Cómo se defienden la libertad y la coherencia

Para que tomen nota los muchachos del Partido Liberal Libertario:

De la vida programada

Dice CFK:

«Necesariamente, la gente tiene que tener programada su vida. Firmamos ese decreto para participar de todos los festejos que se harán a lo largo y ancho del país», señaló al presentar la reglamentación de la Ley de Reforma Migratoria.

El problema es cuando son los políticos los que intentan programarla.

Te explicamos por qué entraste al blog

En realidad, te lo va a explicar Morfeo :)

Visto en el grupo de Facebook del Partido Liberal Libertario.

¿Totalitarismo de la noche a la mañana?

» Sos un exagerado, como te vas a poner así porque te obliguen a poner cinturón de seguridad al final de cuentas termina salvando vidas, es algo positivo.» Esa fue la respuesta que recibí cuando hablaba con un amigo que no entendía mi oposición a la medida que obliga a los conductores de autos a utilizar el cinturón de seguridad.

Le expliqué que si bien la medida podía parecer positiva no era el papel del gobierno decirle lo que tenías que hacer por tu propio bien, y que en un futuro podés llegar a terminar viviendo en un estado fascista estilo 1984. Me miró con una cara rara y me retrucó «Pero vos estás loco, porque te digan que te tenés que poner cinturón no significa que estas viviendo en un estado totalitario o que te digan lo que es bueno para tu propio bien, es una medida insignificante que  sirve para salvar vidas.»

Mi amigo, en el fondo, tenía razón.  Muchas veces los que consideramos que el Estado no debe interferir en las libertades personales parecemos sfurir delirios, o ser adherentes a teorías conspirativas difícil de creer, prediciendo un estado totalitario que va a regir en cada aspecto de nuestras vidas. El problema es que una república en la que los derechos de las personas no se convierte en una régimen fascista de la noche a la mañana. Si en el plazo de un dia, una semana, o un mes surge un estado totalitario, no podría sostenerse mucho en el tiempo. La pérdida de libertades que la noche anterior las considerábamos obvias serían percibidas y generaría mucha oposición entre la gente.

¿Pero que pasaría si estas medidas se toman de manera gradual? No hace falta hacer  futurología para contestar esta pregunta, mas bien es una cuestión de analizar la historia. A lo largo de los años el Estado se ha tomado para sí mas y mas atribuciones en cuestiones que hacen a la esfera privada de las personas y la mayoría no se dio cuenta, no le interesó o hasta le pareció correcto. Si hacemos una cronología de finales del siglo XIX para acá las restricciones en materia de derechos individuales – incluidos los aspectos economicos – nos sorpenderiamos de la magnitud del avance del Estado.

Aceptar esas pequeñas restricciones, observadas de manera aislada,  a nuestra vida cotidiana, implica aceptar lo siguiente:

– En primer lugar, aceptamos que el gobierno tiene derecho a decirnos que es los mejor para nosotros, e imponerlo. De esa manera, estaríamos admitiendo que está bien que nos obliguen hoy a poner el cinturón de seguridad , a usar casco,  o a no fumar. Y en un futuro, el gobierno estaría legitimado para poder de decirnos qué comer,  cuándo dormir, a qué hora salir y volver de casa, y todo eso para nuestro propio bien.

– En segundo lugar, aceptar estas pequeñas restricciones a la libertad significa admitir que somos idiotas, que somos gente que no sabemos que es lo que queremos para nosotros, que cuando no respondemos a determinados «estandares saludables» estamos en un mal camino y debemos ser asistidos por papá estado.

En síntesis, la oposición de los libertarios frente a cualquier avance del estado sobre los derechos individuales no es por que seamos caprichosos, o porque llevemos una vida de excesos e irresponsabilidad. La realidad es que la suma de pequeñas prohibiciones a lo largo de la historia se hacen notar, y mantenerse pasivos frente a estos ataques a la libertad es igual a aceptar la próxima prohibición que esta a la vuelta de la esquina.


Advertencia: El sistema de salud pública, o la necesidad del Estado de cobrar impuestos para subsistir no justifica que tengamos que vivir bajo un estado totalitario.

 

Como promover el desempleo (cont.)

Ayer les comentaba de que manera los estatistas, los que creen que con mas intervención se consigue solucionar problemas, abordaban los diferentes problemas y desafíos que aparecen dia a dia en una sociedad, también les prometí la solución a todos ellos. Capaz no era lo que esperaban pero Albert Esplugas escribió hace unos meses una pieza que se acerca bastante a la solución de toodos los problemas, por lo pronto podemos saber que el mercado no es «la solución»:

El intervencionista busca «la solución». Quiere un plan de acción encaminado a corregir el defecto en la fotografía, y «la solución» a menudo parece obvia, pues la «fotografía perfecta» de referencia reposa al lado. La solución es un programa, una ley, una regulación, un subsidio, una fijación de precios, un impuesto pigouviano, una nacionalización, una bajada de tipos, una licencia, una prohibición, un aumento del presupuesto, un ministerio, una agencia… El Estado es el órgano a través del cual el intervencionista intenta materializar su solución. El intervencionista no controla el Estado, pero actúa como si lo hiciera. Expone su propuesta como si el Estado fuera a consultarle y a implementarla sin desvirtuarla. En cualquier caso, el intervencionista no piensa en un mecanismo de corrección, en un proceso de descubrimiento, en una estructura de incentivos para encontrar soluciones adecuadas, solo piensa en encontrar «la solución» que el Estado debe estampar en la fotografía.

El liberal, en cambio, no pretende encontrar «la solución». De hecho admite humildemente que a menudo ignora cuál es la solución adecuada a una determinada carencia percibida. El liberal prefiere centrarse en el proceso que lleva a encontrar buenas soluciones. No aspira a diseñar una solución concreta, sino a dar con el mejor mecanismo para descubrir y testar soluciones concretas. El liberal no concibe la realidad como una fotografía sino como un proceso dinámico en el que los fotogramas adquieren sentido si se deja que la película avance. El liberal busca un marco propicio para el desarrollo de la película, un marco que permita la experimentación con distintas propuestas, ejercicios de prueba y error por parte de muchos emprendedores, competencia entre ideas y el triunfo de las mejores sobre las peores.

La filosofía de la libertad

Un video que se convirtió en un clásico para poder entender la filosofía de la libertad:

Para los que prefieran la versión en texto la pueden encontrar aquí.

El individuo como fin: Tibor Machan

Tibor Machan es un profesor emérito del departamento de filosofía de la Auburn University. En una entrevista, realizada por la publicación suiza The Daily Bell,  fue consultado sobre la reforma de salud que se llevo a cabo en Estados Unidos, donde la intervención estatal en ese mercado se convirtió en omnipresente.  Allí ofreció algunos conceptos muy interesantes que si bien están referidos a la reforma de salud pueden ser utilizados para analizar diferentes temas:

La creencia de que las personas pueden ser obligadas, de manera justa, a asegurar el financiamiento para pagar a los profesionales médicos que luego darán servicio a aquellos que necesitan de su asistencia es un error. En un país libre mujeres y hombres adultos deben tratarse mutuamente como fines en sí mismos, no como herramientas contra su voluntad, instrumentos o medios para los fines de otros.  Asi como  una  persona no puede ir a casa de su vecino y obligarlo  a cortar el césped de nuestra casa o  llevarlo al hospital,  lo correcto es solicitar estas cosas y esperar una asistencia voluntaria…

Nada muy complicado para entender, el mensaje es simple: la agresión no es una opción.

Contrato del ciudadano de una sociedad libre

Traducido al español de Un Contrato Social Libertario, de Gene Trosper.

Creo en la tolerancia:

Eso quiere decir que respetaré su estilo de vida hasta el tanto permanezca pacífico y no amenace a otros. Usted puede vestirse extravagante, peinarse raro, fumar lo que Usted quiera, hacer el amor como así lo desee, rezar de la manera que Usted escoja… Es su vida y Usted tiene el derecho a decidir cómo vivirla. Aunque pueda no estar de acuerdo con algunos de sus hábitos y decisiones, ¡Usted todavía tiene el derecho a ser Usted!

Creo en la privacidad:

Eso quiere decir que no estaré espiando sobre su cerca, mirando por sus ventanas, revolcando su basura o preguntándole a sus vecinos sobre su vida privada. Yo lo respeto como a un individuo autónomo, capaz de tomar sus propias decisiones sin la “ayuda” no solicitada de mí o de otros. (Por supuesto que estaré siempre dispuesto a ayudarlo y a ofrecerle mi consejo si así Usted me lo pide). Usted no me encontrará tratando de interferir con su privacidad.

No pretendo lo que es suyo:

Lo que Usted gana es suyo, no mío. Yo no quiero quitarle el dinero ganado con el sudor de su frente, para beneficio mío, de mi familia, de mis vecinos o de completos extraños. Usted, su dinero y su propiedad están seguros cerca de mi. Yo no le robaré, ni le pediré al gobierno que le cobre impuestos por ninguna razón. De hecho, Usted me encontrará pidiéndole al gobierno una rebaja en los impuestos para Usted y todo el mundo.

Como libertario, este es mi contrato con Usted. Lo único que le voy a pedir es que me brinde la misma libertad de vivir mi vida a mi manera. Una vez que estemos de acuerdo, las bases para una sociedad más pacífica y abundante habrán sido establecidas.

Que no te pisen!

Es común salir a la calle, sobre todo en una ciudad como Buenos Aires, y sentir que la masa de gente que circula por la vereda, aquellos que ingresan o salen de un vagón de tren o subterráneo pasa por encima tuyo sin importarle en lo más mínimo quién sos y por qué estás allí. Ellos quieren lograr su cometido al igual que vos, pero al sumar un gran número, se sienten habilitados a hacer valer ese número sin importar cuán importante o urgente puedan ser tus objetivos. Día a día, tratamos que no nos pisen al movernos por la ciudad.

Vivir en esta sociedad se siente exactamente igual que caminar por la ciudad y usar el transporte público. Tenemos que estar alertas y constantemente vigilar que «no nos pisen». Esta vez en sentido metafórico. Todos los grupos de poder están al acecho, viendo qué te pueden sacar, o cómo pueden utilizarte para su propio provecho. El ejemplo más claro está en los aumentos impositivos de los cuales seremos víctimas a la brevedad. No terminamos de salir de la crisis económica, que los gobiernos, en lugar de estar pensando cómo cumplir con sus obligaciones más importantes, están buscando cómo exprimirnos más y más. La gente no importa; el gobierno, el estado y los negociados son todo. El individuo es prescindible. El estado imprescindible. Te dicen que la sociedad sin estado no puede funcionar, pero para el estado no importa si vos existís o no a fin de cuentas.

Es por eso que como individuos tenemos la obligación de convertirnos en el puercoespín. Tierno animalito que interactúa con los demás animales en forma pacífica, pero cuando está siendo amenazado por otro, despliega sus púas para defenderse de aquél que quiera pasar sobre él.

Escribiré para conectarme con todos aquellos que estén preparados para vivir en una sociedad de individuos libres y responsables, y no en una sociedad de estados voraces e irresponsables.

El cambio es posible, y el primer paso, es declarar «No me van a pisar!».

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