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Que no te pisen!
Es común salir a la calle, sobre todo en una ciudad como Buenos Aires, y sentir que la masa de gente que circula por la vereda, aquellos que ingresan o salen de un vagón de tren o subterráneo pasa por encima tuyo sin importarle en lo más mínimo quién sos y por qué estás allí. Ellos quieren lograr su cometido al igual que vos, pero al sumar un gran número, se sienten habilitados a hacer valer ese número sin importar cuán importante o urgente puedan ser tus objetivos. Día a día, tratamos que no nos pisen al movernos por la ciudad.
Vivir en esta sociedad se siente exactamente igual que caminar por la ciudad y usar el transporte público. Tenemos que estar alertas y constantemente vigilar que «no nos pisen». Esta vez en sentido metafórico. Todos los grupos de poder están al acecho, viendo qué te pueden sacar, o cómo pueden utilizarte para su propio provecho. El ejemplo más claro está en los aumentos impositivos de los cuales seremos víctimas a la brevedad. No terminamos de salir de la crisis económica, que los gobiernos, en lugar de estar pensando cómo cumplir con sus obligaciones más importantes, están buscando cómo exprimirnos más y más. La gente no importa; el gobierno, el estado y los negociados son todo. El individuo es prescindible. El estado imprescindible. Te dicen que la sociedad sin estado no puede funcionar, pero para el estado no importa si vos existís o no a fin de cuentas.
Es por eso que como individuos tenemos la obligación de convertirnos en el puercoespín. Tierno animalito que interactúa con los demás animales en forma pacífica, pero cuando está siendo amenazado por otro, despliega sus púas para defenderse de aquél que quiera pasar sobre él.
Escribiré para conectarme con todos aquellos que estén preparados para vivir en una sociedad de individuos libres y responsables, y no en una sociedad de estados voraces e irresponsables.
El cambio es posible, y el primer paso, es declarar «No me van a pisar!».
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