De los almuerzos gratis

La noción de que las necesidades de un hombre son obligaciones para otro (o en otras palabras, que una necesidad crea un derecho) se ha asentado tan firmemente en la mente de las personas que, casi semanalmente,  revoluciones, disturbios y manifestaciones emergen alrededor del mundo. La gente suele echarles la culpa a sus líderes políticos por no poder brindarles mejores estilos de vida. Muchos creen que el Estado puede, milagrosamente, proveer prosperidad para todos simplemente creando y distribuyendo la riqueza. La gente ve al Estado como la fuente de un «almuerzo gratis» – del maná que cae del cielo.  […]

Como dice P.J. O’Rourke: «Si crees que la salud es cara ahora, espera a que sea gratis»,  el almuerzo más caro es el que es gratuito. En el mundo real, alguien debe trabajar para proveer y pagar por todos los beneficios gratuitos que otros reciben – y por «alguien» no nos referimos al Estado. Los Estados solamente proveen lo que obtienen de los impuestos que le cobran directamente a aquellos que se esfuerzan trabajando, y de manera indirecta, a todos los demás – incluyendo jubilados – mediante la emisión de dinero (es decir, inflación). Los Estados también pueden pedir dinero prestado, pero haciendo eso solo aumentan la dependencia futura en los impuestos  directos e indirectos para poder repagar esos préstamos.

El grado y la cantidad de estas manipulaciones y engaños confunden a la mente. Es virtualmente imposible calcular el costo de todos estos «almuerzos gratis.» Lo más paradójico de todo esto es, sin embargo, el impacto negativo que tiene los «almuerzos» gratis para quienes los reciben. Esas personas a las que intentamos ayudar, pero sin embargo, son seducidas a las trampas de la dependencia.

(Las cursivas son aclaraciones hechas por mi. Extraído de CARABINI, Louis E., Inclined to Liberty, Ludwig von Mises Institute, 2008. pp. 25-26)