El mito de la ausencia del estado

Cada preocupación de la sociedad que se convierte en el centro de la agenda política de la semana tiene un responsable. Ya sea la inflación, la desocupación, las drogadicción, la falta de viviendas, etc. el responsable es el mismo. Políticos y periodistas de todos los colores señalan al «estado ausente» como la causa de esos, y todos, los males.

La toma del Parque Indoamericano, y las sucesivas tomas en otros puntos del país se dieron debido a que el «estado estaba ausente» en materia de política habitacional, dicen los periodistas.  El problema del narcotrafico que se agrava cada vez más y más, acá y en el mundo, sigue existiendo por la «ausencia del estado», consignan los expertos. La inflación se dispara por la misma causa, y los desempleados que siguen desempleados son por la «ausencia del estado», es la creencia popular.

Estos diagnósticos, por supuesto incorrectos, nos dan un indicio de la miopía de políticos y periodistas que luego es contagiada a la sociedad en general. Es evidente que esta miopía no se debe a la ignorancia, si no a una cuestión estratégica: «si el estado estaba ausente y ocurrió X, cuando yo maneje el estado lo voy a resolver». Quiero decir, los políticos se presentan como salvadores, y creen que la política puede salvar a la gente, lo que falta, dicen, es la persona adecuada.  Sin embargo esta estrategia trajo consecuencias nefastas, porque la población en general se comenzó a creer que el estado es una especie de dios que todo lo puede, y el problema es que los políticos a cargo son ineptos, «el sistema funciona pero hay que encontrar a la persona apropiada» ,piensan .

Ahora bien, señalar la «ausencia del estado» como causa de todos los males es una postura que se basa en una mentira, no tiene ningún asidero, porque el estado está y estaba más presente que nunca, tan presente que se naturalizó esa presencia y no se lo notaba. El reclamo de siempre no es por un estado presente, es por más estado del que había antes.

Ya lo dijimos con el derrumbe de Villa Urquiza, y un análisis similar se podría hacer con todos los demás temas, como el estado está presente. Es el parte del problema y no de la solución.

La inflación es fruto de las políticas del estado de expansión monetaria, y no  la «falta de políticas anti-inflacionarias», el aumento del narcotrafico y la violencia relacionada con drogas no se debe a que el estado no las combate con la vehemencia suficiente, si no a que lo combate y logra que las mafias se hagan cargo del negocio,  el problema habitacional no se debe a que el estado no construyó suficientes casas (no debería porque hacerlo), mas bien es difícil acceder a una vivienda por que desde el estado se arrasó con la confianza en el  sistema bancario y generaron rechazo en los ahorristas, y en consecuencia en un descenso del crédito disponible, que hoy en materia hipotecaria es inexistente. El desempleo no se explica porque el estado no creó los suficientes puestos de trabajo (el estado no puede crear empleo, solo transferir recursos de un sector a otro) más bien el desempleo se debe a las leyes laborales anti-democráticas, copiadas del estado mussoliniano, y a la falta de inversión en la Argentina, producto de la presencia constante  del estado  en todos los ambitos.

En conclusión, atribuirle facultades mágicas o típicas de los dioses al estado genera dos problemas: por un lado empeora los problemas actuales que se deben a la intervención estatal, cuando se cree que el estado está ausente, por el otro una sociedad de personas pasivas, en su mayoría meros observadores, que abandonaron cualquier intento de pensar, y optaron por someterse a lo que diga uno u otro político, renunciaron a ser dueños de su vida y de su destino, de reclamar el fruto de su trabajo, su derecho a decidir que camino tomar en la vida, y optaron por entregarles su vida, su libertad y propiedad, para que intenten resolver por ellos los problemas que tienen.

El mensaje es simple:

Ante el fracaso del estado, ¿por qué no intentar con más libertad?

Ante el fracaso del estado, ¿por qué no intentar con más libertad?

Villa Soldati: ¿La Ausencia del Estado?

[Publicado originalmente el 16/12/10 – La crisis es filosófica]

La ocupación del Parque Indoamericano por parte de un abultado grupo de personas en supuesta búsqueda de un lugar para vivir y el posterior enfrentamiento entre “usurpadores” y “vecinos” llevó a muchos a la conclusión de que esto es lo que pasa cuando el Estado se ausenta.

Desde prestigiosos periodistas hasta columnistas de algún programa de TV compartían -más o menos- la misma línea de razonamiento: Cuando el Estado no está, reina la anarquía, y la anarquía es la guerra de un bando dispuesto a todo que se enfrenta a otro dispuesto a todo, y más.

Ahora bien, aun suponiendo que el escándalo fue armado por algún político interesado en “desestabilizar”, de no haber una situación propicia, este personaje no podría ni organizar la ocupación de un locutorio. Entonces, ya sea que la okupación fue armada o espontánea, lo que se aprecia es que la miseria y la exclusión no han sido erradicadas aún.

¿Y quién es culpable de esto? ¿El Estado ausente? Veamos…

Por ley, el salario mínimo que un empresario debe pagar a un empleado es de 1740 pesos mensuales. Por supuesto, esto genera que si un empresario pudiera contratar por debajo de ese nivel, tendría dos opciones: o no contratar (desempleo), o contratar en negro. Si recurre a la segunda, el empleado tiene trabajo pero difícilmente tenga acceso a un crédito para comprar una casa, por ejemplo.

Por otro lado, según el Banco Mundial, los trámites burocráticos necesarios para registrar una empresa en el país pueden llevar hasta 27 días hábiles. En países que progresan, en cambio, los trámites pueden tomar entre uno y dos. No es extraño entonces que la proliferación de empresas en argentina sea lenta y el empleo no crezca.

Además, en el país tenemos cerca de un 30% de inflación anual, cuyo único responsable es el gobierno, que debe financiar sus crecientes gastos.

Por último, nuestros gobiernos están siempre dispuestos a crear “derechos” allí donde haya un grupo que diga tener una necesidad y luego financiarlos con el dinero de todos, mediante impuestos, inflación o deuda.

Como conclusión, tenemos un Estado que en aras de mejorar la situación del trabajador genera desempleo, un Estado que por controlar y supervisar al mercado y a sus agentes, destruye el incentivo para la creación de empresas que son vitales para dar trabajo y ofrecer productos a precios competitivos.

Un Estado que para alentar el consumo y salir de la recesión, ha generado una inflación que dios sabe cuándo y cómo terminará. Y, por último, tenemos un Estado que está dispuesto a compensar a cualquiera que proteste, total no asume por ello ningún costo económico, sino que nos lo traslada a todos nosotros.

Entonces ¿Cómo no va a haber gente que viva de changas y que al no poder seguir pagando su aumentado alquiler, siga al que le dice “si vamos al parque, podemos conseguir un subsidio”?

Finalmente, que los enfrentamientos no hayan sido frenados por las fuerzas de seguridad reflejan la inacción estatal. Pero nada de lo que llevó a generar esta situación tiene que ver con la inacción estatal. Es más, cabe preguntarse si no se debe al fenómeno inverso.


Superavit Fiscal

¡Como me molesta cuando los gobiernos se tiran flores al tener superávit fiscal!

Evidentemente, cuando tenés superávit fiscal es porque estás haciendo algo mal.

Supóngase que el Estado tiene que gastar 1.000 pesos por mes para cumplir con sus funciones (dejemos de lado en este momento cuáles deben ser esas funciones y si el presupuesto es excesivo o no) y, para solventar los gastos asociados a las mismas, cobra el impuesto X.

Si recauda 1.100 pesos, está claro que el impuesto X está siendo excesivo y ese superávit fiscal de 100 pesos debería serle devuelto a los contribuyentes porque…¿Para qué necesitaría el Estado ese dinero extra? Si ya se están cubriendo todos los gastos que genera.

Primer problema (que van a plantear): “Distribuir ese excedente entre todos los contribuyentes sería una locura, porque a cada uno le correspondería una infinitésima parte y la burocracia de esa repartija generaría demasiado gasto”.

Estoy de acuerdo en que, a fines prácticos, devolverlo generaría un gasto mayor.

Segundo problema (que planteo yo, porque los detractores no lo van a plantear): “¿Qué pasa el mes que viene si seguimos cobrando como ahora el impuesto X?”

Voy a tratar de resolver primero el segundo problema:

a)      Se recaudan los mismos 1.000 pesos originales que se necesitaban.

b)      Se recaudan menos de 1.000 pesos.

c)       Se recaudan más de 1.000 pesos.

El caso a) plantea que el mes en el que hubo superávit fiscal, fue por una circunstancia extraordinaria, por la que no valdría la pena realizarle retoques al impuesto X.

El caso b) muestra que el impuesto X está sujeto a fluctuaciones, digamos que tiene una varianza notable (esperaba recaudar una cifra y lo que recaudé fue o bastante más o bastante menos de lo que esperaba).

El caso c) muestra que el impuesto X está recaudando más dineros de los que necesita el Estado y debería recalcularse.

Habiendo visto un poquito lo que puede pasar en el futuro, pasemos a resolver el primer problema: ¿Qué hacemos con la plata que sobra?

Opciones:

1)      La devolvemos

2)      La guardamos

3)      La gastamos

La opción 1) es bastante impráctica, puesto que, como se dijo antes, los gastos administrativos superarían los beneficios que recibirían los contribuyentes al devolverse el dinero.

La opción 2) parece bastante sensata. Se guarda en un banco a interés, por si algún mes hace falta cubrir gastos, como en el caso b) más arriba, ya sea por ser un impuesto con alta varianza o porque en algún mes aleatoriamente se recaudó menos.

La opción 3) es la que nunca debe dejársele realizar al Estado.

Es más, me juego a que los Estados se hicieron monstruosos a causa de la opción 3!

Me imagino que cuando el Estado (de algún país) era como un Tamagotchi, con funciones bien acotadas y poquito consumo, un día recaudó 100 pesos de más…

-Che, sobraron 100 mangos, ¿qué hacemos?

-Yyy….no da devolverlos, ¿y si subsidiamos el tren / hacemos una plaza / se lo damos a alguien que lo necesite?

Así, el mes siguiente no sobró nada y había que mantener la nueva función del Estado, así que se subieron los impuestos….y comenzó el efecto bola de nieve que llegó hasta nuestros días. :D

Volviendo al tema serio ¿qué hacer ante un superávit fiscal?

Primero que nada, guardar la plata a interés.

Observar qué pasa en el futuro y corregir el patrón que provee el superávit, bajando el impuesto X.

En caso de quedar en déficit, paliarlo con los ahorros y corregir hacia arriba el impuesto.

Así, se irán conociendo los patrones de fluctuación (en caso de que existan) y se tenderá al límite entre lo que se gasta y lo que se recauda, beneficiando siempre al contribuyente y evitando innecesarias nuevas atribuciones del Estado.

Como se aclaró en un principio, considérese que el Estado le brinda una serie de contraprestaciones bien definidas a los contribuyentes a cambio de esos 1.000 pesos.

¿Qué pasa si el Estado necesita ampliar el volumen de esas contraprestaciones? Lo dejo para otro artículo, pero seguramente será contestado por algún lector en los comentarios (Nótese, para los despistados de siempre, que puse VOLUMEN de las contraprestaciones y en ningún momento NUEVAS ATRIBUCIONES).

Sobre la interferencia de los gobiernos

«Es importante recordar que la interferencia del gobierno siempre implica acción violenta o la amenaza de tal.  El gobierno es, en última instancia, el empleo de hombres armados, policías, gendarmes, soldados, carceleros y verdugos. La característica esencial del gobierno es la ejecución de sus decretos mediante golpizas, muertes y encarcelamientos.»

Dos objeciones a la ley sobre el matrimonio gay

El impecable post de Jaiek arroja buenas conclusiones a favor del matrimonio gay, para los que no lo hicieron leanlo.

Agrego una causa mas de porque aquellos comprometidos con la libertad deben defender esta ley.

La situación actual (o en realidad, hasta ayer) del matrimonio consistía que la libertad de contratar en temas de familia (especificamente, matrimonio) se veía estrictamente restringida a determinadas clausulas inmodificables pre-establecidas por la ley  por un lado (y esto sigue igual), y por el otro que los sujetos capaces de celebrar ese contrato pueden ser solamente dos y de sexos opuestos.  Que pasa con este cambio?  Lo que logra la modificación del código civil es retirar un poco mas al gobierno de las restricciones que impone a la libertad de asociación permitiendoles a personas del mismo sexo celebrar el contrato de «matrimonio civil», de esa manera se le da mas libertad a los individuos de poder contratar y asociarse.

De todas maneras, viendo ayer el desarrollo del debate (solo el final) en el Congreso, hay dos asuntos que quedaron a la vista y que son preocupantes:

–  En primer lugar el Senador Pichetto describió un artículo de un proyecto alternativo de unión civil, que permitía que el funcionario a cargo de celebrar el matrimonio rehusarse bajo la figura de «objetor de conciencia», como digno de un «estado totalitario», dejando de lado que minutos antes afirmó que la función del estado es «garantizar la felicidad», este artículo criticado ofrece un claro ejemplo de porque regular asuntos privados de las personas es meterse en un problema. Desde el punto de vista legal no hay ningún problema, pero para un defensor de la libertad que el estado favorezca ciertos valores morales por sobre otros si lo es. Veamos, antes de la legalización del matrimonio gay el mesnaje de la legislación era: «no reconocemos los derechos de los gays a celebrar el contrato de matrimonio», y de esta manera los homosexuales veían como el estado adoptaba cierta legislación, sustentanda en cuestiones de principios, que los desfavorecía. Ahora, los conservadores creen que otorgando el estado (y sobre esto es el segundo punto que voy a mencionar a continuación) el derecho a los homosexuales a casarse, se esta imponiendo la moral libertina  (sic).

En definitiva, dejar los asuntos privados que no agreden a un  terceros por fuera de la orbita estatal, es la mejor solución que debería dejar contentos a todos.

– En segundo lugar, muchos de los senadores que apoyaban el proyecto de ley hablaban de que estaba «extendiendo derechos», «otorgando derechos», «incorpornado derechos», etc. El problema en esta cuestión se rádica en que los legisaldores creen que pueden otorgar derechos a piaccere, que los pueden crear, modificar e incluso eliminar. Esto es sumamente grave porque como han dicho muchos «todo lo que te puede dar un gobierno, de un dia para el otro, te lo puede quitar» y por otro lado porque crea muchos derechos que no son realmente derechos, mas bien violaciones de los derechos en nombre del derecho.

En sintesís, el segundo punto en contra es reconocer que los legisladores estan creando derechos, cuando la realidad es meramente un reconocimiento por parte del estado de derechos que ya tenían desde antes los individuos pero que estaban restringidos anteriormente, de ahí a que estos dos puntos que mencioné se cruzan, por mas que la segunda objeción merezca un mayor desarrollo para que sea bien comprendida.

Algunas reflexiones que deja el debate del matrimonio homosexual

Quiero escribir algunas reflexiones sobre el debate del matrimonio homosexual, sin discutir el asunto en sí mismo, sino las implicancias que tienen los hechos y dichos que se dieron durante esta discusión. Es muy importante abstraerse del asunto, y pensar qué sería de nuestras vidas si dejamos que nuestras decisiones más íntimas estuvieran al arbitrio de los demás o de las mayorías circunstanciales.

1- «No es un tema prioritario, hay otras cosas para debatir»

Podemos estar de acuerdo, dependiendo del lado del mostrador en el que nos encontremos. Para los heterosexuales puede ser un tema menor, pero para los homosexuales, es un tema prioritario en su agenda porque los afecta directamente. Es bueno ponerse de ambos lados de la discusión.

2- ¿Debemos aceptar que se legisle sobre los aspectos más íntimos de nuestras vidas?

Por suerte nadie me dijo con quién tenía que casarme, y me casé con quién yo quise. ¿Hubiese aceptado que alguien me impusiera con quién hacerlo? De ningún modo, venga del ámbito familiar, o de la sociedad en la que me desarrollo. Estaría en una lucha similar a la de la comunidad homosexual seguramente, luchando por mi derecho a gobernar mi vida sin que los demás me impongan su voluntad.

3 – «Hagamos un plebiscito para determinar si la gente quiere aceptar o no el matrimonio homosexual»

De ninguna manera dejaría que plebisciten una decisión de vida tan pero tan íntima y personal. Les pido a todos aquellos que quieren plebiscitar la vida de los demás, que piensen si ellos mismos estarían dispuestos a que todos plebiscitemos sus decisiones de vida antes. Es muy simple, yo no me meto en tu vida, vos no te metas en la mía.

4 – «El matrimonio es una institución religiosa sagrada, entre un hombre y una mujer»

Libertad de culto significa que cada uno puede profesar la religión que quiera o no practicar ninguna si así lo deseamos. Esto mismo significa que si yo no profeso un culto, nadie tiene por qué imponerme los valores de dicho culto (sea musulmán, evangélico, católico, judío, budista, etc). Separemos los valores por los que deseamos regir nuestras propias vidas, de los valores comunes indispensables que rigen a una sociedad libre y tolerante al disenso.

Asimismo, debemos aprender a separar la faceta civil del matrimonio, de la religiosa. Nadie está queriendo modificar ninguna religión, pero sí la vida civil que queremos llevar.

5 – ¿Por qué existe sólo una forma de matrimonio?

Algo que muchos liberales nos preguntamos siempre, es por qué el código civil presenta una y sólo una forma de matrimonio.  Yo no pude firmar el contrato matrimonial que quise, usé el que me impusieron. Está bien, yo decidí que finalmente era lo que quería y me convenía, pero probablemente haya mucha gente que quiera hacerlo bajo unas condiciones diferentes de las actuales y hoy no puede hacerlo (habría mil variantes, un matrimonio con más obligaciones, o con menos obligaciones que las actuales, con implicancias diferentes en cuanto a la división o unificación del patrimonio, etc etc).

Las acciones que nos atañen personalmente sin afectar a terceros, no pueden ser rechazadas o regladas por nadie diferente de nosotros mismos. Esa es la base de la tolerancia y el respeto en una sociedad libre. Podemos entender la discusión del matrimonio homosexual como un asunto de los homosexuales, o podemos entenderlo como el camino para liberar nuestras vidas y aprender a ser tolerantes frente a otros proyectos diferentes a los nuestros. No entender esto es el primer escalón para dejar que los demás impongan sus valores en nuestras vidas y perder lo mejor que tiene la existencia: el disfrutar que estamos vivos de la manera que elijamos, siempre y cuando no afectemos negativamente la vida de los demás.

Eficiencia decodificada

Gentileza del gobierno que nos muestra cada dia su ineficiencia y como la organización descentralizada en cada individuo es una alternativa superior:

Otros se preguntaban ayer si valió la pena gastar 550 millones de pesos para repartir gratis 1,2 millones de conversores de TV digital, de los cuales se distribuyeron hasta ahora sólo 41.000, que ahora servirán sólo para mirar Canal 7 y Encuentro.

La idea era distribuir los set-top-box para distraer a la gente que pueda ver el mundial, ni eso pudieron hacer bien.

El ignenioso Plan B consistía en tirar el set-top-box desde el helicoptero y repartirlos mas rapido.

Socios

Cristina: «Créanme, somos socios de todos los empresarios argentinos»

Cristina, no te preocupes, sabemos que el estado es socio en las ganancias de todas las empresas y de todos los asalariados, y socio en las pérdidas sólo de los amigos y parientes del poder.

Hipocresía

El gobierno vive buscando empresas con «doble vida». Es decir, que dicen una cosa en los papeles, pero en la práctica funcionan de otra manera en las sombras, eludiendo controles e impuestos para sobrevivir.

¿Pero no hace exactamente lo mismo frente al mundo?

Frenar las importaciones con un funcionario mafioso que usa la fuerza, pero sin una ley formal, permite que digan que «nadie del gobierno puso un freno a las importaciones». Lo mismo sucede con el falseo de los datos del Indec. Es mentir en la contabilidad, para sacar un provecho de imagen interna y para pagar menos aumentos en el ámbito interno, y para pagar menos deuda de lo que correspondería también en el externo.

¿Por qué ellos sí, y nosotros no?

Nota del Autor: El título fue cambiado por un horror de ortografía del bruto del autor. O sea, yo mismo.

El estado ausente… es el más eficiente

… puede decirse que hay al mismo tiempo demasiado estado y poco estado. La actitud pública contra la dilatación estatal se funda en una intuición muy acertada: la de que el estado se apropia una cantidad cada vez mayor de ramas de actividad, no para hacer que funcionen mejor, sino para aumentar su poder. Su meta es reforzarse a sí mismo, destruir todo poder distinto al suyo, todo poder que le sea ajeno. Quiere absorverlo, no para hacerlo más productivo, sino para alimentar el suyo propio. Éste es el único secreto de las nacionalizaciones, y sobre todo la del crédito, cuyo móvil, exclusivamente político, es ajeno a la economía y a las exigencias de la prosperidad nacional. ¡Que los ciudadanos se conformen con vivir peor para que el estado sea más fuerte! Más fuerte para él, no para la sociedad.

Extraído del libro «El rechazo del Estado» de Jean-François Revel.

bestthemeswordpress.com - best wordpress themes - magazine wordpress themes restaurant wordpress themes