Vivir con lo nuestro (I)
Cada vez que nos quejamos diciendo que ciertos productos tecnológicos como celulares, cámaras de fotos, electrodomésticos o computadoras no se consiguen en el país (o tienen precios un 100% o 200% más caros respecto de donde son fabricados o de países con aduanas más laxas), ahí está el progre nacionalista diciéndonos que somos unos egoístas “porque no pensamos en la industria nacional”.
Saltando los pasos en donde nos cuestionamos si esas líneas imaginarias llamadas “fronteras” delimitan algo más que hasta dónde saquea un gobierno y dónde empieza a saquear el otro, si los impuestos son morales o si es legítima la autoridad de las aduanas, es interesante detenernos en la idea de “vivir con lo nuestro”.
Nosotros, como individuos, no cultivamos nuestra propia comida, no diseñamos/construimos nuestras casas, no necesariamente hacemos el mantenimiento de plomería o electricidad, no nos cortamos el pelo nosotros mismos, no filmamos nuestras propias películas ni escuchamos nuestra propia música, y un largo etcétera. Tiene mucho más sentido —y otorga mejores resultados— que cada uno se especialice en una cierta cantidad de habilidades, y delegue el resto de las tareas en otros individuos. Así, conectándonos a través del comercio, todos cooperamos para una sociedad mejor, obteniendo el máximo beneficio individual y grupal. Es mucho más rentable trabajar 3 o 4 horas en nuestra especialidad y contratar a un técnico, que pasar varios días haciendo una instalación eléctrica (sin contar los riesgos a nuestra seguridad por falta de experiencia).
Es de esperarse que esto mismo se aplique en un nivel macro.
Así como algunos individuos —por sus capacidades innatas, su crianza, y/o sus pasiones e intereses— tienen mayores capacidades para el arte, los deportes, la ingeniería, las relaciones interpersonales, etc., es de esperarse que los países —por sus recursos naturales, su historia, sus costumbres y/o su ideosincracia— tengan también áreas en las que se desempeñan mejor que en otras.
Sin embargo, en muchos países estamos obsesionados con la idea de la autosuficiencia, sobre todo en el sector de las manufacturas. Acá tenemos este programa de los 80’s, en donde Milton Friedman debate con un proteccionista. El artículo que usan de ejemplo es una videocassetera proveniente de Japón, que amenazaba a los productores locales. Ahora, lo que señala Friedman es que realmente no es importante que no haya VCR’s estadounidenses, ya que Hollywood es el productor n°1 de películas, y recauda por lejos muchísimo más dinero que la industria de los aparatos.
Competir con China en productos tecnológicos y baratos es lisa y llanamente imposible. Además, es innecesario.
Tomemos el caso de Australia, una de las economías más libres del mundo, y también de las más prósperas: cualquier producto que uno encargue de afuera llega sin inconvenientes ni impuestos adicionales. ¿Qué hacen? Se dedican a la agricultura, la ganadería, la minería, una pequeña industria liviana de ensamblado de autos, el turismo, y el área de servicios. Todo lo demás, lo compran de afuera.
Ahora, el caso de la India: durante años era imposible meter una computadora de 500 dólares a través de la aduana. Conseguir el permiso era una odisea. ¿La excusa? Proteger la (en ese rubro puntual, inexistente) industria nacional. Después de una reforma liberal y cierta apertura de los mercados, India no fabrica computadoras pero tiene uno de los polos de desarrollo de software más importantes del mundo, que mueve miles de millones de dólares.
¿Cuáles serían las potenciales áreas de desarrollo de Argentina, si no fuéramos tan necios y abandonáramos la aventura quijotesca de querer fabricar un blackberry nacional y popular?
Todo lo que es campo y su industria (maquinaria, fertilizantes, etc.), e investigación y desarrollo relacionados. Energía. Recursos naturales. Turismo. En el área de los servicios: al estar fundada en base a inmigración, la sociedad argentina es muy rica en idiomas, con lo cual se pueden ofrecer todo tipo de servicios de atención al cliente hacia el extranjero. También es altísima la cantidad de profesionales de diseño, multimedia, programación, etc. Además, al estar en el mismo huso horario que E.E.U.U. y ser similares culturalmente, se hace mucho más sencillo establecer relaciones comerciales. Todo esto sin contar los servicios para la población local. ¿Cómo se puede competir en las manufacturas? Ofreciendo, por ejemplo, altos niveles de customización o soporte técnico.
Éstas, sin embargo, son sólo mis hipótesis ¿Qué pasaría con el cine nacional, si se le quitaran las trabas a las cámaras, luces, computadoras, etc.? ¿O con la producción discográfica, si se permitiera la libre entrada de instrumentos, micrófonos, consolas, etc.? Las posibilidades son infinitas. Cada persona y país puede y debe encontrar su nicho.
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