Impuesto al pobre
Como venimos diciendo desde este espacio, la mayoría de las veces los impuestos, que muchos suponen el arma justiciera de la redistribución de la riqueza, terminan perjudicando a los sectores que menos recursos tienen para afrontarlos. De movida, el impuesto al valor agregado con el que están gravados los productos hace que las personas de escasos recursos, cada vez que adquieren algo deban pagar una suma que bien podrían utilizar para comprar otros bienes o para tener un mínimo ahorro para los días siguientes, dado que nada les sobra.
Ahora no basta con eso, sino que con el pretexto de «ingresar en la formalidad» ciertos negocios marginales surgidos de la pobreza y la increíble transferencia forzada de riquezas que fue la crisis de 2001, comenzarán a cobrar impuestos a la cadena de trabajo de la que forman parte los cartoneros.
De acuerdo a datos preliminares, actualmente la AFIP estima que hay unos 300 acopiadores (empresas que compran material a reciclar) y unos 15.000 recolectores (cartoneros) estimando unos 5.000 cartoneros que trabajan en el ámbito de la Capital Federal.
Los acopiadores cuando reciban la mercadería de los cartoneros o recoletores deberán registrar en ese formulario de venta los datos personales, DNI y domicilio. Además, deberán ser personas mayores de 18 años como una manera de evitar el trabajo infantil. Con la intención de evitar «trampas» el recolector no puede ser empleado registrado de la empresa que compra los materiales.
En el caso de que el acopiador no esté inscripto el comprador deberá retenerle el 21% de IVA y el 20% de Ganancias. Estos montos disminuyen notablemente cuando la actividad está formalizada a 10,5% de IVA y un 4% de Ganancias.
Recién a partir del 1 de octubre los acopiadores deberán registrar las ventas y a partir del 26 de noviembre estarán obligados a remitir, una vez por mes, los comprobantes de ventas a la AFIP. Echegaray reconoció que seguramente al principio necesitarán de la asistencia de un contador para cumplimentar el envio de la información.
Los acopiadores, que por lo que indica el artículo y el propio Echegaray no son grandes empresarios (de hecho ahora ni siquiera cuentan con contadores) entrarán en el laberinto burocrático e impositivo que sin lugar a dudas producirá multas a más de uno cuando no puedan cumplir con la normativa o con los datos que le sean solicitados. Esta medida dificulta claramente el trabajo a los acopiadores, lo que repercutirá sin lugar a dudas en el trabajo de los cartoneros, que lo que necesitan es que su trabajo sea ágil y que puedan cobrar fácilmente sin que les retengan nada por su trabajo (que ya suficientes dificultades presenta como para que le sigan imponiendo trabas).
A diferencia de lo que muchos piensan, los impuestos perjudican más a los pequeños emprendedores y asalariados que a las grandes multinacionales y las grandes empresas locales. Estas últimas, tienen la espalda financiera como para tener los impuestos en regla, y poder afrontar los costos laborales en los que incurren al contratar personal calificado, además de contar con un ejército de contadores y abogados que analizan y hacen cumplir las normativas en forma adecuada, teniendo acceso también a todos los mecanismos para descontarse cargas y cuándo no, trasladar los mayores costos a los precios. Los pequeños emprendedores (sea un peluquero, un almacenero, el librero, el kioskero, etc) ven en su camino cantidad de trabas para poder trabajar y para poder dar trabajo, que hace que muchas veces su ímpetu emprendedor termine aplastado por la burocracia, privándose de su proyecto, lo que priva de productos a los consumidores y de nuevos puestos de trabajo (tan necesarios) al mercado laboral.
Como si no fuera suficiente con el impuesto inflacionario, los pobres suman un nuevo impuesto que pagar.
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