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Dos actitudes políticas

Como saben no soy muy afecto a criticar directamente Cristina Fernandez , si sus políticas, un poco por los motivos que explicamos acá. Pero esta semana hizo dos apariciones públicas que merecen ser comentadas porque en ellas nos dio una lección de dos actitudes políticas que se encuentran en casi todos los miembros de la clase política.

En el acto de promulgación de la ley anti-fumadores [y acá] Cristina hace un racconto de su historia familiar:

Tenemos la obligación de hacerlo. Eso es como legisladora, pero les quería hablar también como ciudadana, como mujer o como conversa porque yo durante muchísimos años fumé dos atados de cigarrillos por día y mi compañero llegó a fumar cuatro; ¿Vos Alicia tres? La familia venía mal, veníamos mal. La primera que dejó de fumar fue Alicia, en el año 1987, cuando asumimos en la municipalidad de Río Gallegos. Yo dejé de fumar un 31 de diciembre de 1988, a las doce de la noche. Sí esto fue porque un día charlando con Julio De Vido me cuenta que él había dejado de fumar un 31 de diciembre, en la noche. Yo me puse que tenía que dejar de fumar ese 31 de diciembre, fumé ese mismo día, inclusive el 31 de diciembre, uno detrás del otro y apagué mi último cigarrillo ese 31 de diciembre de 1988 y nunca más volví a fumar. (APLAUSOS).

Les cuento que esto fue unos meses antes de mi primera candidatura como legisladora, que era el 14 de mayo de 1989, con lo cual todos hacían apuestas y decían: «esta no aguanta», porque se imaginan, previo a una campaña electoral, con reuniones políticas, que un cigarrillo detrás de otro, esta no aguanta. Y aguanté, siempre que me he propuesto un objetivo nunca me he desviado. (APLAUSOS).

Cristina ordenándole a un asesor que redacte un decreto para controlar el clima, no funcionó.

Como si hubiese sido votada por ser un ejemplo a seguir, o un monarca absoluto al cual todos le deben rendir pleitesía, cuenta la historia de ella y su familia respecto del cigarrillo. Nada tiene que hacer esta historia personal en un acto de gobierno. Al mismo tiempo Fernandez de Kirchner cae en un vicio que es endémico entre aquellos  partidarios del buenismo que quieren imponer su forma de vida al resto.  Esto es, prohibir aquellas conductas que ELLOS no pueden controlar, e imponerle ese estilo de vida a los demás mediante el uso de la fuerza del estado.

Mientras tanto, los asistentes obsecuentes al circo, aplaudían los logros personales de la presidenta, como si fuese alguna especie de líder cuya función es guiar a la nación y al pueblo en lo que hace a los hábitos y costumbres de sus habitantes. Me parece que hay varios que no leyeron la Constitución, o por lo menos no la tomaron en serio.

Nada nuevo bajo el sol, el autoritarismo y el personalismo, siempre van de la mano.

En su  otra aparición del lunes, la Líder Espiritual y Material de la Nación, la Patria y el Pueblo, comentó sobre la imposibilidad de encontrar la manera de controlar el clima mediante decretos de necesidad y urgencia:

Pero son las cuestiones del clima, imposibles de manejar, ni siquiera por decreto de necesitad y urgencia, así que le damos las gracias y le pedimos disculpas por los inconvenientes.

¿Creerá realmente CFK que el solo el clima se encuentra por fuera de su control? Probablemente sea así, la omnipotencia es una típica actitud de los políticos, ellos tienen la solución. Se creen seres superiores, con un conocimiento especial acerca de como solucionar los problemas, y que por supuesto todo lo puede.

¿No será hora de preguntarse acerca de la salud mental de los políticos?

Bonus Track: Leyendo en texto los discursos de Cristina Kirchner queda desterrada la creencia de que es una excelente oradora, por el hecho de que no lee. La calidad de sus discursos es muy mala.