Leer este post es perjudicial para su salud
Hace unas semanas estuve de viaje por Chile y si algo me impactó fueron las imagenes que contienen las cajas de cigarrillos en ese país para advertir al fumador de los males que genera el tabaco. Las fotos eran tan fuertes que para evitar verlas acostumbran a taparlas con algún cartón o papel. (acá una muestra de las menos impresionantes)
Para no quedarse atrás el Ministerio de Salud de nuestro país dispuso de cambios en el packaging de los cigarrillos, y ahora en Argentina también tendremos los atados decorados con fotos del mismo estilo. Fue a través del decreto 497/12 del Ministerio de Salud que ordena la inclusión de estas imagenes:
Los paquetes y publicidades gráficas de cigarrillos deberán incluir desde junio fotografías de impacto y nuevos textos sobre el daño que provoca en la salud el tabaquismo, enfermedad que en la Argentina produce más de 40.000 muertes anuales, según un decreto del Ministerio de Salud publicado ayer en el Boletín Oficial.
Los paquetes de cigarrillos, de ese modo, deberán incluir desde junio la frase «Fumar causa cáncer», entre otras establecidas por la normativa, en sintonía con las directivas de la Organización Mundial de la Salud y el Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT). De ese modo, los paquetes y publicidades gráficas incluirán la imagen de un pulmón sano y otro de un fumador con trastornos de salud junto al lema «Fumar causa enfisema pulmonar», la foto de un pie engangrenado acompañado por la frase «Fumar puede causar amputación de piernas» y una radiografía torácica con una «mancha» de colillas de cigarrillo. Los diez mensajes que deberán contener los paquetes y publicidades están comprendidos en el decreto 497/2012, firmado por el ministro de Salud, Juan Manzur, y publicado en el Boletín Oficial.
Sumarse a esta tendencia mundial es una consecuencia lógica en la pendiente paternalista que se ha embarcado la Argentina, tanto a nivel nacional, como a nivel de la Ciudad de Buenos Aires. Allá lejos quedó la ley 23.344 del año 1986 que comenzaba a regular la publicidad de tabaco y productos destinados a fumar, y que además en su primer artículo disponía que en el envase de los cigarrillos debería aparecer la ya clásica leyenda «Fumar es perjudicial para la salud». Este fue el primer resquicio abierto para que los funcionarios estatales comiencen a interferir en los hábitos, buenos o malos, de la gente, en materia tabaquica. El primer paso en la pendiente resbaladiza.
Haciendo un paréntesis, para comprender los alcances de aquella primera regulación, es preciso recordar como comenzó la ola del prohibicionismo de drogas en Estados Unidos. El Dr. Thomas Szasz en su libro Nuestro Derecho a las Drogas (PDF; gentileza PL) esboza una historia sobre la prohibición de narcóticos en aquél país, que, casualmente, comienza con la introducción de una ley que obligaba a las farmacéuticas a publicar en etiquetas los ingredientes de los productos que vendía, la Food and Drugs Act de 1906 fue el cimiento de la política prohibitiva del gobierno de Estados Unidos, fue la primera vez que en esta materia el estado se apartó de su rol de «protector de los derechos individuales» e incorporó un mandato a las empresas comercializadoras de estos productos. En opinión de Szasz:
[e]s innecesario prohibir la no divulgación de los componentes de los productos médicos (o de otros). Es suficiente con prohibir la divulgación falsa y castigarla a título de fraude, con sanciones penales tanto como civiles. En cuanto a la no divulgación, debería ser castigada por la mano invisible del mercado. [1]
Al igual que hoy con el tabaco, las primeras intromisiones estatales en las drogas ahora ilegales, se dio de forma inocua regulando simplemente algunos aspectos referidos a su envase y la exposición de los ingredientes de los productos. Pensar hoy en la prohibición total del tabaco en el corto plazo puede ser tildado como una exageración, en 1906 aquellos que pensaban que la Food and Drugs Act iba a tener como desenlace la prohibición de las drogas, también se los señalaba como exagerados.
Volviendo a la cuestión de actualidad, el Ministerio de Salud decretó que además de la incorporación de las imagenes aludidas anteriormente, se reemplace la tradicional inscripción «Fumar es perjudicial para la salud» por referencias especificas a enfermedades que pueden ser provocadas por el tabaco. Esta tendencia mundial a la que se suma Argentina, está sustentada por la teoría del soft paternalism, un paternalismo atenuado donde el estado ya no dictamina o prohibe conductas sino que las intenta guiar por lo que, según la consideración de los funcionarios a cargo, es el mejor obrar.
Sin embargo, Mario Rizzo, profesor de economía en NYU, tiene una visión diferente al respecto, tal como lo plantea en este artículo. En dicho artículo comienza por cuestionar la necesidad de incluir esas imágenes tan impactantes, además de la advertencia generalizada que ya existía en los paquetes:
¿Por qué fue percibido por algunos de que el suministro de información, incluso en el momento de la venta, no es suficiente? ¿Por qué debemos dirigirnos a la exhibición de imágenes dramáticas de eventos con bajas probabilidades de que sucedan. (La mayoría de las personas que fuman no terminan como las fotografías sugieren, y muchas personas que no fuman terminarán conectados a tubos de respiración, los tubos de alimentación y repugnantes procedimientos médicos en algún momento antes de morir.)
Esto es, explica Rizzo, para combatir dos sesgos cognitivos en la toma de decisiones. El sesgo de optimismo y el sesgo de disponibilidad. El primero hace referencia a que sabiendo que hay un X% de probabilidad de contraer una enfermedad fumando, la persona cree que esa estadística no se le aplicará a él («esto a mi no me va a pasar»). El sesgo de disponibilidad consiste en el miedo y la estimación exagerada de la probabilidad de ser víctima de algún hecho cuando tiene un contacto reciente con un hecho. Por ejemplo, después de una noticia de una accidente aéreo mucha gente piensa que la probabilidad de morir en uno es mucho más alto que lo que un análisis estadístico podría arrojar.
A partir de estas dos variables se diseña las política de atacar el sesgo de optimismo («fumar causa cáncer») y el sesgo de disponibilidad (las imágenes que acompañan en el envase). En primer lugar, concluye Rizzo en base a investigaciones, el sesgo de optimismo está ausente en los fumadores (PDF; Cato Institute), los fumadores creen que las probabilidades de enfermarse por fumar son más altas que las reales. En segundo lugar, el sesgo de disponibilidad sólo tendrá éxito cuando el uso del cigarrillo se reduzca a un nivel mínimo.
Para terminar Rizzo descarta este aparente soft o libertarian paternalism, que no es distinto del viejo paternalismo autoritario:
El «óptimo» no es la toma de decisiones bien informadas por agentes morales autónomos. No son ni siquiera las verdaderas preferencias ocultas de la voluntad ilimitada del individuo. [El óptimo] es hacer lo que los paternalistas creen que deberías estar haciendo.
Las negritas son mías.
El nuevo avance paternalista, no es sorprendente si se tiene en cuenta el avance del «estado niñera», incompatible con una sociedad libre. No sólo estas políticas suelen fallar y hasta generar consecuencias indeseadas, si no que interfieren con decisiones personales, que no afectan a terceros, y pretenden dictar los estilos de vida ajenos. Dejando en manos de funcionarios, en este caso del Ministerio de Salud, como los agentes morales de lo que está bien y lo que está mal y de lo que debe ser la conducta promedio del ciudadano. Nada muy distinto a la Comisión para la Promoción de la Virtud y laPrevención del Vicio de Saudí Arabia.
Un paso positivo y aconsejable en materia de prevención podría ser que los legisladores impulsen una ley que advierta a la población sobre el peligro que existe en confiar cualquier decisión sobre la vida de los demás a un político.
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[1] SZASZ, Thomas. Nuestro derecho a las Drogas. P. 82. Ed. Anagrama.
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