Basta de (prohibir) Demoler

Una vez más las agrupaciones Basta de Demoler y 54Bares Notables pudieron salirse con la suya en su campaña eterna contra la propiedad privada.

Me refiero al caso de la emblemática confitería Richmond, ubicada en la calle Florida, que  esta(ba?) próximo a  cerrar sus puertas:

Sin embargo, la Richmond está a punto de pasar a ser sólo un recuerdo para sus habitués y una fuente menos de trabajo para el personal que aún presta servicios (hay mozos que trabajan allí desde hace más de 40 años). La confitería tiene previsto cerrar en septiembre y a partir de noviembre su decorado inglés dará paso al estilo Nike.

Como suele suceder en estos casos, agrupaciones que  tienen como objetivo preservar edificios y otros lugares históricos elevaron su voz contra la posibilidad de que la tradicional confitería porteña desaparezca de la otrora peatonal mas paqueta de la ciudad.  Sin embargo, como también es habitual, estas agrupaciones apelaron a los legisladores de la ciudad para que declaren sitio histórico la confitería y, de esta manera, evitar que pueda modificarse el rubro original de la misma, la gastronomía.

De hecho, ayer por la tarde, la legislatura aprobó declararla sitio histórico, cediendo una vez más antes los reclamos del lobby preservacionista. El diputado Di Stéfano argumentó lo siguiente:

«Aun persiste la visión que interpreta que los edificios históricos son viejos y sin ningún valor cultural. Es necesario avanzar en las leyes que protejan de manera definitiva los tesoros patrimoniales y así preservar un recurso no renovable que forma parte de la memoria urbanística de la Ciudad», consideró el diputado Patricio Di Stéfano, titular de la Comisión de Patrimonio Arquitectónico de la Legislatura.

Por supuesto que los fines de las organizaciones que intentan preservar bares y edificios históricos son, en algunos casos loables. Algunas de esas construcciones son un plus a la hora de elegir a la ciudad como destino turístico, el problema radica en los medios que utilizan para alcanzar sus fines.

Estas agrupaciones apelan al proceso político para violar el derecho de propiedad de los dueños de los inmuebles que quieren proteger.  Esto no sólo crea el riesgo de que luego los legisladores violen la propiedad de privada de otros a pedido de organizaciones que tenga diferentes motivos para hacerlo, sino que además no permite que le sistema de precios guíe el destino de los recursos a los fines más valorados. ¿O acaso Di Stéfano esta mejor capacitado para definir cual es el uso mas valioso de un recurso determinado y quien tiene que soportar los costos?

El problema es sin dudas los medios. Existen diferentes alternativas a las que pueden apelar este tipo de agrupaciones para preservar el patrimonio urbano que tanto valoran, soluciones que no implica apelar a la violencia de la política como por ejemplo organizar la compra colectiva del bien en cuestión, negociar con sus dueños de que manera pueden colaborar para «salvar» la confitería o el edificio que se trate.

Otra cuestión aparte es la postura preservacionista extrema de estos sectores, que ya no constituye una apreciación del valor arquitectónico de algún edificio, si no la reacción automática a oponerse a cualquier cambio introducido en el paisaje urbano. Una postura que sale a la luz con recorrer apenas unos minutos el sitio web de la agrupación Basta de Demoler.

En primer lugar, si el estado hubiese comenzado a proteger todos estos sitios históricos 100 años atras, casi ninguno de los sitios que hoy protege y propone proteger hubiese existido.

Imaginemos a los preservacionistas protegiendo edificios que impidan la construcción del Kavanagh, la alteración de la fisionomía de Puerto Madero, la construcción del Coliseo en R0ma, o el partenón en Atenas que hubiese destruido la belleza natural del acrópolis.

Mediante una alternativa que excluya a la política como solución, estas agrupaciones tendrán que focalizarse en los edificios que realmente valoran, y no en absolutamente todos, ya que poseerán recursos más limitados para llevar a cabo su tarea, dejando lugar al progreso.

Por último pero no menos importante, hay que mencionar el efecto negativo que tienen estas agrupaciones en relación a otra problemática de la ciudad, la llamada «emergencia habitacional», estas campañas para detener las construcciones de edificios terminan por el valor de los alquileres (y el de venta) de los departamentos, al reducir o mantener estable la oferta de unidades de vivienda, en beneficio de mantener construcciones que estéticamente pueden ser admirable, pero que no responden a la demanda de la sociedad en ese momento.

Agüero 1919 – Graffiti contra las demoliciones sobre dos edificios viejos.

Chile, ¡a estudiar!

Dicen querer un mejor sistema educativo, pero salen a las calles a destruir.

Ministerio de la Verdad

Des-educación desde el Estado

Dicen querer estudiar, pero se niegan a volver a las aulas.

Dicen querer un excelente sistema público de educación, pero están dispuestos a llevarse puestas su Constitución y sus instituciones.

Yo me pregunto una cosa, anterior a esa ¿para qué querés estudiar?

Tengo solamente dos respuestas:

a) Por el mero hecho del conocimiento en sí mismo, para perfeccionarse como ser humano o por placer personal.

b) Como un medio para obtener otras cosas, es decir, para utilizar ese conocimiento y proveer algún bien o servicio a cambio de un mejor nivel de vida.

Hago un impás para dilucidar dónde se encuentra el conocimiento:

Hace ya muchos siglos, el conocimiento y las ciencias, eran mantenidos por una elite, fundamentalmente por un tema de costos y logística: El proceso de producir papel era carísimo, había que copiar los libros a mano (en general en los monasterios), etc, etc.

Hoy es el siglo XXI. Gutenberg llegó hace mucho, como así también los medios digitales y las telecomunicaciones. El conocimiento está por todas partes, y se puede conseguir GRATIS (o casi):

  • Bibliotecas
  • Libros prestados
  • Wikipedia
  • Youtube
  • Papers, tanto gratuitos como pagos (en general re baratos)
  • Sitios de descarga
  • Liberías online
  • Un infinito etcétera.

Es más, ¡hoy podés ver hasta videos de operaciones quirúrgicas complejas a través de internet! Son lujos y facilidades que los más grandes de la ciencia ni siquiera soñaron….y son parte de nuestra vida cotidiana.

Volviendo al tema, cuando se pide «un mejor sistema educativo público, mágico y fantástico», hay que tener en cuenta sí o sí el objetivo.

Para los que eligieron la opción «a» les digo VÁYANSE A SU CASA. Lean libros, vean videos, lean la wiki, APRENDAN LO QUE QUIERAN Y LO QUE LES GUSTE.

A los que eligieron la opción «b», les cuento que yo pasé por el sistema educativo universitario y me pasé la mitad de la carrera durmiendo al fondo del aula, bancándome a profesores ineptos que enseñaban cosas viejas, que no se usan y/o impracticables en el mundo real. Sí tuve algunos excelentes profesores, contados con los dedos de una mano, que me dejaron algo (uno fue el que me hizo liberal).
Lo que se tienen que preguntar es si una carrera universitaria de 5 años realmente los ayuda a aumentar la riqueza existente, si los ayuda a discernir formas de servir a los demás y llevarlas a la práctica. O si simplemente es un antro para que dinosaurios fracasados o resentidos de la vida les den lecciones de vida, diciéndoles lo capos que son y cómo lo que les enseñan es lo más importante del universo conocido.
Preguntensé si es una lanzadera de cohetes que los va a llevar a ser mejores, o si es un ancla que les va a hacer el camino más trabajoso y les va a sacar las ganas en el momento.

Yo personalmente soy partidario de que la educación y la certificación sean dos cosas absolutamente separadas. Si un título universitario certifica una serie de conocimientos o habilidades ¿realmente importa cómo las obtuviste? ¿Hay diferencia en si te rompiste diez años estudiando a la luz de las velas, o uno, o dos días o naciste sabiendo? A mí no me parece. Al final del día solo cuenta si podés o no podés proveerles a los demás algo que mejore sus vidas, a cambio de algo que mejore la tuya.

Lo que veo yo en los estudiantes chilenos y en los indignados de España es a un grupo de nenes que quieren que primero se les pague por un sistema educativo que tiene una estructura que NO NECESITAN para estudiar algo que, en muchos de los casos, LA SOCIEDAD NO NECESITA O NO QUIERE. Una vez que terminan, quieren que se les dé trabajo y se les pague LO QUE ELLOS CREEN QUE VALEN, para hacer algo que no genera ningún tipo de riqueza. Esto es especialmente así en todas las carreras «sociales», que simplemente generan personas que quieren ocupar una sillita en el Estado, colgar de la pared su diploma de licenciado y decirles a los demás cómo vivir la vida.

Chilenos, españoles y, por qué no, argentinos: si quieren realmente una mejora en la educación, luchen por la abolición de esa aberración y policía del pensamiento que son los Ministerios de Educación.

El conocimiento está ahí afuera y es GRATIS. Go take it, or go home.

Usando la varita

Estamos en el siglo XXI, pero parece que no hubiésemos aprendido nada desde los tiempos del oscurantismo y la antigüedad, donde se adoraba a un trueno por creerlo un dios.

¡Bendícenos, oh, Estado!

¡Bendícenos, oh, Estado!

Hoy muchas personas, en especial entre los políticos, le atribuyen propiedades, facultades y accionar mágicos y casi de divinidad al estado. El estado todo lo puede. Basta escribir algo en las «tablas de la ley estatales» para que se conviertan en realidad automágicamente. Ah, y fundamentalmente, no existe ningún tipo de costos para hacer todas esas cosas lindas y buenas por las que se le reza al Sr. Estado.

Para poner un ejemplo, hace unos días la señora Lubertino vió en una encuesta que había chicas de sexto grado (o sea, entre 10 y 12 años) que se embarazaban. Inmediatamente agarró La Pluma Todopoderosa y se puso a escribir en las tablas una ley por la cual todo niño de sexto grado deberá llevar un preservativo. Listo, problema solucionado. No se embaraza ninguna nena de sexto.

Lamentablemente así no funcionan las cosas, y esta señora que parece tener una obsesión con los niños y el sexo, no tuvo en cuenta que:

a) Poner una canastita con preservativos en los colegios, como si fueran caramelos, es una ridiculez de por sí.

b) La mayoría de las nenas de sexto grado NO SE EMBARAZAN.

c) A los nenes de sexto grado no les dá el Piné para usar preservativos por razones tan obvias como LA MEDIDA ESTÁNDAR. Es más, las nenas embarazadas en general son de gente más grande.

d) Si hay nenas de once años embarazadas, generalmente es porque hubo ESTUPRO, o sea un mayor de edad tuvo relaciones con ellas. ¿Lubertino no debería hacer las denuncias correspondientes siendo funcionaria?

e) Si cualquiera de nosotros junta un grupo de niños de diez u once años, les ofrece preservativos y los incita a tener relaciones, va en cana por corrupción de menores. Si se lo hace desde un cargo estatal y en vez de ser un grupito son TODOS LOS NIÑOS de diez y once años automáticamente se convierte en algo moral y bueno. ¿Qué tipo de razonamiento es este?

f) En caso de sancionarse el proyecto, muy probablemente los efectos buscados no se cumplirán, simplemente habrá una nueva oficina, proveedores y gasto.

Este es solo un ejemplo, pero sirve por lo burdo e inútil del mismo. Puede adaptarse y extrapolarse a miles y miles de cosas que hacen los estados y son al reverendo.

Quiero mandarles un mensaje a todos los políticos y a gran parte de la población que ha sido des-educada por los mismos:

Los grupos y organizaciones humanas, responden a la naturaleza de los miembros que los componen. Obligar a todos a pertenecer a una, pintarle la palabra ESTADO en la puerta y hacer que se levanten las manos para ver quién es el «jefe» cada cierto tiempo no le da superpoderes, no la hace mágica, no la hace sagrada, no la convierte en un dios.

El estado es una simple organización limitada, con alcance limitado, con posibilidades limitadas. Así lo entendieron los clásicos, por eso le dieron funciones muy específicas: proveer seguridad física y jurídica. Como tenía además el monopolio de la fuerza y la recaudación compulsiva, se encargaron de tratar de limitarlo lo más que pudieron.

Creer que el estado puede crear bienestar de la nada, enseñarles sexualidad a los chicos, dar casas, controlar cuánta gente y de qué edad se embaraza, cuántos gorriones tiene que haber en la plaza y de qué color es el cielo, es una simple creencia cuasi religiosa, pura macumba que, probablemente, ni los hombres de las cavernas se creerían.

Una salada en 4 ruedas

Muchachos, nunca nos la hicieron tan, pero tan fácil. Lo que están haciendo las líneas de transporte en capital algunos lo podrían llamar como «hacerle el juego a los liberales-libertarios».

Los carteles de las «viudas de la regulación del transporte automotor» les sacó la careta. Les sacó la careta a los seudo-empresarios-corporativistas-prebendarios, y le sacó la máscara a las regulaciones.

Las líneas de colectivo contra los usuarios.

Nos cansamos de señalar que la creación de monopolios sólo puede darse por medio de la violencia estatal. Y aquí lo tenemos a las claras, ¡¡empresarios defendiendo regulaciones!!. Cuando siempre nos señalan que la falta de regulación beneficia a las empresas, y nosotros argumentamos que son barreras de entrada para poder brindar un mejor servicio y bajar los precios, nos acusan de ponernos del lado de los empresarios. Y aquí los tienen. Los empresarios prebendarios que viven de subsidios dicen que «desregulación» es MALA PALABRA.

Cada impuesto, cada regulación, cada subsidio es un paso más hacia el monopolio y un servicio deficiente. Lo lógico sería que si todos «sufrieran»  las regulaciones, lo que deberían estar pidiendo los empresarios del sector sería una desregulación completa, para dar ingreso a nuevas -y mejores- inversiones y que la base de un buen servicio sea la competencia. Pero no las sufren. ¡Las usufructúan! Y nunca estuvo tan claro como en el caso de la línea 194 -y podría decirse también de la famosa Feria La Salada-.Las regulaciones, los impuestos, los subsidios son los instrumentos estatales que usan los que no quieren competencia, ni libre comercio. El estado, lejos de protegernos es el instrumento primordial anti-libre mercado en favor del «capitalismo de amigos» que nos hartamos de denunciar.

Y para colmo, como toda acción y prohibición del estado, dicen que lo hacen por tu propio bien. O sea, el empresario dice que quiere que haya menos competencia por el bien de los pasajeros -los consumidores-. Como decía mi colega y amigo Al Verdi hace unos días:

No se entiende si el servicio que brindan [la línea 194] es tan malo, si no cumple los requisitos mínimos para circular como indican tanto las empresas competidoras como el secretario de transporte, ¿por qué tanto alboroto por una nueva línea tan berreta?

Festejemos, porque para defender a los pasajeros, los empresarios del transporte generarán el día de mañana un muy irónico caos vehicular en el microcentro porteño.

Sobre los precios y la violencia en los recitales

Hace unos días saqué una entrada para ver a Aerosmith en su nueva visita a la Argentina. Fui a ticketek. Ya que no tengo tarjeta de crédito como para sacarla por internet, me decidí a hacerlo a la antigua. La chica que atiende el mostrador me informó de los precios de las entradas que, como sucede últimamente para estos recitales internacionales, eran bastante salados. Pero lo que más me llamó la atención es que había precios diferenciados para el campo. «¿Cómo es eso?» pensé al principio algo contrariado, ya que toda mi vida rockera fue igual: el campo siempre vale lo mismo. Compré entrada para campo; la más barata que había.

Aerosmith vuelve a la Argentina

Llegué a casa y empecé a bucear un poco y ví el revuelo y el descontento que había armado el tema del campo VIP, no sólo de este recital, sino de muchos otros. Entonces me puse a pensar.

Mi recuerdo de los recitales en el campo no siempre es el mejor, aunque debo aceptar que por cada recital que asistí los pros fueron mayores que los contras. Pero había una constante de mi vida antes de cumplir los 23 años y otra luego de pasada esa edad. Primero tengo que hacer una aclaración: físicamente soy un tipo grandote -aunque no muy morrudo-. Bien; la cuestión es que antes de los 23 era uno de esos a los que le gustaba irse a las vallas adelante de todo, intentando -la mayoría de las veces infructuosamente- obtener algún recuerdo del recital, como una púa, baqueta o lo que fuera. A partir de los 23, decidí que era hora de disfrutar de los recitales, y a partir de allí, nunca paso la mitad del campo hacia adelante. Si dije bien. Disfrutar de los recitales. La verdad es que estar en el frente no es del todo placentero. Hay mucha violencia. Ví demasiadas veces gente desmayada tratando de ser evacuada del recital, recibí muchos golpes sólo por el hecho de ser alto y que la persona que estaba detrás se sintiera perjudicada como para realizar justicia por mano propia, salía completamente transpirado con la transpiración de otros en mi ropa y un sinfín de situaciones que no tienen más que una sola conclusión: en el campo de un recital de Rock, el frente era de los más fuertes. Sí, de los más fuertes, los más violentos y los que pueden hacerse valer con la fuerza bruta y física. Nunca había una chica menudita, y si la había, la mayoría de las veces te dabas cuenta cuando la sacaba de allí algún voluntario de la cruz roja. Recién cuando me fuí al fondo, es cuando comencé a disfrutar de la música y la fiesta. No tenía que sufrir las consecuencias físicas luego del recital.

Bueno, hay que llegar al precio diferenciado de una vez. El precio diferenciado, lo que indica es que hay gente que le da una valoración especial y subjetiva al hecho de estar delante de todo y cerca de los músicos. Lo suficiente como para que la empresa organizadora pueda sectorizar y haya gente dispuesta a pagar precios mayores por la cercanía, que los hay y mucha. Entonces ¿qué función viene a cumplir el precio? Primero nos da una señal: la mayoría de la gente, valora más estar delante de todo que detrás. La segunda función, es una función pacificadora. ¿Cómo? Muy fácil. Ahora el que quiere estar adelante no tiene que tener fuerza física, ni cara de malo, ni falta de escrúpulos para golpear y pisotear. Mientras no había precio para el campo, la mejor parte se la llevaban los violentos. Hoy se la llevarán quienes realmente así lo valoren. Quienes se sacrifiquen a trabajar un día más o a privarse de otro gasto. Aquél que no tenía que faltar a sus obligaciones para llegar 3 horas antes de lo establecido (cuando no dormir directamente en el lugar) sólo para tener la chance de poseer una ubicación que le sería arrebatada en forma violenta apenas 5 minutos de comenzado el espectáculo.

La propiedad y el precio, se demuestra en este caso, tienen la función de distribuir un bien escaso entre aquellos que le dan un valor especial a su ubicación en un recital. Aquellos que quieren ir delante de todo, pueden esforzarse y llegar allí sin necesidad de poseer fuerza física o ser más violentos. Los que no están dispuestos a pagar ese precio, se benefician con el menor costo que implica no desear dichas ubicaciones o directamente resignarlas y poder tener la diferencia disponible para solventar otro gasto que crean necesario.

Entiendo el disgusto de quienes protestan contra el precio diferenciado. Pero como en el fútbol, la violencia en los recitales no es parte de la cultura ni del folklore. Es sólo violencia. Bienvenido el precio, cuando trae paz y oportunidades para quienes no quieren ni pueden ejercer la violencia.

 

 

En defensa de los caramelitos y masajes (de Zaffaroni)

Mark Twain escribió que cuando uno se encuentra del lado de la mayoría, debería hacer una pausa y reflexionar. Creo que este es el momento.

El otro día el Diario Perfil denunció que en un departamento de propiedad del juez de la Corte Suprema, Raul Zaffaroni, funcionaba un prostíbulo, el diario informaba lo siguiente:

El juez de la Corte Suprema de la Nación Eugenio Raúl Zaffaroni vive en un lujoso caserón del barrio porteño de Caballito. Pero además en el 2000 compró un monoambiente en la exclusiva zona de Recoleta, que hoy está rentado a unos inquilinos que no pasan desapercibidos: allí trabajan tres mujeres que se dedican a la prostitución.

El negocio funciona, según pudo comprobar Perfil.com, en Vicente López 2217, frente al cementerio de Recoleta. El departamento 19 del piso 5º, que figura a nombre de Zaffaroni en el prorrateo de expensas, tiene unos 25 metros cuadrados divididos en tres habitáculos.

Zaffaroni reconoció ante el Congreso que había adquirido ese departamento en octubre del 2000, según indican una resolución de la Cámara de Diputados y el diario de sesiones del Senado del 2003.

Allí «trabajan», por turnos, dos o tres chicas que cobran 120 pesos la hora por sus servicios. El rubro 59 fue prohibido por un reciente decreto presidencial, pero las prostitutas se promocionan de otra forma: sus «volanteros» reparten anuncios de «caramelitos y masajes 24 horas» en la zona y en los mismos departamentos del edificio.

Promo Z. (foto:perfil.com)

El escándalo no terminó ahí. Días más tarde se descubrió que en otros dos departamentos de su propiedad había trabajadoras del sexo que lo utilizaban para llevar a cabo sus quehaceres laborales:

Eugenio Raúl Zaffaroni, juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, será denunciado ante la Procuración General de la Nación, que preside Esteban Righi, a raíz de los tres departamentos de su propiedad en los que funcionan prostíbulos. La denuncia estará a cargo de la ONG La Alameda, dedicada a combatir la trata de personas.

Sin caer en un argumento legalista, y declamar como autómata que Zaffaroni violaba leyes y por eso debe ser condenado y renunciar a su cargo, es necesario analizar las leyes que Zaffaroni violaba con el objetivo de realizar un análisis más preciso de sus conductas. Es que a veces violar la ley no está mal, y son los que la violan aquellos que pueden respirar un poco de libertad.

La misma nota de Perfil nos ayuda con las leyes que son violadas:

Todas las propiedades violan la Ley de Profilaxis (Nº 12.331, artículos 15 y 17), que prohibe poner un inmueble a disposición para facilitar la prostitución, y la Ley de Propiedad Horizontal (Nº 13.512, artículo 6), que obliga a los copropietarios a no poner en riesgo la seguridad del edificio. Además, entra en conflicto con el Convenio para la represión de la trata de personas y la represión de la prostitución ajena, de 1949, al que Argentina adhiere.

Los artículos 15 y 17 de la Ley de Profilaxis, que data de 1937, dicen:

Art. 15.– Queda prohibido en toda la República el establecimiento de casas o locales donde se ejerza la prostitución, o se incite a ella.

Art. 17.– Los que sostengan, administren o regenteen, ostensible o encubiertamente casas de tolerancia, serán castigados con una multa de doce mil quinientos pesos como mínimo y ciento veinticinco mil pesos como máximo. En caso de reincidencia sufrirán prisión de 1 a 3 años, la que no podrá aplicarse en calidad de condicional. Si fuesen ciudadanos por naturalización, la pena tendrá la accesoria de pérdida de la carta de ciudadanía y expulsión del país una vez cumplida la condena; expulsión que se aplicará, asimismo, si el penado fuese extranjero.

Por otro lado la ley de Propiedad Horizontal dice:

Articulo 6 – Queda prohibido a cada propietario y ocupante de los departamentos o pisos: a) destinarlos a usos contrarios a la moral o buenas costumbres o a fines distintos a los previstos en el reglamento de copropiedad y administración; b) perturbar con ruidos o de cualquier otra manera la tranquilidad de los vecinos ejercer actividades que comprometan la seguridad del inmueble. o depositar mercaderías peligrosas o perjudiciales para el edificio.

Los artículos de ambas leyes chocan con los principios liberales de respeto a los proyectos de vida ajenos. Restringen el uso de la propiedad, y se entrometen en acuerdos privados.  El tema de la prostitución y los prostíbulos ya los tratamos en distintas oportunidades. Cabe hacer una aclaración, que no puedan existir disposiciones estatales contra el uso pacifico de la propiedad no quiere decir que ésta se encuentre totalmente ausente de regulación. Los reglamentos de copropiedad podrían llegar a prohibir este tipo de actividades, e incluso más como prohibir que políticos vivan en su edificio, personas verdaderamente peligrosas.

Está claro que desde nuestro punto de vista las leyes transgredidas por el juez de la Corte no deberían existir porque constituyen una extra-limitación del estado: la ley no puede prohibir una conducta cuando es inmoral pero no agrede a terceros.

Algunos pueden juzgar la conducta de Zaffaroni moralmente incompatible con su cargo, e incluso a mi me parece algo chocante que un Juez viole la ley de manera flagrante, pero al final del día no encontramos ningún motivo grave para que Zaffaroni deba renunciar o ser sometido a un juicio político, es una buena oportunidad para que cuando se discuta el tema ofrecer la visión liberal sobre la cuestión, una visión distinta.

agrego, revisando el post gracias a unos comentarios en facebook tengo que admitir que omití una cuestión no menor:  Zaffaroni no solo violó la ley, si no que aprovechó su posición como Juez de la Corte para pasar por arriba a la prohibición que disponen diferentes leyes.

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