Algunas reflexiones que deja el debate del matrimonio homosexual

Quiero escribir algunas reflexiones sobre el debate del matrimonio homosexual, sin discutir el asunto en sí mismo, sino las implicancias que tienen los hechos y dichos que se dieron durante esta discusión. Es muy importante abstraerse del asunto, y pensar qué sería de nuestras vidas si dejamos que nuestras decisiones más íntimas estuvieran al arbitrio de los demás o de las mayorías circunstanciales.

1- «No es un tema prioritario, hay otras cosas para debatir»

Podemos estar de acuerdo, dependiendo del lado del mostrador en el que nos encontremos. Para los heterosexuales puede ser un tema menor, pero para los homosexuales, es un tema prioritario en su agenda porque los afecta directamente. Es bueno ponerse de ambos lados de la discusión.

2- ¿Debemos aceptar que se legisle sobre los aspectos más íntimos de nuestras vidas?

Por suerte nadie me dijo con quién tenía que casarme, y me casé con quién yo quise. ¿Hubiese aceptado que alguien me impusiera con quién hacerlo? De ningún modo, venga del ámbito familiar, o de la sociedad en la que me desarrollo. Estaría en una lucha similar a la de la comunidad homosexual seguramente, luchando por mi derecho a gobernar mi vida sin que los demás me impongan su voluntad.

3 – «Hagamos un plebiscito para determinar si la gente quiere aceptar o no el matrimonio homosexual»

De ninguna manera dejaría que plebisciten una decisión de vida tan pero tan íntima y personal. Les pido a todos aquellos que quieren plebiscitar la vida de los demás, que piensen si ellos mismos estarían dispuestos a que todos plebiscitemos sus decisiones de vida antes. Es muy simple, yo no me meto en tu vida, vos no te metas en la mía.

4 – «El matrimonio es una institución religiosa sagrada, entre un hombre y una mujer»

Libertad de culto significa que cada uno puede profesar la religión que quiera o no practicar ninguna si así lo deseamos. Esto mismo significa que si yo no profeso un culto, nadie tiene por qué imponerme los valores de dicho culto (sea musulmán, evangélico, católico, judío, budista, etc). Separemos los valores por los que deseamos regir nuestras propias vidas, de los valores comunes indispensables que rigen a una sociedad libre y tolerante al disenso.

Asimismo, debemos aprender a separar la faceta civil del matrimonio, de la religiosa. Nadie está queriendo modificar ninguna religión, pero sí la vida civil que queremos llevar.

5 – ¿Por qué existe sólo una forma de matrimonio?

Algo que muchos liberales nos preguntamos siempre, es por qué el código civil presenta una y sólo una forma de matrimonio.  Yo no pude firmar el contrato matrimonial que quise, usé el que me impusieron. Está bien, yo decidí que finalmente era lo que quería y me convenía, pero probablemente haya mucha gente que quiera hacerlo bajo unas condiciones diferentes de las actuales y hoy no puede hacerlo (habría mil variantes, un matrimonio con más obligaciones, o con menos obligaciones que las actuales, con implicancias diferentes en cuanto a la división o unificación del patrimonio, etc etc).

Las acciones que nos atañen personalmente sin afectar a terceros, no pueden ser rechazadas o regladas por nadie diferente de nosotros mismos. Esa es la base de la tolerancia y el respeto en una sociedad libre. Podemos entender la discusión del matrimonio homosexual como un asunto de los homosexuales, o podemos entenderlo como el camino para liberar nuestras vidas y aprender a ser tolerantes frente a otros proyectos diferentes a los nuestros. No entender esto es el primer escalón para dejar que los demás impongan sus valores en nuestras vidas y perder lo mejor que tiene la existencia: el disfrutar que estamos vivos de la manera que elijamos, siempre y cuando no afectemos negativamente la vida de los demás.