La guerra contra la felicidad

Cuando era un niño y me alcanzaban las dos manos para señalar mi edad tenía ciertos momentos de alegría y felicidad que eran inigualables, uno de ellos (quizás hoy el mas insignificante de todos) era la sonrisa que me producía que mamá me llevara a comprar la Cajita Feliz, nunca sabía primero si abrir el juguete, comer las papas, o la hamburguesa (igual ahora creo que estoy confundiendo recuerdos de mi infancia con una publicidad de hace poco).  Hoy, recién llegado

Víctima de los burócratas

del patio de comidas shopping, pude confirmar que a pesar de los años la Cajita Feliz sigue siendo una fuente de felicidad momentánea en los chicos.  En especial  para aquellos que los padres se rompen laburando  toda la semana para llevarlos a comer afuera el viernes a la noche para comprarles la Cajita Feliz que trae la hamburguesa (o los nuggets), las papas y, por supuesto, el juguete. Un juguete que representa mucho para esos chicos que, tal vez, sea el único muñeco nuevo que van a tener en todo el mes.

Toda esta introducción sentimental es necesaria para poner en contexto el próximo Proyecto de Ley que podría ser tratado en la Legislatura porteña, porque ahora los legisladores están copiando la ley que se aprobó en  San Francisco a principios de año que es la prohibición de la Cajita Feliz, o más precisamente, incluir juguetes en las comidas que el legislador considera insalubres.  Lo que se dice una verdadera guerra contra la felicidad. Veamos los argumentos de Juan Cabandié, el impulsor de esta ley:

[e]l presidente del bloque K en la Legislatura porteña, Juan Cabandié, presentó un proyecto de ley para que se prohíba “la venta de menúes que estén acompañados de objetos de incentivo para consumo en todos los establecimientos expendedores de alimentos y bebidas de la Ciudad”. La iniciativa propone una opción para que los locales de comidas rápidas puedan seguir incluyendo en sus menúes infantiles juguetes: que los mismos contengan frutas y/o verduras, o que los alimentos que lo conformen no supere el nivel calórico recomendado por los expertos en nutrición.

Volvamos a la realidad, es verdad que a pesar de la felicidad que le trae la cajita feliz a los chicos, y por ende a sus padres, ésta no constituye el componente de una dieta saludable. Sin embargo, existen varios motivos para oponerse a esta medida.

En primer lugar, Juan Cabandié pretende que el estado tome el lugar de los padres, o que funcione como una niñera, decidiendo en lugar de los que padres cómo deben alimentar a sus hijos, una función que sin dudas no le pertenece al gobierno si no a sus padres. Es decir, debemos respetar la libertad de elección de los padres, que ellos sean los que decidan sobre como alimentar a sus hijos, no Cabandié, ni cualquier otro legislador ansioso de anunciar su apoyo a la propuesta.

En segundo lugar, es una intromisión más en la actividad privada. Se le esta imponiendo a McDonald’s que productos puede vender  y cuales no, siendo que la empresa no fuerza ni engaña a nadie para que compren la Cajita Feliz. Nadie le está diciendo que se trata de una ensalada de lechuga y tomate.

Por último, este es otro paso mas en la pendiente resbaladiza del paternalismo estatal. La prohibición de la Cajita Feliz, la cual determinó Cabandié que es insalubre para todos, no es la primer medida donde el estado se quiere convertir en la niñera, o nutricionista, de todos. Antes de eso, McDonald’s tuvo que poner la información nutricional de sus productos en una de las carillas de los papeles que van sobre todas las bandejas, y anteriormente, el gobierno a nivel general, se introdujo en el tema alimenticio con el Código Nacional Alimentario, que nos dice que podemos y que no podemos comer. Hace apenas unos meses habían prohibido la publicidad de estos productos.¿Cuál es el límite? ¿Tiene algún freno la pendiente resbaladiza (slippery slope) desde un estado liberal y democrático (tal como lo señala la Constitución Nacional) a un estado fascista y paternalista? Espermos que si.

Nada sorprende de los políticos, la mayoría sufre de algún sindrome de grandeza creyendo que pueden manejar las vidas de los demás,  lo hacen todo el tiempo, y está vez hacen 2 x 1, les dicen a las empresas como tienen que vender sus productos.

De acá me voy corriendo a avisarle a mi primita de 6 años, que cuando tenga alguna duda, el gobierno se va a preocupar más por ella que sus padres.

 

El fifty-fifty

[Publicado originalmente el 06 de mayo de 2011 en La Crisis es Filosófica]
Hoy termina la primera semana de mayo de 2011. Sin embargo, a raíz de los debates públicos (en los que sólo participan los que hablan desde el atril) me dio la sensación de haber vuelto a 1870.

Por un lado, el dirigente sindical más despreciado por la población sugiere que la distribución de la riqueza debería ser “fifty fifty” con “la patronal”. Por el otro, la Presidenta de la República le responde que los trabajadores ya representan el 48.1 % del PBI, con lo que ya están cerca de alcanzar el “fifty- fifty” tan añorado.

Ahora bien, si con un amigo compramos una camioneta para destinarla al negocio de la logística (es decir, compramos un flete) y si los dos pusimos el mismo dinero para adquirirla, es lógico que cuando lleguen las ganancias, la distribución sea del 50% para cada uno. Distinto sería si yo solo compro la camioneta. En este contexto todas las ganancias son para mí, y es algo justo porque yo me arriesgué a perder el dinero si el negocio no funcionaba. Por último, si decido contratar un chofer para la misma, seguramente las ganancias no sean 50% y 50% sino un pago por los servicios prestados.

Ahora bien, alrededor de 1870 fue el economista Carlos Marx el que criticó duramente este sistema y dividió a la sociedad. No quiere decir que haya iniciado una guerra civil, pero sí que la dividió -en términos teóricos- en dos grupos distintos. Por un lado los capitalistas (yo con mi camioneta) y por otro lado los trabajadores (el chofer).

Y claro, como la ganancia propiamente dicha, es decir, los ingresos menos los costos (entre los cuales se incluye el salario del chofer), es toda para el dueño del flete, el sistema debía estar corrupto. ¿Cómo era posible que si los dos están trabajando de igual a igual, o en ocasiones el chofer trabaja mucho más, la ganancia sea toda para el dueño?

El problema con esta mirada es justamente el planteo inicial en el que dos grupos estancos luchan por un lote de beneficios que también es invariable. En este contexto, si los capitalistas se llevan el 100% de la ganancia, están explotando a los trabajadores. Pero de la misma forma, si fueran los trabajadores los que embolsaran el 100% de las ganancias, éstos serían considerados los explotadores. Al menos así debería entenderse de seguir el razonamiento hasta el otro extremo.

Es esta errónea apreciación de la sociedad y de la economía lo que hace que hoy, a 144 años de la publicación de “El Capital”, creamos que lo mejor es que las ganancias se dividan “fifty-fifty”. Sólo así estamos en equilibrio y nadie se saca diferencias.

Sin embargo, como apunta P.J. O’Rourke en su libro “Eat The Rich”:

“En la diferencia entre pobreza y riqueza, el problema es la pobreza, no la diferencia. La riqueza es buena.

Y vos lo sabés respecto de tu propia riqueza. Si fueras rico, sería genial. Mejorarías tu vida. Mejorarías la vida de tu familia. Comprarías educación, viajes, conocimiento sobre el mundo. Invertirías en cosas que valgan la pena. Donarías para causas nobles. Ayudarías a tus amigos y vecinos. Tu vida sería mejor si fueras rico. La vida de la gente que te rodea sería mejor. Tu riqueza es buena. Entonces ¿Por qué es que la riqueza de todos los demás no lo es?”

Enfocar el problema de la pobreza desde el lado de la distribución no permite ver que aún llegando al paraíso de la distribución, podemos ser enormemente pobres.

El mundo (el que funciona) no se compone de grupos distintos que luchan por dividirse la riqueza. El mundo que funciona se compone de individuos que están buscando constantemente la manera de vivir mejor y, en esta búsqueda, generan riqueza continuamente (en forma de nuevos bienes o nuevas formas de producirlos) de la que todos nos beneficiamos.

Si por entender mal este proceso lo obstruimos buscando la equidad distributiva, podemos quedarnos sin el pan y sin la torta. Es decir, vamos a ser un país mucho más pobre y, por el otro lado, la igualdad será entre los muchos, mientras que los pocos que parten y reparten, se seguirán quedando con la mejor parte.

 

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Todas las drogas, todas

Dejando de un lado un poco temas económicos que viene siendo una constante las últimas semanas, me gustaría realizar algunos comentarios acerca de dos de las objeciones que más escuché contra la legalización de drogas. Muchas de estos cuestionamientos surgen de confusiones frente a la posición de legalizarlas y otras a razones mas relacionados con falsas ideas que se hace la gente ante el escenario de un mercado de drogas liberalizado.

Estos son dos de los argumentos más escuchados:

1. Solo las drogas blandas. Existen los que están parcialmente de acuerdo con la legalización de algunas drogas, algo que en una primera mirada puede parecer sensato, ya que una droga como la marihuana parece ser menos dañina que la heroína y el costo social de legalizar esta última sería muy alto. Frente a esto se puede abordar el tema desde dos puntos de vista, uno relacionado con los derechos  individuales y el otro desde un aspecto mas utilitario.
En cuanto al primero, se trata del básico principio de autopropiedad, o propiedad de uno mismo, que es el derecho base de la filosofía de la libertad. Si somos dueños de nuestros propios cuerpos, no solo somos responsables de nuestras acciones, si no que también tenemos la libertad de utilizarlo de cualquier manera pacífica, es decir nadie tiene derecho a dirigir tu plan de vida, de lo contrario renunciamos a nuestra independencia individual y quedamos a merced de autorizaciones y permisos de un grupo de iluminados. Por lo tanto, desde un punto de vista basado en los derechos de cada uno, podemos decir que se trata de la opción de consumir la sustancia que cada uno considere, y no de que sustancia poder consumir. Ya sean cigarrillos light, comunes o negros. Coca-Cola, Pepsi o guaraná. vino, cerveza o vodka. Marihuana, cocaína o heroína.

Por el otro lado, además de nuestro derecho a las drogas, desde el punto de vista utilitario, defendemos la legalización de las drogas porque se ha demostrado que la prohibición ha generado un daño enorme, y los beneficios provenientes de la misma son nulos o casi. Sobre el tema en sí escribimos acá y acá, y también recomendamos este video de Huerta de Soto que trata acerca de los beneficios que traería la prohibición en cuestiones de salud y de lucha contra el crimen organizado.

El punto está en que muchos entienden estas ventajas y las aplican correctamente al escenario de la legalización de la marihuana o las drogas blandas, en general y al mismo tiempo se olvidan de que esos beneficios son extrapolables al resto de las sustancias por una simple razón: las leyes económicas que explican el beneficio de legalizar la marihuana son aplicables al resto de las drogas, y lo mismo sucede a la inversa en el caso de la prohibición los efectos de la prohibición en las drogas, serán los mismos que los que sucedan si la prohibición es de cigarrillos, gaseosas, alcohol o vasos de cristal.

2. Son ideas radicales. Otro grupo de personas coinciden a grandes rasgos con que todas las drogas deben ser liberalizadas por alguno de los dos argumentos analizados en el punto anterior, sin embargo sus dudas nacen al momento de determinar el modo en que se implementaría una liberalización de todas  las drogas,  puntualmente alegan que sería perjudicial que de un día para otro se legalizaran todas las drogas.

Los que se oponen a la legalización repentina pierden de vista que las ideas deben aplicarse en una sociedad concreta, y solo podrán ser aplicadas cuando la sociedad se considere preparada para hacerlo, por lo que hoy en día, la legalización de todas las drogas lo veo dificil, sin embargo esto no quita que sin oponerse a un proceso gradual, el norte debe  estar puesto en la liberalización de absolutamente todas las sustancias, se trata de una cuestión meramente estratégica. No obstante, la legalización de un dia para otro de todas las drogas no me causa ningún temor por el simple hecho de que hoy en día el que quiere consumir puede hacerlo sin ningún problema debido al fracaso de la prohibición, por lo que de derogarse ésta los individuos que quieran consumir sustancias antes ilegales, lo podrán seguir haciendo, está vez comprándoles a comerciantes honestos (y no narcotraficantes estafadores) y aquellos interesados en combatir el flagelo de las drogas podrán hacerlo de manera pacífica informando acerca de los efectos perjudiciales que tienen muchas de ellas, lo que antes se negaba casi por completo porque la prohibición escondía un problema que estaba a la vista de todos.

En conclusión muchos de los miedos frente a este tema surgen de algunas concepciones erróneas sobre lo que implica la liberalización y sus efectos. La experiencia de Portugal fue parcialmente exitosa, a mi modo de ver, las despenalizaciones tímidas que liberan de costos la demanda de drogas (el consumo) pero que mantienen en el mercado negro todo el proceso de producción y comercialización constituyen un remedio peor que la enfermedad, esto no quiere decir que me oponga a una despenalización del consumo, pero para poder apreciar los beneficios de la legalización ésta debe ser total.

A propósito de este tema este sábado es la Marcha Mundial de la Marihuana, y es un primer paso para comenzar a exigir que se respeten nuestros derechos como individuos.

Oráculo por una monedita

De la parte moral y práctica de las prepagas ya se habló en todos lados, por lo que me voy a concentrar, como Bastiat, en «lo que no se ve».

oraculo

Los vaticinios de Freed Man

Además de funcionar como una especie de «seguro» para los afiliados, la medicina privada posee convenios con prestadores de diversos servicios (médicos, médicos especialistas, centros de análisis, centros de tratamientos, farmacias, etc.), a los cuales probablemente les garantice de alguna forma una cierta cantidad de pacientes a un cierto monto, o una gran cantidad de pacientes (¿clientes?) que, de otra forma, no podrían pagarse los servicios particularmente.

Esto se denomina «economía de escala» y es una de las principales formas de poder ofrecer precios más baratos a la mayor cantidad de personas posible (lo hacen los supermercados, lo hacen las cadenas de farmacias, etc.).

Según la nueva ley, mucha gente con enfermedades preexistentes podrá afiliarse «por la fuerza», al mismo tiempo que una persona sana podría desafiliarse y volver a afiliarse cuando tengan un problema de salud que así lo justifique.

Así, habrá menos afiliados constantes menos «beneficiosos» para la empresa, por lo tanto, la masa de dinero que manejan, será menor y el conjunto de gastos, será mayor.

Cualquiera que haya estado afiliado a una Obra Social (y a algunas prepagas de las más baratas), sabe que requieren bastantes trámites para hacerse una consulta y un tratamiento médico: ir a comprar el bono para la consulta, sacar el turno en algún lugar que te acepte la obra social, ir a atenderte, ir a la obra social a que te aprueben el tratamiento recetado, buscar un lugar que te provea el tratamiento, etc etc. Ni hablar si tenías algo complicado, tenías que ir a la auditoría, pasar por un médico de la obra social y unos cuantos trámites.

En las mejores prepagas, esto no sucedía de esta forma. Simplemente ibas con la tarjetita y listo (probablemente si no parecía que estabas abusando o haciendo irregularidades, jamás ni te llamaran ni auditaran a tus médicos, nada).

Como en todo negocio, los prestadores tratan de ganar lo máximo posible y reducir los costos al mínimo. Por lo tanto, tiro algunos vaticinios del «daño colateral» que puede causar la ley:

  • Aumento de las burocracias, trámites y autorizaciones en todas las prepagas, tratando al máximo posible de negar tratamientos y/o complicartelá (en las que ya pasaba, va a pasar más, en las que no pasaba, va a pasar también).
  • Reducción de las autorizaciones de tratamientos. Donde antes te autorizaban X sesiones de Y tratamiento (ej. kinesiología), te van a autorizar lo mínimo posible y vas a tener que volver a que te autoricen más.
  • Reducción de la cartilla de prestadores médicos: al tener menos dinero, las prepagas tienen menos poder de negociación con los médicos / centros de salud, teniendo que reducir la cantidad de prestadores (por no poder pagarles lo que piden), comenzando por los profesionales de buen nivel (y buenos honorarios). Antes, un tipo de clase media con trabajo en relación de dependencia o monotributista podía acceder via prepaga a tratamientos excelentes. Ahora, se verán reducidos, quedando solo como servicios «premium» para los que los paguen.

Y me voy a extender haciendo relación a ese último punto: nada obliga a los médicos o a los centros a aceptar prepagas, por lo que clínicas importantes y profesionales muy calificados, podrían cambiar su «modelo de negocio» hacia algo de nicho, para los que puedan pagar en efectivo grandes sumas. Hacés menos trabajo que cobrás más caro (es a lo que toda persona aspira, laboralmente hablando.). ¿Qué va a pasar cuando se den cuenta de ésto? ¿Harán una ley para obligar a los profesionales/centros a aceptar obligados a las prepagas que, a su vez, aceptan obligadas a los afiliados? Me juego a que más de uno en el congreso de ese momento, va a proponer una ley al respecto.

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Como conseguir un mejor salario

Ayer comentábamos sobre los delirios estatólatras de elevar los salarios por una simple ley, de ser posible eso este blog no existiría porque no nos alcanzaría el tiempo para gastar el dinero de nuestro salario. Lamentablemente elevar los salarios mediante la ley no es posible, y las causas que explican el aumento del nivel de salarios son otras que no contradicen las leyes económicas ni las lógicas.

Para hablar sobre cuál es la causa de que en algunos países el nivel de salarios reales sea mas alto que en otros, el ejemplo de Benegas Lynch es un buen disparador:

Cuando un pintor de brocha gorda de La Paz, Bolivia, se muda a Vancouver, en Canadá, para continuar con su tarea se observa que sus ingresos aumentan sideralmente, lo cual no se debe a que el empresario canadiense es más generoso que el boliviano, sino a que la estructura de capital obliga al primero a pagar remuneraciones mayores

Pero para terminar entender bien la causa de los salarios elevados prefiero el breve texto de W. M.  Curtiss [1] que lo explica de manera muy clara:

En un mercado libre y competitivo, el precio de un producto o servicio depende de lo que alguien está dispuesto a pagar por él. Y lo mismo sucede con los salarios de la mano de obra. El empleador tiene que estar dispuesto a pagar, si quiere hombres que trabajen para él. Lo mucho que pague dependerá, a su vez, de lo mucho que sus trabajadores puedan producir.

Por lo tanto, hallamos salarios relativamente elevados en un país donde la productividad de los trabajadores es elevada. Donde hallemos un nivel de salarios extremadamente bajo, podemos tener la seguridad que la productividad de los trabajadores es baja. Aquí hablamos de salarios reales, por supuesto, o sea lo que puede comprarse con los salarios, y no de salarios monetarios. En un país que experimenta gran inflación, los salarios monetarios pueden subir a alturas astronómicas, pero sirven para comprar muy poco, a pesar de todo.

El motivo por el cual existe una diferencia tan tremenda en la producción de los trabajadores de distintos países […] puede resumirse brevemente en una sola palabra: herramientas. El término herramientas comprende las fábricas y equipos, como también las maquinarias que opera el mismo trabajador. Un hombre que tiene buenas herramientas para trabajar, es mas productivo que el que tiene malas herramientas. En Estados Unidos se requiere actualmente una inversión media de 16.000 dolares [del año 1952] para proveer herramientas a un solo trabajador industrial…

Para proveer herramientas a los trabajadores se debe ahorrar una parte de la producción anterior. No hay otra manera de hacerlo. Los trabajadores compiten entre sí por el uso de las herramientas; cuanto más abundante sea la oferta de herramientas, mayores será las probabilidades de que cada trabajador perciba un salario elevado por utilizarlas. Los trabajadores que emplean su poderío organizado con el objeto de frustrar la producción, evitando así el ahorro para nuevas herramientas – o sea nuevo capital – tienden a cerrar su único camino hacia el verdadero progreso.

Como conclusión volvemos a Benegas Lynch, que dice:

No hay alquimias posibles en economía. Si la estructura de capital se mantiene con dosis de ahorro suficiente para amortizar los equipos existentes, los salarios quedarán sin modificarse, si hay consumo o fuga de capitales los ingresos mermarán, y si la tasa de capitalización crece, aumentarán los ingresos. Y para esto último es necesario contar con marcos institucionales civilizados y estables que garanticen los derechos de propiedad.

[1] Curtiss fue el primer secretario ejecutivo de la Foundation for Economic Education en Irvington, NY.  El extracto publicado corresponde a su obra «La protección arancelaria» publicado en 1979 en español por a Fundación  Bolsa de Comercio de Buenos Aires.

Ley anti-pobreza YA!

Aquellos que tienen la patología de idolatrar al estado, los estatólatras, le asignan cualidades mágicas al mismo y creen, cuál si fuese un dios romano, que tiene la capacidad de realizar lo que para un simple ser humano es irrealizable.  Su poder divino son  las leyes que todo lo pueden.

La jubilación mínima de un 82% móvil se concreta con una simple ley sin importar si está o no el dinero para pagarlas o si quiebra el sistema de inseguridad social, la basura se elimina de las calles con la Ley de Basura Cero sin importar que los niveles se mantengan a idénticos niveles antes de la ley,  la inflación se resuelve con una ley por mas que la maquinita este funcionando al 100%, y por supuesto los salarios se elevan simplemente con una ley de salario mínimo bien alta (bastantes tacaños los políticos en Argentina que no proponen un salario mínimo de $ 10.000).

Algo así es lo que cree la presidenta  Cristina Fernandez de Kirchner según lo que expresó hoy en su alocución de cada día:

Miren el otro día estaba mirando unas cifras: la Argentina tiene el mejor salario mínimo, vital y móvil de toda la región

Genial! Un  salario mínimo, vital y móvil (encima  vital y móvil, vamos todavía!) más alto que en cualquier otro país de la región, somos el país que la tiene mas grande.

Claro que no tomamos en cuenta un pequeño dato, este salario mínimo plasmado por ley está lejos de la realidad del capital disponible en Argentina, que es lo que al final del día determina el nivel de los salarios.

Hace poco nos informaban en La Nación, aunque seguido de un análisis paupérrimo, que la gran mayoría de los empleados de los estratos sociales más bajo estaban en negro, esto se da por el simple hecho de que si estuviese aplicado el salario mínimo de manera rigurosa, toda esta gente se quedaría sin trabajo, ya que como comentábamos recién está desacoplado de los niveles de salario de acuerdo a la cantidad de capital disponible:

Tres de cada cuatro personas que tienen un empleo y están ubicadas en el estrato social más bajo desarrollan sus tareas en la economía informal.

Por supuesto, que esta última información  no es importante, porque mas allá de lo que muestre la realidad, la presidenta se puede  vanagloriar de que tenemos el salario mínimo mas alto de la región, por más que en la realidad un 75% de los más pobres del mercado laboral ganan por debajo de ese salario.

¿Que está esperando la presidenta para declarar la abolición de la pobreza, la eliminación de la inflación, y el final la desnutrición mediante algún Proyecto de Ley, o de sus tan queridos Decretos de Necesidad y Urgencia?

Mañana mas sobre el tema.

Osama Bin Laden, degeneración y salvajismo

El PL tradujo aquí una nota del libertario británico Sean Gabb (http://www.seangabb.co.uk) sobre la muerte de Osama Bin Laden. Versión original en inglés en el blog de la Libertarian Alliance.

Osama Bin Laden camuflado de Tío Sam (South Park)
Osama Bin Laden camuflado de Tío Sam (South Park).

Acabo de enterarme del reporte de la muerte de Osama Bin Laden. Creo que los norteamericanos lo han estado vigilando por varios meses en Pakistán. Se que palabras como arresto y juicio parecen terriblemente desactualizadas por estos días. De todas maneras, el haber arrestado al sujeto le hubiera al menos permitido al mundo saber si realmente fue Osama Bin Laden quien fue encontrado. El haberlo sometido a juicio nos hubiera permitido saber si el era culpable de los cargos alegados en su contra, y de que no hubiese nada avergonzante respecto de la naturaleza de sus manejos con gobiernos occidentales. Como se reporto, parece que se allano una casa, y al ocupante principal le dispararon dos veces en la cabeza. Su cuerpo luego fue arrojado al mar. Nunca sabremos si ese cuerpo era realmente el de Osama Bin Laden, o acerca de los detalles de su culpabilidad.

Me permito sugerir que el gobierno norteamericano tiene un más que deficiente historial en contar la verdad. Cuando no mata a las personas equivocadas directamente, muchas veces miente respecto de lo que supuestamente han hecho. De todas maneras diré, que esta operación apesta. Incluso si no hubiera ninguna duda respecto de la identidad y de la culpabilidad, esta no es la forma en que los gobiernos civilizados proceden. Si millones de norteamericanos realmente están satisfechos con su gobierno, eso simplemente muestra que se merecen los medios de comunicación y la clase política que tienen.

Sin embargo no veo ninguna razón para la complacencia como británico. Nuestro Primer Ministro ha celebrado este asesinato. Y el y esa bizarra cosa que actualmente tiene por Secretario de Asuntos Exteriores se están dando palmaditas en la espalda por el asesinato de un hijo y tres nietos del Coronel Gaddafi.

Lo digo nuevamente, esta no es la forma de comportarse de los gobiernos civilizados. Ya es obvio desde la primera guerra mundial que el peor «daño colateral» consiste en atacar deliberadamente civiles con el propósito de desmoralizar al enemigo. Sugiero, sin embargo, que mientras los bombardeos terroristas significan asesinatos en mayor escala, el asesinato de supuestos enemigos -o el asesinato de sus parientes cuando no pueden ser alcanzados- marcan un paso adicional en la declinación moral de nuestra civilización. ¿Cómo podremos quejarnos del terrorismo en nuestros propios países cuando la única diferencia entre eso y lo que nuestros propios gobiernos hacen en el exterior son las palabras usadas para describir la acción?

La legitimidad del amiguismo

Seguramente muchos han pasado por la situación de perder un puesto de trabajo para el que se postulaban a manos de un amigo o un conocido del dueño de la empresa. Y sí, es frustrante, da bronca y lo sentimos como una injusticia.

Sin embargo, no podemos decir que el dueño de la empresa no tenga derecho a tomar esta decisión. Al fin y al cabo, es su dinero el que está en juego.

Ahora bien, no en vano existen los departamentos de RRHH, y la variedad de tests donde nos hacen dibujar gente bajo la lluvia para asegurarse de que no nos agarre un brote y lleguemos al laburo con una metralleta. Es decir, más allá de que sí exista el amiguismo, a la empresa le preocupa contratar gente útil y muchas veces hacerlo en función de las ganas que le tengas a tu compañera de Yoga, puede resultar en un perjuicio económico.

Este sistema donde el dueño del negocio aporta capital y asume el riesgo de perderlo con el fin de obtener una ganancia se llama “de uno para uno”. O sea, del dueño para el dueño.

Sin embargo, también puede existir el caso de una organización donde haya más de un dueño. Un consorcio de propietarios, por ejemplo, es un lugar donde cada propietario aporta una cuota para recibir los beneficios derivados del uso de las instalaciones comunes como la escalera, los ascensores o la vigilancia.

A diferencia del primero, este sistema no es de uno para uno, sino «de todos para todos”.

El mismo sistema aplica a los gobiernos. Todos los ciudadanos aportamos una parte de nuestro ingreso en concepto de impuestos para recibir a cambio la protección de nuestros derechos.

Ahora bien, cuando el gobierno se pone a producir o a brindarle pantalla a producciones artísticas, de ficción o deportivas como lo hace en la Televisión muy poco Pública, el sistema muta a uno que podemos denominar “de todos a sólo algunos”.

Para peor, al igual que en los ámbitos privados donde la contratación se hace “por contactos”, el amiguismo del gobierno pasa por la afinidad ideológica y el apoyo que los postulantes hagan del “modelo”. O sea que si estás a favor laburás, y si no “después te llamamos”.

Semejante mecanismo representa una injusticia para todos aquellos que no forman parte del negocio. A saber: los que no son contratados por el canal porque piensan abiertamente distinto al gobierno, los que no trabajan allí, y los que no miran su programación.

De la misma manera que sería una injusticia que tus expensas paguen la peluquería y la manicura de la vecina del 4º “A”, no está bien que un sistema que debe ser de todos para todos termine en un negociado cuyos beneficios sólo los amigos del poder y un grupo selecto de televidentes puedan disfrutar.

Universidad Orwelliana

La siguiente es una situación que viví el dia de ayer, fue preocupante, surreal, orwelliana, cómica y lamentable.

La profesora iba a empezar a explicar los principios de libertad de mercado, pero antes dio su definción de libro: La libertad de mercado es la libertad de acceso a éste, de los productores de bienes, servicios o derechos que tienen de garantizar al consumidor o usuario en cuanto a la libertad de elección de los productos ofrecidos por estos, en cuanto a la calidad y las condiciones de ellos.

Está transcripta tal cual la dictó, a partir de ese momento sabía que la clase no podía terminar en paz.  Como si fuese un Miembro del Partido Interior del  Ingsoc, comenzó a describir las pautas que garantizaban la libertad de mercado, a saber:

– ley de defensa del consumidor

– derecho a la propaganda

– ley de defensa de la competencia

Esto recién empezaba. A continuación dio los puntos que componían la primera de las leyes, y cuando mencionó el sexto no me pude contener, dijo: la prohibición de entregar bienes o servicios como premios, es una clausula que protege al consumidor, de los beneficios que le ofrecen las empresas, ¿con que motivo? No perjudicar a otras empresas que no pueden ofrecer estas promociones.

Y la chica de rulitos le preguntó: ¿Entonces para garantizar la libertad de mercado el estado tiene que intervenir y no permitir que nadie saque ventaja, no? No. Bueno, eso es lo que hubiese contestado yo. La profesora le dió la razón, y cuando me di cuenta lo que estaba pasando decidí pasar de observador a protagonista, y por lo menos cuestionar estás definiciones orwellianas.

– Eso es absurdo, ¿de qué manera se protege a un consumidor negándole que se lo beneficie y que las empresas puedan competir brindando mas beneficios?

– Bueno, pero algunos comerciantes no pueden brindar esos beneficios, y no pueden competir.

– Entonces esta ley que defiende la competencia y al consumidor, desalentando la primera y privando de beneficios al último. No me cierra.

– Es que de esa manera – dijo la chica  sentada en la otra punta – los comercios más chicos no pueden competir y quedarían excluidos del mercado.

– ¿Es decir que prohibimos los regalos para proteger a empresas que no nos pueden hacer regalos?

Otro tema. Parece ser que estos argumentos estaban relacionados con la Ley de Defensa de la Competencia, la ley anti-monopolio de Argentina, que según la profesora era una de las tres leyes que permitían la libertad de mercado.

– La ley anti-monopolio fija los limites de concentración del mercado para garantizar la competencia y que no haya abusos.

– Un momento, esa empresa que tiene un poder de mercado concentrado, ¿cómo lo obtuvo? Vendiendo y satisfaciendo a los consumidores o yendo a acribillar los negocios de la competencia?

Y la profesora me contestó: – ¿Usted estuvo en Cuba? – me quedé callado y sorprendido , con qué me iba a salir- ¿Hay libertad educativa en Cuba?

– No.  ¿Pero que tiene que ver?

– Entonces, Ud. quiere que seamos como Cuba donde no haya lugar para todos. ¿O imagine si para la Facultad de Derecho sólo hay un libro por materia y no pudiese elegir de donde estudiar?

– Pero ¿por qué hay un libro solo? ¿por qué es bueno o por qué lo impulso alguien?  – mientras sucedía todo esto  la profesora no era la única que me estaba hablando, toda la clase me miraba y me gritaban sus argumentos que ya los conocía de memoria.  – La verdad que con las leyes que usted esta enseñando nos parecemos más a Cuba.

– Bueno, se ve que Ud. es el único que no entendió nada y el resto de la clase si (ahí me acordé de Prodan y «dada vuelta está usted, profesora» le hubiese dicho)

Después se perdió todo tipo de dialogo con todos explicándome cómo era que una ley intervencionista garantizaba un mercado libre, excepto por la gordita simpática  que hacía muchos chistes y no me caía bien,  que me dijo que ella entendía lo que yo quería decir.

El resto se desvirtuó, la profesora empezó a hablar de como las empresas generaban inflación, y varias cosas mas que no alcancé a escuchar.

La clase terminó con el pedido, no muy amable, de la compañera que se sentaba al lado «Estoy aturdida, asi es la ley no tenes que discutirla.»

La semana que viene le llevo a Tom Smith:

Aumento ilegal de precio

es cobrar más que un colega,

pero si cobra usted de menos

es desleal competencia.

 

Y téngalo bien presente,

no haya en esto confusión:

Si cobran todo lo mismo

será confabulación.

 

Debe competir, es cierto,

pero ande con pies de plomo,

pues si conquista el mercado

¡qué más claro monopolio!»

 

 

¿Por qué no todos los empresarios son favorables al capitalismo?

Hace unos meses planteaba las diferencias existentes entre lo que significa ser «pro-mercado» y «pro-empresa», un concepto que a muchos les cuesta diferenciar.

Otra de las preguntas relacionadas con la relación entre empresarios que suele emerger entre liberales (por que aquellos que no lo son tienden a estar convencidos, en general, que los empresarios son defensores de los mercados libres) es ¿Por qué no todos los empresarios son favorables al capitalismo?

Encontré un anécdota que expone de manera bastante clara este problema:

En uno de sus seminarios, un estudiante le pregunta al Profesor Mises, «¿Por qué no todos los empresarios están a favor del capitalismo?» «Esa pregunta,» le contesta Mises, «es marxista». La respuesta de Mises me shockeó en ese momento. Me tomó algún tiempo darme cuenta lo que estaba intentando decir. El que hizo la pregunta asumió, tal como Karl Marx, que los empresarios tienen un interés especial o «de clase» en el capitalismo que otras personas no lo tienen.

«El capitalismo,» prosiguió Mises, «beneficia a todos — consumidores, las masas. No solo beneficia a los empresarios.  De hecho, bajo el capitalismo algunos empresarios sufren pérdidas. La posición de un empresario en un mercado nunca es segura; la puerta esta siempre abierta para que cualquier competidor que lo quiera desafiar lo prive de obtener ganancias. Al fin y al cabo, es esta competencia la que le asegura a los consumidores que los empresarios intentaran hacer lo mejor para satsifacerlos, a ellos, con los bienes y servicios que desean.»

(Vía Mises Blog)

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