Posted by Al Verdi on 19 octubre 2012 in Artículos, Política | 6 comments
El uso del lenguaje es de extrema importancia. Mi co-blogger lo dejó claro en su último post. Las palabras utilizadas para describir situaciones no son una simple cuestión semántica, son una cuestión política. Varias veces hemos mencionado a George Orwell que en su novela 1984, así como también en otros ensayos, señala la relación entre el lenguaje y la política. «El lenguaje político está diseñado para que las mentiras parezcan verdades, el asesinato una acción respetable y para dar al viento apariencia de solidez.», escribió Orwell, y estaba en lo correcto.
Los funcionarios kirchneristas saben de esto, y han llevado a cabo una manipulación del lenguaje que ha tenido éxito. Tanto los defensores del régimen como los opositores adoptaron el lenguaje que ha decidido utilizar el kirchnerismo. Los «controles al dólar», «las restricciones a las importaciones», «la inflación» o «el cepo cambiario», son los temas que predominan en las tapas de los principales medios, todos ellos tratados y analizados en la sección económica. ¿Pero pueden todas estas medidas limitarse a ser analizadas en la sección económica de los diarios?
Ludwig von Mises, uno de los más grandes economistas del siglo XX, definió a la economía como la ciencia que estudia la acción humana. La economía no estudia la circulación de los bienes y servicios, el dinero, la tierra, los factores de producción, u otros conceptos que seguramente recibimos en nuestra educación primaria o secundaria. El objeto de estudio de la economía es la acción humana individual, y la interacción entre distintas acciones humanas, es decir la cooperación social, el mercado. Entonces, ¿sobre quienes recaen las distintas regulaciones económicas? No lo hacen sobre el dólar, o sobre productos. Las regulaciones, son en realidad regulaciones sobre la acción humana y el campo de elección posible. Lo que se está regulando son las elecciones que una persona pueden hacer y cuales no . Hablar de regulaciones económicas es un eufemismo para evitar mencionar que lo que se está regulando y dirigiendo son las decisiones de millones de personas, sin importar a que sector social pertenezcan o a quién hayan votado. No es un modelo de sustitución de importaciones, en realidad se trata de un modelo de sustitución de decisiones.
Los gobiernos, históricamente, han evitado afectar derechos fundamentales como la libertad de expresión, o el derecho de propiedad, solamente por un capricho propio. La realidad, es que cada vez que se ha avanzado contra los derechos humanos se ha enarbolado una causa noble y repleta de grandeza para llevar adelante el plan. Ya sea para el «bienestar del pueblo», «salir del infierno», «mantener la paz social», o «garantizar la seguridad social», regímenes de todos los tamaños y colores han apelado a este tipo de excusas para restringir derechos. Su misión no es la de administrar los recursos, ni siquiera implementar políticas públicas, tienen una misión mas importante, un objetivo tan importante que pueden creen tener el poder, y la justificación, para ignorar los límites que tiene un gobierno en sus acciones.
Es decir, hay una misión superadora que requiere ignorar a las minorías, o pasarlas por arriba. «Ellos no pueden quejarse porque les fue, o les va bien, no son tan buenos como nosotros» es el argumento principal contra las manifestaciones masivas anti-gobierno. El principal mensaje de la presidenta a las protestas fue relacionado con quiénes supuestamente la llevaron adelante, y no acerca de los legítimos reclamos que realizaban. Esto quiere decir que Cristina Kirchner ha logrado una confusión total entre el partido gobernante y gobierno, hablándole durante acto de gobierno a una audiencia, y con un discurso, que era más propia de la de un partido político.
En general, ningún gobierno ha disminuido el alcance de derechos básicos como es el derecho de propiedad, por el sólo hecho de expresar «envidia» o cuestiones similares, siempre existen causas nobles que defender. Ningún gobierno restringe las importaciones para beneficiar a empresarios amigos, se lo hace para «proteger el empleo local, y fortalecer el modelo de movilidad ascendente». El cepo cambiario no se hace para salvar las papas del fuego de un modelo que es insostenible, se aplican medidas «para promover una cultura de ahorro en pesos, y fortalecer la moneda», lo que se está haciendo es robandole a la gente mediante la inflación y prohibiendo comprar moneda extranjera más confiable que el peso argentino en el corto plazo. Lo mismo se puede decir de la nueva ley que obliga a los countries a ceder o pagar el 10% del territorio que ocupa, lo que para los diputados son «contribuciones obligatorias» y «compensaciones monetarias» (habrá que preguntarles cuál fue el daño que hicieron los countries y que ahora deben compensar) para construir viviendas sociales, a los ojos de cualquiera debería ser una extorsión y un robo, sin embargo se lo hace en nombre de resolver «las necesidades de ordenamiento urbano, hacinamiento de hogares o factores de riesgo social, hidráulico o ambiental».
Las dictaduras se han encargado de fijar objetivos grandilocuentes. Si ellos luchan por la «paz social», «el bienestar del pueblo», la «seguridad nacional», ¿por qué debería haber algún limite sobre sus medios? ¿Acaso alguien podría oponerse a conseguir la «paz social», «el bienestar del pueblo»o promover «la seguridad nacional»? Lo hacen y lo hicieron políticos alrededor del mundo, George W. Bush lo hizo y lo sigue Barack Obama, en los paises comunistas sucedía, pero también pasa con los populistas de derecha europeos, como Jean-Marie Le Pen o Geert Wilders. Aunque probablemente sea en Latinoamerica, y el realismo mágico que se trasladó de la literatura a la política, el semillero más importante de populistas. En Argentina, el mesianismo político ha sido una constante entre los peronistas y militares que se alternaron el poder durante los ultimos 70 años, y todos ellos venían con proyectos de restaurar el orden o transformar la nación.
La humildad es una cualidad que no se encuentra fácilmente entre los políticos de ningún signo político, tal vez José Mujica, con todos los problemas que puede tener, por lo menos adopta su gobierno desde la humildad y no la arrogancia. Actuando con humildad, y sin tanta parafernalia alrededor de políticas públicas, los gobiernos abandonan ese velo de impunidad que creen tener para llevar adelante sus «cruzadas y misiones de suma importancia para el futuro de la nación» y se mantienen más cercanos a la realidad, y así con mayor probabilidad de ser controlados. Que, por supuesto, es lo que intentan evitar.
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