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La comida chatarra contraataca
En el blog de Guía Oleo me encontré con un artículo que proponía directamente lanzar una guerra santa (!) contra la comida chatarra, a continuación copio mi respuesta también aparecida en ese blog:
No me caben dudas que los hábitos alimenticios de los argentinos no son los mejores. En general, sus dietas están constituidas por alimentos con un alto nivel de grasas, calorías, y al mismo tiempo la actividad física que realizan es escasa, ambos factores son una combinación peligrosa que pueden generar graves problemas en la salud.
Ante esta situación, sin dudas preocupante y más si se trata de la salud de uno, Bernabela Sugasti, en su post “Comida Chatarra- La nueva guerra santa” plantea “tomar decisiones radicales y defender la salud de la gente”. Una afirmación que me dispara algunas preguntas ¿Le ha pedido alguien a la autora que defienda su salud? ¿Es razonable librar una guerra santa contra “comida”? Todo índica que ambas respuestas son negativas.
Lamentablemente Bernabela adopta una postura que es moneda corriente en nuestro país, deslindarse de las responsabilidades propias y atribuirle al “otro” los resultados de las malas decisiones que tomamos individualmente, responsabilizar a la “sociedad”, al gobierno o a las grandes multinacionales de la falta de previsión personal y de nuestros fracasos. Es la doctrina de los éxitos propios y los fracasos ajenos. Los problemas de peso, y de malos hábitos alimenticios, en grandes y chicos, no son fruto de perversas conspiraciones de multinacionales que ofrecen veneno, sino, por el contrario, se tratan de decisiones personales que toma cada uno de los individuos según lo que considera más placentero en su vida. Los cultores del (sano) buen comer pueden estar en desacuerdo con este tipo de dietas, los médicos pueden desaconsejarla, e incluso hacer campañas en contra de este tipo de comida (el referido video, sin embargo, propone otro tipo de dieta desequilibrada como es la vegetariana), pero proponer la prohibición y la disuasión de este tipo de estilo de vida mediante diferentes medidas gubernamentales es un sinsentido cargado de cierto contenido autoritario.
Bernabela propone una serie de medidas que incluyen, prohibiciones, la obligación de realizar advertencias sobre lo perjudicial de las comidas, la restricción a la libertad de expresión de las compañías multinacionales, y una mayor imposición fiscal, entre otras, que según sus palabras, son acciones que se “enfocan en los productores y no los consumidores”, por lo que me lleva a reiterar una idea planteada en el párrafo anterior ¿están los consumidores siendo forzados por los productores a consumir sus productos? Definitivamente no. Los malos hábitos alimenticios, mal que le pese, son voluntarios.
Por el otro lado, los consumidores de comida chatarra no son estúpidos. Cuando degustan una hamburguesa con queso y panceta en su restaurante de comida chatarra favorito deciden hacerlo porque valoran sus consecuencias positivas (como puede ser el placer, la felicidad, o alguna otra sensación) más que las negativas (problemas de salud, obesidad, etc.), y prohibirles esa actividad es imponerle la escala de valores propia frente a la de ellos, lo que sin dudas crea un precedente peligroso a la hora de limitar los avances del estado en el ámbito privado de las personas. En adición a las nefastas consecuencias que pueden implicar estas medidas en el ejercicio de los derechos, tanto de consumidores como de productores, existen fuertes argumentos económicos contra este tipo de medidas, que ya se han implementado y que ya han fallado en otros países, y que a los fines de hacer más amena la lectura de este articulo no los voy a tratar por el momento.
En síntesis, la gente no aborrece a las “perversas multinacionales” que les venden comida “chatarra y adulterada”, sino que las elige todos los días, aun a sabiendas que existen alternativas más naturales (y más caras). Podemos opinar favorable o desfavorablemente sobre estas conductas, pero imponer un estilo de vida determinado va mas allá del poder de cada individuo, así como del estado.
A pesar de las objeciones que planteo frente al artículo de Sugasti coincido en que las compañías producen para “facturar” (o para obtener ganancias, para ser más precisos) , sin embargo omite mencionar que para poder hacerlo deben satisfacer la demanda de los consumidores. Así como existen empresas dedicadas a la venta de comida chatarra y fabricantes que utilizan aditivos y colorantes en sus productos, también existen granjas orgánicas, compañías (incluso multinacionales) naturistas y restaurantes que ofrecen comida sana y fresca. La Guía Oleo nos ofrece una ventana a las variadas alternativas presentes en el mercado gastronómico de nuestra ciudad, y sus alrededores, con un breve recorrido por el sitio queda a la vista que sin necesidad de imponer ninguna medida de tintes autoritarios surgen propuestas para cada tipo de público, y queda en ellos optar la adopción de hábitos alimenticios que más les plazca.
Declarar una guerra, aún si es una guerra en sentido figurado, nunca es una buena idea, siempre hay violaciones a los derechos humanos y un ámbito de libertad restringido. Promover hábitos alimenticios más sanos, es un objetivo loable, pero si para hacerlo se pretende vulnerar la libertad y la paz, es preferible una sociedad de comida chatarra antes que una sociedad donde no pueda elegir lo que comer.
Lo que se propone parte de un supuesto básico de que la gente es idiota y absolutamente manipulable por los estímulos que les envían las empresas. Pero además en relación al primer supuesto, se supone de base una teoría social por la cual los idiotas son «defendidos» por los «iluminados» quienes los defenderán de los «malvados» para que los «idiotas» progresen. Ciertamente no se supone que el progreso individual esté atado al mérito y a la capacidad de agregarle valor al semejante para entrar en relaciones mutuamente voluntarias de intercambio. Fijáte que paradoja que una teoría que proclama la igualdad y conceptos vacíos tipo «Fútbol para Todos», apele a la desigualdad y a legitimar el rol de los iluminados. Más interesante aún es que la supuesta desigualdad que se intenta combatir se hace necesario perpetuarla para que los «iluminados» no pierdan su razón de ser. Buenas tardes.
Lamentablemente hay mucha gente que cree que forzar a una persona a hacer algo que ellos consideran bueno, significa ayudar a la otra persona. No hace falta mirar más lejos que la forma en la que las personas suelen tratar a los hijos.
La verdad que la medida me parece malísima en todo sentido, tanto para los que quieren seguir comiendo ese tipo de comida como para las empresas, ya es sabido que esa comida es insana, si la comen es porque encuentran algún otro beneficio y si prefieren poner en riesgo su salud para degustar ciertas comidas no veo cual es el problema, eso es algo completamente subjetivo y ridículo que se meta un tercero en el medio.
Tengo derecho a ser idiota, supérfluo y manipulable.
Al menos lo admitiste, si te comiste el versito liberal porque no te vas a comer un supercombo?
Cualquiera, me estás aburriendo.
Andá y hacete un blog que se llama TePiso.net.
Si no tenés nada para decir, no digas nada.
TePiso.net jajajaa muy bueno, te haré el homenaje por ahí.
Ahora si en serio:
Ninguna comida es mala en si misma. Todos los problemas vienen del consumo personal descontrolado de algun tipo de alimento fruto del hábito, relacionado a la historia persona, gustos, etc etc etc.
Que un tipo en el estado ( o grupo de tipos ) venga y me diga que no puedo comer tal o cual cosa porque es perjudicial, no es otra cosa que el mismo paternalismo hipócrita para la gilada que esta progresía nac&pop nos tiene acostumbrado.
Con el criterio que usan ¿Por qué no prohiben el cultivo del tabaco para salvar a millones no solo en Argentina sino en el mundo? ¿Por qué no prohiben todas las sustancias psicoactivas desde el chocolate y el café pasando por el alcohol y el azucar refinados?
¿Por qué no se prohiben el uso de aceites hidrogenados en la industria alimenticia o aditivos como el aspartamo? Y eso para dar algunos ejemplos de la hipocresía y la doble moral (a veces triple).
Creer que por prohibir algo la gente adoptará estilos de vida saludables, es la típica actitud nac&pop. Que a los gritos y patadas te dice: ¡Eso te hace mal! ¡Yo se lo que te conviene, vos no! ¡Tontito!
Martín#2 te faltó aclarar que todas esas prohibiciones son para los que no saben cuidarse. Los que somos unos piolas bárbaros y proponemos la ley, seguiremos yendo a comer a MC Donalds, fumaremos, utilizaremos drogas, azucar, café, aunque lo hagan de contrabando. Porque la prohibición es para todos los mortales que no saben cuidar de si mismos; pero a nosotros … ja!
Porque no se está prohibiendo, se está diciendo a aquellos que venden basura le informen previamente que lo estan haciendo, se llama moral; les suena? No, no, no es lo que tienen al lado del ombligo.
Perdón, hoy hay pocas empresas que no te informan lo que estás comiendo. Andate a cualquier MC Donalds, da vuelta la hojita de la bandeja y vas a ver la información nutricional. Con casi cualquier alimento del super pasa lo mismo. Si no, no lo comprarías porque no sabés qué cuernos tiene. Hoy el mercado lo impone.
La ley no está para imponer la moral, esta para defender a las personas de la agresión y el fraude.
Nadie esta obligado a informar lo que vende, la unica obligacion es no mentir diciendo una cosa por otra.
El fascismo alimentario, pero es como todo el bendito prohibicionismo, controlar la vida de los demas a traves de la fuerza de la ley positivista porque la gente no es lo suficientemente » inteligente» para decidir por si misma pero estos iluminados si, la responsabilidad individual bien, gracias.
1) Mac D y Burguer (prefiero burguer toda la vida) tienen al lado de las cajas sendos carteles con info nutricional, detras de los mantelitos de papel en las bandejas también.
Cualqui: si te gusta que te digan como vivir es tu problema, a mi no me gusta que me digan como tengo que vivir y mucho menos que con una ley me obliguen a vivir de tal o cual manera. La hamburguesa es anecdótico, el problema es que sienta un precedente: alguien (supuestamente más sabio, mejor entendido, con mejor información SUPUESTAMENTE) te dice por ley lo que podés o no podes comer, tomar, fornicar, beber, drogarte, consumir, aspirar, frotarte, y lo que se te ocurra. En benefico de un supuesto bien superior o colectivo.
Si vos aceptás ese tipo de imposiciones como buenas y morales es tu filosofía y lo entiendo.
Si no lográs entender que no me gusta que me digan que es lo que puedo o no puedo hacer, y más importante aún, que TE DIGAN O LE DIGAN A CUALQUIERA que es lo que puede o no hacer, si no lográs entender eso, no entendés la escencia de la libertad. Yo no quiero se me imponga y no quiero que te impongan. Y si en tu albedrío decidis seguir las instrucciones de cormillot o llenarte las arterias de grasas saturadas que sea tu elección libre y feliz. Pero no voy a pretender que el estado ni nadie te diga como vivir. NI a vos ni a mi.
Tambien es como tomar a las personas por idiotas…Como Naomi Klein y todos esos personajes que hablan de que las multinacionales nos «obligan» a consumir mediante publicidades atractivas, eso es tomar a las personas por inbeciles que hacen todo lo que uno les diga y que se van a creer que por consumir cierta marca van a tener modelos, dinero y/o una familia feliz