Repsol y la propiedad privada


Kirchner y Brufau, CEO de Repsol, en los viejos buenos tiempos.

Los liberales por definición son (somos) defensores de la propiedad privada, ya sea porque consideran que la propiedad es un derecho inherente a las personas, o porque respetar los derechos de propiedad tiene como resultado un mayor bienestar para la sociedad, el concepto de defensa de la propiedad privada es un punto en común que comparten los liberales de todas las ramas. Las diversas ramas del liberalismo no son ni más ni menos que diferentes interpretaciones de qué es la propiedad y que derechos tiene uno sobre ellas, pero todas ella son atravesadas por ese concepto de la propiedad privada.

Sin embargo, esto no quiere decir que la propiedad privada sea un valor absoluto a defender, sin importar el contexto, la historia, o cualquier otra circunstancia relacionada con aquél derecho de propiedad en particular. Los liberales, en palabras de Rothbard, no defienden cualquier tipo de propiedad privada, si no la propiedad justa: 

     Thus, we cannot simply say that the great axiomatic moral rule of the libertarian society is the protection of property rights, period. For the criminal has no natural right whatever to the retention of property that he has stolen; the aggressor has no right to claim any property that he has acquired by aggression. Therefore, we must modify or rather clarify the basic rule of the libertarian society to say that no one has the right to aggress against the legitimate or just property of another.

La expropiación de YPF, sin ninguna duda se trata de un atropello de los derechos de propiedad de Repsol, el único socio expropiado, cuyas consecuencias, a pesar de lo que digan desde España, serán duras para la empresa. Aún más duras son para los argentinos, ya que este tipo de acciones generan inseguridad entre aquellos dispuestos a invertir en el país y generar riqueza. Me corrijo, no es que anteriormente existía un clima de seguridad para las inversiones, pero la expropiación  de YPF, en términos políticos,  está un escalón más arriba que el ya habitual intervencionismo estatal. Ni hablar de las consecuencias prácticas de una petrolera estatal, que incluye casi segura escasez de combustibles y deficits millonarios.

Guillermo Covernton, profesor de economía en la UCA Rosario, en su análisis de la expropiación publicado por ESEADE describe la misma de la siguiente manera:

«Están robándole a una persona privada, a un civil cualquiera, argentino o extranjero, detalle que no hace ninguna diferencia, un activo que ha comprado genuinamente, pagando por él con el fruto de su trabajo, con sus ahorros, o con capital tomado a crédito, y que debe devolver a los ahorristas que se lo confiaron»

¿Está Covernton en lo correcto al calificar a Repsol como un civil más? Adelanto la respuesta: no.

El estado cuando cobra impuestos, expropia, impone regulaciones, y toda actividad intervencionista en general, está de alguna forma u otra violando propiedad privada, el cobro de impuestos es la más alevosa y la que algunos liberales la consideramos una actividad criminal, similar a un robo. No importa, como diría Covernton, si se trata de un civil argentino o extranjero, o de un grupo de personas que deciden asociarse para desarrollar una actividad económica, una expropiación es un robo, incluso si la empresa es indemnizada: el ladrón que te roba todo y te deja $100 para un taxi no deja de ser ladrón.

No obstante, Repsol no es simplemente un civil argentino, o extranjero, o una sociedad comercial que se desarrolla en el mercado. Repsol, desde que puso pie en Argentina no pensaba desarrollarse como un participante más del mercado. Desde el vamos el proceso de adquisición de YPF fue turbio, y posteriormente Repsol no fue víctima de la intervención estatal, si no más bien un estrecho aliado de los sucesivos gobiernos incluso este, el expropiador. Repsol es una empresa non-sancta.

Esta idea no implica apoyar una expropiación a Repsol, pero pone las cosas en su lugar. Repsol antes, durante y después de la adquisición de YPF tuvo manejos pocos claros, y como ex-empresa estatal, privilegios del gobierno español. La expropiación no va a reparar esos desmanejos, por eso no hay tengo ningún tipo de interés en defenderla. Ofrecer como principal razón para oponerse a la expropiación es que Repsol es una simple víctima del estado tampoco es adecuarse a la realidad, la legitimidad de la propiedad de Repsol sobre YPF es dudosa.

El punto fundamental por el que la expropiación es perjudicial es las consecuencias respecto de la incertidumbre que genera invertir en la Argentina, la administración de justicia, el respeto por el cumplimiento de los contratos, y la propiedad privada. En este caso no hay ninguna víctima, Repsol se ha visto beneficiada durante años de favores estatales y hoy le aplicaron algo de su propia medicina.

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Los dos árboles

La idea de los árboles como representación de ideas políticas parece que fue popular durante algún tiempo. Ya el ensayista y filósofo Henry David Thoreau expresaba esta idea en su famosa frase «Hay miles cortando las ramas del mal por cada uno que está asestando golpes a la raíz». Tiempo antes Thomas Jefferson, redactor de la Constitución de Estados Unidos y Presidente de ese país, había escrito: «¿Qué significan unas cuantas vidas perdidas en un siglo o dos? El árbol de la libertad debe de vez en cuando ser regado con la sangre de patriotas y tiranos. Es su abono natural.»

Más acá, tomando la tradición libertaria de Thoreau, varios activistas han apelado a la analogía  del árbol para presentar sus escritos. Larry Reed, hoy presidente de la pionera FEE, publicó una serie de ensayos bajo el título «Striking the root», otro destcado sitio web, Strike-the-root, toma su nombre de la analogía botánica del hijo pródigo de Concord, Massachusetts, el mencionado Thoreau.

El árbol del estatismo

En algún momento, apenas sucedida la muerte del ex-presidente Kirchner, el actual gobierno tomó como estrategia promover un discurso en el que se presentaba a las políticas e ideas, que dicen defender, como propuestas motivadas por el amor y la felicidad, propuestas constructivas , en contraposición del odio y la destrucción que proponen desde la opo y la corpo. El punto de partida, y tomada como referencia hasta el día de hoy, fue la frase que alguna vez repitió Kirchner, «que florezcan mil flores» decía Él. De esta   emulaba a Mao Zedong que apeló a otra analogía bótanica para lanzar la terrible «Revolución Cultural«.

Si continuamos con esta linea de identificar ideas árboles, por ejemplo, tendríamos por un lado el arbol de la libertad, y por el otro el árbol del estatismo, kirchnerista en este caso, que dicen construir sus defensores. Estos árboles serían abismalmente diferentes.

Si vamos a identificar las ideas políticas con los árboles, el arbol de la libertad y el arbol del kirchnerismo, o el estatismo que esté de turno, serían abismalmente distintos, es más, no podríamos saber cuán distintos serían.

El árbol de la libertad

Por un lado, tenemos el árbol del estatismo, un árbol que no existe, ya que aquellos que dicen construirlo pretenden mantener el control absoluto sobre como debería ser ese árbol, altura, cantidad de hojas, flores, ramas, cada atributo tendría su propio ministerio ¿Dónde se ha visto un árbol así? Ni los japoneses lo han logrado.  El Ministro de los Troncos calcularía que el ancho del tronco sea adecuado para el proyecto que está encabezando, el Ministro del Color evaluaría si el verde de las hojas es el deseado por su jefe (o jefa), el Ministro de la Altura va a estar midiendo todos los días el progreso del arbol y cortando aquellas ramas que excedan la altura planificada. Por supuesto, un árbol sometido a tantas vejaciones diarias para contentar a un puñado de personas termina por morir. Un arbol como el que el estatismo quiere construir sería imposible, tan imposible como el control estatal total de la economía.

¿Y cómo sería el árbol de la libertad? No lo se. Sería imposible saber como sería aquél árbol, así como es imposible saber como sería cualquier árbol, o cualquier desarrollo de la sociedad en libertad, donde la innovación y la iniciativa está puesta a disposición de satisfacer las demandas de los demás.

Volviendo al estatismo, sin dudas existe cierta perversión en la idea de que ellos expresan la «felicidad, el amor, la construcción, la inclusión». Pocos han podido notar, no por algún tipo de maldad, si no más bien por la incapacidad de mirar un poco más allá de lo obvio, que detrás de cada propuesta política que emerge desde el ente estatal, o que proponen aquellos defensores de la intervención del estado, está todo lo contrario a lo que dicen sostener. No es el amor o la construcción lo que defienden, si no más bien, la agresión. Defienden la exclusión, o en otras palabras, la noción de que un grupo de personas sabe más que el resto como para dirigir la vida de ellos. Defienden la idea de que no todos son capaces de aportar a la construcción de una sociedad libre, si no que un grupo de excluídos (que han sido excluidos, en su gran mayoría, por políticas de carácter similar a las que proponen) deba depender parasitariamente de otro, sin poder ofrecer nada a cambio.

Es importante tener en cuenta la racionalidad de las acciones que toman y defienden y que luego, algunos jóvenes confundidos creen que son rebeldes al apoyarlas, para desnudar el verdadero accionar del estatismo, sea kirchnerista o sea de cualquier otra forma o color.

Protecciones

Sin ningún problema, desde su iPhone, diseñado en Cupertino, Californa, el vicepresidente, Amado Boudou, defendió el otro día por Twitter la política de autarquía al estilo Corea del Norte que se está llevando adelante en este país, a través de este tweet:

La política de proteccionismo es un hecho en Argentina, y se ve reflejada en precios, góndolas y ganancias de los empresarios. A diferencia de lo que ha explicado la teoría económica de los últimos 250 años, a partir de la Ley de Asociación de Ricardo, para el gobierno de Cristina Férnandez, y sus fieles esbirros de la talla de Giorgi, Moreno y el propio Boudou, apelar a la teoría mercantilista que predominó entre los siglos XVI y XVIII en Europa es el camino a seguir.

No podemos negar que el proteccionismo protege, sin embargo, lo que protege estás políticas arbitrarias son cosas muy diferente a lo que vociferan con palabras presuntuosas desde palcos los «defensores del proyecto nacional y popular», mientras los periodistas oyen atentamente sin preocuparse de que no pueden, nunca, realizar alguna pregunta.

El proteccionismo, en primer lugar, protege a algunos empresarios de la competencia extranjera. Al prohibir que se importen productos del exterior el ámbito donde tiene que competir un empresario pasa de ser mundial, a ser limitado solamente a un sector del globo, la República Argentina, un territorio demarcado arbitrariamente, como cualquier país del mundo. De esta forma, al haber menos competencia, se producen dos efectos positivos para estos empresarios que no dudan en defender las políticas proteccionistas: puede elevar los precios, porque no tienen competencia, y al mismo tiempo elevan sus márgenes de ganancias. El proteccionismo es una redistribución de la riqueza desde los sectores productivos y competitivos hacia los sectores parasitarios. 

Cuando se implementan políticas proteccionistas, surgen empresas que de tener que competir en un mercado libre no podrían existir, ya sea por una cuestión de costos, de tecnología disponible, know-how, o lo que sea. Cuando se abre una empresa, ésta demanda mano de obra, además de otros factores de producción, como bienes de capital.  Pero ¿es positivo esto? El trabajador que fue contratado por esa empresa, contestaría que si. Sin embargo, salvo para esos nuevos empleados, y para el empresario que ahora tiene una fuente de generación de ingresos a costa de que sus consumidores se ven privados de acceder a la competencia, esta nueva empresa es perjudicial. Es perjudicial porque ocupa factores escasos, como son los trabajadores y los bienes de capital, y los destina a una actividad que no produce riqueza, más bien les genera un perjuicio.

Como vimos hasta ahora, el proteccionismo ofrece mayores precios para los consumidores, mayores márgenes de ganancias para algunos empresarios y además desperdicia recursos escasos que podrían ser destinados a otras actividades productivas. Pero hay mas.

También hay empresarios que se ven perjudicados por el proteccionismo imperante, son aquellos que dependen de algún insumo proveniente del extranjero, así se ven frustradas oportunidades de abrir nuevos emprendimientos, o de continuar emprendimientos ya existentes. ¿De dónde salen aquellos puestos de trabajo que «genera» el proteccionismo? Acá ya podemos contar algunos.

Finalmente, no podemos dejar de mencionar al hombre olvidado, aquel que debe pagar más por productos que, en un mercado libre, pagaría menos. Ese hombre, o mujer, está obligado a destinar una mayor parte de sus ingresos en menos productos, y en consecuencia, su nivel de vida baja, pudiendo acceder a un menor número de facilidades. Mucho peor es para aquellos que se encuentran en los márgenes, y que los incrementos de precios no solamente significa consumir menos de otras cosas, si no, dejar de consumir.

Los argumentos a favor del proteccionismo suelen ser básicos y emocionales, pero carentes de cualquier lógica económica, de ser tan beneficiosa la aplicación de este tipo de políticas, cada provincia, municipio, barrio, manzana, cuadra o familia,  debería adoptar el proteccionismo, y de esta manera, asegurar los puestos de trabajo, y la superioridad de la industria provincial/municipal/barrial/manzanal/cuadral/familiar, según sea el caso.

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¿Quién sanciona a Movistar?

El gobierno nacional anunció con bombos y platillos que próximamente se sancionará a la empresa de telefonía celular Movistar, que el día lunes sufrió un desperfecto técnico y dejó sin servicio a casi 15 millones de personas.

En coherencia con la linea argumental del gobierno de no desperdiciar oportunidad para señalar la importancia de la intervención estatal, y la grandeza del gobierno frente al sector privado, el ministro de Planificación Julio De Vido hizo las siguientes declaraciones:

De Vido consideró que «hoy marcamos el camino y dimos absoluta claridad de que el Estado no va a permanecer pasivo cuando se afecta la prestación de un servicio que involucra a 18 millones de usuarios de telefonía móvil y otros tantos que tuvieron problemas con la fija» y adelantó que «los números de la multa se conocerán en los próximos días, cuando concluyan los trabajos técnicos».

Hay varios interrogantes que surgen a partir de las declaraciones de De Vido, y que deberían ser analizados. Está claro que el gobierno ha aprovechado la oportunidad de que el falló el servicio de Movistar para ponerse del «lado de los desprotegidos, los débiles que no pueden hacer nada ante semejante multinacional» como se dijo durante el día. El Secretario de Comunicaciones, Lisandro Salas, habló de una «desprotección por parte de la empresa» hacia los usuarios.

Sin embargo, todas estás declaraciones no hacen más que confirmar de forma categórica la ignorancia de los funcionarios acerca de como funciona el mercado, o en todo caso la intención de transmitirle y fomentar en la gente la dependencia total del Estado siguiendo el concepto básico del fascismo «todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado».

La sanción en este caso no va a provenir por parte del estado, si no que son los consumidores o usuarios los que pueden sancionar cuando Movistar, o cualquier otra empresa, falla en su servicio y no está a la altura de sus expectativas. El gobierno, sancionando a Movistar, no estaría defendiendo derechos individuales, como se suele decir que es su función fundamental, si no interfiriendo en un arreglo voluntario entre dos partes

Hasta el momento la empresa anunció algunas bonificaciones:

Según informó la empresa telefónica, «en la próxima factura se bonificará el día completo del abono», y a quienes utilicen el servicio prepago «se extenderá el vencimiento del crédito por 48 horas más», según reveló Ramón Ponce Gil, director Corporativo de Comunicación e Imagen del Grupo Telefónica.

En diálogo con radio Mitre, el directivo comunicó los primeros resarcimientos.

Además, según informó la compañía en un comunicado, le extenderá la vigencia del crédito por 48 horas, a aquellos clientes que tuvieran recargas con vencimiento el lunes dos de abril.

Por otra parte, todos los clientes Movistar podrán enviar SMS gratis durante los 4 días de Semana Santa a todo el país (de jueves a domingo).

Desigualdad. Por último, un argumento utilizado muy a menudo para defender este tipo de acciones, es la idea de que existe un desequilibrio en el poder de negociación entre la gran empresa multinacional, con una gran estructura, y el usuario particular que carece de cualquier tipo de poder de negociación. Esto, en principio, es verdad. Sin embargo, los que apelan a este argumento sufren de miopía al no poder observar todos los factores que están involucrados en la relación de Movistar y sus clientes. El poder, lo tienen los 16 millones de afectados, de los que depende Movistar para ser rentable,  además de la presión que existe por parte de los competidores que pueden capitalizar este error de la compañía española, y atraer nuevos clientes.

En conclusión, este tipo de situaciones nos demuestra que los mercados desregulados no existen, las alternativas que se pueden presentar son dos: por un lado un mercado regulado por un puñado de funcionarios que deciden que empresas deben sobrevivir y cuales deben dejar de ofrecer sus servicios, y que apliquen sanciones quien sabe con que criterio. Por el otro lado, un mercado regulado por los consumidores, que con sus decisiones diarias sobre como asignar sus ingresos, pueden castigar muy duramente a aquellos que no están a la altura de sus expectativas.

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No dejes que la escuela interfiera en tu educación

Este video, muy positivo, está dando vueltas por las redes sociales, y es publicado por el sitio web Educación Viva aunque nada sabemos sobre ellos.

Una buena noticia que este tipo de campañas se hagan virales, es la educación pública, una de las raíces del árbol que hay que derribar.


 

Acá escribimos en más detalle sobre este tema:

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Loco

Loco, adj. Dícese de quien está afectado de un alto nivel de independencia intelectual; del que no se conforma a las normas de pensamiento, lenguaje y acción que los conformantes han establecido observándose a sí mismos; del que no está de acuerdo con la mayoría; en suma, de todo lo que es inusitado. Vale la pena señalar que una persona es declarada loca por funcionarios carentes de pruebas de su propia cordura. Por ejemplo, el ilustre autor de este Diccionario no se siente más convencido de su salud mental que cualquier internado en un manicomio, y —salvo demostración en contrario— es posible que en vez de la sublime ocupación
a que cree dedicar sus facultades, esté golpeando los puños contra los barrotes de un asilo y afirmando ser Noé Webster, (autor del diccionario Webster) ante la inocente delectación de muchos espectadores desprevenidos.

[De «Diccionario del Diablo» de Ambrose Bierce]

Ver también: ¿Loco? yo?

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Otras personas no son tu propiedad

[O]tras personas no son tu propiedad. En otras palabras: no son tuyos para que les mandes. Sus vidas no son tuyas para microgestionarlas. Los frutos de sus trabajos no son tuyos para disponerlos. No importa lo inteligente o maravilloso o útil que sería lo que sea que quieras que otras personas hagan. No es asunto tuyo si usan cinturones de seguridad, rinden culto al dios correcto, tienen relaciones sexuales con las personas equivocadas, o participan en transacciones de mercado que te irritan. Sus opciones no son tuyas para dirigirlas. Son seres humanos como tú, tus iguales bajo la ley natural. No posees autoridad legítima alguna sobre ellos. Mientras ellos no crucen la línea y empiecen a tratar a otras personas como su propiedad, no tienes ningún fundamento moral para iniciar la violencia contra ellos, ni para autorizar a cualquier otra persona que lo haga en tu nombre […]

Roderick T. Long

(Vía Mises Hispano)

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En nombre de los otros

Cuando en la vieja Unión Sovietica se jactaban de sus grandes progresos militares, su programa espacial, y la realización de desfiles donde exponían sus misiles más importantes, y los proyectos grandilocuentes que tenían, en realidad, era la admisión de que el socialismo era un fracaso. Mientras sucedía todo esto, se daba una escasez generalizada de alimentos, vestimenta, y otros insumos. Un claro ejemplo de como la planificación centralizada y la ausencia de la propiedad privada son un camino al fracaso. Es la imposibilidad del calculo económico en el socialismo.

En Argentina sucede algo parecido. La muestra Tecnopolis, llevada a cabo el año pasado por el gobierno nacional, es un claro ejemplo de esta mala asignación de recursos. Mientras existen personas en varias partes del país, viviendo en condiciones miserables, en los suburbios de la Capital Federal, se expone como los cientos de millones de pesos obtenidos de la misma forma que un ladrón obtiene su botín, son gastados en proyectos, muchas veces que no tienen ninguna utilidad, para satisfacer las necesidades de los megalomanos que participan de un gobierno. Se podrá argumentar que no podemos esperar a resolver todos los problemas para invertir  en tecnología, pero se confunden. Acá no estamos pidiendo que no se gaste en tecnología (o Fórmula 1), y que se gaste en otra cosa. El pedido es sencillo, dejen de tomar por la fuerza lo que no les pertenece.

Otra aberración de este estilo se está gestando a nivel nacional. En este caso, no es para evidenciar a gran escala esa mala asignación de recursos, si no para dejar al descubierto como las decisiones individuales y privadas pueden, y deben, según los gobiernos, ser sustituidas por las decisiones de funcionarios. Se llama artepolis, una especie de muestra de arte, organizada y financiada por el estado, que en palabras de Cristina Kirchner, es muy posible que se lleve adelante:

«Debemos hacer un Artepolis como hicimos Tecnópolis. Los argentinos nos debemos un Artepolis», propuso la presidenta Cristina Fernández de Kirchner esta tarde, en el acto de lanzamiento del Plan Nacional de Igualdad Cultural. «La producción de arte y contenidos y la conexión de los trabajadores de la cultura es fundamental», agregó.

El individuo, como ser humano privado con consciencia, es negado por el gobierno. El trabajador, al que constantemente se hace referencia, no es una persona que tiene gustos, prioridades personales, y que busca su propio bienestar, el trabajador solo es valorado como factor que aporta a la riqueza del estado mediante el pago compulsivo de impuestos. Por eso mismo, una vez más, este tipo de proyectos imponen los consumos culturales de las personas, que son desconocidas como seres únicos e irrepetibles, y son aglutinados en ficciones como «los trabajadores».

Este, y todos, los gobiernos, se atribuyen una serie de actos en nombre de otros, cuando la realidad es que ese acto en su esencia constituye la negación de la existencia de cada uno de los otros, es todo parte de un mismo ciclo. Un gobierno que genera las condiciones para interferir en cualquier tipo de prosperidad (no confundir prosperidad con LCD y vacaciones a Mar del Plata), termina generando dependencia, y se aprovechan de esta para crear este circulo vicioso, que es muy dificil ponerle fin.

Muy difícil, no imposible.

Liberen a Kony

A comienzos de esta semana comenzó a circular en las redes sociales y blogs, un llamativo video que hacía referencia a un tal Joseph Kony, que lidera el Ejercito de Resistencia del Señor, y está llevando adelante una campaña para establecer un estado teocrático cristiano en una región de Uganda. Para lograr ese objetivo, ha asesinado a miles de personas, participado en mutilaciones, violaciones, y ha secuestrado niños que son enviados a la guerra.

Probablemente, la semana pasada Kony era simplemente el sobrenombre de una Constanza amiga, hoy todos saben que lleva adelante una masacre en el país que alguna vez supo gobernar otro sanguinario, Idi Amin. Todo esto se pudo conocer gracias al video de una ONG que comenzo a difundirse de forma viral por la web:

Resulta que el objetivo de este grupo es proponer algo que aquellos que quieren asociarse con las causas bienintencionadas ven con buenos ojos: imperialismo humanitario. Lo que la ONG, Invisible Children, está proponiendo es generar una presión internacional para que haya una intervención militar en la región, y se pueda detener a Kony.

En primer lugar, la idea de que millones de personas se sumen a la iniciativa de una invasión militar para detener a Kony es algo preocupante. Como si los recuerdos de lo que fue la intervención militar en Irán, Irak o Libia, no fuese suficiente, la idea de involucrar a tropas extranjeras invadiendo un país como si fuesen los justicieros del mundo no solo debería preocupar, sino que es hasta peligrosa.

Para completar la locura de la propuesta de esta oscura ONG, resulta que los fondos que consiguen en parte son para financiar «viajes y gastos» del staff, y sólo el 31% de las donaciones se dirige hacia el fin «benéfico», más aún los fondos son dirigidos al gobierno de Uganda, que ha hecho sus propias atrocidades, al mismo nivel, o peor, que Kony.

El título de este post es una provocación, no estoy a favor de Kony, ni de sus brutalidades, pero tampoco estoy a favor de una campaña mundial que tenga como objetivo iniciar otra guerra, más bombardeos, más soldados, y más dinero gastado en, principalmente, asesinar inocentes.

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Los frenos del estado

Te van a decir muchas cosas.

Te van a decir que es consecuencia de las «privatizaciones» de los’90. Te van a decir que es consecuencia de que estaba ausente el estado. Te van a decir que era una tarea pendiente del proyecto nacional-socialista (nac&pop). Te van a decir que la gente viajaba en el primer vagón, porque estaban apurados. Te van a decir que los empresarios gastaban los subsidios en negocios financieros. Te van a decir que esto entierra los últimos vestigios del proyecto neoliberal, y debe haber una solución superadora. Te van a decir que los van a querellar porque ellos también son víctimas. Te van a decir que es una lástima, porque murieron trabajadores. Te van a decir que si era un feriado, y no un día laborable, tal vez, no moría tanta gente.

Te van a decir esto y muchas cosas más. Te lo van a decir y te lo dijeron.

El trágico accidente ocurrido a comienzos de la acotada semana número ocho del año, no fue un accidente. Era previsible que ocurriera, lo pudo preveer  una autora americana en una novela de 1957, lo podía preveer cualquiera.

Esta vez hay que poner un punto final, y hablar claro. La responsabilidad no fue del gobierno. Por supuesto, son los máximos culpable de que haya sucedido la tragedia, varios funcionarios deberían renunciar y otros ir presos, pero no tuvieron la responsabilidad de que esto pasara. Los responsables de que haya sucedido esto es el 90% de los argentinos que han elegido, durante los últimos años, una alternativa que lleva a resultados como estos.

Para ellos es facil dispensarse de la responsabilidad, con tan sólo decir que el estado estuvo ausente, que fue todo lo contrario lo que votaron, que esto pasó por la culpa de empresarios inescrupulosos, se sienten liberados. Pero el estado no estuvo ausente. Si el accidente  ocurrió fue justamente por todo lo contrario, fue porque el estado estaba presente, estaba muy presente. Este es un argumento que trasciende a oficialistas u opositores, los primeros afirman que es una «tarea pendiente aumentar la presencia del estado», los segundos dicen que fue un «estado ausente» el responsable de que los frenos del ferrocarril no frenaran. No hay diferencia.

Está postura disociada de la realidad, tanto del kirchnerismo, como de la llamada oposición, se debe a que en el fondo, ambas se encuentran unidas por la adoración al estado. Ninguno de ellos ha sabido reconocer que el estado fracasó, más aún el estado nunca fracasa, o el estado no estaba presente, o no estaba suficientemente presente, pero el estado hubiese tenido éxito en frenar al tren, creen ellos.

La misma arrogancia presente en las medidas que intentan regular estilos de vida, fijar precios, manejar la producción de las fábricas, y diseñar los modelos de negocios de cada empresa, está presente a la hora de manejar una línea de tren, aunque en este caso los 51 muertos los dejaron más expuestos, que las cientos de víctimas anónimas que día a día padecen sufrimientos por el accionar del estado, y que son ignoradas por todos, o víctimas de un diagnostico equivocado.

Se podrán decir muchas cosas acerca de la administración de los trenes: que fue privatizado, que fue negligencia de la concesionaria, que el estado no controló lo que debía controlar, podrán decir todo eso, pero nadie estuvo más acertado que Alberto Benegas Lynch (h) para analizar en serio el accidente de la línea sarmiento:

No se trata de insinuar que una empresa privada no pueda tener accidentes, muy lejos de ello. De lo que se trata es de señalar que si la empresa se politiza los incentivos para mejorar resultan bastardeados ya que son otros los que pagan los platos rotos, sin embargo, la empresa privada, en la medida en que no presta buenos servicios es desplazada del mercado. Hasta la forma en que se toma café y se encienden la luces resulta completamente diferente en un organismo estatal respecto de lo que ocurre en una empresa privada. Por otra parte, la misma constitución de lo que se denomina una “empresa estatal” significa despilfarro puesto que los siempre escasos factores productivos se canalizarán en una dirección distinta de la que hubiera decidido la gente si se les hubiera permitido hacer uso del fruto de su trabajo.

Para comprender de forma integral la tragedia, el artículo que cito acá arriba es de lectura obligada.

El problema de frenos no está en las  formaciones de la línea Sarmiento, el problema de frenos lo tiene el estado, que intenta acaparar, manejar y planificar cada uno de los espacios en que lo dejan, o quiere pasar. Un estado que constantemente fracasa, y que, por más buena voluntad que se le ponga, seguirá fracasando.

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