Posted by Al Verdi on 14 octubre 2010 in artículos anteriores | 16 comments
Para entender el debate de ayer en el Senado sobre el famoso 82% se puede imaginar la siguiente situación: Con una nueva ley perdiste la posibilidad de elegir tu trabajo y un grupo de hombres pertenecientes a la Comisión de Bienestar Laboral deciden cuál será el trabajo que vas a desempeñar desde este momento, un grupo cree que tenes que ser limpiador de excremento de cerdos en una granja, el otro grupo masturbador de toros para inseminación artificial (un instructivo, por si es necesario) ambos trabajos pagan lo mismo, una miseria. El resultado para vos es indistinto, salís perdiendo en ambos casos.
Un panorama de ese estilo se presenta cuando se discute el esquema de inseguridad social de nuestro país y tenemos que adoptar una postura. La situación de los más ancianos siempre es un tema que le importa a los políticos a la hora de hacer declaraciones rimbombantes. El Senador socialista Giustiniani dijo, respecto a la ley sancionada ayer en la Cámara de Senadores, «Con esta ley no solamente le daremos dignidad a los cinco millones y medio de jubilados y a sus familias, sino que esta noche tendremos un país más digno». Una senadora opositora chubutense afirmó «Desde nuestro sector adelantamos la decisión de apoyar la ley: se tiene que terminar una enorme injusticia. Uno de los pilares de nuestra sociedad tiene que ser la solidaridad», mientras que del otro lado el Senador Pichetto resaltó el carácter salvador del gobierno kirchnerista respecto de las jubilaciones: «El sistema era deficitario, las AFJP tenían mejores aportes pero con ecuaciones previsionales muy malas para la gente. Hoy un trabajador jubilado estaría cobrando 300 pesos de una AFJP»
Bajo el sistema de reparto actual, ni los jubilados actuales, ni los del futuro, tienen salida.
Los jubliados, y los futuros jubilados (o sea, los trabajadores actuales), son las verdaderas víctimas de estas declaraciones sinsentido. Ni una ley del Senado puede convertir, de la noche a la mañana, la situación del jubilado en un paraíso, ni tampoco la expropiación de las cuentas de capitalización cuasi-estatales (las AFJPs eran las esponjas del menemismo, que las exprimió hasta eliminarlas) puede significar una mejora en la situación de los viejitos. Oficialistas, y opositores, son cómplices de la penosa situación que viven los jubilados.
Sorprendentemente, en este caso, tanto oficialistas como opositores están en lo correcto, por un lado los defensores de la jubilación mínima de un 82% en relación al salario minimo actual aciertan al afirmar que la situación actual de los jubilados es inmerecida. Por el otro lado, los que sostienen que la jubilación mínima de un 82% no se puede financiar y «dinamita la seguridad social y mete el déficit en el Presupuesto», como dice Calcagno, también son razonables.
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