Superavit Fiscal

¡Como me molesta cuando los gobiernos se tiran flores al tener superávit fiscal!

Evidentemente, cuando tenés superávit fiscal es porque estás haciendo algo mal.

Supóngase que el Estado tiene que gastar 1.000 pesos por mes para cumplir con sus funciones (dejemos de lado en este momento cuáles deben ser esas funciones y si el presupuesto es excesivo o no) y, para solventar los gastos asociados a las mismas, cobra el impuesto X.

Si recauda 1.100 pesos, está claro que el impuesto X está siendo excesivo y ese superávit fiscal de 100 pesos debería serle devuelto a los contribuyentes porque…¿Para qué necesitaría el Estado ese dinero extra? Si ya se están cubriendo todos los gastos que genera.

Primer problema (que van a plantear): “Distribuir ese excedente entre todos los contribuyentes sería una locura, porque a cada uno le correspondería una infinitésima parte y la burocracia de esa repartija generaría demasiado gasto”.

Estoy de acuerdo en que, a fines prácticos, devolverlo generaría un gasto mayor.

Segundo problema (que planteo yo, porque los detractores no lo van a plantear): “¿Qué pasa el mes que viene si seguimos cobrando como ahora el impuesto X?”

Voy a tratar de resolver primero el segundo problema:

a)      Se recaudan los mismos 1.000 pesos originales que se necesitaban.

b)      Se recaudan menos de 1.000 pesos.

c)       Se recaudan más de 1.000 pesos.

El caso a) plantea que el mes en el que hubo superávit fiscal, fue por una circunstancia extraordinaria, por la que no valdría la pena realizarle retoques al impuesto X.

El caso b) muestra que el impuesto X está sujeto a fluctuaciones, digamos que tiene una varianza notable (esperaba recaudar una cifra y lo que recaudé fue o bastante más o bastante menos de lo que esperaba).

El caso c) muestra que el impuesto X está recaudando más dineros de los que necesita el Estado y debería recalcularse.

Habiendo visto un poquito lo que puede pasar en el futuro, pasemos a resolver el primer problema: ¿Qué hacemos con la plata que sobra?

Opciones:

1)      La devolvemos

2)      La guardamos

3)      La gastamos

La opción 1) es bastante impráctica, puesto que, como se dijo antes, los gastos administrativos superarían los beneficios que recibirían los contribuyentes al devolverse el dinero.

La opción 2) parece bastante sensata. Se guarda en un banco a interés, por si algún mes hace falta cubrir gastos, como en el caso b) más arriba, ya sea por ser un impuesto con alta varianza o porque en algún mes aleatoriamente se recaudó menos.

La opción 3) es la que nunca debe dejársele realizar al Estado.

Es más, me juego a que los Estados se hicieron monstruosos a causa de la opción 3!

Me imagino que cuando el Estado (de algún país) era como un Tamagotchi, con funciones bien acotadas y poquito consumo, un día recaudó 100 pesos de más…

-Che, sobraron 100 mangos, ¿qué hacemos?

-Yyy….no da devolverlos, ¿y si subsidiamos el tren / hacemos una plaza / se lo damos a alguien que lo necesite?

Así, el mes siguiente no sobró nada y había que mantener la nueva función del Estado, así que se subieron los impuestos….y comenzó el efecto bola de nieve que llegó hasta nuestros días. :D

Volviendo al tema serio ¿qué hacer ante un superávit fiscal?

Primero que nada, guardar la plata a interés.

Observar qué pasa en el futuro y corregir el patrón que provee el superávit, bajando el impuesto X.

En caso de quedar en déficit, paliarlo con los ahorros y corregir hacia arriba el impuesto.

Así, se irán conociendo los patrones de fluctuación (en caso de que existan) y se tenderá al límite entre lo que se gasta y lo que se recauda, beneficiando siempre al contribuyente y evitando innecesarias nuevas atribuciones del Estado.

Como se aclaró en un principio, considérese que el Estado le brinda una serie de contraprestaciones bien definidas a los contribuyentes a cambio de esos 1.000 pesos.

¿Qué pasa si el Estado necesita ampliar el volumen de esas contraprestaciones? Lo dejo para otro artículo, pero seguramente será contestado por algún lector en los comentarios (Nótese, para los despistados de siempre, que puse VOLUMEN de las contraprestaciones y en ningún momento NUEVAS ATRIBUCIONES).

¿Muchas Libertades?

En el mapa de las ideas políticas se suele dividir a las personas entre aquellas que favorecen las libertades civiles (o sociales), de los que defienden la libertad económica, y de los que defienden ambas. Por supuesto, mis co-bloggers y yo, nos ubicamos en este tercer grupo.  Pero ¿es posible defender la libertad solo apelando a uno de sus aspectos?

Los defensores de las libertades civiles son, tradicionalmente, ubicados a la izquierda del espectro político y se autodenominan progresistas. Los defensores de la libertad económica son, tradicionalmente, ubicados a la derecha y les dicen conservadores.
A los defensores de «ambas» libertades se los suele denominar liberales, o en una  acepción mas moderna se los define como libertarios (esta término se deriva del liberalismo libertario).

El Nolan Chart, para identificar las ideas políticas.

Los libertarios creemos que las libertad económica y las libertades civiles están estrechamente relacionadas, son dos caras de la misma moneda, y sin una el ejercicio de la otra se hace imposible, o por lo menos, mas dificultoso.

Veamos algunos ejemplos [1]. La libertad de expresión es uno de los derechos que reivindican los progresistas, pero cuando la supervivencia de uno depende del estado, es decir el derecho de propiedad puede ser fácilmente violado por el gobierno, ¿cómo puede ejercerse la libertad de expresión?

La libertad de prensa, parece ser defendida por los progresistas, pero cuando el papel de diario y las imprentas pertenecen al estado, ¿qué libertad de prensa se puede ejercer? Si es el gobierno el que tiene el derecho y el poder de asignar ese papel,  el «derecho» de alguien a la «libertad de prensa» desaparece si el gobierno decide no asignárselo.

Como puede el progresista oponerse al servicio militar obligatorio y a la vez apoyar la violencia impositiva y el control gubernamental, sin contradecirse.

Del otro lado encontramos muchos otros ejemplos, los conservadores dicen defender los derechos de propiedad, pero a la vez favorece restringir el ejercicio de ese derecho a las actividades que considera inmorales. O favorecen el libre comercio y se oponen a la inmigración, ¿productos sí y personas no?

Como se habrán dado cuenta, para aquellos que están de acuerdo con el  respeto irrestricto por el proyecto de vida de otros, y la no-iniciación del uso de la fuerza, no es ilógico considerarse «derechista» en algunos aspectos e «izquierdista» en otros, la única alternativa coherente con el respeto por la libertad es el liberalismo libertario.

No es posible respetar los derechos civiles, y a la vez, no respetar la libertad económica, son dos caras de la misma moneda, y una sin la otra, no logran nada.

¿Y en Argentina, quién es quien?

En Argentina, en mi opinión, esta distinción entre conservadores y progresistas no se ve tanto, ambos suelen oponerse tanto a la libertad económica, en mayor medida, y a las libertades civiles, en menor medida («en menor» hasta ahí).

Pero en el mapa político argentino, podríamos identificar las posiciones del cuadro de Nolan, que es el que mejor expresa esta visión de las ideas políticas, de la siguiente manera:

liberalismo libertario: Partido Liberal Libertario
autoritarismo/estatismo: Proyecto Sur
izquierda: Partido Socialista
centro-izquierda: UCR
centro-derecha:  PRO
derecha: Partido Democráta

¿Y vos?

Para saber dónde te ubicas en el mapa político de las ideas podes hacer el test on-line (en inglés) o imprimirlo (o hacerlo desde la pantalla)  (en español)

notas:

[1] Algunos ejemplos fueron tomados de ROTHBARD, Murray N.   «Hacia Una Nueva Libertad. El Manifiesto Libertario»,  ed. El Grito Sagrado.

La culpa es del chancho, la responsabilidad no

Según su definición, una «delegación» es una transferencia de tareas, funciones, atribuciones y autoridad, que se realiza entre una persona que ocupa un cargo superior, a un inferior jerárquico para que opere en un campo limitado y acotado, normalmente con un objetivo específico.

Si A delega en B , y este a su vez delega en C , B sigue rindiendo cuentas a A y C a B. Con lo cual, lo que se delega es la tarea, pero no la responsabilidad. Si B le sigue respondiendo a A, pero A delega la responsabilidad, A desaparece del ciclo. Delegar responsabilidad, es salir del circulo. Es no hacer la tarea ni responder ni como va la tarea ni hacerse cargo si sale mal, eso es delegar responsabilidades, y en un sistema de jerarquías, eso es inadmisible.

Ahora bien, cuando B comete un atropello, pero A no delego la responsabilidad; A, al no intervenir reemplazando, reprendiendo, o sancionando al funcionario, valida su accionar y asume toda la responsabilidad por el atropello de B, como vimos antes.

Es natural que nos indignemos con las violentas actitudes del ministro del interior, o con las inescrupulosas intervenciones de la mayoría de los que conforman la primera plana de funcionarios del poder. Pero no hay que dejarse llevar por la primera reacción. En todas esas situaciones, uno tiende a tomárselas exclusivamente con el protagonista, cuando el verdadero responsable y actor virtual se encuentra en la punta de la piramide del poder: El gran titiritero.
¿Y por que el máximo responsable de ese poder no lo hace el mismo? Porque si lo hiciera, debe pagar el costo político, y le impactara negativamente en votos y aceptación. De modo que no le queda otra que mandar a un sicario a que haga su trabajo sucio por el. Afinemos bien el indice, y no mezclemos culpables con responsables.

Un paso peligroso

Me estaba preguntando por qué me costaba escribir tanto en estos últimos días  sobre la medida que le quita la licencia  a Fibertel para ofrecer a Internet, ahora me di cuenta el motivo. Se encuentra en  el argumento del gobierno y de los defensores de esta medida.

Su principal caballito de batalla es que el cierre de Fibertel es para evitar un monopolio, y fomentar la competencia.

Cuando uno se da cuenta que al mismo tiempo que dicen eso, lo que hacen es cerrar una de las empresas competidoras en el mercado de Internet , y reducir la cantidad de competidores a 2, queda algo descolocado.

Cuando afirman que una medida promueve X y la realidad demuestra que lo que hacen es lo contrario de X, pasamos del plano lógico-racional, al plano de lo irracional, la justificación de la medida es una ficción, es un maquillaje para el atropello de la libertad y los derechos de los individuos a elegir el servicio que les plazca, y tal vez mas importante, el de una empresa para ofrecer un servicio voluntario sin interferencia.

Cuando llegamos al plano de lo irracional queda anulada cualquier discusión, los argumentos ya no valen. Ese era el motivo de porque no podía escribir nada.  Como dice Orwell:

“Ahora nos hemos hundido a una profundidad en la cual la reafirmación de lo obvio es el primer deber de hombres inteligentes”

Creando Monopolios

El Estado dice haberle sacado a Fibertel la posibilidad de vender Internet, alegando una cláusula de una reglamentación por la que una empresa de cable no puede vender telecomunicaciones. En este caso es a causa de la pelea Oficialismo – Clarín, pero bien podría ser por cualquier otra causa que se le antoje al burócrata de turno.

Cuando el Estado tiene el poder para reglamentar y tomar decisiones arbitrarias y caprichosas, genera consecuencias en las que ningún burócrata se detuvo a pensar (El famoso “Lo que no se ve” de Bastiat).

Analicemos algunas, suponiendo que los anuncios fueran aplicables y no vayan a pasar años en las cortes:

  • Los consumidores irán compulsivamente hacia el resto de las empresas en un tiempo muy corto, sobrecargando la infraestructura que tienen, dejando a muchos abonados sin servicio o proveyendo un peor servicio a todos.
  • Creación de monopolios. En las zonas donde solo prestan servicios Fibertel y otra empresa (Speedy o Arnet), se dejará a los usuarios a merced de un solo proveedor, con las consecuencias que esto conlleva: aumeto de precios y baja de la calidad del servicio. Curiosamente el gobierno se manifiesta en contra de monopolios, pero los crea.
  • Genera Inseguridad Jurídica para todo tipo de negocios. Una reglamentación arbitraria y de aplicación en tan corto tiempo, sienta precedentes y desalienta las inversiones, incluso de pequeños y medianos negocios.
  • Da pie para que se inicien demandas de los consumidores a Fibertel y de Cablevisión al Estado, que tardarán años en las cortes y las cuales muy probablemente el Estado pierda. ¿A que no adivinan quién pagará las costas de esos juicios inganables?
  • Muchas familias obligadas a cambiar y a abandonar un servicio que están pagando voluntariamente, ya que lo consideran mejor que el resto de los proveedores (o, a lo sumo, menos peor).
  • Encarecimiento del servicio de Internet. A menor cantidad de oferta y la misma demanda, es natural que suba el precio.

Una vez más puede verse como el Estado regulando al libre intercambio de bienes y servicios solo consigue que el burócrata de turno tome decisiones que, al final del día, solo afectan a los consumidores.

Mañanera

«La libertad no puede ser definida por la seguridad. La libertad es definida por la posibilidad de los ciudadanos de vivir sin interferencia del gobierno. El gobierno no puede creer un mundo sin riesgos, ni tampoco nosotros querríamos vivir en una ficción como esa. Solo una sociedad totalitaria pediría por la seguridad absoluta como ideal que vale la pena, porque requeriría un control estatal total sobre la vida de los ciudadanos. La libertad solo tiene sentido si aún creemos en ella cuando suceden cosas terribles y asoma el falso manto de seguridad que pretende brindar el gobierno»

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Helados para todos: El peor enemigo del gobierno rosarino

Iba a escribir algo sobre las medidas impuestas por el Dictador Económico  de la Nación, Guillermo Moreno, sobre los precios de las naftas. Prefiero guardarme los comentarios para cuando comience el desabastecimiento, que, lo más paradójico, se va a dar a partir de la entrada en vigencia de la ya conocida Ley de Abastecimiento, conocida por haber sido implementada por varios gobiernos de carácter autoritario.

Pasando a otro tema, vamos a abandonar a la Ciudad de Buenos Aires por un rato, y nos mudamos a Rosario, donde quedan expuestos los empresarios promedios argentinos, amantes de la prebenda y mediocres.

La situación es la siguiente:

Durante años Rosario se jactó de ser la capital nacional del helado artesanal, pero la llegada de un competidor cordobés provocó que el lobby heladero de la ciudad lograra que la municipalidad suspenda por 60 días la instalación de nuevos locales.

Detrás de la medida se encuentra la Cámara de Industriales y Comerciantes del Helado Artesanal de Rosario de que no tiene ningún empacho en admitir que la limitación tiene un objetivo muy claro: impedir el crecimiento de Grido, la cadena cordobesa que desembarcó en Rosario el último verano y ya cuenta con catorce sucursales.

Muchas veces cuando uno plantea que el estado deje tranquilo a la gente y no se meta en lo que son acuerdos libres y voluntarios, se plantea que de ser así la situación sería una donde «el más grande se come al más chico» o analogías de ese estilo. Que mejor que este ejemplo para demostrar que es más fácil que los poderosos se impongan cuando vivimos con estado que quiere acaparar todo.

Veamos, por un lado, tenemos 15 marcas de heladerías en Rosario que parecen competir plácidamente, con precios similares, y entre todas se reparten el control del mercado de helados rosarino, con la irrupción Grido, que poco importa si es de Rosario, Córdoba, Estados Unidos, o Vietnam ,  los consumidores se inclinan a consumir sus productos, y ¿Que hacen las demás heladerías? Pueden optar dos caminos:

1. Intentar competir, ofrecer un mejor producto a los millones de rosarinos para que ellos, voluntariamente, elijan alguna de las tradicionales marcas de Rosario por sobre la de Córdoba. La competencia, no es otra cosa que buscar la excelencia en el servicio hacia los demás, para el beneficio propio. En otras palabras, los vendedores cooperan con los consumidores, al adaptarse a sus necesidades y preferencias.

2. La otra opción sólo está disponible cuando el gobierno tiene la potestad de entrometerse, de «defender la competencia», «proteger la industria» o el eufemismo que más les guste. La otra opción consiste en convencer a la mitad de los concejales de que tu propuesta es buena, ni siquiera es eso, basta con ofrecerles donaciones.

En síntesis, en una sociedad libre, las heladerías rosarinas, ante la llega de Grido, deberían esforzarse en satisfacer a los consumidores o de lo contrario no podrían sobrevivir. Si vivimos bajo una situación como la descripta en el punto 2, todo es más fácil, se puede convencer a un pequeño grupo de hombres que pueden forzar sus intereses por sobre los de todo el resto.

nota aparte: No sé si fue elección del autor de la nota en La Nación la elección de llamar a la llegada de Grido a Rosario como «La invasión cordobesa» o lo tomó del lenguaje de empresarios rosarinos, pero me hacer acordar a esta frase de Alberto Benegas Lynch (h) que demuestra como el intervencionismo es lo contrario a lo que es el mercado (de hecho la palabra que usa Mises para mercado es catalítica, uno de sus significados es «pasar de ser enemigos a amigos»):

Conspira contra la globalización comercial, en primer lugar,una arraigada mentalidad antiliberal que ha plagado de términos militares el vocabulario de comercio internacional. Así la exportación se convierte en la ‘conquista de mercados’, la importación pasa a ser una ‘invasión de productos’, se deciden aumentos en los aranceles en ‘represalia’ contra previos incrementos similares del país al que se pretende castigar, etcétera.

Peligro: xenofobia institucional

La xenofobia, nos dice la RAE, es «Odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros», un sentimiento bastante despreciable, pero que si predomina entre las esferas del poder, no solo es despreciable si no que es peligroso.

Que un ministro haga una propuesta xenofóbica  es  lamentable, y una señal que debe mantenernos alerta, este tipo de ideas siempre fueron perjudiciales para cualquier  sociedad, su implementación siempre llevó a un desenlace  trágico.

Me refiero, a la incipiente idea de prohibir, o regular estrictamente,  la venta de tierra a extranjeros. No es necesario escribir mucho acerca del tema, la manera más eficiente de derribar cualquier tipo de proyecto de este estilo es el argumento legal, sin necesidad de entrar en discusiones filosóficas o de política. Tan sólo tenemos que recordar algunos artículos de la Constitución Nacional:

Artículo 20.- Los extranjeros gozan en el territorio de la Nación de todos los derechos civiles del ciudadano; pueden ejercer su industria, comercio y profesión; poseer bienes raíces, comprarlos y enajenarlos; navegar los ríos y costas; ejercer libremente su culto; testar y casarse conforme a las leyes. No están obligados a admitir la ciudadanía, ni a pagar contribuciones forzosas extraordinarias…

Artículo 28.- Los principios, garantías y derechos reconocidos en los anteriores artículos, no podrán ser alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio

No queda mucho mas para escribir.

Derrumbando las ilusiones estatistas (apuntes sobre el derrumbe en Villa Urquiza)

A partir del lamentable derrumbe del Lunes, y las posteriores repercusiones me surgieron algunas reflexiones que quisiera compartir.

1. Los aduladores del estado se vieron en un embrollo. La obra estaba en regla, habían hechos los trámites que exige el gobierno para iniciar una construcción, presentaron los planos, el ingeniero estaba habilitado, nada  raro. Ante esto estatistas de todas las especies (periodistas y políticos) se pusieron a buscar dónde falló el estado, esto se debió – piensan ellos – a la ausencia del estado,  a la anarquía reinante, y no a la pesada regulación. Para poder sostener ésta tesis de que el derrumbe se dio debido a  la poca regulación y la falta de control de las obras en construcción hurgaron en la historia del Ing. Heyaca Varela para intentar demostrar que hace falta más estado .  ¿Qué encontraron? Por un lado, el ingeniero estuvo suspendido 6 meses por no colocar las pantallas protectoras en una obra en el 2006, una falta menor, nada concreto como para fortalecer su proposición de que el falta regulación. El segundo antecedente, el más reciente, era la  causa perfecta. La UOCRA había denunciado la obra el 17 de junio por irregularidades, no sólo podían armar el caso contra el gobierno, también podían abogar por darle más poder a los sindicatos.  Se la dejaron picando,  o eso parece.

No fue así, no hace falta ser un periodista de investigación para darse cuenta que la denuncia de la UOCRA nada tiene que ver con el colapso del gimnasio, el 17 de junio se estaba demoliendo al estructura anterior, afortunadamente las irregularidades denunciadas no pasaron a mayores. Recién el lunes 9 de agosto se comenzó el pozo de la obra, por lo que alcanza a la obra en sí no parece parece que haya existido alguna deficiencia en el control, al menos no después de la demolición de la estructura anterior. Macri lo dijo mejor que nadie «el estado estuvo presente».

Como vemos, las supuestas razones  utilizadas para señalar a la falta de regulación y control como la causa del derrumbe, y para que los estatistas se regodeen reclamando mas estado no parecen ser convincentes, ninguna de las causas esgrimidas tiene  relación con medidas que debería haber tomado el gobierno para evitar la tragedia. El estado estuvo presente, y los cimientos igual cedieron.

 

El estatismo quedo sumergido en las ruinas del gimnasio de Villa Urquiza

2. ¿Por  qué no se caen la mayoría de las obras? Si el estado hubiese fracasado en el control de la obra de la calle Mendoza, se puede deducir que el resto de las obras se mantienen en pie y tienen un final feliz gracias a la correcta aplicación de las regulaciones para la edificación, al menos eso es lo que intentan argumentar los que sostienen la teoría de la falta de regulaciones, y así poder avanzar con un control mas estricto sobre las obras.  Fracaso estatal mediante,  o no, las obras  no se sostienen sobre las regulaciones, sino sobre la responsabilidad de los ingenieros y arquitectos. Aunque no lo parezca, hay productos que usamos en nuestra vida cotidiana no están bajo estrictas normas de control y regulación gubernamental, y al terminar cada día nos vamos a dormir sanos y salvos, y el gobierno no estaba ahí para regular, controlar y verificar la calidad de los productos. Es la competencia, la necesidad de ofrecer un buen servicio/producto para poder sobrevivir, la responsabilidad de los daños provocados, y el prestigio de una marca, son las principales motivaciones para buscar la excelencia en el servicio, o por lo menos para no defraudar al consumidor.

3. Entonces, ¿Para qué está el Código de Edificación? El Código de Edificación es un obstáculo a la construcción. Encarece los proyectos, retrasa la innovación y retrasa las construcciones. Justamente hoy, mientras viajaba en subte, escuchaba una conversación sobre los 90 días que tarda la Agencia de Control Gubernamental en aprobar un proyecto de ampliación de superficie, dato aparte, no podían agregar un rubro más a su negocio por no respetar la zonificación de la parcela.

Otra de las consecuencias en las regulaciones gubernamentales es la estandarización, de esa manera cualquier nueva técnica de construcción, cualquier nuevo material, tardará años en adoptarse debido a los altos costos que imponen dichas regulaciones para los innovadores. Los que se diferencian son los promotores del progreso.

4. ¿Y qué hay de nuestro «derecho a no sufrir derrumbes»? No existe ese derecho. El derecho a «no sufrir derrumbes» sera una utopía. Mientras existan obras en construcción la posibilidad de que alguna de ellas se desplomen por imprudencia o algún factor natural  esta presente.

Pareciera que, los que tienen fe que el estado solucionará todas las incomodidades que significa vivir ,  exigen  que la vida misma deba ser una experiencia donde no exista el riesgo. Nuestras acciones no deberían estar sometidas a la incertidumbre de su resultado, al libre albedrío, sino que alguien (el gobierno), sostienen ellos,  debe garantizarnos el éxito, o al menos protegernos de las consecuencias del fracaso. Aplicando esa creencia, hoy ni siquiera podríamos gozar de las señales de humo para comunicarnos ¿o acaso el fuego no es peligroso?

A veces las cosas salen mal, tomamos malas decisiones, no prestamos la debida atención, y esas malas decisiones acarrean consecuencias negativas, el fracaso personal,  o la  obligación de reparar el daño, son alguna de ellas. Cada uno de nosotros debemos ser responsables por esos resultados, y por ende, actuar lo más prudente que se pueda, la existencia de esa «red de protección» solo nos incentiva a obrar de manera mas riesgosa de la que hubiésemos actuado de no existir ese colchón.

En sentido contrario, el socialismo cubano parece asegurar el «derecho al derrumbe»

5. ¿Y quién regula? Para terminar, ¿quién regularía en una sociedad libre, pacífica,  donde los seguidores del estado, cual dios de una religión, no tengan el poder de imponerse sobre aquellos que aspiran a vivir en libertad? La ausencia de una regulación monopólica del gobierno no implica la ausencia total de regulación, las mismas empresas, por las razones que mencioné mas arriba se autorregulan sometiendo sus productos a evaluaciones de prestigiosas empresas que ofrecen servicios verificación de calidad como lo son Underwriter Laboratories, SGS,  Intertek, Orthodox Union (comida kosher), o alguna de las doce certificadoras de comida halal . En última instancia son los consumidores los que todos los días con sus decisiones regulan quienes siguen participando en el mercado, y quienes deben dejar de hacerlo.

En el plano profesional los colegios podrían funcionar como organismos de auto-control dentro de cada profesión, en la actualidad  esta función se ve algo degradada debido a la obligatoriedad a colegiarse para ejercer muchas profesiones, y el monopolio que tienen estos Colegios ‘oficiales’ por sobre asociaciones que intentan competir pero les es imposible  por no contar con el aval gubernamental.

Y por último, las compañías de seguro ofrecen otra garantía más contra las conductas temerarias, el seguro de un mal conductor es más caro, o nadie se arriesgaría a asegurar a un ingeniero imprudente o irresponsable.

6. Conclusión. Ninguna de las alternativas  a la regulación gubernamental que proponemos ofrecen un 100% de certidumbre, no ofrecen la certeza de que la obra no se va a derrumbar, ni de que los cálculos del ingeniero sean precisos, esa certidumbre es imposible en una sociedad respetuosa de los derechos humanos. Tampoco podemos mencionar todas las alternativas,  ya que no   conocemos las ideas que , en un ámbito de libertad, surgirían para revolucionar el mercado de la certificación de calidad.  Sin embargo, la existencia  un amplio abanico de opciones alternativas a la regulación por parte del estado,  incentiva a que el  ingeniero sea más precavido, además  de que el que solicite los servicios del ingeniero o el arquitecto tenga más cuidado a la hora de elegir, se asesorará más, y  no podrá, luego de su conducta imprudente, señalar al estado como el responsable.

Pero mas allá de todos los beneficios prácticos, el mensaje esta claro: Sin responsabilidad individual, no hay libertad que pueda sobrevivir.

El mito de la inflación “buena”

«Comprometiendose a una política inflacionaria o deflacionaria un gobierno no promueve el bienestar general, el bien común, o el interés de toda una nación. Solo favorece a uno o varios grupos del país a expensas de otros grupos y es imposible de saber por adelantado que grupo se verá favorecido por las medidas deflacionarias o inflacionarias  y en que medida» – Ludwig von Mises

Hugo Moyano declaró que la inflación que tenemos es beneficiosa:

«Hay una inflación bastante controlada», indicó Moyano, quien puntualizó que «los principales defectos de una economía son la hiperinflación, la deflación y la depresión». En cambio, destacó que «la inflación actual está controlada y facilita la movilidad social».

No es la primera vez que tenemos que escuchar esto, probablemente el mas recordado desde la llegada de la democracia es el ex-presidente Alfonsín que nos sugería que «un poco de  inflación es bueno», algunos meses después ese «poco»  se convirtió en «mucho» y todos sabemos como termino esa historia.

Mucho más acá en el tiempo, la ex-ministra que guardaba dinero en el baño (solo se exponía a  bañaderas y no a  salideras), decía al órgano del gobierno, Página/12, lo siguiente:

Necesariamente debemos pasar por una inflación un poquito más alta que la deseada, pero es eso o la paz de los cementerios.

Lo que planteaba Felisa era un falso dilema, muchas veces después de la inflación mas alta que la deseada llega la paz de los cementerios.

Declaraciones así hay muchas, Viviani, el «representante» de los taxistas, también dijo algo similar. Sus representados no deben pensar lo mismo.

Cuando existe una duda sobre economía, como se habrán dado cuenta, todos los caminos conducen al gran Henry Hazlitt, el mejor divulgador de economía que tuvo la escuela austríaca. Esta vez vamos a consultar «Lo que deberías saber de la inflación» (en inglés disponible online acá) ¿qué tiene pare decirle a Felisa, Hugo, y el resto de la banda inflacionista?

Tampoco parecía comprender Slichter [profesor pro-inflación de Harvard al que crítica Hazlitt en este capítulo]  como la inflación ejerce su magia transitoriamente. Lo hace sólo mientras los precios aventajan a los costos (principalmente de los salarios). Después , la restauración en perspectiva o el aumento de los márgenes de utilidades pueden derivar en un aumento de la producción y de la ocupación. Pero todo se termina una vez que los trabajadores se dan cuenta del juego, y los salarios y otros costos empiezan a subir con más rapidez que los precios. Los apósotles de la inflación permanentemente (inflación «lenta conmtinuada») son aquellos que creen que los obreros se les puede engañar permanentemente.

[…]

Un gobierno no puede planear un aumento «gradual» de los precios, porque si la gente sabe, pongamos por caso, que los precios estarán 3% mas altos el año que viene, hará subir los precios inmediatamente. Si los acreedores saben que el poder adquisitivo del dinero se les pide en préstamo hoy se va a depreciar un 3% dentro de un año, agregarán un 3% al interés que hubieran exigido de no mediar esta circunstancia; de manera que en cambio de prestar, digamos, al 5% lo harán al 8.

Lo mas gracioso de todo esto, que mientras el Prof. Slichter defendía una inflación del 2% o 3%  anual, en Argentina Moyano y Cia. defienden una inflación del 25% o 30% anual, la maquina de la inflación ya parece funcionar por inercia.

A ningún país le resulta difícil poner en marcha su inflación, pero la mayoría de ellos encontraban que políticamente era casi imposible detenerla.

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