Los llamados «liberales» porteños

Las cosas suelen tener en general su envase y su sustancia. La Coca Cola viene en una botella de 600 cm3, el Blackberry viene en una carcasa negra, y medio destruida si tomamos como standard el mio, con 7 puntitos plateados formando el logo de la empresa, el desodorante viene en un tubo con colores,  y los Halls en un papel negro que prometen la máxima frescura. Gracias a los envases podemos conocer acerca de su interior, es la primera impresión que nos vamos a llevar de algo y por eso siempre recomiendan tener un buen packaging para los productos e ir bien vestido a las reuniones laborales.

Las ideas de Bastiat, Adam Smith, Constant y Alberdi, sin dudas que son las ideas que formaron una base de liberales que comenzaron con esos autores, y luego fueron ampliando sus conocimientos hacia Friedman, Hayek, Mises, Nozick, Rothbard y/o Rand.

Ahora bien, ¿cómo nos enteramos que dicen estos autores? La respuesta la dí mas arriba, a través de su envase. y el envase del liberalismo ha sido históricamente rebelarse, en mayor o menor medida, contra el status quo, denunciar las injusticias del orden de cosas de ese momento y exigir un verdadero cambio social. Adam Smith se dedicó a estudiar la economía y aportar conceptos revolucionarios en cuanto a la libertad económica y el interés propio, Benjamin Constant, defensor de la libertad,  fue un revolucionario en el campo de las ideas pero también en la práctica, oponiéndose a la monarquía francesa. Juan Bautista Alberdi, un luchador contra el status quo primero se opuso al dominio español de lo que iba a ser Argentina, y luego asumiendo su papel de liberal denunció al gobierno nacional por haber simplemente reemplazado a la Corona española pero manteniendo la opresión que la caracterizaba. Ni hablar de Mises y su trabajo tanto en Austria como Estados Unidos, Hayek y su denuncia en Camino de Servidumbre, y el discurso cuasi-revolucionario de Murray Rothbard.

Lamentablemente muchos de los que se auto-denominan liberales, incluso los que conocen hasta en que párrafo Mises menciona los trabajos de Herbert Quain, no son verdaderos liberales, y por verdaderos liberales quiero decir que su contenido [intelectual] podrá ser considerado liberal, pero su envase, y por ende su exposición al exterior es netamente conservadora. Un liberal es anti-sistema, se opone al orden de cosas establecido, e intenta a través de la difusión de ideas y de la acción generar un cambio, un cambio de abajo hacia arriba, con las individuos presionando contra aquellos que digitan las políticas de todos los días. O por lo menos esa es mi visión de lo que significa ser liberal.

La prédica de exigir, demandar y transmitir inquietudes es harta conocida, y siempre viene acompañada de la inacción, de la expectativa por consecuencias en la ausencia de un efecto anterior que las provoque. El liberal argentino es un experto en quejarse, y en demandar, pero no en armar estructuras para-estatales que demuestren la superioridad de la iniciativa privada y voluntaria, no en atacar las injusticias que surgen de un sistema corporativista donde los gobiernos se convierten en benefactores de empresas y hombres que dicen ser empresarios mantienen secuestrado a todo un país.

Los liberales han sido meros observadores ante tamañas injusticias, muchas veces temerosos de enarbolar causas que suelen denominarse «de izquierda» (recordemos que Bastiat y Constant estaban sentados a la izquierda en la Asamblea Nacional), hasta han perdido el nombre de liberales, o neoliberales, ante colectivistas adeptos a doctrinas socialistas, y esto no es mérito de los opositores al liberalismo, sino de la pasividad de los mismos liberales, o de la actividad de ellos para liderar la traición a las ideas que decían defender.

Si el liberalismo local es culpable de algo es de no haber sido liberal, de no haber manifestado de manera clara e inequívoca su objetivo, de permanecer pasivo ante los ataques de propios y extraños, de convertir una causa que ha tenido fuerte apoyo de la sociedad en otros momentos por sus promesas de reforma social en una causa elitista, egoísta e interesada.

Mientras esto siga así los liberales seguirán siendo acusados de conservadores y asociados a los proyectos mas anti-liberales que tuvo el país, por suerte algo está cambiando.

Por qué, por qué, y por qué…

Mi sobrino de tres años y medio está en plena etapa del por qué. Sus interrogaciones parecen no tener fin, y claro, es natural, está descubriendo y significando el mundo por primera vez con una inocencia y un sentido del cuestionamiento de absolutamente todo lo que lo rodea que es admirable y del que todos podemos aprender algo. Es una pena que la vida nos vaya limitando y coartando la curiosidad inquisitiva de nuestros primeros años de vida.

Con esto en mente, inspirada en mi sobrino y con la convicción de que ningún adulto debe aceptar el statu quo sin antes cuestionarlo y entenderlo, tengo una linda lista de “porqués” que me encantaría que se hicieran todos los argentinos…

¿Y por qué el Estado viene a imponernos determinados estilos de vida? ¿Por qué me tiene que dar permiso para casarme

“La pregunta no es quien me va a dejar, es quien me va a detener” --Ayn Rand

con alguien de mi mismo sexo, o con alguien del sexo opuesto siquiera?

¿Por qué argumentando que me están cuidando terminan imponiéndome una larga lista de prohibiciones? ¿Son ellos más inteligentes que yo? ¿Entienden mejor lo que yo necesito para mi vida? ¿El momento en que asumen con un cargo político se convierten en deidades suprahumanas que todo lo saben?

¿Por qué tenemos que ser todos iguales? ¿Es un crimen ser diferente? ¿Por qué tengo que regalarles a otros el fruto de mi trabajo? ¿Ellos no serían capaces de trabajar para sí mismos si generamos mejores condiciones?  ¿Por qué si la redistribución de la riqueza es EL modelo infalible de igualdad y felicidad seguimos sumidos en la miseria?

¿Por qué al que genera productividad se lo castiga con impuestos más altos? ¿No está al fin de cuentas generando trabajo, y con eso generando un gran aporte a la sociedad? ¿Porqué algunos empleados pretenden redistribuciones equitativas de las ganancias? ¿Acaso ellos invirtieron dinero para generar la empresa? ¿O acaso ellos son los responsables legales y económicos si algo sale mal?

¿Y por qué si el Estado regula tanto la economía sigo sin llegar a fin de mes? ¿Por qué acepto leyes que me limitan en vez de permitirme desarrollarme? ¿Por qué le pago a los legisladores por estas prohibiciones? Peor áun… ¿por qué mantenemos legisladores que desarrollan, debaten y aprueban leyes que van en contra de la constitución nacional? ¿Para qué tener una CN entonces? ¿Eso quiere decir que podemos no respetarla por completo? ¿O solo debemos no respetar los artículos contra los que los legisladores deciden hacer leyes? ¿Deberíamos respetar esas leyes que van contra la constitución entonces? ¿O quizás deberíamos condenarlas y con justo derecho ignorarlas en la práctica argumentando nuestro respeto por la CN?

¿Por qué en definitiva, el Estado cree que tiene derecho sobre la propiedad de mi persona e insiste con imponerme morales y estilos de vida? ¿Por qué termino teniendo que pedir permiso para ejercer mi libertad y buscar mi felicidad?

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¿Educación? ¿Gratuita?

Por Leandro Fleischer*

El uso de la razón es una capacidad humana que suele ser destruida mientras una persona crece. Esta bella virtud que nos regaló la naturaleza, la perdemos gracias a la «educación» que recibimos desde que somos pequeños e indefensos. Este «aprendizaje» lo único que logra es arruinarnos nuestra capacidad creativa, limitar nuestro conocimiento, nos produce un especial desinterés en aprender y nos adoctrina de tal forma que terminamos justificando la violencia estatal en casi todos los aspectos de la vida.

Debemos entender que la «educación pública», ni es educación ni es gratuita como muchos piensan ¿por qué? Veamos.

En primer lugar, este tipo de «educación» suele ser obligatoria. O sea, se obliga a los padres, a punta de pistola, a llevar a sus hijos a una de las instituciones públicas, en las cuales el programa de estudios es decidido por una persona que cree tener el derecho de decirnos cómo educar a nuestros hijos o a nosotros mismos y tiene el suficiente poder y las suficientes armas como para hacernos obedecer a la fuerza. Si analizamos sólo este aspecto y nos alejamos del adoctrinamiento estatal, podremos observar cuán inmoral y autoritaria es esta realidad. Si yo obligara a un niño a educarse como a mí se me ocurre, apuntándole a él y a sus padres con un revólver, pues mucha gente diría que soy un psicópata y que, claramente, mi interés no es educar, sino lavarle el cerebro a ese pequeño con algún maligno propósito. Sin embargo, cuando esto lo hace el Ministro de Educación, nadie tiene sospecha alguna y, de hecho, justifican esta criminal acción.

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En segundo lugar, debemos entender que no existe un sólo tipo de educación. No para todas las personas es lo mismo. Hay estilos diferentes y cada uno va marcando su camino. Lo importante del aprendizaje, desde que somos niños, es quitar la obligación del camino. Todos, desde que nacemos, tenemos interés en aprender cosas nuevas y ese deseo de educarnos, es natural. Podemos observarlo, incluso, en los bebés que repiten lo que los padres dicen o intentan encontrarle uno o más usos a un determinado objeto o prueban caminar por sus propios medios, etc, etc, etc. Del mismo modo, a medida que ese bebé va creciendo, puede continuar su educación de manera libre y entretenida. Lo importante es incentivar lo que un individuo (niño o adulto) quiere hacer de forma voluntaria y no obligarlo a acoplarse a un sistema monopólico y cruel, en el cual las personas pierden interés en estudiar por placer y se dedican únicamente a aprobar exámenes para satisfacer a sus padres y profesores, pero no a ellos mismos. El único remedio para curar esta enfermedad es terminar con el mito de que existe una sola manera de educarse y que esa es la que decide el Ministro de Educación de turno.

En tercer lugar, debemos analizar de qué se trata la «educación» pública. Un sólo sistema de estudios, en el cual el programa debe ser autorizado por un burócrata y consiste en adoctrinar a los estudiantes con el fin de que estos justifiquen las diversas inmoralidades que comete la clase dirigente y las califiquen como «actos morales por el bien social». Por brindar algunos ejemplos: la violenta y extrema recaudación impositiva, las limitaciones al mercado que sólo generan una disminución en las inversiones y, por lo tanto, producen un enorme daño al desarrollo y a las oportunidades labores de un país determinado. También el mismo sistema suele inculcar a los «estudiantes» un serio desprecio por las libertades individuales y los individuos suelen justificar prohibiciones ridículas, las cuales castigan de forma extremadamente violenta a las personas que «no cuidan de sí mismas» como a los burócratas de turno les parece que deben hacerlo, aunque no se le haga ningún tipo de daño a un tercero. Todo esto es un adoctrinamiento religioso autoritario el cual incita a las personas a someterse a un Dios (burócrata de turno) y respetar los mandamientos de la Biblia (ley) sin titubeos y con la justificación de que «está escrito». Así como en la religión, la moralidad o inmoralidad de estas leyes, no tiene ninguna importancia.

En cuarto lugar, este sistema público está basado en la crueldad y en la discriminación. El alumno no decide absolutamente nada, sino que todo se decide por él y más le vale adaptarse o, de lo contrario, será catalogado como un holgazán, un estúpido o un delirante por el resto de su vida, por el simple hecho de no adaptarse a este sistema monopólico.

Para cumplir este objetivo, el Ministerio de Educación, dicta las clases que cree convenientes y de la manera que le place, sin importarle en lo más mínimo los intereses del estudiante. Éste después es evaluado en base a ello y se le da un límite de tiempo para estudiar, se lo evalúa con un número y se lo castiga si utiliza un ayuda memoria o mira la hoja de su compañero durante un examen. Con este ejemplo, podemos observar cómo le destruimos al individuo su interés por el estudio, pues deja de hacerlo porque quiere, sino para complacer a otros. Además le producimos una sensación de fracaso y decepción por no lograr alcanzar una nota determinada en una materia que no le interesa o no le agrada la forma en la que es enseñada y el alumno comienza a sentirse atrapado y angustiado, intentando cumplir con el cruel ultimátum ¿Esto acaso incentiva a las personas a aprender o al revés?

Clicke en la imagen para acceder al podcast de Brett Veinotte sobre educación

En quinto lugar, este sistema no es gratuito como muchos piensan. No es solamente desastroso y opresivo, sino que además es extremadamente caro. Todas las personas deben pagar a la fuerza por él. Debido a que el pago no es voluntario, sino coercitivo, se desperdician millones, pues no existe competencia alguna en el mercado que los obligue a cuidar el dinero. Ese capital con el que se mantienen esos horribles centros de adoctrinamiento no crece de los árboles, sino que es quitado a la fuerza de las personas que lo obtuvieron de forma honesta y le hubieran podido encontrar una utilidad. No existe ningún tipo de control para ningún servicio, sólo el mercado es el que se limita a sí mismo y no permite derroches de capital.

El lector dirá: «este hombre critica mucho, pero no brinda soluciones». Lo cierto es que no existe una solución. La educación debe ser completamente libre. El mercado se encargará de brindarla de la mejor manera y las personas podrán elegir qué tipo de educación quieren. Los educadores deberán esforzarse para atraer alumnos e intentar por todos los medios posibles que se interesen por lo que ellos enseñan, sin calificaciones, sin limites de tiempo y sin otra crueldad de ningún tipo. Deben alentar a que los estudiantes aprendan por el placer de aprender y no para satisfacer a los padres, al profesor a o un burócrata. Si no lo logra, pues su remuneración será menor. De este modo, los educadores se verán en la obligación de brindar un buen servicio a bajo costo y no dedicarse a castigar y limitar a los alumnos, para seguir recibiendo el sueldo de forma coercitiva.

Es el cliente, o sea, el estudiante quien debe decidir qué, dónde y cómo estudiar y nadie más. Es él quien debe decidir si ser evaluado o no y en caso de quererlo, sólo él puede elegir cuándo y con quién.

Por último, es necesario aclarar que el sistema de educación libre, lejos de ser excluyente, es todo lo contrario, pues al no existir un monopolio, la educación no será una sóla y mucha gente podrá aprender a realizar tareas útiles, sin necesidad de estar obligada a recibir un papel firmado por un burócrata, sino únicamente será evaluado según sus capacidades laborales.

Si nuestro objetivo es educar, el Ministerio de Educación de cualquier país debe cesar de existir.

*Analista político argentino residente en Israel.

Caramba

Como la definicón foucultiana de burocracia; ese campo social donde reconocemos que el poder es ver al otro como agente de una acción. De esa manera entre a aquel edificio de la calle Suipacha un día cualquiera. la anécdota renació, después de que, haciendo orden en el submundo de mi cuarto, desenterré algo…

Había ido a acompañar a un amigo a gestionar un papel que le pedían para darle un crédito. El gran y -hoy- famoso papel era el documento de la averiguación de inmuebles para capital federal y provincia. Mi amigo quería irse a vivir solo, y el credito era de vivienda única, donde el titular no debe tener inmuebles a su nombre. Basicamente eso es lo esencial de esta historia. Como todo trámite que compete a un ente estatal lleva tiempo, estabamos de muy buen humor; hubo chistes que rememoraban a la publicidad «hoy no, mañana» y demás historietas similes.

El funcionario era de contextura mediana, bigotes prolijos, camisa lisa color lila. Simpaticón, usaba unos anteojos de marco grueso que se le caían hasta el medio de la nariz. Tenía el gesto de levantarlos cada vez que terminaba una oración. Pausado nos explicó que debíamos llenar uno de estos -nos muestra- formularios a maquina de escribir. No a mano. No a computadora. A maquina señores. Ni más ni menos. Esperamos la risa que no vino y hubo varios segundos de silencio incómodo. Ese de ascensor. Pero doctor, le dice mi amigo, no cuento con una de esas. ¡¿Qué hacemos?! Se lo escribo en imprenta, que se yo. – No se preocupe, lo podemos ayudar. Vaya, siga aquella señora de rosa por aquel pasillo y al llegar a la puerta del fondo dobla a la izquierda. Ahi está la sala de máquinas que por dos pesos se la alquilan. ¡Qué maravilla!

El tema no era tanto pagar dos pesos (lindo curro) sino el hecho de no saber usar una maquina de escribir o cometer el error de equivocarse por novato y volver a pedir otro formulario (gasto de tiempo y energía). Tampoco había problema, pues por la módica suma de 5 pesitos había un escriba del siglo XX que nos tipieaba en la maquina…

Así es como poco a poco el monstruo de los trámites interminables y anacrónicos nos va comiendo el sentido de asombro. Nos fuimos con el trámite terminado, 214 minutos después.

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Palabras, tan solo palabras…

Muchas veces decimos palabras como “suerte”, “cuidáte” o “un gusto” cuando nos despedimos de alguien. Muchas veces también, ni conocemos a esa persona o resulta ser alguien que recién nos presentaron. Y salvo en algunas ocasiones donde lo decimos con verdadero sentido, estos vocablos se usan por simple rutina, para quedar bien, dar una buena imagen, o simplemente para cumplir con el protocolo.

Exactamente lo mismo hace la Presidente Cristina Fernández de Kirchner al invitar a los empresarios italianos a invertir en Argentina.

Palabras y Negocios

Luego de que el mismo Néstor terminara de destruir la confianza que el ahorrista italiano tuvo en el país antes del 2001, nadie puede pensar que el pedido de Cristina sea realmente algo sentido o, mínimamente, algo serio. Sin embargo, sí podemos interpretar su invitación como parte de una rutina o un protocolo.

Es decir, al igual que cuando decimos “suerte” por decir algo, CFK invita a la inversión a algunos italianos (olvidándose que frente a otros no podría ni aparecer) porque eso es lo que hace con todos los países que visita. Por supuesto, todos tomamos esto como lo más normal del mundo. ¿Para qué viaja el presidente si no es para propiciar buenos negocios para el país?

Ahora bien, como tantas otras cosas, puede suceder que tomemos algo como normal cuando en realidad no lo es. Y también puede suceder que esa normalidad sea, en realidad, un gran absurdo, una gran injusticia.

Si personalizamos un poco más la faena de la presidenta en Italia, podremos darnos cuenta que éste es el caso.

En definitiva, ¿qué tiene que hacer el presidente ampliando los negocios de nuestros millonarios empresarios argentinos? ¿En qué Constitución está escrito que la tarea de Cristina Fernández debe ser mejorar el vínculo entre la Cofindustria Italiana y la Unión Industrial Argentina? ¿Qué criterio de justicia se usa cuando los impuestos pagados por los más pobres se destinan a viajes y simposios carísimos destinados a incrementar aún más el nivel de actividad de los empresarios más ricos y más organizados de ambas latitudes?

Gobierno y Negocios

Los gobiernos fueron creados entre los hombres para proteger nuestros derechos más elementales. Para esto, cuentan con el monopolio de la fuerza que debe usarse solamente para evitar que un individuo tome posesión de mi casa, de mi auto o –peor- de mi novia o mi hermana [1].

Desde este punto de vista, el gobierno es un organismo torpe que entiende en términos de coerción, de imposición y, hasta donde sabemos, ni Thomas Edison ni Bill Gates decidieron crear sus revolucionarios negocios a partir de la coerción o la imposición.

Por otro lado, el gobierno es, por naturaleza, un organismo que restringe nuestra libertad. Como tal, lo único que puede hacer con las relaciones comerciales es trabarlas, no fomentarlas ni promoverlas. Las palabras de la Presidenta, ergo, son análogas al “cuidáte” que le decimos a una persona que no vamos a ver nunca más: están totalmente vacías de contenido.

Engaño, arbitrariedad e injusticia

Sin embargo, si admitiéramos por un segundo que estas cenas protocolares aportan algo al comercio internacional, todavía tenemos que resolver quiénes participan y por qué. ¿Por qué asiste De Mendiguren y no el carpintero de Villa Devoto? ¿Acaso él no podría beneficiarse igual de un acuerdo comercial con inversores italianos? ¿Por qué no voy yo y firmo la inversión en difundir lacrisisesfilosofica.blogspot? ¿Acaso no daré trabajo a muchos que empapelarán la ciudad con mi cara?

Cuando el gobierno “fomenta” las relaciones comerciales, no sólo predica sin contenido, sino que asume el papel arbitrario de seleccionar a un grupo de favorecidos y, además, utiliza el dinero de los más pobres para financiar el lobby de los más ricos.

Así las cosas, creo necesario que el gobierno vuelva a hacerse cargo de aquello que verdaderamente le compete para que los “empresarios afines” entiendan verdaderamente qué significa ser dueño de una compañía.

 


[1] En este caso el delito no es contra mi propiedad sino contra el derecho de mi novia o mi hermana de ser dueñas de sí mismas.

Vos también

Hoy se cumplen 22 años de que un valiente estudiante chino se parara frente al poder político y militar del Partido Comunista Chino.

Este es un gran ejemplo de como acciones individuales pueden generar cambios, a veces grandes, otras veces pequeños, pero cambios que al final tienen consecuencias positivas para la libertad, aunque  muchas veces no puedan ser apreciadas de forma inmediata.

Dejo un pequeño texto de  Michael Cloud ( «Secrets of Libertarian Presuasion») para pensar:

«Si cada liberal en Argentina hizo exactamente lo que vos hiciste en los últimos 30 dias, cuales serían los resultados medibles?»
«¿Cuantos liberales nuevos habría?¿ Cuantos nuevos activistas tendríamos?¿ Cuantos mas simpatizantes tendríamos? »

«Las acciones tienen consecuencias. Las acciones liberales tienen consecuencias liberales. La inacción no inspira a nadie. La acción inspira a muchos; el progreso inspira más; el éxito es lo que más inspira»

«No hagas una promesa. Sólo planificalo y hacelo. No anuncies que lo vas a hacer. Simplemente hacelo. No demandes a otros que lo hagan. Simplemente Hacelo.»

«Si cada liberal en Argentina hiciera exactamente lo que vos vas vas a hacer en los próximos 30 dias, ¿cuáles serían los resultados?»

Y vos que podes hacer?

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Alimentando las fauces del estado regulador

El lunes leía una nota de color acerca de una bebida extraña que toma uno de los delirantes señores que parece que tienen la solución para nuestros problemas, Pino Solanas. El liquido verde que injiere parece ser un energizante o algo similar. Así lo describía La Nación:

¿Clorofila, kiwi, kriptonita? Las dudas se multiplican entre quienes alguna vez presenciaron el ritual con el que comienza sus mañanas el diputado y candidato a jefe de gobierno porteño Fernando «Pino» Solanas. En el centro de las intrigas está el pote de líquido verdoso que el cineasta bebe religiosamente y que pocos se atreven a cuestionar. Pero los jóvenes que rodean a «Pino» no dudan de las propiedades energizantes del batido. «Es peor en campaña. Al final del día estamos reventados y él sigue, como si nada», comentaba, resignado, un colaborador casi medio siglo más joven que el líder de Proyecto Sur.

Sí los funcionarios del gobierno leyeran La Nación y fuesen eficientes en su trabajo, Solanas hubiese recibido una intimación o pedido de informe acerca de la bebida que estaba tomando, que al parecer se encontraba por fuera del alcance del estado.

El párrafo anterior se me ocurrió como disparador para abordar un tema donde el estado, cómo si fuese el Gran Hermano, lo regula absolutamente todo en materia de alimentos y bebidas.

El art. 1123 prohíbe la venta de absinthe o ajenjo.

No sólo se limita a controlar y garantizar la calidad y sanidad de los comestibles si no que además, limitando cualquier tipo de innovación al respecto, se arroga la facultad de estipular los ingredientes, composición, requisitos de etiqueta, formas de presentación, etc. de las diferentes bebidas y alimentos.

Toda esta información llegó a mi conocimiento cuando hace un par de fines de semanas en una red social subí una foto de la botella  de absinthe (también conocida como ajenjo) que estábamos tomando con algunos amigos, donde me llamaron la atención  que esa bebida se encuentra prohibida por el Código Alimentario Argentino, la ley que se ocupa de regular sobre todos los aspectos relativos a asuntos culinarios.

Leer la minuciosidad sovietica con la que está indicado como debe ser cada preparada cada bebida, o las condiciones que deben cumplir determinados alimentos es sorprendente hasta en la Argentina donde prevalece la idea de que si algo no está regulado no funciona, funciona mal, o es peligroso. Son 1413 tediosos artículos en total, los que les dedicaron nuestros legisladores a la comida, comida con sabor a estatismo.

Los ejemplos son variados, en él podemos encontrar como debe ser producido el  pisco, afortunadamente el Código no menciona de que país se origina para evitar un conflicto diplomático con chilenos y peruanos. Dice:

Art 1114 – (Res. Conj. 86/2208 SPReI y 339/2008 SAGPyA) – Pisco es la bebida con una graduación de 35% a 54% vol. a 20 °C, obtenida a partir de destilados alcohólicos simples de vinos elaborados con uvas debidamente reconocidas y aceptadas por sus aromas y sabores, pudiendo ser destilados en presencia de sus borras.

Esta bebida podrá ser adicionada con azúcares hasta 30 g/l. El coeficiente de congéneres no podrá ser inferior a 250 mg/100 ml de alcohl anhidro.

Más incisivo es el inc. 8, por mencionar otro ejemplo al azar, del art. 1116 que nos dice como tiene que hacerse un Tequila:

8. TEQUILA: Es la bebida con graduación alcohólica de 36% a 54% vol. a 20º C, obtenida de destilado alcohólico simple de Agave o por destilación de mostos fermentados de Agave.

La destilación deberá ser efectuada de forma que el destilado tenga el aroma y el sabor de los elementos naturales volátiles contenidos en el mosto fermentado, derivados del proceso fermentativo o formados durante la destilación.

La bebida podrá ser adicionada de alcohol etílico potable de origen agrícola, siempre que el contenido de destilado alcohólico simple de Agave no sea inferior al 51%, expresado en alcohol anhidro.

El coeficiente de congéneres no podrá ser inferior a 200 mg/100 ml ni superior a 650 mg/100 ml de alcohol anhidro.

La bebida podrá ser adicionada de azúcares hasta 30 g/litro. Cuando la cantidad de azúcar adicionada sea superior a 6 g/litro, la denominación deberá ser seguida del término: «abocada».

La bebida podrá ser añejada, permitiéndose el uso de caramelo para la corrección de color.

Y esto no se limita a las bebida alcohólicas, por ejemplo en el capitulo de  «Alimentos carneos y afines» dice el art. 248:

248 Art – Se considera como Carne fresca, la proveniente del faenamiento de animales y oreada posteriormente, que no ha sufrido ninguna modificación esencial en sus características principales y presenta color, olor y consistencia característicos.

La carne de ganado fresca que se expenda después de 24 horas de haber sido sacrificada la res, debe mantenerse a una temperatura no mayor de 5°C en cámaras frigoríficas.

Las carnes estarán limpias, exentas de piel y vísceras. Selladas por la inspección sanitaria, salvo en animales pequeños o en las especies y casos debidamente autorizados en que esté permitida.

Es obligatorio reservar las partes selladas de las reses que tengan el sello de la inspección sanitaria que certifica su buena aptitud para el consumo, a los efectos de su presentación cada vez que sea requerida por los funcionarios fiscalizadores. La no observancia de esta regla hace que las reses se consideren como de sacrificio clandestino y quien las expenda o exponga se hará pasible de las penalidades correspondientes.

Y así hay cientos de artículos, algunos mas técnicos y otros menos, sin embargo todos regulando hasta el último aspecto de lo que comemos y bebemos.

Los últimos cambios que se  introdujeron en dicho código fue la redefinición de lo que es un y los «parámetros» de la

¿Estado Niñera?

manzanilla.  Ambas modificaciones son del 2011, es decir que  existía un vacío legal sobre ese producto y  no se encontraba regulado (el caso de la manzanilla) o su regulación era insuficiente o estaba mal regulado (el caso del té). Tantos son los aspectos que cubren este código que esta regulación parece ser fundamental para que podamos seguir con vida sin morir envenenados por injerir algún alimento que se aparte de las ordenes de los que saben como deben ser las cosas. Si esto último fuese cierto ¿cómo puede ser que no  se hayan producido miles de muertes entre los consumidores del té, mal regulado, y la manzanilla, no regulada?

Este código es un ejemplo del enjambre regulatorio que tienen que atravesar todos los días en todos los sectores aquellas personas que pretenden ofrecerle al público un producto o un servicio para facilitarles la consecución de sus fines.

Por supuesto muchos de nuestros habituales lectores que encuadran el rol del gobierno dentro de la  defensa de la vida, libertad y propiedad, o sea el liberalismo clásico, aceptan que el gobierno establezca algunas normas mínimas de higiene y calidad en protección del consumidor, una manera de protegernos ante abusos o negligencias de los productores de alimentos, pero a ellos les pregunto ¿es realmente el estado necesario para regular este tipo de cosas? ¿Cuál es el costo que debemos soportar a partir del accionar del leviatán regulador? ¿Cuales son las alternativas?

Un segundo antes de adentrarnos en las que podrían ser alternativas no-estatales a la regulación, tenemos que destacar que todas estas regulaciones no son gratis, elevan los costos, entorpecen la innovación, pueden ser utilizados como mecanismos para desalentar la competencia (mediante el corporativismo endémico que sufre este país, esto es, la alianza empresas-estado), y además los costos mas grandes terminan recayendo en los ciudadanos que tienen que sostener las estructuras elefantiásicas que agregan un sello de calidad  reemplazable por estructuras privadas cuyos costos no recaigan enteramente sobre el contribuyente. Ya hace unos años el Partido Obrero denunciaba (por supuesto, con otros fines que los nuestros) como el SENASA era la herramienta para regular los mercados de la carne, de esta manera bajo la mascara de la sanidad se estaba frente a una regulación económica donde el estado intentaba favorecer ciertos sectores en desmedro de un libre mercado.

Volviendo al estado regulador y sus alternativas,  comentabamos con anterioridad:

Fracaso estatal mediante,  o no, las obras  no se sostienen sobre las regulaciones, sino sobre la responsabilidad de los ingenieros y arquitectos. Aunque no lo parezca, hay productos que usamos en nuestra vida cotidiana no están bajo estrictas normas de control y regulación gubernamental, y al terminar cada día nos vamos a dormir sanos y salvos, y el gobierno no estaba ahí para regular, controlar y verificar la calidad de los productos. Es la competencia, la necesidad de ofrecer un buen servicio/producto para poder sobrevivir, la responsabilidad de los daños provocados, y el prestigio de una marca, son las principales motivaciones para buscar la excelencia en el servicio, o por lo menos para no defraudar al consumidor.

[…]

5. ¿Y quién regula? Para terminar, ¿quién regularía en una sociedad libre, pacífica,  donde los seguidores del estado, cual dios de una religión, no tengan el poder de imponerse sobre aquellos que aspiran a vivir en libertad? La ausencia de una regulación monopólica del gobierno no implica la ausencia total de regulación, las mismas empresas, por las razones que mencioné mas arriba se autorregulan sometiendo sus productos a evaluaciones de prestigiosas empresas que ofrecen servicios verificación de calidad como lo son Underwriter Laboratories, SGS,  Intertek, Orthodox Union (comida kosher), o alguna de las doce certificadoras de comida halal . En última instancia son los consumidores los que todos los días con sus decisiones regulan quienes siguen participando en el mercado, y quienes deben dejar de hacerlo.

La posibilidad de sacar al estado de su función regulatoria  es una idea que me entusiasma, y que además han surgido organismos privados y voluntarios paralelos al estado que se ocupan de regular de manera privada, con empresas que se someten a ser examinadas de manera voluntaria, y mercados que, mas allá de cualquier regulación estatal, se fían únicamente por las evaluaciones de este marco regulatorio alternativo voluntario.

La idea de este post era señalar una vez mas como el estado se inmiscuye en todos los aspectos de la vida y en nuestras relaciones. Desde que uno se levanta hasta que uno se va a dormir, y como el mismo no es indispensable , incluso en asuntos tan delicados como la bromatología, es por eso que en futuros posts vamos a profundizar acerca de los marcos regulatorios alternativos, y ver como el mercado puede resolver sin mayores inconvenientes este tipo de controles y verificaciones.

Que el último apague la luz

Ayer, al igual que en España hace poco, el Congreso sancionó una ley nacional anti-tabaco y anti-propiedad privada. Esta ley ya la analizamos cuando fue aprobada por el Senado, el año pasado, y además nos ocupamos de la normativa que había a nivel Ciudad de Buenos Aires.

Pero no sólo esta ley fue sancionada hoy, si no que también esta semana comenzó a regir una ley que fue aprobada en el 2009 y prohíbe la venta de lamparas incandescentes.

El desprecio del gobierno por el invento de Edison no se limita sólo al nuestro, muchos otros gobiernos se han sumado a esta ola intervencionista en materia de la lamparitas.

Podría ponerme a enumerar las grandes desventajas que tienen las nuevas lamparas impuestas por el estado, algunas

Socialismo Fluorescente

Socialismo Fluorescente

de ellas son su precio (las de bajo consumo cuestan hasta un 1500% mas que las actuales), la baja durabilidad si son encendidas y apagadas muchas veces (como en el baño, por ejemplo), los gases venenosos que contienen y que en caso de romperse puede causar trastornos en la salud de bebés (mercurio), la contaminación que generan (deben tener un tratamiento especial al tirarlas), emiten ondas que generan interferencias, entre otros factores que las tornas polémicas.

Sobre el punto que quisiera hacer hincapié en este caso es uno mucho mas simple, y alejado de cuestiones técnicas (Wikipedia en  inglés, con su página de discusión y las fuentes son un buen lugar para comenzar a indagar sobre cuestiones mas del tipo técnico), se trata sobre la manera en que estas lamparas ingresan al mercado.

Las bondades que nos cuenta la clase política, y los ecologistas, sobre las lamparas fluorescentes compactas (CFL por sus siglas en inglés) son asombrosas. Parece que es una de las innovaciones mas importantes y que las CFLs llegaron para quedarse, y mejorar nuestra calidad de vida, sin embargo, hay algo que no termina de cerrar. La historia de este tipo de lamparas se remonta al siglo XIX, cunado fueron inventadas por un ingeniero americano,  y se consolidaron, desde un punto de vista técnico, casi 100 años mas tarde a mediados de la década de los 80s con las mejoras introducidas por Phillips y Osram a las mismas, es decir estas lamparitas están entre nosotros desde hace mas de 25 años y sólo con una ley van a poder masificarlas. ¿Qué implica todo esto?

Esto quiere decir que los políticos, ley mediante, están imponiendo un producto, que los consumidores a la hora de comprar lamparas eléctricas lo rechazaron. Una vez más la élite de la clase política cree estar capacitada para decidir por vos, considera que si uno no optó por comprar las nuevas CFL es porque no desprecia el medioambiente y es malo, y no por la infinidad de razones que pueden llevar a una persona a tal conclusión. Las lamparas son malas, alumbran poco, tardan en encenderse, tienen una forma poco elegante, y además son contaminantes y caras, el tan mentado ahorro que promocionan solo lo van a ver los políticos, y especialmente, este gobierno, que con tarifas de energía congeladas convirtieron este insumo en un bien mucho mas escaso de lo que es.

Si verdaderamente se quiere ahorrar energía, que la gente le de un uso mas responsable a la electricidad, y no haya faltantes debería terminarse con el socialismo energético, que por el momento los sufren las industrias que tienen que someterse a un régimen de racionalización de energía tal cual sucede y sucedía en las economías socialistas.

Una vez más los políticos se toman el trabajo de decidir que es lo mejor para vos, ¿acaso los votaste para eso?

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