La gran prohibición, o por que los jóvenes e inmigrantes no podrían trabajar.
¿Que me dirían si les digo que puedo demostrar que los políticos y la Constitución, desde 1957, han estado abogando por una política que condena a los más pobres a ser mas pobres todavía, que frena a los jóvenes que aún carecen de experiencia laboral de poder trabajar, que es un obstáculo a los estudiantes que quieren comenzar a desarrollarse en lo que mas les gusta? Ni hablar de los problemas que le presenta a Jose que llegó de Paraguay para trabajar pero se dedica a pedir limosnas porque esa política no le permite hacerlo.
No encontré en mi corta vida a ningún político oponerse a esta flagrante limitación de oportunidades, a esta medida tan contraria a la tan nombrada igualdad de oportunidades que dicen defender, no encontré a ningún economista del establishment (me refiero a los economistas que les gusta estar cerca del poder, sea del color que sea) reclamar una mayor justicia con la eliminación de esta regulación. Los sindicatos la han defendido fervientemente, es entendible, ellos defienden a los trabajadores, no a los que no lo tienen.
Es una medida que atrae a los políticos porque genera una ilusión en la gente que nadie se ha animado a cuestionarla, estoy hablando del salario mínimo, o como dice nuestra constitución el salario mínimo vital y móvil.
Desde la comodidad de sus despachos en el congreso, con salarios que multiplican varias veces el salario promedio, o desde las tribunas de los bienintencionados pero buenos para nada, o las declaraciones de sindicalistas que hablan sentados sobre los millones que obtuvieron robandole a los que apenas llegan a ganar el salario minimo, todos declaran inadmisible que alguien pueda ganar por menos de lo que ellos consideran adecuado, dejando de lado no solo la opinión del verdadero afectado, sino que también los perniciosos efectos que genera su iniciativa constante de aumentar el salario minimo.
La cuestión es muy sencilla, la sabiduría del gran economista Henry Hazlitt en «La economía en una lección» (disponible online acá) lo explica con una tremenda sencillez:
Cuanto más ambiciosa sea la ley, cuantos más obreros pretenda proteger y en mayor proporción aspire al incremento de los salarios, tanto más probable será que el perjuicio supere los efectos beneficiosos.Lo primero que ocurre cuando, por ejemplo, se promulga una ley en virtud de la cual no se pagará a nadie menos de treinta dólares por una semana laboral de cuarenta y ocho horas, es que nadie cuyo trabajo no sea valorado en esa cifra por un empresario volverá a encontrar empleo. No se puede sobrevalorar en una cantidad determinada el trabajo de un obrero en el mercado laboral por el mero hecho de haber convertido en ilegal su colocación por cantidad inferior. Lo único que se consigue es privarle del derecho a ganar lo que su capacidad y empleo le permitirían, mientras se impide a la comunidad beneficiarse de los modestos servicios que aquél es capaz de rendir.En una palabra, se sustituye el salario bajo por el paro. Se causa un mal general, sin compensación equivalente.
Pero estas leyes en realidad eliminan oportunidades para los trabajadores poco calificados y dilapidan los recursos. Además, no podrían haber llegado en peor momento: Lo último que necesitan quienes se encuentran en los márgenes del mercado laboral son leyes que los vuelvan más difíciles de emplear.
Esta es una aplicación estándar de los principios económicos básicos. Las curvas de demanda descendente, significan que la gente desea comprar más de algo en la medida en que se vuelve más barato y menos de algo cuando se torna más caro. Las curvas de oferta ascendente, significan que la gente está dispuesta a hacer más de algo a medida que aumentan las remuneraciones y menos de algo cuando las remuneraciones disminuyen. En los mercados competitivos, los salarios mínimos generan desempleo: Mientras atraen a más personas al mercado laboral, reducen la cantidad de empresas deseosas de contratar mano de obra.
Claro que mientras se da el constante intento de los políticos de subestimar las decisiones individuales, las personas ofrecen una lección de sensatéz:
De cada diez personas con ingresos, cinco perciben menos de $ 1500 (el equivalente al salario mínimo vital y móvil) por su ocupación principal.
Se trata de casi cinco millones de personas, que se ubican en los deciles 1 a 5 del informe de evolución de la distribución del ingreso correspondiente al segundo trimestre de 2009 que ayer publicó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Violan la ley del salario minimo, prefieren trabajar a estar desocupados.
Si el salario minimo fuese efectivo, porque no exigen los defensores de los que nadie les pidio que los defiendan, que sea de $ 10.000?
En otro momento voy a contarles el misterio (que no es ningún misterio) de porque aumentan los salarios y como es que un pintor que pinta casas en Bolivia con tan solo mudarse a Estados Unidos pasa a ganar cuatro veces mas, y no, no es la presión de los sindicatos, las restrictivas leyes laborales o la violencia institucionalizada. Lo dejo para otra oportunidad
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