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Autoritarismo económico, cuando la democracia es dejada de lado
La defensa de los derechos humanos y la democracia por parte de los políticos en general, es una gran ficción.
Parece, a simple vista, que existe un consenso en la sociedad para defender el cumplimiento de los derechos humanos. No quiero meterme en temas que tengan que ver con el pasado de este país, me estoy refiriendo exclusivamente al estado actual de cosas ya que, afortunadamente poca gente avalaría la imposición de una dictadura que viole los derechos fundamentales.
Sin embargo, también parece que los mismos opositores a un régimen dictatorial acotan la validez de la defensa de los derechos humanos, limitandolos a las violaciones flagrantes, las mas fáciles de detectar y oponerse. De esta manera se van dejando de lado las pequeñas violaciones que sufrimos todos los días (no ignoro que una matanza es gravisimo, pero las grandes violaciones de derechos humanos no surgen de la nada).
No diría que esas pequeñas violaciones nos desnaturalizan como humanos pero definitivamente nos restringe ciertos derechos básicos que deben existir en una sociedad justa y libre, como, por ejemplo, el derecho a entablar relaciones de manera voluntaria con otras personas, siempre respetando el interesante concepto de igual libertad (o libertad paretiana).
Más aún se acentúa esta indiferencia hacía los derechos humanos cuando se tratan de asuntos relacionados con la economía, parece que la tan mentada libertad, autonomía e independencia no es universal, sino que su defensa se ve limitada a aquellas situaciones donde se puede obtener algún rédito político.
La visión de las relaciones económicas por parte del actual gobierno, y también del 99% de los políticos, es autoritaria. Se asienta en la supresión de las voluntades individuales y el reemplazo de éstas por una voluntad superior que pretende poder tomar mejores decisiones que los propios afectados. Es un autoritarismo económico, que como cualquier otro autoritarismo, constituye una violación a los derechos fundamentales.
Todo esta catarata de palabras se me dispararon al leer el comunicado de prensa respecto de medidas proteccionistas introducidas por el Ministerio de Industria.
En primer lugar identifica las causas de la medida introducida:
La participación de las importaciones de los orígenes investigados en el consumo aparente aumentó del 69 al 81% en los últimos años, a expensas de la producción nacional, que a su vez perdió rentabilidad debido a los precios de esos productos importados.
Al parecer el fracaso de un sector para competir habilita la imposición de medidas que vulnera la autonomía de las personas de poder decidir acerca de sus acciones que no afecten a terceros (la igual libertad, como mencioné antes).
Si seguimos leyendo nos enteramos que ni siquiera se trata de un sector, sino de una sola empresa, Liliana, cuyo director nos da una lección de autoritarismo económico:
La firma Liliana, radicada en la provincia de Santa Fe, fue la peticionante de la investigación y representa el 100% de la producción nacional, empleando a 500 trabajadores.
Oscar Jacobson, titular de la empresa expresó que “defender la Industria Nacional no sólo es una forma de sostener la Empresa y su trayectoria, sino ser responsable tanto de los 500 empleos directos y otros tantos indirectos que genera en la ciudad de Rosario y que sufre la agresión mediante malas prácticas comerciales de un conjunto de importadores a los que poco les importa la defensa del Trabajo Argentino”.
Una medida para beneficiar a una sola empresa, a costa del beneficio del resto de la sociedad.
El fervor de algunos para defender la democracia es olvidado de inmediato, el discurso en contra de los sectores económicos, los grandes intereses, y demás charlatanería es dejado de lado para, en la práctica, favorecer a los que pretenden vivir a costa del resto , los que subsisten a base de imposiciones y no a través de intercambios voluntarios. En definitiva, los discursos grandilocuentes, vacíos de contenido, nos de las barreras impuestas a la libertad individual, que repercuten negativamente en muchos aspectos de nuestras vidas, pero que principalmente, empeoran la calidad de vida de los que menos tienen.
El autoritarismo económico es predominante en la política actual, e imperceptible para muchos porque a veces se torna difícil concebir una situación en la que nunca se estuvo. La imposición de decisiones, violando la autonomía de cada uno de nosotros, para beneficiar grupos extremadamente minoritarios es una buena definición para autoritarismo y es en la situación en la que nos encontramos hoy.
El fin de semana voy a presentar el argumento económico contra este tipo de medidas proteccionistas, como refuerzo del post de hoy.
Bonus: El final del comunicado del Ministerio de Industria es digno de una novela de George Orwell:
También fueron investigados los tejidos de poliéster para cortinas originarios de Brasil, a los que sin embargo no se les aplicaron medidas por no haberse encontrado dumping ni haber sido causales de daño a la industria nacional
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