¿Totalitarismo de la noche a la mañana?

» Sos un exagerado, como te vas a poner así porque te obliguen a poner cinturón de seguridad al final de cuentas termina salvando vidas, es algo positivo.» Esa fue la respuesta que recibí cuando hablaba con un amigo que no entendía mi oposición a la medida que obliga a los conductores de autos a utilizar el cinturón de seguridad.

Le expliqué que si bien la medida podía parecer positiva no era el papel del gobierno decirle lo que tenías que hacer por tu propio bien, y que en un futuro podés llegar a terminar viviendo en un estado fascista estilo 1984. Me miró con una cara rara y me retrucó «Pero vos estás loco, porque te digan que te tenés que poner cinturón no significa que estas viviendo en un estado totalitario o que te digan lo que es bueno para tu propio bien, es una medida insignificante que  sirve para salvar vidas.»

Mi amigo, en el fondo, tenía razón.  Muchas veces los que consideramos que el Estado no debe interferir en las libertades personales parecemos sfurir delirios, o ser adherentes a teorías conspirativas difícil de creer, prediciendo un estado totalitario que va a regir en cada aspecto de nuestras vidas. El problema es que una república en la que los derechos de las personas no se convierte en una régimen fascista de la noche a la mañana. Si en el plazo de un dia, una semana, o un mes surge un estado totalitario, no podría sostenerse mucho en el tiempo. La pérdida de libertades que la noche anterior las considerábamos obvias serían percibidas y generaría mucha oposición entre la gente.

¿Pero que pasaría si estas medidas se toman de manera gradual? No hace falta hacer  futurología para contestar esta pregunta, mas bien es una cuestión de analizar la historia. A lo largo de los años el Estado se ha tomado para sí mas y mas atribuciones en cuestiones que hacen a la esfera privada de las personas y la mayoría no se dio cuenta, no le interesó o hasta le pareció correcto. Si hacemos una cronología de finales del siglo XIX para acá las restricciones en materia de derechos individuales – incluidos los aspectos economicos – nos sorpenderiamos de la magnitud del avance del Estado.

Aceptar esas pequeñas restricciones, observadas de manera aislada,  a nuestra vida cotidiana, implica aceptar lo siguiente:

– En primer lugar, aceptamos que el gobierno tiene derecho a decirnos que es los mejor para nosotros, e imponerlo. De esa manera, estaríamos admitiendo que está bien que nos obliguen hoy a poner el cinturón de seguridad , a usar casco,  o a no fumar. Y en un futuro, el gobierno estaría legitimado para poder de decirnos qué comer,  cuándo dormir, a qué hora salir y volver de casa, y todo eso para nuestro propio bien.

– En segundo lugar, aceptar estas pequeñas restricciones a la libertad significa admitir que somos idiotas, que somos gente que no sabemos que es lo que queremos para nosotros, que cuando no respondemos a determinados «estandares saludables» estamos en un mal camino y debemos ser asistidos por papá estado.

En síntesis, la oposición de los libertarios frente a cualquier avance del estado sobre los derechos individuales no es por que seamos caprichosos, o porque llevemos una vida de excesos e irresponsabilidad. La realidad es que la suma de pequeñas prohibiciones a lo largo de la historia se hacen notar, y mantenerse pasivos frente a estos ataques a la libertad es igual a aceptar la próxima prohibición que esta a la vuelta de la esquina.


Advertencia: El sistema de salud pública, o la necesidad del Estado de cobrar impuestos para subsistir no justifica que tengamos que vivir bajo un estado totalitario.