Con la mía no
“Ustedes lo único que quieren es no pagar impuestos” es una de las acusaciones que más recibimos los libertarios, como ya hemos visto por parte de diversos comentaristas (¿komentaristas?) del blog.
Y es cierto, los libertarios de todo el mundo estamos en contra de los impuestos por dos razones fundamentales:
Razón moral: Los impuestos violan el Principio de No Agresión.
Razón utilitaria: la asignación de recursos es mucho más eficiente hecha por las partes interesadas que por un ente de planificación central.
Quiero agregar a estas dos razones “idealistas” por así decirlo, un par de motivos más piensaenlatierristas: cantidad y finalidad de esos fondos.
Si estuviésemos hablando de lo que hasta hace no más de un par de décadas considerábamos un país normal, esto sería un lugar donde el estado se encargaba de no mucho más que:
– Hacer los caminos y alguna otra infraestructura.
– Proveer las cortes de Justicia.
– Administración de municipios, provincias/estados y cuerpo diplomático exterior.
– Cuerpos de seguridad interior y exterior.
– Algún seguro de desempleo, algún subsidio a la demanda de transporte y pensiones.
– Salud pública.
– Educación, preferentemente a través de vouchers.
Y a la vez sufriéramos una presión fiscal de un 30 – 35%, plantearía un escenario a largo plazo. El famoso “Proyecto Multi-Generacional” del que habla Molyneux, con una impronta muy fuerte en la educación y en la crianza.
Así, cada uno podría tener una vida razonablemente apasible, dedicarse a hacer lo que le gusta, incluyendo algún tiempo para la causa libertaria (más, menos, aporte de tiempo o recursos, depende de cada uno).
Ahora, qué pasa cuando los que detentan el poder del estado se quedan con un 50 – 60% del fruto de nuestro trabajo, no cumplen o cumplen a medias y muy mal todas las funciones de arriba y, al mismo tiempo:
– Usan tu guita para meter en el sistema educativo/adoctrinador a una cantidad de resentidos cuyas ideas políticas y económicas resultaron en la muerte y masacre de cientos de millones de personas.
– Usan tu guita para armar un sistema de subsidios que destruye los incentivos para brindar energía y transporte, con la consecuente pérdida y degradación del capital instalado que lleva a escasez y accidentes. Además de haberse quedado con suculentos retornos de dichos subsidios.
– Usan tu guita para armar un conglomerado de medios y corromper periodistas, o agrandar a cuatros de copas para hacer una incesante campaña propagandística donde ellos son los buenos y los paladines de la libertad, mientras que vos sos un malvado hijo de puta que quiere niños muertos de hambre en las calles.
– Usan tu guita para montar un aparato de persecución de personas, utilizando al fisco como regla moral y mafia al mismo tiempo, apretando a todo aquel cuyo discurso no esté con ellos.
– Usan tu guita para decirte cómo organizar tu negocio, cuántos empleados tener, cuánto pagarles y cómo. Por supesto, pueden forzarte a hacerlo y todo.
– Usan tu guita para restringir la cantidad de productos y servicios a los que podés acceder, con las obvias consecuencias de baja de la calidad y aumento de precios.
– Usan tu guita para poner matones en los aeropuertos internacionales, que aprietan a los ciudadanos que regresan del exterior, amenazándolos por cruzar una línea imaginaria con bienes hechos del otro lado. Y hay de vos si te llegan a agarrar con algo.
– Usan tu guita para darle beneficios a emprebendarios amigos de ellos en forma de subsidios o ventajas, por las que claro, recibirán también retornos (o serán de testaferros).
– Usan tu guita para imprimir billetes a lo loco, para impedirte refugiarte en alguna moneda más dura y para obligarte de hecho a pagar el impuesto inflacionario a vos y a todos.
– Y, finalmente, utilizan tu guita para armar regulaciones y esquemas que hacen inviables varios territorios, convirtiendo a los habitantes de los mismos en dependientes de la dádiva estatal. Así, quedan a merced de los repartidores, señores feudales como Insfrán o la “gobernadora” Milagro Sala. Estas personas que están al borde de la marginalidad, se convierten entonces, por adoctrinamiento, necesidad o ambos, en esclavos de los que la reparten. Los arrían, los llevan a actos, los usan como medida de fuerza para ver quién tiene más ovejas. Y están a total merced de la voluntad de los señores. El que disiente o hace algo que no les gusta, queda afuera como mínimo y habría que ver cómo pueden reaccionar el resto de los siervos y hasta dónde llegarán para ganarse el favor del amo. Una indignidad realmente vomitiva.
Ahora, después de este listado de acciones estatales que son claramente inmorales, me gustaría que alguien de nuevo me acuse de no querer pagar impuestos. No pagar por una razón moral, no colaborar con un régimen populista asqueroso, te convierte en héroe.
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