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¿Por qué es tan mala la atención al cliente?
Ir a hacer un trámite a una oficina estatal es sin ninguna duda muy tedioso, nadie va por placer a una oficina del estado. Los empleados, en su mayoría displicentes, humillan al individuo que se acerca a tramitar alguna cuestión personal ante el monopolio estatal. Por supuesto, al estar uno obligado a ir allí, y no existir competencia no necesitan brindarte una buena atención, aunque te basureen vas a tener que volver allá.
En el ámbito privado es diferente. Si el emprendedor es el que se embarca es el proceso de descubrimiento de como mejorar la vida de los demás, la competencia es la búsqueda de la excelencia en el servicio, para el beneficio propio. Cuando un nuevo producto o servicio es ofrecido en el mercado, pronto aparecen nuevos competidores imitando e intentando mejorar al primer oferente, allí comienza el proceso donde los competidores deben intentar ofrecer la máxima calidad esperada, aquellos que sean elegidos por los consumidores son los que seguirán en el mercado, mientras que aquellos que no satisfacen a la demanda no tienen nada que hacer ahí. Por eso mismo, las empresas privadas, expuestas a la competencia a diferencia de él monopolio estatal, deben ofrecer un buen servicio si quieren mantener a sus consumidores.
¡Alto! No estoy diciendo que esto se da en la realidad, así es como se daría con un mercado libre de interferencia estatal, y cuanto menor interferencia estatal mayor vocación de servicio. De hecho lo que me motiva escribir el actual post es la acumulación de malas experiencias en cuanto al servicio.
Ambas experiencias se dieron en lugares bien distintos, una es una cadena internacional de comida que tiene algunos restaurantes en Buenos Aires, la otra una empresa que nació como un emprendimiento familiar de una familia argentina y ahora es operada por una gerenciadora de empresas. Con esto quiero descartar cualquier tipo de atribución a cuestiones como la «cultura empresarial» o la forma de trabajar, para encontrar el por qué de la mala atención generalizada. No hay que dejar de aclarar que hay empresas, grandes y pequeñas, que ofrecen un servicio de excelencia, pero lamentablemente son las menos las preocupadas en ofrecer, a pesar de todo un buen servicio.
Si como dijimos recién la búsqueda de la excelencia se logra a través de la competencia, y está solo se da en un un mercado libre, sin interferencia del gobierno, hay algo que está obstruyendo esa competencia. Eso se llama legislación laboral.
El estado, a través de la legislación laboral, ha logrado exportar sus prácticas laborales caracterizadas por el maltrato, la humillación del cliente (o en este caso del ciudadano), y la poca preocupación por ofrecer un servicio eficiente. La legislación laboral ha logrado desnaturalizar las relaciones entre empleador y empleado, entre cliente y empleado, y entre los empleados y los desempleados.
Para poder entender bien el papel de la legislación laboral en el desservicio que impera en muchas de las empresas del país es necesario remitirnos a la Carta del Trabajo de Italia de 1927, uno de los cimiento de la ideología fascista diseñada por Benito Mussolini. Es que allí encuentra su fuente de inspiración la Ley de Contrato de Trabajo (pieza principal del corpus legal laboral) y el resto de la legislación que regulan las relaciones laborales. Si la inspiración de las leyes laborales del país se encuentra en un documento de claro corte fascista no es exagerado afirmar que estas leyes no son compatibles con la democarcia liberal, con la república y mucho menos con los valores de una sociedad libre. La concepción fascista no incluye la protección de la propiedad privada, la libertad de contratación, el respeto por los acuerdos voluntarios o los derechos individuales. Se contrapone con todo lo que sostenemos desde acá, y considerando al trabajo como una parte importante del desarrollo de la vida económica, si éste está regulado por legislación que es fascista en su origen y fascista en su esencia dificilmente podamos decir que vivimos bajo un sistema de mercados libres.
Ya tratamos en reiteradas oportunidades [1, 2, 3, 4 y 5] como estás regulaciones afectan y perjudican a los mismos que dicen proteger, pero dejamos de lado otro efecto tan importante, y perjudicial, como el que tienen sobre los empleados, y esto es la relación de los trabajadores con sus empleadores por un lado y como esto repercute en la atención, el servicio y la hospitalidad.
En una relación voluntaria cuando las partes participantes tienen la posibilidad de acordar los términos y las reglas en las que se va a llevar a cabo esa relación, ambas esperan, a priori, beneficiarse de esa relación, las partes estarán mejor que antes de haber entablado ese acuerdo. Ahora cuando alguien extraño al acuerdo impone ciertas reglas que nadie consintió vienen los problemas y lo que era una relación libre y voluntaria se comienza a desnaturalizar.
Esto es lo que logra el estado, desnaturalizar las relaciones en el trabajo. La primera relación que desnaturaliza es la del empleador y el empleado. Cuando uno contrata a alguien espera que esa persona este bajo su cargo durante el horario laboral, sin embargo la legislación actual hace que contratar a un empleado genere más obligaciones que tener un hijo. Se presume que el contrato laboral es hasta la jubilación del trabajador, y en la mayoría de los casos en los que el empleador quiera despedir al empleado tendrá que pagarle una suma de dinero por los daños causados. Los daños corresponden a que el empleador no ha conservado a sus empleado hasta el final de su vida laboral activa.
Otra de las características de nuestra legislación que hace que no exista una vocación por ser servicial y amable, es la existencia de los llamados Convenios Colectivos de Trabajo (CCTs), convenios que son firmados por los representantes de los sindicatos y de las cámaras empresarias, por lo que de relación voluntaria, las relaciones laborales no tienen nada. El aspecto de los CCTs que más afecta al tema en cuestión son las escalas salariales definidas en los mismos. Es decir, el precio del trabajo, o sea el salario, es definido de manera cerrada por el sindicato y la cámara empresarial, la situación de empleados y empresarios es indistinta. Tanto porque hay empresarios que no pueden afrontar esos salarios, y también porque hay empleados que merecen un sueldo mayor o un sueldo menor que el definido en estos acuerdos. De esta manera se elimina la competencia en la estructura laboral interna, salvo por algunos adicionales, el salario en si no está relacionado con el servicio ofrecido, más bien con el acuerdo logrado por el sindicato. ¿Qué incentivo existe para tratar bien al cliente, para recibirlo con una sonrisa, aún cuando uno está mal, si al final del día le pagan lo mismo que el peor de los empleados? Ninguno.
El tercer factor que perjudica la atención al cliente está relacionado con la primera de las características principales que se mencionaban, la legislación incorpora fuertes desincentivos para el despido de los trabajadores, despedir a uno o varios empleados puede significar, para una empresa pequeña o mediana su desaparición. Esta situación disminuye aún mas las competitividad, en este caso ya no dentro de la misma empresa, si no respecto de los desempleados o los que quieren obtener ese trabajo.
En un mercado libre, un empleado no sólo está presionado por satisfacer las ordenes de su empleador, o sea brindar el servicio que demanda la gente, si no también está presionado por la posibilidad de que alguien que no tenga trabajo o que desee trabajar allí lo haga mejor que él, y de esa manera tenga que esforzarse verdaderamente para mantener su puesto seguro. Con esa protección que goza frente al despido, que genera un mercado laboral estático donde es más dificil conseguir trabajo para los que no tienen, se termina de eliminar cualquier factor de competencia que pueda llegar a influir en el rendimiento de su trabajo, en la amabilidad.
Al ser casi una relación impuesta por el estado, y por los sindicatos, a quienes el estado les comparte el «derecho» de usar la violencia en algunos casos, las diferencias que observamos en general entre los empleados del sector estatal y el sector privado son pocas. Solo algunas empresas se esmeran verdaderamente en atender bien al cliente, nada mas aquellas que intentan diferenciarse por el servicio.
Por último, y si bien no está estrictamente relacionado con las regulaciones laborales, son los impuestos, las regulaciones en general y la incertidumbre del régimen (regime uncertainty), la que generan una economía estática, sin competitividad ya no sólo limitado al ámbito laboral. Esta falta de competitividad hace que se deje de lado satisfacer al cliente, y se apunte a satisfacer a los burócratas en el cumplimiento de sus regulaciones, en el pago de sus impuestos y en intentar adivinar como va a afectar la próxima acción de gobierno a su empresa.
Si en Argentina no podemos disfrutar de ser tratados bien en un comercio, si tenemos que sentirnos humillados y someternos ante empleados que en su mayoría atienden desganados o que les preocupa poco la satisfacción del cliente, no tenemos que culpar a las empresas, ni a los empleados, sino a las desnaturalización de las relaciones sociales por el estado, que deja probado una vez más que la imposición nunca genera nada bueno.
Tal vez no sea el caso de estas empresas, pero tambien hay otras donde uno es un mercado cautivo fruto del privilegio que les da el Estado. Entonces darme un bien o mal servicio les da lo mismo. En servicios públicos, o falsos monopolios naturales, se da mucho. Pero ahora se esta expandiento a cualquier raro debido a la existencia de empresarios prebendarios.
La no-competencia en todos los aspectos fomenta dejar de enfocarse en el cliente para enfocarse en quien da el privilegio (el estado), pero asi y todo en sectores medianamente libres, la mala atención se debe principalmente a que los que implementan la política de empleo de cada empresa no son los empresarios, es el estado.
Quisiera comentar sobre algunas cuestiones que me hacen ruido:
1º: Decir que toda la atención al cliente es mala es generalizar sin razón. Además, me parece medio arbitrario echarle la culpa de eso a la falta de libertad de mercado. Yo podría decir también que esa mala atención viene de las pésimas condiciones de trabajo de los que atienden, o, en el caso de atención por reclamos, que a las empresas no les interese que se dé mejor atención.
2º: Todos condenamos al fascismo, pero atacar la legislación laboral entera porque el primer ensayo fue en la Italia de Mussolini es una falacia, porque no ataca al fondo de la cuestión (el liberalismo surge en Inglaterra, principal potencia bélica de la época).
3º: La «relación natural» entre empleador y empleado es de desigualdad. Desigualdad que más se agranda cuando más poderosa es la empresa. Por eso, en el ámbito laboral la libertad de contratación pierde equidad y con ello, sentido y justicia: el trabajador no puede imponer condiciones, no puede negociar. Ahí aparece la ley como instrumento de protección, equilibrando. No digo que sea perfecta, pero creo que es preferible antes que la libre contratación (si no, hay que ver las relaciones de trabajo anteriores a que exista legislación laboral).
4º: Siguiendo con lo anterior, la forma de equilibrar que tienen los trabajadores es la unión. Como libertarios, calculo (corríjanme si me equivoco), estarán a favor de la libertad de asociación. Así, los trabajadores unidos en sindicatos pactan los CCT, porque obviamente no pueden estar todos en todos los contratos particulares. De nuevo, esto no es perfecto, pero creo que es positivo. A modo ilustrativo: yo estoy dentro de convenio y un amigo no. Hacemos lo mismo para diferentes ramas de la misma empresa, yo gano un 40% más trabajando menos horas. La empresa puede darnos el mismo trato a todos pero prefiere no hacerlo. Si no existiera sindicato ni CCTs, ¿mejorarían las condiciones para alguno?. De paso: los dos tratamos bien a los clientes.
La verdad, eso es cualquier cosa. El punto 3 no tiene ningún tipo de sustento empírico. En los países con más libertad económica, sin sindicato, sin contrato colectivo y con un contrato que te agarrarías la cabeza estatista y te la darías contra la pared (sin vacaciones pagas, sin obra social ni seguro médico ni cosas por el estilo) trabajás mucho más relajado, con un sueldo mucho más alto, menos horas y con un nivel de vida muchisimo mejor.
Lo único que interesan son las TASAS DE CAPITALIZACIÓN. Si son altas, tu productividad es alta y recibís una remuneración acorde. Si son bajas, tu sueldo es una chotada, hay más desocupación, te tratan para el culo porque hay una fila de gente esperando para laburar, etc etc etc.
La coerción por parte de la policía del comercio y del trabajo, lo único que hace es destruir la posibilidad de que aumenten las tasas de capitalización, haciendo que los laburantes sean esclavos de los gremios (únicos o casi únicos y restrictivos gracias al mismo aparato estatista).
1. Creo que en algún lugar del post aclaro que no son TODOS, sin embargo la realidad indica que son CASI TODOS los lugares en los que hay mala atención al cliente. Las condiciones de trabajo, en general, no deberían impactar sobre la atención al cliente por el hecho de que la situación de mala atención es generalizada, se da en granades empresas y en pymes, se da en lugares que deben estar todos en blanco, y entre los que deben pagar para trabajar. Lo único que une a todos esos comercios es la legislación laboral.
2. No la ataco porque el primer ensayo fue de Mussolini, la ataco porque implica un atentado a los derechos individuales, porque es una legislación que perjudica al empleador, pero mucho mas a los empleados.
3. En los términos que presentas la situación, pareciera ser que existe cierta desigualdad entre la posición del empleador, y del empleado. Aunque, habría que diferenciar al empleador «Microsoft» del empleador «José, el almacenero», en realidad poco importa esto. La relación entre empleador y empleado no hay que verla de manera tan estrecha, en realidad se trata de muchos empleadores y muchos empleados, empleadores compitiendo entre empleadores para contratar las personas más adecuadas para ese trabajo, y los empleados compitiendo entre ellos para conseguir el mejor empleo, por lo que la relación a analizar es la de los empleadores entre si, y los empleados entre si. La desigualdad podría ser si un empleado X no necesita trabajar para vivir entonces accede a un puesto cobrando mucho menos que Y, que si necesita pero no le alcanzaría esa plata.
4. Por supuesto que los libertarios estamos a favor de la libertad de asociación, pero en el caso de los sindicatos no es sólo libertad de asociación, sino también que el estado les otorga cierto poder de coerción a los sindicatos, en otras palabras, cede parte de su monopolio de la violencia y autoriza a los sindicatos a jugar con sus reglas por sobre todos los demás, entonces muchas veces lo que se logran en esas negociaciones colectivas (que no son malas ni buenas per se, aunque el empleador debería tener derecho a desconocerlas) son resultados superiores a los que se darían en una relación laboral sin que este metida el estado, y por lo tanto perjudiciales para todos los demás, otros empleados, desocupados y consumidores.
Acá hay más sobre el tema, desde otro punto de vista:
http://juanramonrallo.com/10/06/2011/%C2%BFpara-que-sirve-la-negociacion-colectiva/
La atención al cliente es mala porque a la empresa no le importa el cliente hasta que lo pierde, con lo cual siempre trata de estar un poco por encima del servicio estatal pero no más allá xq generar un buen servicio representa un gasto adicional.
Y como vivimos en una sociedad individualista que no sabe luchar por sus derechos como consumidor las empresas abusan del hecho brindando el servicio más nulo o neutro posible.
Hasta que otro saque un mejor servicio dado hay consumidores insatisfechos dispuestos a cambiarse de proveedor. Es dinamico e infinito el proceso.
Ese es, por lo general, cómo funcionan las empresas: tratan de dar lo más pedorro que pueden al mayor precio que pueden (de acuerdo a quién se lo quieran vender, variará lo pedorro y el precio, obviamente, pero se mantiene la regla). No hay otra forma de alocar recursos escasos que esa.
Como dice Ramiro, si hay competencia, mejoran automáticamente los servicios ofrecidos, bajan los precios o ambos. Es hacer eso o fundir.
Cada protección, cada traba al emprendedor, cada mayor carga fiscal limita la competencia.
Ejemplo clarísimo y fácil: LCD 32″ en Garbarino $2899 (marca chotex armado en tierra del curro). LCD 32″ en Amazon, de una buena marca U$D 250, o sea $1250. Clarísimo oligopolio impuesto estatalmente.
Lo mismo se aplica para todo producto o servicio.
en el RNPA de vicente lopez hay una chica que es joven, está buena, y es muy buena onda. resulta que el RNPA está tercerizado y no son empleados públicos. CON RAZÓN!
Ves por todos lados que hay muchos lugares que faltan empleados, y conozco casos desde dentro.
y la razón es que aún perdiendo clientes, prefieren no tener conflictos gremiales que les van a hacer perder mucho más dinero.
Este es un país donde solo quien tiene espalda económica, abogados y contadores puede darse el lujo de emplear. Para todos los demás, emplear es una aventura que puede dejarlo en la ruina.
Es lamentable, porque pòr un lado está quien necesita dar empleo, por el otro lado quien lo necesita pero debido a las leyes laborales que permite juicios de cifras disparatadas; quien no tiene empleo se queda en la lona, y quien necesita darlo queda totalmente atareado y atendiendo mal a sus clientes.