Los frenos del estado

Te van a decir muchas cosas.

Te van a decir que es consecuencia de las «privatizaciones» de los’90. Te van a decir que es consecuencia de que estaba ausente el estado. Te van a decir que era una tarea pendiente del proyecto nacional-socialista (nac&pop). Te van a decir que la gente viajaba en el primer vagón, porque estaban apurados. Te van a decir que los empresarios gastaban los subsidios en negocios financieros. Te van a decir que esto entierra los últimos vestigios del proyecto neoliberal, y debe haber una solución superadora. Te van a decir que los van a querellar porque ellos también son víctimas. Te van a decir que es una lástima, porque murieron trabajadores. Te van a decir que si era un feriado, y no un día laborable, tal vez, no moría tanta gente.

Te van a decir esto y muchas cosas más. Te lo van a decir y te lo dijeron.

El trágico accidente ocurrido a comienzos de la acotada semana número ocho del año, no fue un accidente. Era previsible que ocurriera, lo pudo preveer  una autora americana en una novela de 1957, lo podía preveer cualquiera.

Esta vez hay que poner un punto final, y hablar claro. La responsabilidad no fue del gobierno. Por supuesto, son los máximos culpable de que haya sucedido la tragedia, varios funcionarios deberían renunciar y otros ir presos, pero no tuvieron la responsabilidad de que esto pasara. Los responsables de que haya sucedido esto es el 90% de los argentinos que han elegido, durante los últimos años, una alternativa que lleva a resultados como estos.

Para ellos es facil dispensarse de la responsabilidad, con tan sólo decir que el estado estuvo ausente, que fue todo lo contrario lo que votaron, que esto pasó por la culpa de empresarios inescrupulosos, se sienten liberados. Pero el estado no estuvo ausente. Si el accidente  ocurrió fue justamente por todo lo contrario, fue porque el estado estaba presente, estaba muy presente. Este es un argumento que trasciende a oficialistas u opositores, los primeros afirman que es una «tarea pendiente aumentar la presencia del estado», los segundos dicen que fue un «estado ausente» el responsable de que los frenos del ferrocarril no frenaran. No hay diferencia.

Está postura disociada de la realidad, tanto del kirchnerismo, como de la llamada oposición, se debe a que en el fondo, ambas se encuentran unidas por la adoración al estado. Ninguno de ellos ha sabido reconocer que el estado fracasó, más aún el estado nunca fracasa, o el estado no estaba presente, o no estaba suficientemente presente, pero el estado hubiese tenido éxito en frenar al tren, creen ellos.

La misma arrogancia presente en las medidas que intentan regular estilos de vida, fijar precios, manejar la producción de las fábricas, y diseñar los modelos de negocios de cada empresa, está presente a la hora de manejar una línea de tren, aunque en este caso los 51 muertos los dejaron más expuestos, que las cientos de víctimas anónimas que día a día padecen sufrimientos por el accionar del estado, y que son ignoradas por todos, o víctimas de un diagnostico equivocado.

Se podrán decir muchas cosas acerca de la administración de los trenes: que fue privatizado, que fue negligencia de la concesionaria, que el estado no controló lo que debía controlar, podrán decir todo eso, pero nadie estuvo más acertado que Alberto Benegas Lynch (h) para analizar en serio el accidente de la línea sarmiento:

No se trata de insinuar que una empresa privada no pueda tener accidentes, muy lejos de ello. De lo que se trata es de señalar que si la empresa se politiza los incentivos para mejorar resultan bastardeados ya que son otros los que pagan los platos rotos, sin embargo, la empresa privada, en la medida en que no presta buenos servicios es desplazada del mercado. Hasta la forma en que se toma café y se encienden la luces resulta completamente diferente en un organismo estatal respecto de lo que ocurre en una empresa privada. Por otra parte, la misma constitución de lo que se denomina una “empresa estatal” significa despilfarro puesto que los siempre escasos factores productivos se canalizarán en una dirección distinta de la que hubiera decidido la gente si se les hubiera permitido hacer uso del fruto de su trabajo.

Para comprender de forma integral la tragedia, el artículo que cito acá arriba es de lectura obligada.

El problema de frenos no está en las  formaciones de la línea Sarmiento, el problema de frenos lo tiene el estado, que intenta acaparar, manejar y planificar cada uno de los espacios en que lo dejan, o quiere pasar. Un estado que constantemente fracasa, y que, por más buena voluntad que se le ponga, seguirá fracasando.

El Amor y la Noche en manos del Estado

Era una noche cualquiera en Buenos Aires. Caminaba por las calles de Palermo rumbo a un bar, para encontrarme con amigos en nuestra clásica salida de tragos y levante. A último minuto habíamos tenido que cambiar de punto de encuentro, porque la noche anterior la policía había clausurado el bar del que éramos habitués. Un joven había denunciado frente al INADI que se le había impedido ingresar al local por estar vistiendo indumentaria deportiva… ¡discriminación!

Por la vereda de enfrente una pareja venía peleándose. Era una escena cada vez más común: como las indemnizaciones por dejar a una persona después del período de 3 meses de prueba habían escalado hasta un nivel absurdo, no importaba qué tan insoportable resultara la vida juntos, ninguno se animaba a dar el primer paso hacia una separación. Otros, en cambio, tomábamos la ruta alternativa: una vida de promiscuidad y rehuirle al compromiso. Una suerte de «amor en negro».

Liberty Beer

En 1984 tenían Victory Gin; acá tenemos Cerveza Liberty.

Entré al bar y me dirigí hacia la barra para pedir una cerveza. Error. Tendría que haber pedido una cerveza con alcohol. Siempre me olvido. Así como hace unos años suprimieron la sal en las mesas de los restaurantes para proteger a nuestra salud de nosotros mismos, ahora había que pedir explícitamente que nuestras bebidas alcohólicas tuvieran efectivamente alcohol.

En la otra punta de la barra, un grupo de anglosajones muy facheros trataba de ahogar sus frustraciones en gin tonic. Uno se acercó y me preguntó en un castellano rústico qué significaba «Nac&Pop». Si bien es cierto que las argentinas siguen siendo las más lindas del mundo, nadie les explicó a estos pobres gringos que las políticas proteccionistas del país ahora también se estaban aplicando al rubro de las relaciones humanas. El lema de las últimas propagandas oficiales era «por cada argentina que se acuesta con un extranjero, hay un argentino que se va a dormir solo y triste». Y evidentemente todos los grupos que habían encarado se habían dejado lavar el cerebro, y les decían que no «para proteger a la industria nacional». En otra época lo normal habría sido indignarse y gritar «¡xenofobia!», pero hoy por hoy a todos les parece bien.

Llegaron los chicos. Después de la obligada ronda de estupideces, inspeccionamos el campo de juego. La mesa con más actividad estaba presidida por un tipo de evidente clase alta: bien empilchado, reloj brillante, celular último modelo. Lo acompañaban varias femmes, y en la mesa había frapperas con champagne y vinos espumantes varios.

«Billetera mata galán» – me comenta Nico.

«No por mucho más» – contesto preocupado.

Y probablemente fuera cierto. Los megalómanos dementes que habitan el Congreso y la Rosada estaban debatiendo un proyecto (¡presentado por la oposición!) que consistía en una especie de «subsidio al levante»: un voucher para que usen en salidas «de lujo moderado» aquellos que no tienen plata para impresionar chicas. ¡Ya no iba a hacer falta ser divertido, interesante, culto, tocar algún instrumento, jugar bien a la pelota, hacer trucos de magia, saber escuchar, y demás talentos!¡El Estado nos iba a dar a todos las mismas oportunidades! (sí, el mismo Estado que perseguía a los artistas callejeros, exigía licencia para hacer magia, clausuraba los lugares para música en vivo, no dejaba que importaran libros, y aplastaba tu capacidad creativa e intelectual con años de adoctrinamiento obligatorio… ¡quería que VOS tengas levante!). Nadie se puso a pensar que, como marca la evidencia histórica, la mayoría de los fondos destinados a ese plan iba a terminar financiando las salidas a todo trapo de punteros políticos y playboys amigos del poder.

Encaramos algunos grupos. En un momento casi me vi tras las rejas, cuando después de que un homosexual me tocara el culo le grité «¡¡qué hacés…. chabón!!». Menos mal que reprimí la palabra con «p», sino —INADI mediante— me habría ganado la expulsión del local (nunca pensé que me iba a salvar la noche un «puto» reprimido).

Lo ideal últimamente era que no te encariñaras demasiado con nadie en particular, porque la llamada del día después se había convertido en una lotería: con un sistema similar al impuesto a las ganancias, si habías cosechado algunos números de teléfono, estos eran socializados para repartir entre los menos afortunados. Y si justo desaparecía el que más querías conservar… mala suerte. Esto lo pudieron hacer gracias a la digitalización: argumentando «protección del medio ambiente» prácticamente desapareció la producción de papel, con lo cual la única forma de agendar un contacto es a través de tu celular personalizado e intransferible (junto con la producción de papel, claro está, desaparecieron la libertad de expresión y la privacidad).

Traté de despejar mi cabeza y decidí redoblar mis esfuerzos para concretar algo hoy, ya que mañana no tenía la noche disponible para mí; tenía una cita a punta de pistola con Dios-sabe-quién. El gobierno había lanzado hace unos meses el plan «Solos y Solas», en donde todos recibíamos caridad romántica compulsiva. Una de cada siete noches de mi semana era administrada por el Estado, que decidía Dios-sabe-cómo quién era nuestra cita idónea para esa semana. «Cruzan bases de datos», decían algunos; «tienen un grupo de gitanas-brujas-burócratas que tiran la posta«, teorizaban otros. Nadie parecía sorprenderse del hecho de que a las que administraban el sistema siempre les tocaba salir con el galán que gozaba de sus 15 minutos de fama en la tele o el teatro, o a los funcionarios con la modelo top de la semana.

El hecho era que, pese a que muchos nos opusimos porque pensábamos que eramos capaces de hacer nuestra gestión de citas nosotros mismos mucho mejor que un burócrata, la ley se aprobó, y era salir con la persona asignada o ir en cana por incumplimiento del deber civil. El argumento de los socialistas fue:

Caridad romántica compulsiva

Dos medias naranjas violentadas por el Estado

«¿Y qué pasa si llegás a los 40 y no conociste a la persona adecuada?¿quién se va a hacer cargo de que estés solo y no te quiera nadie?¿También me vas a decir que podés gestionar tu propia jubilación mejor que el Estado? Ja, ja, ¡contate una de pistoleros!»

Imposible explicarles que si esas noches me hubiesen dejado salir con quien yo quería, habría tenido más chances de encontrar a la persona ideal para mí, si es que existe. Y sinó, ¿quién me quitaba lo bailado?

Evidentemente, el Estado podía quitarme lo bailado.

El DJ se pasó un poco con el ritmo, provocando primero que un joven lo marcara con el pie, y luego que una señorita empezara a mover las caderas. Error fatal. Además de que la canción no estaba aprobada en la Playlist Oficial Año 2025, el bar contaba con habilitación «local tipo C – no bailable». Un inspector infiltrado de civil vio toda la escena y procedió a la clausura, dejándonos a nosotros de patitas en la calle y al dueño del bar con un agujero en su economía.

Finalmente habíamos alcanzado esa panacea que prometían las palabras del Duce: «Todo dentro del Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado». Música para los oídos de las masas.

Volviendo a casa, me shockeó el último cable de Télam proyectado en la telepantalla del colectivo: el Congreso estaba por aprobar una ley importantísima ¿El nombre? Proyecto Prima Nocte.

Proyecto Prima Noctes

Así se habría visto si hubiese papel

Realidad o Atlantis

TrainWreck

Se fue todo al carajo.

Qué lindo era escribir esta semana sobre los delirios de los feriados, el carnaval eterno, las ostentaciones de Boudou o las forradas de Moreno. Hoy, sin embargo, no me sale el sarcasmo, ni la ironía ni algún que otro chiste. Estoy flotando en una nebulosa que mezcla amargura, resignación y unos tremendos sentimientos de derrota.

Se estrelló un tren.

Se estrelló un tren abarrotado de gente, mucha más de la que debería llevar.

Se estrelló un tren obsoleto, que data más o menos de los años 50.

Se estrelló un tren que corre diariamente por unas vías oxidadas e inseguras.

Se estrelló un tren en el que la mitad de los pasajeros no paga el boleto.

Se estrelló un tren deficiente, operado por gremio y emprebendarios corporativistas.

Se estrelló un tren  que el que lo usa no lo paga, el que lo paga no lo usa y el que lo paga lo hace con plata ajena.

Se estrelló un tren que presta un servicio no a los usuarios sino al relato de una Reina y su séquito de adulones.

Se estrelló un tren y hubo muchos muertos e incontables heridos.

Inmediatamente se me vino a la mente una parte de La Rebelión de Atlas, esa genial obra de Ayn Rand que, en lugar de ser usada para prevenir muchas cosas, parece que la están usando como manual de instrucciones para el funcionamiento del estado.

En dicho capítulo se descomponía la locomotora eléctrica de un tren que debía atravesar un largo túnel. En el tren viajaba una figura política importante que reclamaba llegar a tiempo, a como dé lugar. En este mundo mediocrizado y venido a menos que nos presenta Rand, no hay otra locomotora eléctrica para reemplazarla a tiempo. Pero ante la demanda del funcionario, todos los trabajadores de esta empresa cuasi estatizada enchufan el tren a una locomotora a carbón (previo sutil y tácito deslinde de responsabilidad cada uno) y mandan el tren hacia su destino. Mueren todos los pasajeros asfixiados cuando el túnel se llena de humo.

A continuación de mostrarnos los responsables directos de esta negligencia, Rand da también algunos detalles de pasajeros al azar del tren. Cito el texto a continuación:

Se dice que las catástrofes tienen básicamente su origen en la casualidad y algunos habrían afirmado que los pasajeros del Comet no eran culpables, ni responsables de lo que les estaba sucediendo.

El hombre que ocupaba el dormitorio A, en el primer vagón, era un profesor de sociología que enseñaba que la habilidad individual no tiene consecuencias, que el esfuerzo individual es inútil, que una conciencia individual representa un lujo innecesario, que no existe ninguna mente, carácter o logro de naturaleza individual, y que son las masas, y no la persona, lo que cuenta.

El ocupante del compartimento 7, en el segundo vagón, era un periodista que había escrito que es propicio y moral utilizar la fuerza «por una buena causa». Creía poseer el derecho a hacer uso de la fuerza física sobre otros, estropear vidas ajenas, ahogar ambiciones, estrangular deseos, violar convicciones, aprisionar, despojar y asesinar por todo aquello que, a su modo de ver, constituyera lo que representaba su idea de «una buena causa». No era precisamente una idea, ya que nunca pudo definir lo que consideraba bueno, sino que había declarado simplemente que se dejaba guiar «por cierto sentimiento», no limitado por ninguna clase de sabiduría, ya que consideraba que la emoción superaba al conocímiento y se basaba simplemente en sus «buenas intenciones» y en el poder de un arma.

La mujer que ocupaba la litera 10, en el tercer vagón, era una profesora de avanzada edad que había pasado su vida transformando una clase tras otra de indefensos niños en grupos de infelices cobardes, a quienes enseñaba que el deseo de la mayoría es el único patrón para medir el bien y el mal; que una mayoría puede hacer lo que quiera; que no es preciso resaltar la personalidad de cada uno, sino obrar como los otros obren.

El ocupante del camarote B, vagón número 4, era un editor de periódicos que sostenía que los humanos son malvados por naturaleza y están incapacitados para la libertad; que sus instintos básicos, si no se los controla, son la mentira, el robo y el crimen, y que, en consecuencia, deben ser conducidos con mentiras, robos y crímenes, actos que constituyen un exclusivo privilegio de losgobernantes, a fin de forzarlos a trabajar, enseñarles a ser morales y mantenerse dentro de los límites del orden y la justicia.

El viajero del dormitorio H, vagón número 5, era un empresario que había adquirido su negocio, una mina de metal, con la ayuda de un préstamo otorgado por el gobierno, en el marco de la Ley de Igualdad de Oportunidades.
El hombre que viajaba en el compartimento privado A, del sexto vagón, era un financista que había amasado una fortuna adquiriendo acciones ferroviarias «congeladas» y haciendo que sus amigos de Washington las «descongelasen».

El hombre en el asiento 5, coche número 7, era un obrero convencido de tener «derecho» a un empleo, sin importarle si a su empleador le interesaba, o no, contar con sus servicios.

La ocupante de la cabina 6, vagón número 8, era una disertante convencida de que, como consumidora, tenía el «derecho» a ser transportada, sin que importara si la empresa ferroviaria deseaba, o no, brindarle el servicio.

El hombre del camarote 2, vagón número 9, era un profesor de Economía que abogaba por la abolición de la propiedad privada, explicando que la inteligencia no desempeña ningún papel en especial dentro de la producción industrial; que la mente humana está condicionada por las herramientas materiales; que cualquiera puede dirigir una fábrica o un ferrocarril, ya que sólo es cuestión de conseguir la maquinaria adecuada.

La mujer del dormitorio D, vagón 10, era una madre que acababa de colocar a sus hijos en la litera superior, arropándolos cuidadosamente y protegiéndolos de corrientes de aire y de vaivenes del tren; su esposo ejercía un cargo en el gobierno y hacía cumplir regulaciones que defendía con estas palabras: «No me importa pues sólo perjudican a los ricos. Después de todo, tengo que velar
por mis hijos».

El pasajero del compartimento 3, vagón número 11, era un pusilánime neurótico que escribía comedias, en las que, como mensaje social, insertaba cobardemente pequeñas obscenidades, encaminadas a demostrar que todos los empresarios son villanos.

En la litera 9, vagón 12, había un ama de casa que se creía con el derecho de elegir a políticos, de los cuales no sabía nada de nada, para que controlasen gigantescas industrias, de las cuales tampoco sabía nada de nada…
El camarote F del vagón 13 estaba ocupado por un abogado que en cierta ocasión manifestó: «¿Quién, yo? Siempre me las arreglaré bajo cualquier sistema político».

El ocupante del cuarto A, vagón número 14, era un profesor de filosofía que enseñaba la inexistencia de la mente (¿Cómo sabemos que el túnel es peligroso?}’, de la realidad (¿Cómo demostramos que el túnel existe?); de la lógica (¿Por qué insistimos en que los trenes no pueden moverse sin fuerza motriz?); de los principios (¿Por qué nos dejamos dominar por la ley de la causa y el efecto?); de los derechos (¿Por qué no atamos a cada individuo a su tarea por la fuerza?); de la moralidad (¿Qué es moral en el manejo de un ferrocarril?); y de los valores absolutos (¿Qué importa si vivimos o morimos?); era un catedrático que enseñaba que no sabemos nada (¿Por qué hay que oponerse a las órdenes de un superior?); que no podemos estar seguros de nada (¿Cómo saben que tienen razón?); y que debemos actuar de acuerdo con el impulso del momento (No irá usted a arriesgar su empleo, ¿verdad?).

El ocupante del salón B, vagón 15, era un joven que había heredado una gran fortuna y que no dejaba de repetirse: «¿Por qué debe ser Rearden el único a quien se le permita fabricar su metal?».

El hombre del dormitorio A, vagón 16, era un filántropo que había dicho: «¿Los hombres de habilidad? No me importa que sufran, ni si pueden soportarlo; deben ser castigados para apoyar al incompetente. Francamente, no me importa que sea justo o no. Me enorgullezco de no garantizar ninguna justicia a los más hábiles cuando son los más necesitados quienes necesitan piedad»

Estos pasajeros estaban despiertos y no había nadie en todo el tren que no compartiese conellos una o varias de sus ideas. Cuando el tren entró en el túnel, la llama de la antorcha Wyatt era lo último que se veía.

Claramente los pasajeros de ninguno de las dos catástrofes (ni los de la realidad, ni los de la ficción) son responsables directos, así como tampoco el resto de la población.

Sin embargo, cabe preguntarse cuánto de lo que hacemos y cuánto de lo que hacen los otros no es una colaboración a la gran película que hace que estas cosas sucedan. Cuántas acciones pequeñas pero constantes hacen que estas tragedias sean cada vez más frecuentes.

Colabora con estas circunstancias:

– Aquel que piensa que “está bien que haya un poco de inflación” y, al mismo tiempo quiere que los servicios se le presten a tarifas congeladas peso/dólar.

– Aquel que piensa que está bien que hay que promover la “industria nacional” mediante trabas o, directamente, restricciones a las importaciones y no mediante la verdadera competencia y productos de calidad (Cuántos repuestos para trenes, energía, micros y otros no están entrando por culpa de un gorila como Moreno?).

– Aquel que aplaudió la confiscación de los fondos de pensión de los demás para que los administre el fantástico e infalible estado.

– Aquellos que están orgullosos por haber “recuperado” Aerolíneas Argentinas y muy conscientes de que “debe haber una Aerolínea de Bandera” (administrada por el estado y dilapidando recursos de los contribuyentes).

– Aquellos que piensan que el estado está para “controlar” a los privados, desde un banco hasta en la casa de quién se fuma o cuánta sal le ponés a la comida, sabiendo bien que los burócratas no pueden controlar ni los servicios que ellos mismos prestan.

– Aquellos que piensan que el problema de este gobierno es de formas y no de fondo, y que, con buenos modales van a poder administrar a todo y todos, pero eficientemente.

– Aquellos que, luego de haber visto cómo le sucedían cosas así a los demás (accidente del Sarmiento y los colectivos, asaltos a diario, etc, etc.), prefirieron poner el voto a los mismos, no vaya a ser “que se rompa la economía” y no se puedan comprar el último blackberry.

– Aquellos que insisten con que hay que cumplir con las normas de esa aberración conocida como la Comisión Nacional de Regulación de Transporte. Esos que se ponían a apretar a una línea de colectivos que prestaba un servicio mucho mejor y diferencial.

– Aquellos que recibieron y reciben subsidios que son bancados con los impuestos que pagan otros.

En fin, por acción u omisión, todo un país cómplice de la tragedia. Un país que, a pesar de haber visto, sigue creyendo que el Estado mágicamente va a sacar la incertidumbre de sus vidas y marcarles y asegurarles el camino a seguir desde la cuna hasta la tumba. Ahí tienen al estado. Ahí están los frutos del estatismo recalcitrante.

Podría ponerme a escribir sobre las ventajas de un sistema de transporte de plena competencia y todas esas cosas que ya sabemos. Podría incitar a la rebelión fiscal y a la resistencia civil. Podría arengar sobre lo buena y benéfica que es la libertad.

Pero hoy no.

Hoy simplemente me terminé de dar cuenta cuánto vale para la mayoría de los argentinos la vida humana: una blackberry y un puto plasma ensamblados en Tierra del Fuego.

Bududismo Extremo

ReciTurro

A ver si cantás así atrás de los barrotes...

Sos miembro de un partido político que pregona que los ricos son unas basuras totales que se han enriquecido gracias a los pobres, a los que hay que devolverles la dignidad (afanándole a los primeros y repartiendo el botín, claro está).

Fuiste el impulsor de que el estado administre los fondos de pensión, previo afano de toda la guita que estaba en el sistema privado (semi-privado y medio mentiroso en realidad), porque «Los privados se llevaban grandes comisiones y hacían grandes negocios» con esa plata. Además, doña Hebe te invitó a cocinar sus ñoquis comunistas en la EXMA y dijo que eras su hijo putativo (recordemos que Bonafini es una izquierdista recalcitrante, cuyos hijos eran guerrilleros que querían imponer la dictadura del proletariado).

Tus compañeros de la banda pregonan la famosa «sustitución de importaciones», donde le prohíben a Juan Pérez pasar un iPhone por una línea imaginaria y fuerzan a todo el mundo a comprar productos pedorros marca nac & pop (marca República Nacional de China, para ser exactos, pero no quiero despintar «El Relato») y, si te dejan entrar otras cosas, te cobran un «impuesto a la riqueza excesiva y a la ostentación que nadie debería hacer en una república solidaria».

Y vos, vicepresidente electo (cómo terminaste ahí no lo podés creer) no tenés una mejor idea que:

Salir en una foto en tu despacho, con como cuatro computadoras Apple última generación, monitores enormes, teléfonos celulares que están prohibidos para cualquier hijo de vecino y algún que otro chiche.

Ir a tocar la guitarra en actos públicos con tus amiguitos de La Mancha de Rolando, a los que les pagás 80 lucas por recital, salidos de FONDOS PÚBLICOS. Le sale caro a los contribuyentes compensar los fracasos o ilusiones de tu pasado.

Tener un testaferro más que obvio, con todos los papeles atados con alambre al que la ex mujer lo buchonea (hace como un par de años en realidad, pero bueno, los medios masivos se dignaron a publicarlo ahora) por supuestos negociados para la impresión de billetes.

No contento con todo esto, el tipo se hace remodelar varias oficinas del Congreso para ponerse un gimnasio y un jacuzzi, y además contrata un servicio de chef especial, al cual podrán acceder algunos selectos nada más. ¿Adiviná con la plata de quién se hace todo esto?

Digo yo, ¿tanto le cuesta a este tipo esperar a que sea la hora de salida del laburo para irse a enfiestar con unas minas al jacuzzi de su depto? ¿O tiene acaso algún tipo de fetiche sexual con ser vicepresidente? ¿No puede irse a comer después a un restaurant a todo trapo? ¿No le alcanza el sueldo acaso?

Si lo que estos tipos quisieran fuera chorear nomás y fueran vivos, la juntarían por atrás en pala, mientras van todos los días por un par de años a laburar en traje de MacOwens tirando todo el discurso progre populista, y después sí, en su retiro o sus vacaciones se darían todo el lujo y la pompa. Pero no es eso lo que les interesa. Les interesa MOSTRAR y OSTENTAR todo esto. Les interesa marcar una diferencia con el común de la gente (tanto a este, como a Flopy Randazo o a la mismísima Reina), mostrar que están cortados de otra tela, que son más. Sufren de algún complejo de inferioridad que compensan estando ahí arriba y dándose los gustos que en la vida podrían haberse dado laburando, usando la plata de los contribuyentes. Y disfrutan la impunidad que les da el poder, y la muestran, y hacen como si no pasara nada. Al final les gusta la guita y la farándula más que al Turco y su banda.

A todo esto, NO HAY NI UN SOLO DIPUTADO O SENADOR DE ESOS QUE VOTÓ EL 46% QUE DIGA NADA. ¿Está rico el cafecito que les pagan los contribuyentes? ¿Los almuerzos bien? ¿Los atienden bien los mozos? ¿CUÁNDO SE VAN A DIGNAR Y A LABURAR Y A PARARSE EN UNA MESA PARA PEDIR EL JUICIO POLÍTICO AL VICEPRESIDENTE? ¿CUÁNDO VAN A SALIR POR LO MENOS EN UN MEDIO DE COMUNICACIÓN PARA DECIR ALGO?

En cuanto al gobierno, son los hipócritas chorros de siempre: «Para el populacho, COMUNISMO. Para mí, el CAPITALISMO MÁS SALVAJE».

El progresismo contra Moreno

¿Cuba Libre para cuándo?

¿Cuba Libre para cuándo?

¡Sin que ninguno de los dos lo sepa, claro está!

Estaba tomando un café con mi amigo progre de cabecera (uno de esos que todos tenemos), cuando, entre argumento y contraargumento y, obviamente, sin quererlo, me dió la razón en que las decisiones de frenar todo tipo de importaciones son una idiotez atómica, atrasan tres siglos y dejan a una enorme cantidad de personas en la pobreza.

El progre en cuestión argumentaba dos cosas:

a) La sustitución de importaciones genera industrias «nacionales».

b) Cuba está como está, o sea, es una gran favela, por culpa del bloqueo comercial que mantiene Estados Unidos.

Cuando se habla de la «sustitución de importaciones» se cree que, al impedir que entren productos o servicios extranjeros, automáticamente y por medio de magia, sustitutos de esos productos o servicios se producirán en el país. Puesto en otras palabras, un burócrata decide que ciertos productos o servicios no pasan por cierta línea imaginaria y, a partir de eso, en uno de los lados se producen en abundancia y calidad esos mismos productos o servicios.

Ahora bien, el bloqueo comercial que le hizo Estados Unidos a Cuba, causado porque este país estaba entrando misiles soviéticos, consiste en que no le compra productos y servicios ni le vende productos y servicios (supuestamente, peeeeero, al final no es tan así). A su vez, le mete presiones a otros países para que tampoco le compren ni le vendan. En otras palabras, UN BURÓCRATA DECIDE QUE CIERTOS PRODUCTOS O SERVICIOS NO PASAN POR CIERTA LÍNEA IMAGINARIA.

Ahora, ¿cómo pueden echarle a Estados Unidos la culpa de la pobreza cubana, mis amigos progres? ¿No ven que, al cerrarles las fronteras le están haciendo un gran favor al pueblo cubano? ¿Qué mejor que unas fronteras cerradas para que la industria nacional prospere con la «sustitución de importaciones»?

¿Cómo? ¿Qué en Cuba la pobreza azota a toda la población? ¿Que apenas tienen comida para la supervivencia y encima racionada?

¿Y las magias de la industra nacional? ¿Y toda la gran cantidad y gama de productos de alta calidad y bajo precio fabricados por el trabajo de los cubanos? ¿Se los han robado acaso? ¿Qué pasa ahí con la fiesta del consumo y el «compre nacional»?

Parece que, al final, cerrar las fronteras no fomenta ninguna industria nacional mágica y macumbera. Cerrar las fronteras a la importación y medidas proteccionistas atrasan dos siglos y no fomentan ningún tipo de riqueza ni trabajo. Simplemente transfieren recursos de los consumidores a un grupito de empresaurios prebendarios amigos de los burócratas de turno. Esto solía llamarse OLIGARQUÍA.

Ahora hay que decidir, progres y comunistas de café de estas tierras ¿Miente Moreno o miente Fidel?

«Progresista es a progreso lo que carterista es a cartera.» – Dicho popular

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¡Día del Puente!

Flopy en todo su esplendor

Funcionario de cuarta, cuya sola presencia da náuseas

Están circulando mails desde el Ministerio del Interior, donde Florencio «Mamá mirá dónde llegué» Randazzo se comunica para comunicar algo MUY ESPECIAL, según él.

«Nos conocemos porque tramitaste el Nuevo DNI o el Nuevo Pasaporte», comienza. Señor Randazzo, ¿No se estará aprovechando usted de un trámite que la gente tiene que hacer OBLIGATORIAMENTE para enviarles algún tipo de propaganda proselitista, no?

Este señor, que toda su vida trabajó para el estado y porta un lujoso reloj de 40 lucas verdes, continúa contando cómo por decisión de la magnánima, única y todopoderosa Reina, desde el estado se está fomentando el turismo, lo que hace que haya más trabajo y mejore la economía y haya unicornios por las calles y todo sea color de rosas. ¿Sabe acaso lo que está diciendo, Florencio?

Cada vez que hay un feriado y la gente de las grandes ciudades no va a trabajar (se va de viaje o se queda patas para arriba en su casa), un montón de otras personas se quedan sin laburar. El kiosko del centro que vive de vender sánguches en el almuerzo, todos los restaurantes, los bares y cafés, los negocios de ropa, librerías y otros rubros del centro, etc, etc.

Por otro lado, un montón de gente no va a trabajar y hay que pagarles el sueldo igual o, si van a trabajar, hay que pagarles doble o triple, según la Carta dil Lavoro mussoliniana por la que se rigen los contratos de trabajo. ¿de dónde cree usted que sale la plata para esto? ¿No piensa que esto los empresarios lo tienen contemplado y lo pasan a los costos de los productos y servicios? ¿Y que por eso todos «los que menos tienen» que usted dice defender terminan pagando más caro el arroz o una lata de paté? ¿No se detiene a pensar en eso ni un poquito?

¿Y cuando encima de haber un feriado hay un «puente»?

Habiéndose puesto a meditar sobre el tema ¿hizo usted algún cálculo de cuánto más beneficioso es «para la economía del país» que unas pocas personas se vayan de viaje y una gran cantidad queden, como dicen los españoles «parados»?

Pero claro, qué se va a poner a pensar en eso un tipo que se cree una estrella de cine y hace cerrar Etiqueta Negra para irse a comprar 50 luquitas de trajes. ¿Mencioné que siempre vivió del estado? Linda platita parece que da.

Finalmente, le informo a «Flopy» que utilizar las instituciones del estado para hacer proselitismo y mandar propaganda de su Partido es, cuando menos, incumplimiento de los deberes de funcionario público, podría considerarse malversación de fondos públicos y, en definitiva, es un acto de corrupción en sí mismo y a plena luz del día.

Pero claro, a quién le importa, ¿no?

No sé si notaron, pero la web del Ministerio del Interior es http://www.mininterior.gov.ar/ , un nombre Orwelliano como pocos. Me corrió un escalofrío por la espalda cuando lo ví por primera vez en la tele.

En fin, ¡feliz Día del Puente para todos! ¡Espero que se puedan comprar un reloj de 40 lucas verdes y hacer cerrar negocios de ropa de lujo como estos despreciables!

Mail de Flopy

Hola, te conozco porque todos los meses me quedo con la mitad de tu sueldo para bancar mis lujos y delirios de grandeza

Al trote con la Dieta

Trotando al Congreso

Trotando al Congreso

Nos llegó, por parte del lector Leatex, una invitación a una marcha en contra del aumento dietario de los diputados.

Dicho evento está organizado por movamos.org y otras organizaciones, incluyendo al MJID, y se realizará el Jueves 16 de Febrero a las 17.00 hs frente al deshonroso Congreso. Acá el link al evento de Facebook

La manifestación se hace bajo el lema «Ganan el doble por trabajar la mitad».

Personalmente y con el resto de los co-bloggers, no consideramos que sacar menos leyes sea trabajar menos, ni que sacar leyes sea el trabajo de los legisladores. Su trabajo debería ser sacar la mínima cantidad de leyes posibles, y DEROGAR todas aquellas que estén en contra de la Constitución y en contra de la defensa de los Derechos Individuales (Vida, Libertad y Propiedad).

Si coincidimos en que es una vergüenza que vayan 25 veces por año a sesionar, se rasquen el higo y, encima, propongan leyes ridículas como si tiene que haber o no sal en las mesas de los restaurantes, que no se pueda fumar en la propiedad privada y otros atropellos a la libertad.

El que tenga un rato y pueda pase, pegue alguna calco de QNTP y charle un rato con el resto de los congregados. ¡Capaz que hay más de un libertario dando vueltas!

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Una dieta bien Light

Banda de Despreciables

Cartel para el Congreso

Vuelven las sesiones ordinarias al Congreso, al que de “honorable” ya no le queda nada, por cierto, y lo primero que hacen estos muchachos es aumentarse el sueldo un 100%, llevándolos a una tranquila suma de unas 30 o 35 lucas por mes.

Yo creo que, a esta altura del partido, ya es una joda, pero una joda de muchos niveles.

Cómo un estado que tiene en vigencia la ley de EMERGENCIA ECONÓMICA (que permite al ejecutivo disponer a siniestra y siniestra de fondos públicos sin dar explicaciones) puede darse el TREMENDO LUJO de pagarles una fortuna semejante a estos tipos.

Dado que el estado nacional está haciendo “sintonía fina” (a.k.a. IMPUESTAZO) sobre los servicios públicos subsidiados, ¿podrían hacer un aumento en la misma “sintonía” para los muchachos? ¿O acaso está en la misma sintonía porque ambas cosas aumentan el 100% o más?

El señor Dominguez (presidente de la Cámara de DiFORRAdos) dijo en sus declaraciones que “venían muy atrasados” ¿qué son, el gremio de la legislación? ¿atrasados respecto de qué? ¿de la producción de algo acaso? (Sí, de la producción de billetes que todos ellos convalidan!). Agregó que, si no, “el Congreso se llenaría de ricos y ladrones”. ¿Y qué hay ahora ahí adentro, me podrá explicar? ¿Se ven acaso mucho muchos laburantes de a pié convertidos en diputados? ¿Alguno salido de una villa? ¿Algún cartonero?

Pero claro, estos tipos se arrogan la bandera de la “defensa de los que menos tienen”: por un lado, convalidan que una familia para no ser pobre tiene que tener ingresos de 1.500 mangos, mientras que por el otro cobran 35 lucas, más gastos de representación, más asesores (de los que más de uno se queda un lindo porcentaje), más pasajes, más café en los despachos. Estos tipos son unos HIPÓCRITAS totales. Además, de representantes de “el pueblo” no tienen nada, ya que debido a que las bancas son del partido y la elección es por listas sábanas, sólo deben lealtad a sus jefes políticos y no a los que les pagan el sueldo y les pusieron los votos.

No contento con sus declaraciones, Dominguez metió un bocado más cuando dijo “nadie pregunta cuánto ganan en el sector privado”. ¡Por supuesto que no, señor! ¿Qué le importa cuánto gana un tipo que laburó, ahorró, invirtió, metió un producto/servicio en el mercado y generó riqueza? Eso no es su tema ni de nadie más. Encima son los privados los que, expoliación previa, mantienen sus lujos mes a mes, señor Dominguez.

Quiero recapitular cómo funcionan las cosas: un grupo de personas trabaja, genera riqueza, la invierte, se rompe el lomo mes a mes. Otro grupo, presentando argumentos cuasi religiosos, se apropia de, más o menos, la mitad de la riqueza generada. Pero este segundo grupo no se conforma con eso. Además de AFANARLE la mitad de lo que producen, creen tener el derecho de decirles a los primeros cómo manejar su negocio, cómo contratar, cómo despedir y si es que pueden despedir, cuánto pueden ganar, qué hacer con la plata que les queda, obligarlos a que guarden guita “para su futuro”, si puede haber sal en la mesa del restaurant, si se puede fumar y qué tienen que aprender sus hijos en el colegio. ¿Soy yo o hay algo que está realmente mal en el mundo?

Esto no es más que una nueva Corte de Adulones y nobleza como la que había en los tiempos de las monarquías. Por lo menos en esa época eran los dueños de la tierra solamente. Ahora quieren SER TUS DUEÑOS.

Este mundo está totalmente dado vuelta.

Y, dado que nadie en el Congreso va a hacer su trabajo, o sea, asegurarse que las leyes cumplan la Constitución (derogando las que no lo hacen), actuar de contrapeso del ejecutivo y controlarlo, ¿no sería mejor directamente cerrar esa cueva de despreciables vividores parásitos? Capaz que se puede hacer un buen emprendimiento en ese edificio.

Ah, y un detalle más. Ví la foto de un recibo de sueldo de un diputado que anda dando vueltas (la foto, no el diputado, que está bien sentadito y calentito en su sillón). ¿Por qué le descuentan ganancias a un sueldo que sale de la bolsa del estado? ¿No sería más fácil directamente no pagarle esa guita, que sale del mismo lugar a donde vuelve? ¿O es esto un caso más de contabilidad creativa de la AFIP para decir que hubo más recaudación? ¡Están contando los mismos billetes más de una vez, muchachos! Hagan la cuenta  de esto en toda la administración pública…

Volvimos de las vacaciones, y para QueNoTePisen esta manga de delincuentes, tenés que gritar más que ellos, poner más cara de malo que ellos, resistirte, pisarlos vos y, ya que ellos ponen las reglas de juego, no te queda más que HACERLES TRAMPA. Rebelión Pacífica (y no tanto) y No Colaboracionismo YA.

Para qué hacerla simple!

Complicado vs. Simple

Complicado vs. Simple

En vez de que cada persona negocie con su empleador las condiciones para ser contratado, despedido, ascendido o recibir un aumento de sueldo, se utiliza la «Ley de contratos de trabajo» (by «Il Duce» Mussolini), a través de la cual se pretende regular toda relación laboral, desde un empleado de una panchería hasta un gerente en una automotriz. La complejidad y la cantidad de cosas que debe contemplar un documento así son astronómicas.

Con un sistema impositivo complicado, con gran cantidad de ítems distintos, impuestos que se superponen, distintas agencias que recaudan (AFIP, ANSES, Provincia, Municipios), se vuelve muy difícil hacer el propio cálculo y saber exactamente cuánto se está garpando al estado. Es más, apuesto guita a que la mayoría de las personas no tiene la menor idea de que su empleador le paga al estado entre un 25 y un 40% más del bruto que recibe, en concepto de «cargas sociales». O sea, de cada 1.000 mangos que te están pagando en el bruto, hay unos 250 a 400 mangos más que ni te enterás que existen.

Te atan la cobertura médica al gremio y a tu laburo. Así, si se te ocurre cometer ese pecado que es cambiar de laburo antes de la muerte (o si un «malvado explotador negrero y enemigo de la patria» te llega a rajar), perdés los beneficios adquiridos por cantidad de años que estuviste en esa empresa de medicina, todos los médicos que te atienden por esa y no por otra, etc.

Organizan una maraña de subsidios cruzados para los que producen, transportan y/o llevan energía, gas y agua hacia los hogares y las empresas, destruyendo totalmente el sistema de precios y dejándonos ciegos a cuánto salen realmente esos servicios. O hacen unos «subsidios diferenciados en la tarifa» de acuerdo a cuánto gana, dónde vive o dónde fue al colegio una persona.

Y es así que, cosas muy simples como las arriba señaladas, que no tienen que ver una con la otra, son complejizadas y atadas con alambre por una manga de burócratas megalómanos, justificando siempre que «hay algunas personas que no pueden / no saben / no tienen recursos para hacer eso o decidir por sí mismos».

Fíjense cómo sería mucho más simple que, en vez de afanarle a cada persona una cantidad de guita en «cargas sociales» y darle alguna obra social del gremio o algo por el estilo, si le dieran esa guita, podría pagarse tranquilamente una prepaga de lo mejorcito. Hagamos una cuenta bien simple: Sueldo bruto paupérrimo de 1500 mangos, le sumamos las «cargas sociales», termina siendo de 2100 mangos. Con la diferencia puede pagarse tranquilamente un plan de OSDE (una de las prepagas más caras).

Asimismo, sería mucho más simple para las personas negociar su sueldo respecto de su productividad en lugar de estar en escalones como «categorías» o «convenios colectivos» (oohhh, he pecado, iré al infierno de los progres). Es simple, producís más y mejor, le pedís más guita u otras prestaciones a tu empleador.

En vez de subsidiar a todo el mundo por años y destruir los incentivos para proveer más energía más barata (por un tema de volumen y economía de escala) y después sacar todo compulsivamente de una con una suerte de Rodrigazo, podrían haber dejado desregulado el precio y darle un subsidio a las personas que lo solicitaran, previo estudio de uno de sus amados «asistentes sociales».

En fin, hay miles de soluciones simples y desacopladas para todas estas situaciones y muchas más. Los sistemas simples son muy adaptables, actualizables y, en el caso de que dejen de ser útiles, fácilmente descartables. En cambio, los sistemas complejos y acoplados, son difíciles de modificar, tienen un alto overhead (por lo tanto, desperdicio de recursos) y, ante su inutilidad, lo único que pasa es que reciben parche sobre parche, complejizándolos y acoplándolos cada vez más.

Los sistemas simples son efectivos y eficientes, ya que dependen mucho de los incentivos y los deseos que tienen todas las partes. Los burócratas estatales, por su parte, tienen el único incentivo de mantenerse en sus puestitos cobrando una buena platita y SINTIÉNDOSE necesitados y los salvadores de la sociedad. Eso hace que, en lugar de buscar que las cosas sean simples y voluntarias, traten de que las cosas sean complejas, coercitivas y con alto nivel de acoplamiento (en especial que requiera de una alta intervención de ellos y de sus subalternos).

Como dice el viejo dicho «A río revuelto, ganancia de pescador». La complejidad del sistema económico / laboral / jurídico argentino es un río absolutamente revuelto, en el que siempre, siempre, se benefician los que manejan el estado y sus empresarios amigos.

La inflación en una página

Por Henry Hazlitt

[Publicado originalmente en The Freeman – Mayo 1978]

1. La inflación es un aumento en la cantidad del crédito y dinero. Su principal consecuencia es el aumento de precios. Por lo tanto la inflación —si hacemos mal uso del término para referirnos al aumento de precios en sí — es causada solamente por la impresión de dinero. Por esto, la política monetaria del gobierno es enteramente responsable.

2. La razón más frecuente por la que se imprime dinero es por la existencia de un presupuesto desequilibrado. Los presupuestos desequilibrados son causados por gastos extravagantes de los gobiernos que no quieren o no pueden pagar aumentando la recaudación impositiva. Los excesivos gastos son principalmente resultado de los esfuerzos del gobierno en redistribuir la riqueza y el ingreso —en pocas palabras, forzar al productivo a sostener al improductivo. Esto erosiona los incentivos de trabajo tanto para el productivo como el improductivo.

3. Las causas de la inflación no son, como se suele decir, «múltiples y complejas», es simplemente el resultado de imprimir demasiado dinero. No existe nada llamado «inflación de costos». Si, sin un aumento en el stock de dinero, los salarios y otros costos se elevan, los productores que intenten pasar los costos alzando los precios, sencillamente venderán menos productos. El resultado será una reducción en la producción y una pérdida de empleos. Costos más altos solo pueden traducirse en precios de venta más altos cuando los consumidores tienen más dinero para pagar precios más altos.

4. Los controles de precios no pueden detener o aminorar la inflación. Siempre hacen daño. Los controles de precios simplemente ajustan o eliminan los márgenes de ganancia, y llevan a cuellos de botella y escasez. Todos los controles de precios y salarios, incluso el «monitoreo» de los mismos, es simplemente un intento de los políticos de trasladar la culpa de la inflación a los productores y vendedores, en vez de a sus propias políticas monetarias.

5. La inflación prolongada nunca «estimula» la economía. Al contrario, la desequilibra, irrumpe, y mal dirige la producción y el empleo. El desempleo es principalmente causado por excesivos salarios en algunas industrias, producto de las demandas extorsivas de los sindicatos, las leyes de salario mínimo (que mantienen a los jóvenes y a los que no tienen instrucción sin trabajo), o por prolongados y demasiados generosos seguros de desempleo.

6. Para evitar un daño irreparable, el presupuesto debe equilibrarse lo antes posible. El equilibrio debe lograrse recortando el gasto imprudente, y no aumentando la carga impositiva que ya de por sí se encuentra socavando los incentivos y la producción.

(Vía BB)

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