Comienza espacio

Escuchando mi programa de radio favorito, Esta Lengua Es Mia de José Benegas, me doy cuenta de que implementaron la Ley de Medios en la parte publicitaria.

Big Channel
The Big Chanelllllllllll!

La ley, indica que un locutor diga, antes de la tanda publicitaria «Comienza espacio publicitario» y, al finalizar la tanda, «Fin de espacio publicitario».

¿Qué sentido tiene una pelotudez así de grande en una ley y usar el poder coercitivo del estado para obligar a hacer eso?

Me acuerdo de ver televisión desde muy chiquito (blanco y negro con perilla para cambiar de canal a los tres o cuatro años) y siempre me dí cuenta cuándo empezaba la publicidad, cuándo estaba el programa, cuándo terminaba la publicidad, cuándo la publicidad era sobre otro programa del canal, cuándo había un chivo en el medio del programa, etc, etc.

Veías Cablín y, cuando estaba la publicidad, saltabas a Big Channel con el control remoto (ya había más tecnología en ésta época). O te memorizabas las publicidades de Spy Tech y todos los juguetes copados de Tyco que jamás te iban a comprar tus viejos.

Ahora el estado obliga a que se avise cuándo se viene la tanda. Como si eso fuera algo malo, perjudicial, o de lo que deberían avisarte (así como antes lo hacían con el «Comienza el espacio de protección al menor»).

¿Acaso los legisladores se piensan que la gente es boluda? Porque no veo otro motivo para este punto de la Ley de Medios K.

Y si piensan que la gente es boluda ¿se animarían a decírselo en la cara?

Porque eso es lo que están diciendo con la ley cada legislador que la votó: «Estimado ciudadano, creo que usted es un inepto e incompetente que no puede diferenciar una publicidad del contenido, por eso yo, que no soy ni inepto ni incompetente voy a encargarme que le digan, como si fuera un nene, cuándo está una cosa y cuándo la otra».

Me gustaría que cada legislador que votó, se junte con un grupo de personas y les diga esto en la cara, a ver qué piensan y qué le pasa al señor iluminado ese.

Una heroína llamada Orina

Vi un informe en el programa televisivo de Chiche Gelblung, 70.20.11, que denunciaba lo que ellos denominaban «una barbaridad», y creo que es una clara foto de los niveles de intervencionismo que desea el argentino promedio. Se trataba de una serie de preguntas que unos reporteros masomenos torpes le hacían a unas simpáticas señoras, camioneros y recolectores del conurbano bonaerense.

¿En resumen? el negocio es el siguiente: El orín de las señoras menopáusicas es la materia prima fundamental para fabricar un producto utilizado en  tratamientos de fertilización para mujeres que tienen ciertas dificultades para tener hijos. Una gran porción de las personas lo hace simplemente para «ayudar a los demás, no cuesta nada», y como agradecimiento se le hace un regalo por mes, que pueden ser cubiertos, cubiteras, relojes de pared, sacacorchos… o demás pavaditas.
Este programa tuvo la genial idea de «denunciar esta barbaridad» porque en realidad hay una ley (¡que raro!) que prohíbe la comercialización de fluidos humanos (tus desechos son del estado). Y porque lo que le pagan a la gente es «una miseria» con respecto a la contraprestación (hacer pichín) que estas buenas señoras hacen (literalmente), después de convencerlas, no sin poca insistencia, de que estaban siendo explotadas. Las señoras, luego de haber comprado el «cuentito de la redistribución» comenzaron a repetir como loros las consignas y a mirar con desconfianza a quienes le dejan los bidones.

pichona

pichona

Estos genios del periodismo de investigación, contrario al enorme humanitarismo que dicen defender, lo que acaban de hacer es restringir la oferta. ¿Que significa esto? Significa que ya no habrá tanto material para la fertilización, por miedo a eventuales controles o denuncias dirigidas a los transportistas, los recolectores, y las señoras.

Veamos las consecuencias:

  • A la señora que le servían alguna de las baratijas que le daban se quedo sin ellas. Lo cual quiere decir que tendrá que desembolsar mas dinero para ciertos bienes, o no contara con el dinero de su reventa.
  • El transportista que recorría los barrios para juntar bidones, a pesar de que tenia una actividad totalmente voluntaria y pacifica, ahora debe buscar una nueva actividad que le permita sobrevivir.
  • El changarín que levantaba los bidones casa por casa y los llevaba hasta el camión debe buscarse otra changa urgentemente, porque generalmente son jornaleros.
  • La mujer que deseaba hacer su tratamiento, seguramente lo podrá hacer, pero pagándolo mucho mas caro. Solo las clases mas pudientes podrán acceder a realizarlo.

Nuestras felicitaciones al equipo de investigación de 70.20.11.

¡Ustedes si que están con el pueblo!

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