Ella y su dictadura

Cristina Kirchner, de a poco, está aprendiendo los gajes del oficio de ser la líder de una dictadura con todas las letras. Antes que los que creen ser expertos en semántica argumenten que CFK fue votada de forma democrática, y por ello nunca puede ser presidente de una dictadura, recordemos la definición de  esa palabra en el  Espasa Calpe:

f. Gobierno que prescinde del ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad sin limitaciones en un país y cuyo poder se concentra en una sola persona.

La RAE coincide. Nada dice acerca de la forma en la que se accede al poder, sino sobre los modos en los que se administra ese poder. Fue el predecesor de Axel Kiciloff, ahora diputado de la nación, Roberto Feletti, quién dio los primeros indicios de como iba a ser el segundo mandato de Cristina Fernández: «Ganada la batalla cultural contra los medios, y con un posible triunfo electoral en ciernes, no tenés límites«, afirmó Feletti en la era del pre-54%.

Claro, sería injusto de mi parte afirmar que un funcionario de mediano rango,que es un simple aplaudidor que está siguiendo ordenes, haya definido con sus declaraciones el rumbo que tomó el tercer mandato del kirchnerismo. También podríamos referirnos a un comunicado de prensa de la AFIP (acá más sobre el tema) que admitía que los únicos límites que tenían a la hora de investigar a los ciudadanos era, el límite tecnológico:

La medida se enmarca dentro de los tres pilares en los que se apoya la nueva estrategia de fiscalización de la AFIP: la utilización al máximo de la tecnología disponible, la explotación centralizada de la información y los controles tanto “ex-ante” como en línea de las operaciones.

Sin embargo, el caso sigue siendo débil. Definir a una dictadura según las declaraciones de un aplaudidor de mediano rango, y tomando en cuenta los pilares de la agencia recaudadora de impuestos puede ser exagerado. De todas maneras, al mismo tiempo, hay un sinnúmero de evidencias para avanzar el caso de que estamos ante un gobierno dictatorial, en este blog fuimos documentando varias de ellas.

En la última cadena nacional, la vigésima del año, utilizada para presentar el Plan Nacional Estratégico de Seguros (Planes, según sus siglas), la presidenta dio un discurso en el que dejó una vez más en evidencia el carácter del actual gobierno. Me refiero especialmente a este fragmento:

Hemos tenido en lo que yo llamo esta década ganada, el crecimiento más importante de nuestros 200 años de historia, con un promedio del 7,7 del PBI por año, que nos ha convertido casi en un 80 por ciento de crecimiento, una recaudación… De aquí lo veo al señor de la AFIP, que lo pone nerviosos a algunos y yo no sé por qué, porque en realidad si uno paga los impuestos, nadie tiene que sentirse mal ni molesto ante la AFIP. Solamente pueden tenerle miedo a la AFIP, los que no pagan los impuestos o están fuera de la ley, el resto tiene que estar muy tranquilo.

El deplorable show de la condena nacional.

Por si quedaba alguna duda, lo que anticipó Feletti y, posteriormente, el comunicado de AFIP, lo reafirma Cristina Fernández de Kirchner, en ese acto que le imponía a toda la televisión de aire, y a las radios. Las declaraciones son una clara demostración de que la Constitución Nacional no está vigente. No es que la Argentina convertida en dictadura sea una imagen muy reciente, desde la confusión total entre partido y estado, hasta los escraches en cadena nacional a un empleado de  inmobiliaria que osó criticar al gobierno, o la misma persecución a los jueces de la Corte, presionando a muchos de ellos a renunciar a su cargo en vez de celebrar el correspondiente juicio político. Todo estos son indicios  bajo que régimen de gobierno vivimos y estuvimos viviendo los últimos 9 años.

Para muchos el argumento al que apeló Fernández de K. es válido. «Pagar los impuestos es una obligación legal y el gobierno debe encargarse de hacer cumplir la ley», mucha gente cree que para esto no hay ningún tipo de límite o restricción: todo vale especialmente si el fin es recaudar. Para algunos, los evasores merecen la expulsión del país. Este grupo está compuesto por kirchneristas y furiosos antikirchneristas, indistintamente. Pero ¿qué pasaría si de repente Héctor Magnetto, CEO de Clarín, logra destituir a nuestra  presidenta? Lo primero que haría el «presidente de la corpo», en el imaginario K, es perseguir y encarcelar o asesinar personas que eran kirchneristas , y el aparato de espionaje  compuesto por AFIP, ANSES y SUBE, entre otros, se lo facilitará a esta especie de Emmanuel Goldstein convertido en presidente.
Cualquier otro gobierno, sea del signo que sea, podrá utilizar todo esa policía  fiscal para convertirla en una policía política, algo que para cada vez más personas ya está sucediendo.
Por otro lado, está el derecho a la privacidad, la prerrogativa sobre mantener algunos hechos sin dar a conocer. Es el derecho a aquellas cosas que desean mantenerse en secreto, que nadie lo conozca, y sin embargo, apelando al monopolio de la fuerza el gobierno puede exigirle a las tarjetas de crédito que informen sobre determinados consumos, sacando de la esfera de la privacidad, utilizando la fuerza, cuestiones que se preferían mantener privadas.
Este tipo de razonamiento debería llevar a los interesados por los derechos individuales de la gente, y la libertad, a pensar dos veces en las estructuras que se arman desde los organismos estatales para perseguir a ciudadanos, hoy destinados a supuestos «fines nobles», pero dejando la puerta abierta para una serie de abusos de futuros gobiernos.