Posted by Al Verdi on 2 julio 2012 in Artículos | 42 comments
Cuando en alguna reunión social surge algún tema político, si hay un libertario entre los participantes, seguro se lleva todas las miradas. ¿Quién va a proveer la moneda sin un Banco Central? ¿Quién va a decidir los contenidos educativos en ausencia de un Ministerio de Educación? ¿Qué avión va a ir desde Chaco a Salta en ausencia de una aerolínea estatal? Estas son algunas de las preguntas a las que estamos acostumbrados a recibir cuando exponemos nuestra visión de una sociedad libre.
Es entendible, las ideas liberales han sido distorsionadas en los 70 últimos años, tanto por aquellos que decían ser liberales, como por sus enemigos, y eso ha tenido consecuencias irrefutables. Por un lado se identificó el liberalismo a posiciones anti-liberales, por el otro esa confusión derivó en que aquellos que no tuvieron la curiosidad de investigar un poco no sepan lo que realmente sostiene y propone el liberalismo.
Sin embargo, los libertarios son interrogados acerca de estas cuestiones por una razón muy simple. Es porque hablamos de algo que para ellos es desconocido, no son fenómenos físicos, o que puedan ser predecidos de alguna forma. No sabemos que surgirá del mercado porque el mercado no existe, es una entelequia. Cualquier definición acerca de qué es un mercado libre que incluya ejemplos estará incompleta y probablemente equivocada. ¿Qué es el mercado? Podemos decir , al igual que el lenguaje, el mercado es uno orden espontáneo. Nadie inventó el mercado, o lo descubrió, si no que se fue conformando a partir de un proceso evolutivo donde los individuos descubrían que había formas de relacionarse con los demás que los beneficiaban (comercio, especialización, respeto de la propiedad) y otros que los perjudicaban (guerra, agresión contra la propiedad de otro, etc)
Todas esas preguntas son imposibles de responder a priori. No podemos contestar la mayoría de las preguntas de como funcionarían las cosas en un mercado libre, porque esto depende de las millones de acciones individuales que hacen las personas todos los días cuando toman decisiones acerca de su vida, y de las ideas que pueden surgir en un ámbito en libertad. Son los emprendedores los que terminan descubriendo soluciones a los diferentes problemas, y es la gente, la que adquiriendo o no ese producto o servicio aprueba o desaprueba esa innovación. ¿Y cuáles serán esos productos o servicios? Eso no tiene respuesta, apenas se pueden esbozar como podrían llegar a ser las soluciones, conociendo como funcionaría un mercado sin intervención, como funciona la competencia como mecanismo de control, y como las soluciones no-estatales pueden ser abismalmente diferente a las que conocemos hoy.
Al mismo tiempo, los que defienden regulaciones del estado, si tienen una respuesta a todas estas preguntas. La respuesta la encuentran en el burócrata de turno ¿Quién es el mejor para definir los contenidos educativos que estudian los chicos? El Sr. Ministro de Eduación, responden. ¿Quién es el mejor para determinar la oferta monetaria? El Presidente del Banco Central. ¿Quién puede competir y quién no? La comisión de defensa de la competencia lo sabe. Así con todas las preguntas. Para cada asunto que se presenta en la vida de la gente, hay un experto para digitar a la distancia como debe ser. ¿Qué sustancias deben ser prohibidas y cuáles no? La respuesta la va a dar el Ministro de Salud. ¿Y el margen de ganancia de las empresas? Ellos lo pueden determinar.
Volviendo a la situación inicial, esa donde el libertario recibe preguntas acerca de como funcionaría una sociedad libre, parece ridículo que personas que sostienen un sistema basado en relaciones que tienen como fundamento el uso de la fuerza (decretos, dictamenes, leyes, y ordenanzas que indican lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer, incluso respecto de conductas pacíficas) anden exigiendo explicaciones a aquellos que favorecen una sociedad basada en acuerdos voluntarios, y en el principio de no-agresión, como fundamento básico de toda acción humana.
Mientras que el libertario no puede responder la mayoría de las preguntas que recibe, sobre como sería una sociedad libre, si puede dar su idea al respecto. Murray Rothbard, los Tannehils, y Jacob Hornberger, entre muchos otros, dieron su visión sobre una sociedad libre. Sin embargo, los que tienen que dar explicaciones no somos los libertarios. Bajo una sociedad libre los estatistas podrían tener su estatopía, mientras el ingreso y egreso sea libre, y no genere obligaciones para los que no quieran formar parte, similar al caso de los kibbutz, comunidades socialistas voluntarias.
Los estatistas, por el otro lado, arman sus modelos contemplando que aquel que no esté de acuerdo, debe ser forzado a que se sumen a su proyecto, de lo contrario les espera, la cárcel o la muerte (prueben no pagar impuestos). Sería mucho mas interesante escucharlos a ellos responder algunas preguntas como por ejemplo, ¿qué hace que al Ministro de Educación más facultado para elegir los contenidos educativos de los hijos de otros? ¿Por qué para injerir algo, sea medicamento, comida o bebida, debe estar aprobado por el gobierno? ¿Por qué necesito pedirles permiso a ellos para ofrecer un producto o servicio o abrir un negocio?
Alrededor de la justificación de la violencia se han creado teorías económicas, teorías políticas, y otras teorías que pretenden ser científicas, que intentan ofrecerle una carta blanche a quiénes detentan el poder. Lo penoso de esta situación, es que la gente ha aceptado sin ninguna queja el carácter todopoderoso del estado.
En síntesis, el liberalismo propone un programa íntegramente negativo y simple, en otras palabras, el liberalismo requiere únicamente la abstención de iniciar el uso de la fuerza, y de no incurrir en fraude contra otro/s (Kinsella aclara el a veces confuso concepto de «fraude»), es decir no le pide a nadie que haga nada. En la otra punta, el plan de los estatistas solo parece ser posible de cumplir forzando a toda la población a llevar tu vida como ellos dicen que la tenes que llevar, relacionarte con los demás bajos las condiciones que ellos dicen que tenes que relacionarte, y por último perseguir los fines que ellos creen adecuados para la gente, o peor, sus propios fines.
A partir de estas descripciones, ¿quién es el que debe dar las explicaciones de como funcionaría su ideal de sociedad? El que propone, un plan activo o que el propone solamente la abstención de realizar determinadas conductas? La respuesta no parece traer mayores dificultades, son los que proponen la violencia como modo de interrelacionarse.
Una última cuestión a destacar, tal vez el libertario sea quién debe contestar todas estas preguntas, por una razón sencilla: vivimos en un contexto estatista, y el fracaso del estatismo ya lo conocemos. ¿Qué más le podemos pedir? Además de las excusas que dan para justificar su fracaso («no se fue a fondo», dicen) y de las conspiraciones que inventan sobre los grupos que no piensan como ellos, no tiene mucho para decir, ni mucho sentido que sigan hablando.
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