El oxímoron liberal menemista
¿Puede el menemismo haber sido liberal? ¿No es una contradicción en términos acaso? Como indicara Alberto Benegas Lynch en una vieja entrevista para el diario La Nación, el gobierno de Menem fue en muchos aspectos la antítesis del liberalismo y quizás el que más daño haya causado a la causa libertaria dada la confusión que generó.
Ciertamente hay excepciones a la antítesis. Hubo desregulaciones, abolición del servicio militar obligatorio (luego de la muerte del soldado Carrasco), reconocimiento legal a asociaciones de defensa del consumidor y a la Comunidad Homosexual Argentina (ante presión internacional por la negación de la Corte Suprema), eliminación de la figura de desacato (aunque él mismo la había utilizado), y pese al Mercosur la apertura comercial era incomparable a la del kirchnerismo proteccionista de hoy. Incluso a nivel local, en la jefatura de gobierno de la Ciudad de Bs. As. designada por el Ejecutivo, recuerdo como podíamos comprar cerveza a las 2 de la madrugada en una estación de servicio, libertad de la que el paternalismo de Ibarra y Macri nos privó.
Pero el carácter de excepcional de lo mencionado resalta cuando enumeramos más de lo ocurrido en aquel gobierno peronista:
- Aumento del gasto público (aumentó un 90.7% entre 1991 y 2001).
- Ley de convertibilidad (fijación artificial por ley del precio de la divisa).
- Aumento de la deuda pública. Al estar impedido de utilizar la emisión monetaria, el aumento de la deuda interna y externa era uno de los mecanismos para paliar el creciente gasto público (el stock de deuda externa sobre el ingreso nacional aumentó de 35.6% en 1991 a 56.9% en 2001).
- Aumentos impositivos (por similares motivos al ítem anterior y siendo el IVA del 18 al 21% uno de los más recordados).
- Plan BONEX (confiscación de ahorros en plazo fijo).
- Ausencia de justicia independiente (una Corte «adicta» que era una oficina más del Poder Ejecutivo gracias al aumento del número de sus integrantes).
- A colación de lo anterior, destrucción de la división de poderes.
- Aumento de la presión tributaria (datos del Ministerío de Economía y Finanzas Públicas). Y no olvidemos a Carlos Tacchi, titular de la DGI.
- Uso de fondos públicos con fines privados, mezclando persona con gobierno.
- Clientelismo político y asistencialismo (haber sido superado por Duhalde y Kirchner no quita su amplia existencia).
- Generación de mercados cautivos y monopolios privados fruto de privatizaciones sin apertura de mercados (corporativismo).
- Reforma constitucional con el solo fin de obtener una reelección presidencial y aumentar el tiempo en el poder.
- Participación en la Guerra del Golfo (1991), violando todo principio no intervencionista, incluso en situaciones que no implican una defensa ante violaciones a los derechos individuales.
- Creación de la CoNEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria) para controlar y «acreditar» carreras universitarias. Organismo público que además de su naturaleza contraria a la libertad y diversidad de contenidos educativos, fue creado bajo los mandatos del Banco Mundial.
- Sistema jubilatorio basado en las denominadas AFJP, donde el poder de elección se acotaba a distintas «marcas» bajo iguales condiciones y altas comisiones. Uno era obligado a ser cliente no solo donde estaba impedida una competencia de sistemas, sino donde además el Estado forzaba a la inversión en títulos públicos (al 2001 el 70% de los fondos en las AFJPs estaban destinados a títulos asociados al gobierno).
- Plan BB (Bunge & Born). Algo así como un nacionalismo lobbista con control de precios y cierre de importaciones. El resultado fue una baja de salarios debido a la devaluación e hiperinflación.
- Venta de armas a Ecuador y Croacia (Estado empresario que como de costumbre salió mal y lo pagaron los «contribuyentes»).
Seguramente me olvido de mucho, pero los 4 primeros ítem por sí solos son de suficiente relevancia como para refutar cualquier etiqueta libertaria asignada al hoy kirchnerista personaje.
Quienes tienen la edad suficiente puede recuerden como desde noticieros como Nuevediario el Ministerio de Economía adelantaba su intervención en el mercado cambiario comprando o vendiendo moneda extranjera para dictaminar el valor del austral, y por ende, de nuestros salarios. El ministro Domingo Cavallo, en la práctica también en control de un poco independiente Banco Central, describía a esta intervención como «eliminar la incertidumbre cambiaria». En el futuro, ya en otro gobierno, limitaría nuestras libertades y lo denominaría «bancarización», pero esta vez su disfraz al lenguaje no surtiría efecto, la sociedad sabría llamarlo «corralito«.
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