis esfuerzos para concretar algo hoy, ya que mañana no tenía la noche disponible para mí; tenía una cita a punta de pistola con Dios-sabe-quién. El gobierno había lanzado hace unos meses el plan «Solos y Solas», en donde todos recibíamos caridad romántica compulsiva. Una de cada siete noches de mi semana era administrada por el Estado, que decidía Dios-sabe-cómo quién era nuestra cita idónea para esa semana. «Cruzan bases de datos», decían algunos; «tienen un grupo de gitanas-brujas-burócratas que tiran la posta«, teorizaban otros. Nadie parecía sorprenderse del hecho de que a las que administraban el sistema siempre les tocaba salir con el galán que gozaba de sus 15 minutos de fama en la tele o el teatro, o a los funcionarios con la modelo top de la semana.

El hecho era que, pese a que muchos nos opusimos porque pensábamos que eramos capaces de hacer nuestra gestión de citas nosotros mismos mucho mejor que un burócrata, la ley se aprobó, y era salir con la persona asignada o ir en cana por incumplimiento del deber civil. El argumento de los socialistas fue:

Caridad romántica compulsiva

Dos medias naranjas violentadas por el Estado

«¿Y qué pasa si llegás a los 40 y no conociste a la persona adecuada?¿quién se va a hacer cargo de que estés solo y no te quiera nadie?¿También me vas a decir que podés gestionar tu propia jubilación mejor que el Estado? Ja, ja, ¡contate una de pistoleros!»

Imposible explicarles que si esas noches me hubiesen dejado salir con quien yo quería, habría tenido más chances de encontrar a la persona ideal para mí, si es que existe. Y sinó, ¿quién me quitaba lo bailado?

Evidentemente, el Estado podía quitarme lo bailado.

El DJ se pasó un poco con el ritmo, provocando primero que un joven lo marcara con el pie, y luego que una señorita empezara a mover las caderas. Error fatal. Además de que la canción no estaba aprobada en la Playlist Oficial Año 2025, el bar contaba con habilitación «local tipo C – no bailable». Un inspector infiltrado de civil vio toda la escena y procedió a la clausura, dejándonos a nosotros de patitas en la calle y al dueño del bar con un agujero en su economía.

Finalmente habíamos alcanzado esa panacea que prometían las palabras del Duce: «Todo dentro del Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado». Música para los oídos de las masas.

Volviendo a casa, me shockeó el último cable de Télam proyectado en la telepantalla del colectivo: el Congreso estaba por aprobar una ley importantísima ¿El nombre? Proyecto Prima Nocte.

Proyecto Prima Noctes

Así se habría visto si hubiese papel

Lumigarco: la fuerza de los oligar-K

Seguidores del Partido Liberal Libertario (PL) parodiaron la publicidad de la presidenta con el empresario prebendario y oligarca de termos Lumilagro (solventados con el sudor de todos los argentinos imposibilitados de elegir). Les dejo el video:

Algunos de nuestros posts sobre proteccionismo, mercados cautivos y violación de libertades en nuestros intercambios de bienes y servicios:

Quemar banderas

Texto de José Benegas publicado originalmente el 11 de septiembre de 2011 en No me parece.

Me desperté pensando en un acto en un barco en el medio del océano para quemar todas las banderas de la tierra. Denunciar para quién quiera oírlo los crímenes del oscurantismo nacionalista. Ningún gobierno tiene derecho a restringir la migración de personas pacíficas. Ninguna identidad nacional justifica una guerra ni una diferencia en cuanto a reglas de convivencia, ni una mayor o menor consideración.

La patria es el lugar querido, no la nación. Muchos de los espíritus más libres y más confiables han debido abandonar su lugar de nacimiento para sacarse de encima algún yugo. Nos declaramos cerca de los que comparten nuestros valores, lejos de quienes los amenazan aunque hayan nacido al lado nuestro. La patria son nuestros vínculos morales, no la cédula compartida con cuanto malandra sea nuestro vecino.

Rechazamos el falso concepto de «migración ilegal». No puede haber crímenes sin víctimas. El crimen consiste en realidad en condenar a la gente a vivir en un cadalso no elegido porque al nacer se la señaló como al ganado. Son falsos los argumentos que señalan que los inmigrantes amenazan al trabajo. Los inmigrantes solo amenazan a los delincuentes encaramados en el poder o que lo utilizan para parasitar a las personas pacíficas. Se trabaja para demandar trabajo pacífico.

La migración es un tema privado o no hay libertad. Amenazan al trabajo los que tocan la puerta del cuartel para alentar al gobierno a atacar o privar de su libertad a los que trabajan. Los gobiernos sólo pueden dirigir asuntos públicos o proteger violaciones de derechos. No existe el derecho a que el otro no trabaje para mejorar nuestras oportunidades, además de no existir tal amenaza.

No aceptamos la numeración del campo de concentración, ni los colores de la bandera como señal de una barraca más grande. No le debemos nada al país, ni le pedimos nada. Creemos en los vínculos morales, en colaborar con los que deseen colaborar en paz y respetar. No nos une nada a los salvajes que nos marcan para proclamar que les pertenecemos, ni tenemos que rendirles cuenta a los otros salvajes que miran nuestra marca para hacernos valer su ilegítima frontera. No criamos ni somos criados por otras personas.

Un acto de gente de todos los países, de todos los colores, de todos los idiomas. No pertenecemos a nada ni a nadie, solo elegimos.

Portar

Texto de José Benegas publicado originalmente el 19 de mayo de 2011 en No me parece.

Portar de un lado a otro. Trasladar un bien desde la posición A a la posición B. La economía no estudia el cambio de posición de los bienes, a lo sumo se interesa en los medios para realizar el movimiento, en las necesidades que se satisfacen con el transporte. Pero la posición A del bien o B por sí misma no importa. Después viene la frontera, un concepto que está fuera de la economía y pertenece a la política, es consecuencia de guerras de conquista o de acuerdos entre organizaciones políticas. La frontera es un límite al alcance territorial de una determinada autoridad. Si existe libertad a través de ella pasan las personas y también las mercaderías. La posición A de un bien (Uruguay) o B (Argentina) es una cuestión exclusivamente política. Le importa a la autoridad.

Argentina y Uruguay carecen de vida, no nacen, mueren ni se reproducen. Son etiquetas políticas nacionales, convenciones. No son más reales que el sector de la cancha que corresponde al equipo Blanco y el que pertenece al equipo Negro, cuyo sentido se encuentra en el juego, nunca fuera del juego. Se podría portar un bife de chorizo del lado de la cancha que pertenece al equipo Blanco al que corresponde al Negro. Sería una “ex”-portación para los blancos y una “im”-portación para los negros. Ni para el juego ni para la economía ese hecho tendría trascendencia alguna. Salvo que una autoridad decidiera que puede decidir que mercadería pasa de un lado al otro del terreno de juego, entonces la exportación y la exportación pasarían a ser un asunto político. Los bienes no trasponen los límites que la autoridad quiere así nomás sin pagar un rescate al que ostenta el uso de la fuerza, pero ni el equipo Blanco ni el Negro estarían en si interesados en la portación ni tampoco en los deseos monetarios de esa autoridad. Ni unos ni otros jugadores podrían ser convencidos de que su pertenencia a la blanquitud o a la negritud ameritarían que la rivalidad se extendiera a otra cosa que no fuera la competencia deportiva, ni se dejarían engañar por esa autoridad si les dijera que les conviene apoyar la restricción, ni tampoco aceptarían que el paso del bife de chorizo desde el campo de los blancos a los negros tuviera otro valor que el paso del bife de chorizo del campo negro al blanco.

El proceso necesita algo de mitología para ser aceptado. Digamos que la cancha es más grande, suficientemente grande como para convertirse en más trascendente que la satisfacción de las necesidades de las personas, que parezca esa cancha algo tan poderoso que mereciera cierto respeto especial. Le llamaremos ahora un lado de esa cancha gigante Uruguay y a otro Argentina. Pertenecemos entonces a una u otra cosa de peso, desde chicos se nos dirá que un trapo con determinados colores simboliza lo que somos, como la camiseta de los equipos mencionados. En esa dimensión, y después de que pasaron tantos héroes por nuestra memoria y vemos que el mundo entero es una división de campos de juego que pertenecen a determinadas autoridades y que a esos sectores pertenecen todos, pasamos por la experiencia de que sea una cuestión de cada autoridad saber a dónde vamos cuando cruzamos una frontera, aprendemos que esa autoridad, si es necesario o inclusive si no lo es, será quién velará por nuestras necesidades “más importantes”. A partir de ahí es fácil convencer a la gente de que hay una cosa que se llama exportación, que consiste en la salida de un bife de chorizo desde un campo de juego al otro, y otra que se llama importación que sigue el itinerario contrario. Y se puede llegar más lejos, a que el instinto desaparezca y la población crea que gana cuando pierde el bife de chorizo porque se va y que pierde si un repollo entra a su sector. La fórmula es tan exitosa para quienes la venden que no será esto una confusión sólo de la gente en general, sino de los economistas, que a ese fenómeno que de económico en sí no tiene nada (aunque tenga consecuencias económicas la irrupción de la autoridad, como la tendría la caída de un meteorito sobre nuestras vacas) merece ríos de tinta.

En la cancha el equipo Blanco y el Negro miran un tablero y saben cómo va el partido. También los espectadores se entretienen con eso. Es divertido. Agreguémosle entonces al juego un tablero que mida la cantidad de bifes de chorizo que salen contra la cantidad de repollos que entran. Pero sumémosle la economía monetaria porque si no los espectadores se van a dar cuenta de que no suena razonable festejar la salida de los bifes de chorizo, sino la entrada de los repollos. Y no queremos que nadie se dé cuenta de nada. Entonces mediremos en esa tabla, llamémosle “balanza comercial”, cuantas divisas entran y cuántas salen. Para los espectadores será ahora más emocionante ver crecer la cantidad de divisas que entran cada vez que se exportan bifes y las que salen cuando se importan repollos ¡Claro! Estamos mejor cuando tenemos muchas cosas ¿Y qué son las cosas? ¡Plata! Tener mucha plata es mejor que tener muchos bifes.

¿Para qué sirve la plata? ¡Para comprar cosas! ¿Entonces tener mucha plata y que eso no signifique conseguir muchas cosas no será al pedo? No se preocupen, jamás se harán esa pregunta. Convirtieron la realidad en un juego. Así como no importa que la victoria del equipo Negro sobre el Blanco tenga otro sentido que la diversión, tampoco interesará si el tablero de la balanza comercial le sirve a alguien para algo, más allá de los titiriteros.

Pero exportar implica importar. Salen bifes de chorizo y entran divisas. Es decir se importan divisas exportando bifes de chorizo. Y las divisas no nos dan de comer por si solas. Si con ellas no se pudiera importar algo, no tendrían ningún valor. Es necesario exportarlas para obtener el valor que justifica y convierte en negocio a la exportación. Aunque el que exporta no use sus divisas las acepta porque tienen valor (y se las puede vender) para otro que importa. Sin el importador, el exportador no tendría beneficio alguno exportando, por más que el tablero del jueguito de la estupidez nacionalista fuera un primor y sonara una chicharra con el “equilibrio de la balanza comercial” y dos con el “superávit”. Si esas divisas son emitidas por otro gobierno encima, el superávit sería de una gran ayuda para financiar el gasto público de ese país, al que en general odian los que aman al tablerito.

Algo tan simple como que lo que se importa importa. O que la característica de importarle algo alguien es la misma cosa que valorizar lo que se importa, solo puede desaparecer si se plantan ilusiones de competencias que no existen, si se hace a la gente jugar, se la encasilla, se la convierte en miembros de una nación luchando contra otra.

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