La Balanza

Y finalmente llegó el momento tan esperado. Guillermito Moreno cerró las importaciones de productos provenientes de Estados Unidos para ¿beneficio de todos los argentinos?

¿Balanza Comercial?
¿Balanza Comercial?

Aparentemente al Estado no le están gustando los números que presenta la archiconocida “Balanza Comercial”, o sea, la diferencia entre las divisas que entran al país y las que salen. En principio, esto puede sonar razonable porque te asustan con las gravísimas consecuencias que puede tener una “Balanza Comercial Negativa”.

Bullshit. Una vez más te están cagando.

La Ley de Say dice que “para poder demandar, primero hay que ofertar”. O sea, para poder obtener bienes y servicios, primero hay que ofrecer algo. Cuando hablamos de individuos, ese algo suele ser, en general, el trabajo.

De esta ley se desprende una suerte de corolario que sería “uno oferta algo sí y sólo si va a demandar posteriormente”. Si uno no tuviera intenciones o necesidad de demandar bienes y servicios no saldría a trabajar. Por ejemplo, si fueras Superman que no necesita comer ni protegerse del frío ni del calor, ni nada más, podrías quedarte panza arriba todo el día o dedicarte a tus hobbies o lo que quieras. Pero como, por lo menos tenés que morfar y tener un techo, tenés que salir a ofrecer.

Esto funciona igual para los países. Las divisas sólo sirven cuando se mueven en ambas direcciones. Si hubiese una barrera que te impide absolutamente ingresar al país cualquier producto o servicio, exportar directamente no serviría.

¿Por qué?

Porque si vendés 1.000 dólares de soja, querés gastarte en algo esos 1.000 dólares. En un mercado con fronteras abiertas (o semi abiertas por lo menos), podés comprar algo del exterior o venderle los dólares a alguien que quiera  comprar algo en el exterior. A cambio obtenés pesos que usás en productos del mercado interno o, directamente, productos del mercado externo.

Si cierran las importaciones completamente, esos dólares NO VALEN NADA, porque nadie te va a querer cambiar productos o pesos por una mercancía que es inservible. Bueno, tal vez un mercado negro de personas que lo puedan sacar del país, pero digamos que no es la regla. Esos 1.000 dólares obtenidos de importaciones no sirven para un carajo.

Obtener divisas solo te sirve si las vas a cambiar por productos y servicios “Made Outside Argentina”.

Pero entonces ¿Podríamos tener una balanza comercial negativa?

He ahí la cuestión que preocupa a Guillermito y compañía. En teoría las operaciones comerciales deben ser realizadas en pesos. El que exporta tiene que realizar la operación a través del central, que le entrega pesos en lugar de los dólares que el comprador paga.

Teóricamente lo que podría pasar es que la balanza quede en cero. Como en el inicio de los tiempos se empezó ofertando, la cadena de operaciones puede llevar a un estado en el que el monto importado es equivalente al monto exportado.

Una balanza comercial negativa en un período determinado, significa que se están importando en ese período más productos que los que se están exportando. Y esto es posible solamente si hay un previo ahorro de divisas. No podría haber una balanza comercial negativa al final del tiempo. Sería un imposible, ya que se empezó ofertando.

La jodita es la “convertibilidad peso dólar” que hace el Central. Por cada dólar que entra por importaciones, el Central emite pesos para “comprarlos” (¿cuántos pesos emitirá?). Esos dólares supuestamente quedan como “reservas” que el Estado usará para… lo que se le cante en definitiva.

Esas son las divisas que se empiezan a gastar cuando hay más importaciones que exportaciones. Pero es un número solamente. En la vida de la gente sería irrelevante…. si no existiera ese monstruito llamado Banco Central y su señora La Casa de la Moneda.

Las divisas las tiene el Central en “reservas”, que supuestamente son la garantía con los poseedores de esos papelitos llamados pesos. Supuestamente, porque después los usan como se les cantan.

Las reservas se van erosionando, más cuando la inflación es tan alta que los productos de afuera son baratos para los consumidores. Sumado a la fuga de capitales de grandes jugadores, que le dan pesos al Central a cambio de dólares, que luego sacan por alguna vía legal/semi-legal, esto se convirtió en una bomba de tiempo que puede explotar en cualquier momento.

Un banco central que no tiene una garantía de ningún tipo para la moneda que emite, hace que la moneda pierda su valor y te lleve a… bueno, a una hiperinflación como tantas veces. O por lo menos a una feroz devaluación.

Prohibiendo el ingreso de las Barbies y alguna que otra boludez, nuevamente tratan de tapar el sol con las manos, en lugar de atacar la cuestión de fondo, que sería la existencia y funcionamiento del Banco Central y si el Estado debería o no encargarse de emitir la moneda.

Pero bueno, al final, les chupa un huevo, ya que ellos (sí, los políticos y sus amigos!) pueden seguir teniendo productos importados y viviendo la gran festichola.

Mientras tanto, a ajustarse el cinturón y a comprar argentino, ¡que hacen unos juguetes zarpados!

Un Clásico...hasta que se gastaban las uniones
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