Rasgarse las vestiduras

Batman - The Cult

Nadie está a salvo. Hasta el orejudo puede caer. ¡Santos maestros místicos, Batman!

Una vez más aparece en todos los medios de comunicación toda la parafernalia y el peligro de las sectas. Esta vez debido a un escrache que sufrió Claudio María Domínguez en la feria del libro (que quede claro, es paz y amor, pero putea como todo hijo de vecino, carajo!). Y una vez más va a pasar lo que pasó siempre: ruido en los medios y después, nada.

Lo que me extrañó es que lo que se pide es una «Ley Anti-Sectas«. Como si escribir en un papelito «está prohibida la existencia de sectas» fuera a terminar con el problema. Si bien la experiencia de muchas personas en este tipo de grupos puede ser llegar a ser terrible y traumática, creer que porque haya una ley que los prohiba es, cuando menos, extremadamente naive. Varios de estos grupos ya incurren en delitos contemplados en leyes y códigos existentes, como ejercicio ilegal de la medicina, privación de la libertad, abusos sexuales a menores y estafas varias. Y son extremadamente difíciles de comprobar, porque las mismas víctimas no se consideran tales, debido a los procesos psicológicos a los que son contínuamente expuestos.

El problema empieza muchísimo antes, dado que:

– No puede ser considerado un agresión o un delito hablar o predicar.

– No puede ser considerado una agresión o un delito decir que sos «el enviado de Dios», «el hijo de Dios» o, mejor aún «Dios mismo». Ni siquiera puede ser considerado fraude, porque lo contrario no puede ser probado.

– No puede ser considerado delito o agresión hacer reuniones, recomendar lecturas, recomendar dietas bajas en proteínas o juntarse cada vez más tiempo.

– No puede ser considerado agresión o delito convencer a una persona que te done su casa (es más, si después de leer esto, alguien me quiere donar la casa, me vendría bárbaro) y mudarse a un predio a vivir en comunidades.

El proceso por el cual las personas son arrastradas a estos grupos es muy gradual. Está lleno de trucos psicológicos, lingüísticos, afectivos y de otros tipos (que pueden hacer que hasta el más vivo caiga) que en sí no pueden considerados delitos.

Es imposible para el estado eliminar estos grupos sin establecer primero un feroz estado policíaco que controle hasta los más mínimos aspectos de nuestras vidas. Y aún así, dudo que puedan hacerlo del todo.

El estado es, justamente, un gran impulsor de la existencia de las sectas, debido a varios motivos:

1 – La separación entre religión y estado nunca sucedió. No solo por la boludez de que el estado le pague sueldos a la Iglesia Católica (Cosa que, un profesor mío decía, le conviene a la Iglesia Católica misma renunciar por un tema de propia imagen), sino porque el estado tiene el Registro Nacional de Cultos, donde le pone un sellito a cualquiera que haga un culto, AVALÁNDOLO. Si mañana vamos con Walter EnBloque y Al Verdi a fundar la Iglesia RandMisesiana de los Hijos de Von Hayek en los Cielos Libertarios, nos habilitan en nada de tiempo y podemos hacer una fundación o asociación civil y recibir donaciones de todo tipo, avalados por el mismísimo estado. ES MÁS FÁCIL HACER UNA SECTA QUE HACER UNA EMPRESA. (Y probablemente sea más negocio, ojo!)

2 – El desprecio por la Responsabilidad Individual. Desde el estado se avalan y se dan incentivos para que las personas sean menos responsables de sus acciones y de hacerse cargo de las consecuencias:

«¿No tenés laburo y tampoco tenés ganas de buscar? Tomá, acá tenés un subsidio.»

«¿Quedaste embarazada? Tomá, acá tenés un subsidio.»

«¿Sos un choto que no puede hacer un producto de calidad y competir en el mercado? Tomá, acá tenés una restricción para los otros y una prebenda.»

«¿Aceptaste trabajar en negro, pero ahora querés sacarle guita al que te dió laburo? Ningún drama, acá tenés estos jueces que te van a tratar como un pobrecito y van a fallar a favor tuyo.»

«¿Te echaron de tu laburo por choto, vago y llegar tarde todos los días? Todo bien. Los mismos jueces de arriba dicen que ya de entrada, tenés medio juicio ganado. Y ya se olvidaron cuándo fue la última vez que fallaron a favor de un empleador»

No hacerte cargo y responsable de tus actos, te convierten en una víctima de las circunstancias. Las víctimas son, justamente, las personas más propensas a caer en las garras de las sectas. Es menos probable que una persona que mide las consecuencias de sus actos caiga en cosas como «entregá tu casa», «pasate todo el día comiendo esta avena y abandoná la carne» o «ponete en bolas y pasá para el cuartito de atrás que ahí va el Maestro Místico Indio Karuma a descargarte». Pero el estado fomenta una negligencia completa por las consecuencias. Me extraña que les sorpenda que la gente caiga en sectas la verdad.

3 – El desprecio por la Libertad. El estado:

Te obliga a usar la moneda que imprime, al mismo tiempo que te impide hacer contratos en otras monedas e, incluso, intercambiarlas.

Te obliga a estar dentro de sus «leyes» de trabajo mussolinianas. Ay de vos si no estás dentro de los convenios colectivos y el sindicato, eh.

Regula completamente tu actividad laboral, tu empresa y toda industria o servicio que emprendas. No se te ocurra tener el matafuegos a 1.40 metros del piso cuando la regulación dice 1.50, porque te clausuran el local. Ni hablar de meter 101 personas si un burócrata dijo «máximo 100» y si dejás fumar a alguien, pecado mortal.

Decide qué productos y servicios podés pasar a través de una línea imaginaria.

Decide qué podés comer y qué no. Si no está aprobado por infinitas burocracias, fuiste. No se le ocurra a la abuela salir a vender las galletitas que hace y facturarlas, porque va presa por no haberse dejado hacer los controles sanitarios y demás yerbas.

Decide qué sustancias podés meter en tu cuerpo y cuáles no.

¿Cómo se sorprenden después de que la gente le haga caso a un tipo cuando les recomienda leer ciertas cosas y otras no, ingerir solo ciertos alimentos y en ciertas cantidades o juntarse con tales o cuales personas? Si es, en definitiva, lo mismo que el estado se la pasa haciendo. Aborrecen la libertad y después les llama la atención que la gente vaya cediendo la poca que le queda voluntariamente.

4 – La educación estatal (toda aquella que depende del archiconocido Ministerio de la Verdad):

Se secuestra a chicos durante 5 horitas por día durante 12 años.

Se los adoctrina y se les llena el bocho con cantidad de ideas de las que no hay ninguna prueba. Alabanzas al estado por sobre todo.

Se los somete a un modo de aprendizaje donde sólo hay una respuesta y la autoridad tiene todas las respuestas.

Se les imparte cierta bibliografía y solo esa. Se les imparte una sola visión de la historia.

Se los uniformiza.

¿Les extraña que después de esos 12 años alguien caiga en una secta? ¿Después de 12 años de adoctrinamiento puro y duro?

5 – El estado tiene ciertos dogmas, incriticables:

No se te ocurra cuestionar la educación estatal.

No se te ocurra cuestionar la legitimidad de los representantes.

No se te ocurra cuestionar la omnipotencia del estado, que resolverá todos nuestros males.

No se te ocurra cuestionar la oh sagrada democracia que nos ha sido dada desde el cielo y es lo más mejor que le pasó a toda la humanidad.

Y, fundamentalmente, no se te ocurra querer salirte, porque ahí te cae la ley con todo su peso por los delitos de sedición y traición a la patria.

Realmente ¿es tan loco que, después de eso la gente se meta en grupos donde no pueden cuestionar la autoridad del líder? ¿su sabiduría? ¿su verdad revelada? ¿donde haya que someterse a sus designios?

Wow…después de este análisis me doy cuenta cuánto se parece un estado populista a una secta:

Líder carsimático. Chequeado.

Lugartenientes, amigochos del líder, que imparten sus enseñanzas y sacan un buen partido. Chequeado.

Privación de la libertad. Si no quieren, no te dejan salir de la frontera. Si no quieren, te privan de las divisas necesarias para salir. Chequeado.

Reducción a la servidumbre. La mitad de las horas del día, te romperás el lomo por tu líder. No te preocupes, será descontado de tu recibo de sueldo. Chequeado.

Existencia de dogmas incuestionables. La década del 70, con militares demoníacos y una juventud maravillosa de jóvenes idealistas. La santidad de Hebe de Bonafini. ÉL, que le habla a la reina. Chequeado.

Adoctrinamieto y abuso psicológico. La educación estatal y compulsiva. Chequeado.

Abusos sexuales. En este caso, no son por parte del líder, pero sí más o menos por orden del líder. Evadí la servidumbre, criticá los dogmas o tratá de salirte lo suficiente y terminás en la cárcel y sus mazmorras. ¿Cuánto pensás que vas a durar sin un abuso? Chequeado.

Al final, no sé si quedarme con el Maestro Amor o con la Reina de la Milanesa. Má sí, yo me voy a cumplir «el sueño argento» de la secta propia.

ManoSantaEstaCargado

Avianchi……