Socialistas atorrantes: le metieron mano a los jubilados

Sí, leíste bien. Tenemos Caravana de los Deseos, a Fito Páez en el Monumento desafinando por dos horas… ¡Rosario es Sede del Helado Artesanal! Además, tenemos los carriles exclusivos que son una reverenda inutilidad, pero tenemos carriles exclusivos. ¡Y ni hablar de la pista de skate más grande de la Argentina que también tendremos pronto en la ciudad! Rosario tiene una GUM, que no pueden ni pedirte documentación, pero está bueno tener a hombres de uniforme caminando por Rosario, te da una cierta sensación de seguridad. Así está la ciudad: pura fachada.

Hace un par de días una noticia publicada por Rosario 3 me dejó patas para arriba. El Municipio de Rosario debe casi 250 millones de pesos al Instituto de Previsión Social local. En criollo: como no sabían de dónde sacar plata, se la afanaron a los jubilados. A mayo de 2013, la deuda se compone en tres partes. La primera, por 28 millones de pesos que corresponden al seguro mutual y al subsidio jubilatorio. La segunda parte son 29 millones de pesos correspondientes a intereses por la tasa Badlar, tras un acuerdo firmado en 2010 durante la nefasta intendencia de Miguel Lifschitz. Luego de tres años, el pago de estos intereses nunca se efectivizó. Por último, otros 189 millones están en la cuenta previsional, que es la suma de los aportes patronales y de los trabajadores. ¡Bien, Mónica Fein! ¿Eso es progesismo social? No te alcanza con esquilmar a los rosarinos con impuestos cada vez más altos y le metés mano a los jubilados. ¡Inmoral! ¡Inmoral! ¡Sin vergüenza!

Mirá, rosarino, ahí están tus impuestos. Así administra el Tesoro municipal Mónica Fein. Tan bien administró que afanó a los jubilados. ¿Y si peligra el cobro de haberes? Ahí te quiero ver… ¿Qué vas a hacer, Fein? ¿Sacar de otro lado para callar a los viejos y joder a otros?

A Fein y demás intentos de concejales: en vez de afanar a los jubilados, ¿por qué no dejan de emplear a personas en el municipio? ¿Por qué no la cortan con los aumentos de sus sueldos? ¿Por qué no le hacen sentir a los rosarinos alguna vez en la bendita vida que no pagamos los impuestos al pedo elaborando proyectos de leyes dignos, eficientes, que no entorpezcan la vida cotidiana de las personas que viven en Rosario? ¿Por qué no ponen de su bolsillo y dejan de saquear la caja de jubilados y a los rosarinos? Lo peor de todo creo que es tener que bancarte los millones de tweets de estos funcionarios anunciando incansablemente sus proto-proyectos que lo único que implican son mayores gastos para el Tesoro Municipal.

¿Y saben qué es lo peor de todo esto? ¡Nos toman de boludos! No hacen siervos de un Municipio manejado por corruptos mediante el pago de los impuestos, de parte del producto de tu trabajo. Y además estos narcosocialistas nos prometen maravillas a cambio que todavía ninguno vio. Ahora, ¿te imaginás a dónde fueron a parar esos 250 millones? ¿Habrán ido a parar a la reforma de la rambla Catalunya impulsada por Laura Weskamp? ¿Irán a parar a la puesta en marcha de lo propuesto por Roy López Molina? ¿Irán a parar a la prohibición de los VIPs en lo boliches, como quiere Diego Giuliano? ¿Estarán en el Foro Siciliano que se realizará en Rosario en los próximos meses? ¿O se utilizará para financiar la pista de skate que promete ser una de las más grandes del país que le costará a nuestros bolsillos $2.361.824 pesos?

Y, ¡oh, casualidad! Entre los ediles que mayor actividad tuvieron el año pasado en el Concejo se encuentran estos payasos. De seguir así, los invito a cada uno a dejar de sesionar por un tiempo así dejan de sumar ineficiencia, trabas y demás yerbas en la vida de los rosarinos.

¿Y qué esperabas? Si lo único que hacen los socialistas es gastar y gastar y gastar ineficientemente. Sí, Rosario se convirtió en un claro pan y circo. ¿Y a quién pensás reclamarle? ¿Al pobre ñoqui que trabaja en alguno de los Distritos de la Municipalidad de Rosario? ¿A los empleados ineficientes de las Secretarías y Subsecretarías y la mar en coche? No. Ellos son un lamentable producto de este sistema corrupto, elefantiásico, costoso, ineficiente. Reclamá a los ediles, estos esbirros cómplices del saqueo socialista al fruto del trabajo de los rosarinos, cómplices de la ineficiencia que está fundiendo a la ciudad. Reclamales, porque con tus impuestos les estás bancando el sueldo.

Y, Fein, un consejo: si querés ser realmente revolucionaria terminala con esta sarta de pavadas. Bajá la alícuota de la TGI y dejá que las personas que ustedes mismos dejaron marginadas en las afueras de Rosario y sin servicios básicos puedan vivir en la ciudad de Rosario. Si querés ser revolucionaria no robes lo ajeno. Si querés realmente ser revolucionaria no obligues a los funcionarios a morfarse un viaje en bondi los viernes -todos sabemos que es insufrible- y dejá que empresas privadas puedan ofrecer el servicio, un mejor servicio. Da lugar a la competencia. Si querés ser realmente revolucionaria cortala con avalar el aumento de sueldos de los concejales. Si querés ser realmente revolucionaria dejá de gastar tiempo en esos proto-proyectos inservibles como los carriles exclusivos, el Helado Artesanal, la Caravana de los Deseos; mirá más allá y fijate cómo Rosario está financiando a toda una Provincia. Y si querés ser aún más revolucionaria apoyá el proyecto de la autonomía municipal.

Socialistas = kirchneristas buena onda y con modales

Socialistas = kirchneristas buena onda y con modales

El Estado somos todos

Está en boca de muchos decir, cuando uno se queja de malos manejes del Estado, la frase “pero el Estado somos todos”.

 

Yo no estafé a varias generaciones con falsas promesas de jubilación.

Yo no imprimo billetes sin respaldo, robándole el poder adquisitivo a los que están en manos de mis conciudadanos.

Yo no le robo cerca del 50% de su sueldo a mis compañeros trabajadores.

Yo no adoctrino a tus hijos con un sistema que fue pensado hace más de 150 años para formar soldados y empleados industriales.

Yo no mandé a pibes de 18 años a morirse en una cruzada quijotesca contra uno de los mejores ejércitos del mundo.

Yo no le transpasé al pueblo las deudas de los empresarios amigos que se habían endeudado en la timba financiera.

Yo no arrasé con varios pueblos originarios para expandir el territorio nacional.

Yo no le di esas tierras conquistadas a 344 familias aristócratas amigas del poder.

Yo no convertí el campo en un monocultivo de soja, con la aplicación de retenciones y prohibiciones.

Yo no hice desaparecer el pan blanco en 1952.

Yo no meto en la cárcel a los que eligen meter en sus cuerpos ciertas plantas o sustancias sin afectar a nadie más.

Yo no obligué a todas las generaciones hasta los 90’s a hacer el servicio militar obligatorio.

Yo no construí obras que benefician solamente a algunos empresarios o sectores afines, con la plata de los contribuyentes.

Yo no confisqué las jubilaciones de gente que había optado por irse del sistema piramidal estatal a uno un poco menos peor.

Yo no le impuse a mis conciudadanos un corralito para que no pudieran retirar sus ahorros.

Yo no le pesifiqué las deudas a mis empresas amigas 3 a 1, mientras los ahorros de la gente se pesificaban 1 a 1.

Yo no le impido a mis conciudadanos establecer relaciones comerciales mutuamente beneficiosas con el exterior.

Yo no persigo a los espacios de arte independientes con leyes obsoletas, habilitaciones absurdas e inspectores corruptos.

Yo no censuré a la prensa, ni a la música, ni a la literatura.

Yo no reprimí las protestas sociales.

Yo no metí presos a mis rivales políticos.

Yo no desaparecí a 30.000 personas durante la última dictadura.

 

Por todo eso y más, “el Estado somos todos” las pelotas.

 

Son éstos.

Son éstos.

Sin respeto.

Una de las (incoherentes) críticas que recibió la marcha del 13S es la de qué eramos un grupo de bien acomodados de clase media – bien vestidos – llenos de odio, agresión, insultos y hasta deseos de cárcel y muerte hacia ciertos funcionarios públicos.

No me sorprende, ni me molesta que desde el kirchnerismo salgan con estas vacías acusaciones a pretender acallar las voces de la libertad que se están erigiendo por fin en este país. Pero me duele y me deja perpleja que desde los propios «caceroleros» pretendan desmentir esto, validando esas críticas a la vez que se muestra una continuidad de la sumisión, al menos en el aspecto discursivo.

Quiero ser muy clara. Por supuesto que estamos enojados, calientes, saturados, HARTOS de que nos pisoteen y nos tomen de pelotudos. Por supuesto que vamos a insultarlos, exigirles que atiendan nuestras demandas, y que nos respeten. No se pude pelotudear a un pueblo durante tantos años y pretender no generar odios, rechazo y un sinfín de sentimientos negativos.

 

La presidente es una enferma, cínica, hija de puta que habla de democracia cuando sus acciones son absolutamente autoritarias. Que se llena la boca con mentiras, estadísticas inventadas, índices de pobreza inexistentes. Ignora la constitución nacional, ley sagrada si las hay, y hasta pretende reformarla para quitarle su espíritu de libertad. Nos amenaza por cadena nacional al mismo tiempo que nos ignora. Se cree ama y señora del país, dueña de nuestras vidas y de nuestros destinos. Nos impide progresar, trabajar, crecer, vivir, aprender…

Nos tienen arrinconados, Moreno, Boudou, Echegaray, y todos sus secuaces. Nos impiden transitar libremente por el mundo, comerciar, comprar y vender como nos plazca, nos condenan a la miseria, a vivir angustiados, a no saber si volvemos vivos a casa, a tener que agradecer que «solo nos robaron y no nos hicieron algo más», a pagar más del 50% de nuestros bien merecidos sueldos para mantenerlos a ellos y a todo su aparato de propaganda nazi (sí! nazi!! si usan las técnicas de Goebbles a una perfección inimaginada por él mismo), y a mantener el asistencialismo que está destruyendo las bases que construyeron este país con trabajo, esfuerzo y mérito.

Nos obligan a corrompernos o a ser sometidos, nos toman el pelo, nos asfixian con medidas cada día más restrictivas, nos tienen vigilados como si fuésemos criminales, criminalizan las acciones más normales cómo comprar monedas extranjeras o disentir con el gobierno.

Destruyeron por completo la República, con una ausencia de poderes independientes que no tiene precedentes. No hay justicia, no hay jueces capaces de hacerle frente al avasallamimento de los derechos individuales. No hay legisladores que se precien de representar al pueblo. Hacen las leyes a su antojo, la mayoría bien inconstitucionales por cierto. Gobiernan para ellos mismos, ni siquiera para la mitad del país que los votó. Y lo hacen todo bajo la bandera de una democracia que ni siquiera es nuestro sistema de gobierno vigente. Argentina es una REPÚBLICA, en la que el estado de derecho, es decir, el gobierno de la LEY, debería primar por sobre cualquier persona que ocupe un cargo público.

Nos han quebrado en dos bandos, en los que la ausencia de diálogo es ensordecedora, genera impotencia absoluta no poder disentir sin discutir, no poder presentar alternativas, no ser escuchado, no ser representado, no ser respetado.
Las minorías esta doblegadas a obedecer los caprichos de las supuestas mayorías, que no son más que clientes de este gobierno corporativista. Nos llenan la cabeza de boludeo nacionalista, apelando a un orgullo xenófobo de qué algo producido en territorio argentino tiene más mérito vaya uno a saber porqué… Pero la realidad es que la industria nacional no crece, porque como todo en el relato, es un verso más.

Gobiernan de palabra en todo lo relativo a la libertad, la prosperidad y la igualdad ante la ley, deshaciendo con sus controles y regulaciones todo lo que dicen defender.

Y esta lista podría seguir eternamente. No tiene nombre lo que nos están haciendo. Nos están quitando la dignidad, nos están esclavizando, nos están exprimiendo y oprimiendo.

¿Y pretenden que salgamos a la calle a protestar educadamente? Después de años de sufrir su cinismo y su sadismo, sus faltas de respeto, sus abusos, sus caprichos. No. Por supuesto que no. No les debemos ningún respeto, y no nos debemos ninguna represión en las formas en que reclamamos lo que nos corresponde y estos vándalos nos robaron.

Son unos hijos de puta, y queremos que nos dejen de pelotudear. No hay otra manera de decirlo. Somos pacíficos en las protestas. Somos republicanos en los métodos. Pero no nos exijan (no nos exijamos!) ser «educados» en las palabras. Nuestros carceleros, represores, opresores, no merecen respeto, no merecen nuestra educación. Merecen todos y cada uno de los insultos que se pronuncian hacia ellos. Y nosotros merecemos poder putearlos en paz. Este es el resultado de años de sometimiento. Ahora: orgullosos, dignos, con la cabeza levantada, putiémoslos sin dudarlo! Hasta que entiendan que hasta acá llegaron, que ahora les decimos BASTA.

Agresión Verde

GreenLantern

¿Me podrán imprimir unos cuantos de los verdes, muchachos?

Y llegó el día tan esperado donde se arrestó a una persona que estaba parada en la calle intercambiando papelitos de un color por papelitos de otro. Una persona que a nadie había agredido. Una persona que no estaba atentando ni contra la vida, ni contra la propiedad, ni contra la libertad de nadie. Una persona que estaba ayudando a otros a concretar sus proyectos personales de vida. Enjaulado por un grupo de autoritarios, apoyado por una gran cantidad de personas a las que les encantan los autoritarios.

Pero el problema está mucho antes. Muchísimo antes, y voy a hacer una descripción de las etapas del mismo:

1 – El estado se arroga la facultad de imprimir una moneda y forzar los intercambios de todas las personas del territorio usando esos papelitos «de curso legal».

2 – El estado se arroga la facultad de decidir qué bienes salen por la frontera, de confiscar las divisas que ingresan(mayoritariamente dólares) y de depositarlas en su «banco central».

3 – El estado prohíbe la existencia de todo banco o entidad financiera que no cumpla con las normas de su «banco central».

4 – El estado obliga a las entidades financieras y bancos a llevar un registro de quién cambia sus papeles forzosos de «curso legal» por divisas.

5 – El estado usa las divisas que confisca por exportación de bienes y servicios para subsidiar la compra de energía importada a precios altísimos.

6 – El estado obliga a su banco central a realizar las operaciones de compra y venta de divisas necesarias para intentar controlar el precio de las mismas: 4,4 papelitos de curzo forzoso = 1 divisa verde.

7 – El estado imprime una cantidad abismal de papelitos forzosos de curso legal, con los cuales OBTIENE BIENES Y SERVICIOS POR LOS CUALES NO ENTREGA NADA A CAMBIO (Un efecto muy distinto del que pasa si el dinero que gasta el estado en pagarle a sus funcionarios y a sus proveedores fue solamente confiscado por medio de impuestos.).

8 – La inflación se dispara a niveles de 2 cifras anuales. Los precios (información) de los bienes y servicios se distorsionan, aumentando en forma caótica y dispar respecto de los papelitos de curso forzoso. O sea, los papelitos de curso forzoso pierden valor, debido a que hay una increíble oferta de los mismos.

9 – El estado obliga al banco central y a las entidades financieras a seguir cambiando la suma de 4,4 papelitos de curso forzoso por divisa verde. Al haber muchos más papelitos de curso forzoso, la relación entre la cantidad de divisas que hay y la cantidad de papelitos, disminuye.

10 – Viendo que el banco central entrega cada vez más divisas, el estado obliga a toda entidad financiera a no entregar más divisas a las personas, a no ser que concurran con una autorización del fisco que dice qué cantidad de las mismas (proporcional a su sueldo) pueden comprar.

Como aclaración, la Constitución Nacional dice en el art. 19 que toda actividad que no esté expresamente prohibida, está permitida. Intercambiar papelitos no es una actividad prohibida por ninguna ley, no viola de ninguna forma el derecho de propiedad, no atenta contra la vida ni contra la libertad de las personas. Por cierto, en un esquema republicano nadie puede tener una sentencia previa. O sea, no puede imputársele un ilícito sin el debido proceso en un Juzgado local o nacional. Exigir el comprobante del origen de los fondos para la compra de divisas, viola totalmente este derecho. Están invirtiendo la carga de la prueba. Si se sospechara que alguien está comprando dólares con dineros que provienen de un ilícito, tienen que probar ese ilícito ANTES. O sea, si una persona está trabajando «en negro» y es considerado un delito (una ridiculez total), primero debería llevarse a cabo un juicio contra esa persona, no se le puede prohibir hacer transacciones mientras tanto. Por cierto, los que sí están obligados a previamente declarar el origen de sus fondos son los funcionarios públicos, dado que son los únicos que pueden estar haciéndose con fondos de los pagadores de impuestos o pueden estar entongados favoreciendo a alguien con regulaciones o incumpliendo sus funciones, coima mediante. (Curiosamente éstos tipos son los que nunca tienen problemas para comprar divisas en ninguna cantidad).

11 – Se desdobla «de hecho» el mercado de cambios: existe el dólar «oficial» al precio «oficial», que solo algunas personas pueden comprar y aparece el dólar «negro», más caro, para todos aquellos que desean comprar y el fisco no los deja, a pesar de no haber cometido ningún ilícito en sus actividades ni atentar contra nadie.

12 – A medida que la inflación sigue aumentando, y el estado sigue demandando bienes y servicios mucho más allá de lo que le permite su confiscación impositiva, las personas ven cómo cada vez sus papelitos de curso forzoso valen cada vez menos. Viendo que el dólar «oficial» sigue valiendo lo mismo, lo perciben como barato y se lanzan a comprar todo lo que pueden. Todo lo que el fisco les permite. Los que no pueden comprar, acuden a proveedores no autorizados por el estado para comprar esta divisa, pagando incluso un 10% más

13 – Personas que no están usando los dólares que les permite comprar el fisco para ahorrar, se dedican a hacer la siguiente maniobra: comprar todos los dólares que les permite el fisco por su trabajo «en blanco», a precio barato (en realidad, el precio es uno solo y es el que el mercado está dispuesto a pagar, en este caso, el del dólar en negro, por lo tanto, el dólar «oficial» simplemente está siendo subsidiado). Inmediatamente acuden a las famosas «cuevas» a venderlo a precio de dólar «negro», haciéndose en un par de horas una tentadora diferencia en su salario, de entre un 10 y un 20%, para nada despreciable. Esto es lo que se conocía en los 80s como la «Bicicleta Financiera» (aunque en esa época también incluía operaciones muy cortas de plazos fijos y retiro).

14 – El banco central sigue desangrándose de dólares, puesto que la inflación sigue en aumento. Las reservas ya no alcanzan para cubrir los subsidios que el estado tenía planeado gastar en energía para que no fueran necesarios los aumentos en las tarifas, que siempre tienen un gran costo político.

15 – El estado prohibe «de hecho» la venta de dólares al público en toda entidad financiera. El fisco ya no autoriza a que nadie pueda comprar divisas, aún si tienen haberes «en blanco».

16 – Se dispara el precio del dólar. ¿De cuál? Del único que se puede conseguir, del dólar en negro. La diferencia ya no es de un 10%, sino de un 20%.

17 – La AFIP y la policía encuentran a una persona cambiando papelitos de curso forzoso por divisas, y lo detienen. Lo apresan. Le niegan su libertad.

¿Cómo se llega a que el estado aprese a una persona por intercambiar papelitos? En especial…papelitos que no significan nada. Los verdes salen de una imprenta de Estados Unidos y los otros salen de una imprenta de Sumbutrule, amigo del vicepresidente de la nación.

Además, si nos fijamos cómo se fueron desenvolviendo los acontecimientos, vemos que hay un solo agente que generó todas las situaciones que llevaron a que ese mismo agente arrestara a un inocente. El estado es el que prohibe que las personas intercambien y hagan contratos en el medio que quieran. El estado es el que obliga a que las divisas pasen por sus manos. El estado es el que fija tarifas por debajo de los costos y trata de subsanar esto mediante la entrega de subsidios. El estado es el que aumenta descontroladamente la cantidad de papelitos de curso forzoso destruyéndolo como reserva de valor. El estado es el que impone restricciones creando inmediátamente mercados «negros». El estado es el que vende los dólares a precio más bajo del que están en el mercado, y justamente se los vende a la gente de más recursos. El estado es el que impide que la gente guarde su riqueza como más le guste.

Y finalmente, el estado es el que mete preso a una persona inocente, que, lo único que estaba haciendo era ayudando a otras personas inocentes a protegerse un poco de las acciones de los burócratas de turno.

Agresión tras agresión tras agresión tras agresión. Nunca estuvo mejor evidenciado lo que es el estado:

Agresión al no dejarte intercambiar como vos quieras.

Agresión al obligarte a usar sus papelitos.

Agresión al demandar bienes y servicios imponiendo más papelitos de los que había, tratando de violar la Ley de Say.

Agresión imponiéndose ante emprendimientos que a nadie perjudicarían, como la banca y el cambio de divisas.

Agresión al impedirle a ciertas personas realizar intercambios voluntarios de papelitos. En especial a los más pobres.

Agresión metiendo en una jaula a aquel que ayudaba a sus compatriotas a preservar el fruto de trabajo de un agresor expoliador.

Ahí está el estado sín máscaras. El estado es agresión pura y dura. Mientras puede robarle a otros y hacerse una fiestita, por ahí te deja en paz. Por ahí hasta te tira una migaja. Pero ¡ay de vos si llegado el momento te encuentra haciendo algo que perjudica sus intereses momentáneos! Están dispuestos a todo, a robarte, a expoliarte, a obligarte y, si es necesario, a encerrarte.

Muchas personas, creo que cerca del 95% de los habitantes de la Argentina se la pasaron y se la pasan pidiendo más y más estado. Lo que están pidiendo es más y más agresión. Cuidado con lo que pedís, porque un día sin darte cuenta van a caer los representantes de la agresión y te va a tocar a vos.

Sushi matavacas

A pesar de ser una comida muy normal en oriente, barata y muy popular en diversas culturas (suele ser más barato que almorzar un bife en varios lugares del mundo, no necesariamente orientales), en Argentina es visto como algo snob, reservado para yuppies y personas de alto nivel económico. Aún así, el sushi, como otras comidas y costumbres orientales, supo construir un nicho de consumo y consiguió cierto éxito en la sociedad.

sushi mata

¿Desde 1984? ¡Por supuesto!

El freno a las importaciones lo impactó directamente, porque varios de los insumos que se utilizan en la preparación del mismo (algas, salsa y salmón), son importados y, como sabemos, para nuestro beneficio, el estado está en guerra con los productos importados, así podemos tener una vida plena y feliz.

Salió la información de que una cadena de restaurantes de este tipo de comida, Sushi Club, logró conseguir una audición con el lord Moreno, donde le explicaron que tenían casi 50 restaurantes, alrededor de 450 empleados y que las restricciones les estaban haciendo imposible seguir con el negocio. La respuesta fue la siguiente:

«¿Cuántos restaurantes tienen? ¿48? La solución es fácil: de ahora en más, 48 parrillas! Al argentino no le gusta el sushi, le gusta el asado».

Primero me pregunto ¿quién carajo es Moreno para saber qué le gusta a 40.000.000 de personas?

Y después, la pregunta obligada es ¿se da cuenta este ignorante de lo que propone?

Supongamos que hay dos grupos de amigos que se juntan a comer todas las semanas:

Grupo A: muchachos de clase media, que tienen por casi único gusto / lujo, hacer un asadito el sábado a la noche y tomar unos vinos.

Grupo B: muchachos de clase media / alta que disfrutan ir a un restaurant de sushi una vez por semana.

Supongamos también, que la economía está compuesta por una vaca y X cantidad de kilos de sushi, ambos suficientes para proveer a ambos grupos de sus comidas semanales.

La movida de M0reno ELIMINA POR COMPLETO la existencia del sushi. Ahora tenemos una economía que tiene UNA SOLA VACA.

Sin tener la posibilidad de comer sushi, el Grupo B opta por el asado, porque otra no les queda. Así, tenemos a dos grupos compitiendo por el mismo recurso. El carnicero, propietario de la vaca, tipo con calle y ningún gil, se da cuenta al toque del aumento de la demanda, aumentando así el precio. ¿Hasta cuándo va a aumentar el precio? Hasta llegar al precio que el Grupo B esté dispuesto a pagar.

El Grupo B tiene ingresos más altos que los del Grupo A, por lo tanto serán ellos los que definan el precio del asado. El Grupo A podrá optar por pagar el nuevo precio más elevado (relegando algún otro tipo de consumo que tenían) o por quedarse sin asado.

¿Podría Tito el carnicero aumentar la oferta de vacas? Podría, pero como ya dijimos, no es ningún gil. Pudiendo ganar más trabajando lo mismo que antes, no va a elegir ninguna otra opción. Es un tema de incentivos. Además, generar el doble de vacas que antes, toma un tiempo considerablemente mayor al tiempo de consumir los insumos existentes. ¿O acaso cree Moreno que va a haber nuevas vacas instantáneamente por arte de magia?

Es así como un cavernícola con palos es el responsable de que el Grupo A, al que alega estar tratando de «defender», se terminó quedando sin algo que disfrutaban mucho. Lo más triste del caso es que, muy probablemente, los miembros de ambos grupos estén chochos con las atrasadas ideas de que «importar es malo y exportar es bueno».

Y no olvidemos: TODA MOVIDA EN EL PLANO DE IMPORTACIONES Y EXPORTACIONES QUE HACE ESTA MANGA DE SIMIOS SÁTRAPAS, ES PARA TENER LOS DÓLARES PARA CUBRIR EL DÉFICIT EN EL MERCADO ENERGÉTICO QUE ELLOS MISMOS DESTRUYERON. Por cierto, cada nicho que se traba, impide o destruye ACHICA LA ECONOMÍA, o sea, hace que existan menos bienes y servicios disponibles para la misma cantidad de gente y demanda. ¿Quién piensan que va a tener más posibilidades de hacerse de esos recursos, «los que más tienen» o «los que menos tienen»? ¿Y quiénes se van a quedar sin nada?

Advertencia para los cybergurkas / estatistas básicos antes de que salten con algo como «el sushi es para la gente de guita y bla bla bla»: Dentro de el Grupo B debe haber unos cuántos pertenecientes a La Cámpora y otros miembros de la facción que detenta el poder, y tienen campos, departamentos en Puerto Madero y otros bienes de lujo.

Advertencia 2, para los mismos básicos: Es lo mismo la nota tanto para el Sushi Club, como si hubiese sido el Club de la Milanesa, el Club de la Comida China o el Club de la Tarta Pascualina.

Casos de laboratorio

Hoy en mi regreso del trabajo, en el subte, me encontraba leyendo uno de esos típicos artículos libertarios de casos de laboratorio, con los cuales pretendemos refutar las hipotéticas y risibles situaciones en las que en ocasiones nos sitúan socialistas, fachos y conservadores para encontrar falencias en nuestras teorías o utopías. El artículo se denominaba «Libertad y propiedad: donde entran en conflicto» y trataba sobre el problema que se originaría si nuestro terreno se encuentra rodeado de otros cuyos propietarios no permiten sean transitados (algo así como encerrados en nuestra propia casa).

Cuando se plantean estas situaciones absurdas debe recordarse que el futuro es incierto y la cooperación social espontánea puede traer soluciones que superan lo que nuestra imaginación puede brindarnos. Por ejemplo, si contáramos a personas de hace 300 años que hoy podemos trasladar un texto de un lugar a otro en segundos, es muy probable pensaran lo logramos con alguna especie de cohete ultraveloz que lleva un papel de un lugar a otro, ninguno imaginaría una señal satelital binaria transmitiendo el texto. Las soluciones que podamos proyectar para hipotéticos problemas, es probable no sean las que finalmente los resuelvan.

No obstante, esta bien que querramos responder a las más alocadas situaciones que nos presentan respetando principios y manteniendo una consistencia ideológica. Pero sin olvidar que ante el estatismo salvaje podemos jugar el mismo juego. Al subordinar ellos los derechos individuales al poder de turno o a mayorías, uno directamente puede preguntarles «¿qué sucede si los gobernantes, elegidos democráticamente y una vez en el poder, modifican las leyes y mediante ellas emprenden un genocidio?».

Resulta absurdo, sin embargo, a diferencia de los raros casos de laboratorio que suelen plantear contra la filosofía de la libertad, fue realidad (http://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_parlamentarias_de_Alemania_de_1933).

La farsa de la Igualdad

Winning

Desde chicos

Competimos y tratamos de diferenciarnos de los demás prácticamente desde la cuna. Competimos con nuestros hermanos por la atención de nuestros viejos. Competimos con nuestros primos por ser la estrellita de la reunión familiar y ganarnos la sonrisa de la abuela. Hacemos un esfuerzo por diferenciarnos de nuestros hermanos, en especial de los hermanos mayores. Si a ellos les gustan los Beatles, a nosotros nos gustan los Stones. Si ellos son metaleros, nosotros somos punkies. Nos esforzamos por no quedar últimos en el Pan y Queso del fulbito de la cuadra y cada partido es como la final del mundo. Cantamos cantitos de victoria algunas veces y nos vamos con bronca a casa otras, sabiendo que nos espera la revancha.

Nos peleamos con nuestros mejores amiguitos para ver el papá de quién es más súper, quién tiene antes la mejor Tortuga Ninja, quién hace más metros de willie con la bici, quién salta más, quién pega más fuerte, quién come más chizitos y papitas en un cumple, quién agarra más caramelos en la piñata.

Y en este intento por diferenciarnos y competir, nos juntamos y colaboramos con otros que están en la misma. Entrenamos con los pibes del barrio para salir campeones de un torneo de fútbol. Hacemos el pase de gol a ese que no nos cae tan bien pero suma a la gloria del equipo al convertir. Armamos una banda de música con amigos y tratamos de encontrar “ese” sonido que nos va a diferenciar del resto de las bandas que están haciendo todas lo mismo. Hacemos grupo en la facultad con esos que sabemos que suman y con los que hacemos las cosas mejor, más rápido y más divertidos. Nos sacamos buenas notas y destacamos a fin de conseguir becas y mejores opciones laborales.

Banda de Titanes

Mis amigos son unos atorrantes

Cada tanto, consagramos a esas personas que se realmente la rompen en aquello que nos gusta tanto. A esos que hacen de forma maravillosa esa actividad con la que tanto nos identificamos. Ese guitarrista que hace “cantar” a la viola. Ese futbolista que la mueve como nadie y es ídolo del mundo. Esa actriz que todas quieren ser y con la que todos queremos estar. Ese escritor que plasma en palabras eso que sentimos muchísimo mejor de lo que nosotros mismos podríamos. Y premiamos a toda esta gente, al mismo tiempo que nos premiamos a nosotros mismos disfrutando de su obra y existencia. Vamos a sus recitales, compramos sus libros, alentamos su gambeta, vemos sus películas. Cada tanto les “robamos” o, mejor dicho, nos “inspiramos” en algo de ellos que resuena con nosotros y adoptamos alguna forma de vestir, de ser, algún acorde, alguna frase o forma de hacer las cosas. En ellos nos vemos reflejados a nosotros mismos y a ciertas formas en las que nos gustaría ser o resaltar.

Competimos y tratamos de diferenciarnos. Está en nuestra naturaleza. ¿Será debido a alguna cosa que quedó en nuestro cerebro primitivo donde se asocia a lo diferente o los que ganan la competencia con algún tipo de Status? ¿Será que ese status permitía acceder a las mejores cosas a nuestros antepasados? ¿Será lo que los fue llevando a desarrollar la civilización hasta donde está hoy en día? ¿Realmente importa?

Competimos y tratamos de diferenciarnos en las cosas más diversas. Arte, deportes, ver quién aguanta más en una casa en la tevé, quién sale con la más linda o con el más canchero, quién es el que más onda le pone a un grupo, o el más buenazo, o el que hace los mejores chistes, las jodas más pesadas, los comentarios más incisivos. Y nos juntamos con aquellas personas con las que tenemos más cosas en común, aquellas que nos caen bien, aquellas con las que nos entendemos al instante, las que nos ayudan a lograr nuestros objetivos y objetivos nuevos que no teníamos antes de conocerlos. Y “discriminamos” a esas personas con las que no nos llevamos, que no nos suman, con los que nada tenemos en común o que, simplemente, nos caen mal.

A pesar de que pasamos nuestra vida haciendo esto, un grupo de personas creen en esa cosa maldita llamada “igualdad”, que para ellos no es “tener la misma dignidad y derecho a nuestro proyecto personal de vida” sino que quieren “uniformizar”. Así es como en el colegio te sientan con ese pibe con el que nada tenés en común, te visten igual que todos, quieren que aprendas lo mismo, que formes filas, que no pases tiempo con tu mejor amigo, que “incluyas” en tus juegos a los que no te bancás. Y el esfuerzo es fútil, porque la campana nos salva para ir a juntarnos con quienes queremos, hacer lo que queremos, usar la ropa que queremos abajo de ese guardapolvo blanco. El cancherito sigue siendo así por más que le pongan amonestaciones, el tímido no deja de serlo por usar el mismo uniforme, el inteligente se aburre en clase y el vago, vago siempre será y buscará nuevas formas de zafar y copiarse.

No conformes con habernos robado 6 horas por día, 5 días a la semana, 40 semanas por año, 12 años de nuestra vida, no habiendo conseguido absolutamente nada más que hacernos odiar la educación, siguen queriéndonos imponer qué hacer de nuestras vidas y tratando de que seamos “iguales”. Las marcas de ropa tienen que hacer todos los talles, no vaya a ser que alguien se sienta mal porque no le entra el pantalón talle S. Reglamentan a qué hora podemos ir a divertirnos y a qué hora no. Hasta qué hora podemos adquirir alcohol. Dicen que no se puede dejar a nadie afuera de un lugar de acceso público, cuando es lo que estuvimos haciendo toda nuestra vida. No puede haber un código de vestimenta porque eso sería “discriminar”. Curiosamente, discriminamos desde la cuna con quién somos amigos, con quién salimos, con quién nos ponemos de novios, con quién nos juntamos.

Pero claro, para este grupo de personas tenemos que ser “iguales”, o sea “uniformes”.

uniformizados

Finally...they will all be equal...

Es bien sabido que, cuando vamos a bailar, suele haber sectores “VIP” con tratos “preferenciales” a donde solo pueden acceder amigos del dueño, personas con dinero, gente de la farándula (la que, curiosamente, tiene ese “status” gracias a la sociedad toda), jugadores de fútbol, modelos y otros. ¿Qué diferencia a estas personas de nosotros? En el fondo, absolutamente nada. Simplemente, están del otro lado de la valla, tal vez tengan más guita, más contactos o más habilidad en alguna actividad que nosotros. ¿Por qué están ellos de ese lado y nosotros no? Probablemente solo sea por decisión del dueño o los administradores del lugar. ¿Está bien sentirme discriminado? ¿Es acaso distinto de lo que hemos tratado de hacer toda nuestra vida, es decir, competir, diferenciarnos y juntarnos con la gente que resuena con nosotros?

¿Y qué pasa si eso me hace sentir mal, si me hace sentir menos? Personalmente pienso que si te sentís menos simplemente por estar del otro lado de una valla, te lo merecés. Esas ganas de “ser como los que están del otro lado” hacen que no puedas disfrutar de la vida, ser vos mismo, descubrir lo que realmente te gusta y conectarte con la gente que realmente le puede dar valor a tu vida. Por otra parte, las veces que he estado del otro lado, me he pegado unos emboles tremendos. Definitivamente no es para mí.

Pero los “uniformizadores” desprecian la diferenciación y la competencia. Quieren que todo sea como ellos quieren. Quieren ser los que mueven los hilos. Quieren ser los reconocidos. Quieren ser “los que trajeron la igualdad”. Y quieren hacer esto imponiendo su moral a los palazos, utilizando el monopolio de la fuerza ¿Será esto la consecuencia de una baja autoestima? ¿Los habrán elegido siempre últimos en el Pan y Queso? ¿El facherito del curso les habrá robado la chica que les gustaba? ¿O la linda y popular se habrá quedado con su mejor amigo y galancito? ¿O es simplemente una megalomanía que tiene adentro cierta gente, que no puede ser feliz sin decirle a otro qué hacer?

Tengo un mensaje para esta gente, que generalmente se dedica a la política o pertenecen a ONGs (bancadas con fondos públicos): no importa lo que hagan, no importa cuánto lo quieran, LA UNIFORMIZACIÓN NO ES POSIBLE. No existe ni siquiera en estructuras rígidas como las fuerzas armadas, dado que sus escuadrones de elite y pilotos dejan de usar los uniformes reglamentarios, personalizan sus aviones y cascos, usan “nombres clave”, existen héroes y leyendas. Incluso la permanencia hace que se vistan y actúen distinto (pregúntenle a sus viejos cómo es que los colimbas que estaban por terminar de cumplir su tiempo tenían tratos preferenciales y usaban la gorrita para adelante).

Gi-Joe

Tropa de Elite...perfiles diferentes, habilidades diferentes, personalidades diferentes = éxito asegurado

La tribu obembe

Modas tribales en un mundo apocalíptico

Aunque consigan su perverso deseo de destruir la riqueza de todo el mundo, prohíban todo tipo de hobby y competencia, nos hagan vestir a todos con las mismas grises ropas y aprender exactamente lo mismo, LA UNIFORMIZACIÓN NO SERÁ POSIBLE. Siempre existirá alguien más vivo, más pensativo, alguien que silbe mejor, que tire chistes, que sonría, que sea más linda o más fachero, alguien que nos caiga mejor, alguien que no nos dé pelota, alguien a quien ignoremos, alguien que haga el trabajo más rápido y mejor. Y siempre, siempre existirá alguna especie de “JetSet” esos grupos que muchas veces marcan las tendencias y modas (más no sea rompiéndose las grises ropas de nuevas formas) y al que muchos querrán pertenecer.

Les pido a los uniformizadores que hagan algo más productivo de su vida, y que intenten ser felices sin imponerle su moral a nadie. Si tienen problemas de autoestima baja o vacíos existenciales, vayan al psicólogo o terapeuta correspondiente y de su preferencia. Pero que si están en la función pública se dejen de hacer idioteces y se dediquen a lo importante: DEFENDER LOS DERECHOS INDIVIDUALES DE LAS PERSONAS, LA VIDA, LA LIBERTAD, LA PROPIEDAD Y LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD.

Esto último, en mi experiencia personal se encuentra, justamente en la competencia (contra uno mismo y contra los demás), en la diferenciación (encontrar realmente quién uno es) y en la colaboración con todas esas personas que piensan y sienten como uno.

Realidad o Atlantis

TrainWreck

Se fue todo al carajo.

Qué lindo era escribir esta semana sobre los delirios de los feriados, el carnaval eterno, las ostentaciones de Boudou o las forradas de Moreno. Hoy, sin embargo, no me sale el sarcasmo, ni la ironía ni algún que otro chiste. Estoy flotando en una nebulosa que mezcla amargura, resignación y unos tremendos sentimientos de derrota.

Se estrelló un tren.

Se estrelló un tren abarrotado de gente, mucha más de la que debería llevar.

Se estrelló un tren obsoleto, que data más o menos de los años 50.

Se estrelló un tren que corre diariamente por unas vías oxidadas e inseguras.

Se estrelló un tren en el que la mitad de los pasajeros no paga el boleto.

Se estrelló un tren deficiente, operado por gremio y emprebendarios corporativistas.

Se estrelló un tren  que el que lo usa no lo paga, el que lo paga no lo usa y el que lo paga lo hace con plata ajena.

Se estrelló un tren que presta un servicio no a los usuarios sino al relato de una Reina y su séquito de adulones.

Se estrelló un tren y hubo muchos muertos e incontables heridos.

Inmediatamente se me vino a la mente una parte de La Rebelión de Atlas, esa genial obra de Ayn Rand que, en lugar de ser usada para prevenir muchas cosas, parece que la están usando como manual de instrucciones para el funcionamiento del estado.

En dicho capítulo se descomponía la locomotora eléctrica de un tren que debía atravesar un largo túnel. En el tren viajaba una figura política importante que reclamaba llegar a tiempo, a como dé lugar. En este mundo mediocrizado y venido a menos que nos presenta Rand, no hay otra locomotora eléctrica para reemplazarla a tiempo. Pero ante la demanda del funcionario, todos los trabajadores de esta empresa cuasi estatizada enchufan el tren a una locomotora a carbón (previo sutil y tácito deslinde de responsabilidad cada uno) y mandan el tren hacia su destino. Mueren todos los pasajeros asfixiados cuando el túnel se llena de humo.

A continuación de mostrarnos los responsables directos de esta negligencia, Rand da también algunos detalles de pasajeros al azar del tren. Cito el texto a continuación:

Se dice que las catástrofes tienen básicamente su origen en la casualidad y algunos habrían afirmado que los pasajeros del Comet no eran culpables, ni responsables de lo que les estaba sucediendo.

El hombre que ocupaba el dormitorio A, en el primer vagón, era un profesor de sociología que enseñaba que la habilidad individual no tiene consecuencias, que el esfuerzo individual es inútil, que una conciencia individual representa un lujo innecesario, que no existe ninguna mente, carácter o logro de naturaleza individual, y que son las masas, y no la persona, lo que cuenta.

El ocupante del compartimento 7, en el segundo vagón, era un periodista que había escrito que es propicio y moral utilizar la fuerza «por una buena causa». Creía poseer el derecho a hacer uso de la fuerza física sobre otros, estropear vidas ajenas, ahogar ambiciones, estrangular deseos, violar convicciones, aprisionar, despojar y asesinar por todo aquello que, a su modo de ver, constituyera lo que representaba su idea de «una buena causa». No era precisamente una idea, ya que nunca pudo definir lo que consideraba bueno, sino que había declarado simplemente que se dejaba guiar «por cierto sentimiento», no limitado por ninguna clase de sabiduría, ya que consideraba que la emoción superaba al conocímiento y se basaba simplemente en sus «buenas intenciones» y en el poder de un arma.

La mujer que ocupaba la litera 10, en el tercer vagón, era una profesora de avanzada edad que había pasado su vida transformando una clase tras otra de indefensos niños en grupos de infelices cobardes, a quienes enseñaba que el deseo de la mayoría es el único patrón para medir el bien y el mal; que una mayoría puede hacer lo que quiera; que no es preciso resaltar la personalidad de cada uno, sino obrar como los otros obren.

El ocupante del camarote B, vagón número 4, era un editor de periódicos que sostenía que los humanos son malvados por naturaleza y están incapacitados para la libertad; que sus instintos básicos, si no se los controla, son la mentira, el robo y el crimen, y que, en consecuencia, deben ser conducidos con mentiras, robos y crímenes, actos que constituyen un exclusivo privilegio de losgobernantes, a fin de forzarlos a trabajar, enseñarles a ser morales y mantenerse dentro de los límites del orden y la justicia.

El viajero del dormitorio H, vagón número 5, era un empresario que había adquirido su negocio, una mina de metal, con la ayuda de un préstamo otorgado por el gobierno, en el marco de la Ley de Igualdad de Oportunidades.
El hombre que viajaba en el compartimento privado A, del sexto vagón, era un financista que había amasado una fortuna adquiriendo acciones ferroviarias «congeladas» y haciendo que sus amigos de Washington las «descongelasen».

El hombre en el asiento 5, coche número 7, era un obrero convencido de tener «derecho» a un empleo, sin importarle si a su empleador le interesaba, o no, contar con sus servicios.

La ocupante de la cabina 6, vagón número 8, era una disertante convencida de que, como consumidora, tenía el «derecho» a ser transportada, sin que importara si la empresa ferroviaria deseaba, o no, brindarle el servicio.

El hombre del camarote 2, vagón número 9, era un profesor de Economía que abogaba por la abolición de la propiedad privada, explicando que la inteligencia no desempeña ningún papel en especial dentro de la producción industrial; que la mente humana está condicionada por las herramientas materiales; que cualquiera puede dirigir una fábrica o un ferrocarril, ya que sólo es cuestión de conseguir la maquinaria adecuada.

La mujer del dormitorio D, vagón 10, era una madre que acababa de colocar a sus hijos en la litera superior, arropándolos cuidadosamente y protegiéndolos de corrientes de aire y de vaivenes del tren; su esposo ejercía un cargo en el gobierno y hacía cumplir regulaciones que defendía con estas palabras: «No me importa pues sólo perjudican a los ricos. Después de todo, tengo que velar
por mis hijos».

El pasajero del compartimento 3, vagón número 11, era un pusilánime neurótico que escribía comedias, en las que, como mensaje social, insertaba cobardemente pequeñas obscenidades, encaminadas a demostrar que todos los empresarios son villanos.

En la litera 9, vagón 12, había un ama de casa que se creía con el derecho de elegir a políticos, de los cuales no sabía nada de nada, para que controlasen gigantescas industrias, de las cuales tampoco sabía nada de nada…
El camarote F del vagón 13 estaba ocupado por un abogado que en cierta ocasión manifestó: «¿Quién, yo? Siempre me las arreglaré bajo cualquier sistema político».

El ocupante del cuarto A, vagón número 14, era un profesor de filosofía que enseñaba la inexistencia de la mente (¿Cómo sabemos que el túnel es peligroso?}’, de la realidad (¿Cómo demostramos que el túnel existe?); de la lógica (¿Por qué insistimos en que los trenes no pueden moverse sin fuerza motriz?); de los principios (¿Por qué nos dejamos dominar por la ley de la causa y el efecto?); de los derechos (¿Por qué no atamos a cada individuo a su tarea por la fuerza?); de la moralidad (¿Qué es moral en el manejo de un ferrocarril?); y de los valores absolutos (¿Qué importa si vivimos o morimos?); era un catedrático que enseñaba que no sabemos nada (¿Por qué hay que oponerse a las órdenes de un superior?); que no podemos estar seguros de nada (¿Cómo saben que tienen razón?); y que debemos actuar de acuerdo con el impulso del momento (No irá usted a arriesgar su empleo, ¿verdad?).

El ocupante del salón B, vagón 15, era un joven que había heredado una gran fortuna y que no dejaba de repetirse: «¿Por qué debe ser Rearden el único a quien se le permita fabricar su metal?».

El hombre del dormitorio A, vagón 16, era un filántropo que había dicho: «¿Los hombres de habilidad? No me importa que sufran, ni si pueden soportarlo; deben ser castigados para apoyar al incompetente. Francamente, no me importa que sea justo o no. Me enorgullezco de no garantizar ninguna justicia a los más hábiles cuando son los más necesitados quienes necesitan piedad»

Estos pasajeros estaban despiertos y no había nadie en todo el tren que no compartiese conellos una o varias de sus ideas. Cuando el tren entró en el túnel, la llama de la antorcha Wyatt era lo último que se veía.

Claramente los pasajeros de ninguno de las dos catástrofes (ni los de la realidad, ni los de la ficción) son responsables directos, así como tampoco el resto de la población.

Sin embargo, cabe preguntarse cuánto de lo que hacemos y cuánto de lo que hacen los otros no es una colaboración a la gran película que hace que estas cosas sucedan. Cuántas acciones pequeñas pero constantes hacen que estas tragedias sean cada vez más frecuentes.

Colabora con estas circunstancias:

– Aquel que piensa que “está bien que haya un poco de inflación” y, al mismo tiempo quiere que los servicios se le presten a tarifas congeladas peso/dólar.

– Aquel que piensa que está bien que hay que promover la “industria nacional” mediante trabas o, directamente, restricciones a las importaciones y no mediante la verdadera competencia y productos de calidad (Cuántos repuestos para trenes, energía, micros y otros no están entrando por culpa de un gorila como Moreno?).

– Aquel que aplaudió la confiscación de los fondos de pensión de los demás para que los administre el fantástico e infalible estado.

– Aquellos que están orgullosos por haber “recuperado” Aerolíneas Argentinas y muy conscientes de que “debe haber una Aerolínea de Bandera” (administrada por el estado y dilapidando recursos de los contribuyentes).

– Aquellos que piensan que el estado está para “controlar” a los privados, desde un banco hasta en la casa de quién se fuma o cuánta sal le ponés a la comida, sabiendo bien que los burócratas no pueden controlar ni los servicios que ellos mismos prestan.

– Aquellos que piensan que el problema de este gobierno es de formas y no de fondo, y que, con buenos modales van a poder administrar a todo y todos, pero eficientemente.

– Aquellos que, luego de haber visto cómo le sucedían cosas así a los demás (accidente del Sarmiento y los colectivos, asaltos a diario, etc, etc.), prefirieron poner el voto a los mismos, no vaya a ser “que se rompa la economía” y no se puedan comprar el último blackberry.

– Aquellos que insisten con que hay que cumplir con las normas de esa aberración conocida como la Comisión Nacional de Regulación de Transporte. Esos que se ponían a apretar a una línea de colectivos que prestaba un servicio mucho mejor y diferencial.

– Aquellos que recibieron y reciben subsidios que son bancados con los impuestos que pagan otros.

En fin, por acción u omisión, todo un país cómplice de la tragedia. Un país que, a pesar de haber visto, sigue creyendo que el Estado mágicamente va a sacar la incertidumbre de sus vidas y marcarles y asegurarles el camino a seguir desde la cuna hasta la tumba. Ahí tienen al estado. Ahí están los frutos del estatismo recalcitrante.

Podría ponerme a escribir sobre las ventajas de un sistema de transporte de plena competencia y todas esas cosas que ya sabemos. Podría incitar a la rebelión fiscal y a la resistencia civil. Podría arengar sobre lo buena y benéfica que es la libertad.

Pero hoy no.

Hoy simplemente me terminé de dar cuenta cuánto vale para la mayoría de los argentinos la vida humana: una blackberry y un puto plasma ensamblados en Tierra del Fuego.

Un 82% de inseguridad social

Para entender el debate de ayer en el Senado sobre el famoso 82% se puede imaginar la siguiente situación: Con una nueva ley perdiste la posibilidad de elegir tu trabajo y un grupo de hombres pertenecientes a la Comisión de Bienestar Laboral deciden cuál será el trabajo que vas a desempeñar desde este momento, un grupo cree que tenes que ser limpiador de excremento de cerdos en una granja, el otro grupo masturbador de toros para inseminación artificial (un instructivo, por si es necesario) ambos trabajos pagan lo mismo, una miseria. El resultado para vos es indistinto, salís perdiendo en ambos casos.

Un panorama de ese estilo se presenta cuando se discute el esquema de inseguridad social de nuestro país y tenemos que adoptar una postura. La situación de los más ancianos siempre es un tema que le importa a los políticos a la hora de hacer declaraciones rimbombantes. El Senador socialista Giustiniani dijo, respecto a la ley sancionada ayer en la Cámara de Senadores, «Con esta ley no solamente le daremos dignidad a los cinco millones y medio de jubilados y a sus familias, sino que esta noche tendremos un país más digno». Una senadora opositora chubutense afirmó «Desde nuestro sector adelantamos la decisión de apoyar la ley: se tiene que terminar una enorme injusticia. Uno de los pilares de nuestra sociedad tiene que ser la solidaridad», mientras que del otro lado el Senador Pichetto resaltó el carácter salvador del gobierno kirchnerista respecto de las jubilaciones: «El sistema era deficitario, las AFJP tenían mejores aportes pero con ecuaciones previsionales muy malas para la gente. Hoy un trabajador jubilado estaría cobrando 300 pesos de una AFJP»

Bajo el sistema de reparto actual, ni los jubilados actuales, ni los del futuro, tienen salida.

Los jubliados, y los futuros jubilados (o sea, los trabajadores actuales), son las verdaderas víctimas de estas declaraciones sinsentido. Ni una ley del Senado puede convertir, de la noche a la mañana,  la situación del jubilado en un paraíso, ni tampoco la expropiación de las cuentas de capitalización cuasi-estatales (las AFJPs eran las esponjas del menemismo, que las exprimió hasta eliminarlas) puede significar una mejora en la situación de los viejitos. Oficialistas, y opositores, son cómplices de la penosa situación que viven los jubilados.

Sorprendentemente, en este caso, tanto oficialistas como opositores están en lo correcto, por un lado los defensores de la jubilación mínima de un 82% en relación al salario minimo actual aciertan al afirmar que la situación actual de los jubilados es inmerecida. Por el otro lado, los que sostienen que la jubilación mínima de un 82% no se puede financiar y «dinamita la seguridad social y mete el déficit en el Presupuesto», como dice Calcagno, también son razonables.

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El gobierno y la destrucción de la moral

Lean a Robert Higgs, no tiene desperdicio:

No obstante, cuando un gobierno ha estado arraigado en una sociedad durante largo tiempo, sus exacciones se tornan una “triste realidad”, una cuestión de “así son las cosas”, y la gente tiende a perder su percepción de que obtener algo del gobierno equivale a recibir propiedad robada porque el gobierno, careciendo de algo que le pertenezca legítimamente, solamente puede dar lo que injustamente ha arrancado de otros. Los gobernantes, apoyados por su intelectuales mantenidos, hacen todo lo posible para tejer un manto de legitimidad en aras de disfrazar su saqueo, porque al hacerlo morigeran las dificultades de extraer la riqueza de de los propietarios legítimos.

En algunos casos, especialmente en sociedades con gobiernos que intentan justificar su existencia y sus acciones en fundamentos “democráticos”, muchos individuos pueden ser engañados por este acto de prestidigitación ideológico. Pueden en verdad creer que “nos gravamos a nosotros mismos” de modo tal que los mandatarios que “elegimos” pueden disponer del botín de maneras por las que “votamos” fallando en apreciar el abismo que separa a esta prístina visión ideológica de los sórdidos hechos palpables.

Una vez que esta clase de pensamiento se vuelve predominante, sin embargo, sirve para santificar formas especificas de depredación sin ningún límite claro. La gente empieza a creer, o al menos se esfuerzan por convencerse a sí mismos, que cualquier cosa que el gobierno pudiese estar listo para otorgarles, ellos poseen en consecuencia un perfecto derecho a recibirla. En este punto, se ha perdido todo contacto con la genuina moralidad, y en virtud de que una sociedad de sociópatas no puede permanecer viable en el largo plazo, la nación que se embarca en este curso ha zarpado hacia su propia ruina.

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