Diario del Domingo

Algunas de las notas mas interesantes de este fin de semana:

Una pirámide vidriada de siete pisos: 350 millones de pesos. Un obelisco de 130 metros de altura: 37 millones. Un circuito internacional para carreras de autos: 50 millones. La réplica del Cabildo, con su plaza y Pirámide de Mayo: 14 millones. La lista, que incluye géiseres artificiales y el mástil más alto del país, entre otras obras, no deja lugar a dudas: en San Luis, atraer al turista no tiene precio.

Obra de un megalómano, que gasta millones y millones de pesos de la gente en obras que nadie visita.

El desequilibrio llegará, de no mediar cambios legales, aún cuando se tenga en cuenta que, según datos publicados por la Secretaría de Seguridad Social, 2,5 de cada 10 pesos con los que se pagan las jubilaciones provienen de impuestos generales, y los otros 7,5, de los aportes y las contribuciones vinculados al mundo laboral formal.

Esta segunda fuente de recursos, la genuina del sistema, se encuentra en problemas si se considera que, con 5.585.000 pasivos y 7.300.000 cotizantes regulares (según estimaciones basadas en datos de recaudación de la AFIP), por cada jubilado hay 1,3 trabajadores que contribuyen, contando asalariados, autónomos y monotributistas.

La gran estafa estatal, el sistema de jubilaciones, es un castillo de naipes. El problema no es el «esquema» es el sistema.

Según el rating promedio del último torneo –7 puntos– se puede afirmar que el fútbol estatal t iene 250.000 hogares seguidores . Como el Estado ya gastó $ 600 millones para el fútbol “gratis” en 10 meses, la cuenta da que hay $ 60 millones mensuales destinados a las 250.000 casas que miran los partidos, o $ 240 que salen del erario público por cada sillón que sintoniza canal 7 . Se trata de 8 veces más cuando la transmisión estaba en manos prvadas (los clientes del cable pagaban un adicional de $ 20 al abono para tener los partidos).

Mas que fútbol para todos, el fútbol lo pagan todos y los clubes la dilapidan.

Pero hay un daño menos tangible. Las prebendas del empresariado, su contubernio con el poder político, refuerzan un viejo prejuicio nacional: la presunción de que, detrás de la creación de riqueza por parte del empresario hay algo espurio, hay un pecado. Tal vez sea ésa la mayor barrera que debe sortear la Argentina para, de una vez por todas, superar el ignominioso escándalo de la marginación y la pobreza de muchos de sus habitantes.

Impecable.

Un premio para Manuel

Manuel trabajaba de cartonero para poder pagar sus estudios. Cuando la prensa hizo eco de su situación, comenzaron a llegarle ofertas de diferentes lugares para cambiar su vida. Por supuesto, como todas las veces que alguien muy popular se hace un lugar en los medios, apareció el gobierno de turno. Pero Manuel, lejos de elegir el camino más fácil, el que probablemente más seguridad daría a su vida, eligió uno un poco más complicado y que no depende de los impuestos pagados por los demás.

¿Fue sólo porque eligió la primer opción y le resultó muy tentadora? No lo se. Pero se que podría haber declinado la oferta dando lugar a una más conveniente (por lo menos a primera vista). Y no lo hizo.

Repetir la historia

Como suele hacerlo habitualmente, Roberto Cachanosky vuelve a dar en la tecla. Como venimos diciendo, no se puede consumir sin producir. No se puede tener vida de rico, si uno no produce las riquezas para solventarla. Y luego, los demás deben pagar las consecuencias.

¿Qué opciones pueden darse para consumir sin generar ingresos previos? En primer lugar, uno puede no generar ingresos y consumir ingresos pasados que están bajo la forma de ahorros. También puedo consumir utilizando el stock de capital acumulado. Vendo mi casa para irme de viaje y darme la gran vida, en la que consumo sin producir. Obviamente, si para consumir sin producir uso el ahorro pasado y el stock de capital, el consumo podré mantenerlo hasta que se me acaben los ahorros o el stock de capital acumulado que puedo vender.

Otra forma en que puedo consumir más en el presente, sin haber generado los ingresos correspondientes, puede consistir en endeudarme. Tomo crédito, consumo y en el futuro tendré que destinar parte de mis ingresos a pagar el crédito tomado?si es que pienso pagar.

Una tercera posibilidad es que para que alguien consuma se le quitan ingresos a otros sectores de la sociedad que sí los han generado. En ese caso, no es que el consumo se incrementa, sino que al que se le quita ingresos podrá consumir y/o ahorrar menos y el que recibe esos recursos podrá consumir sin haber generado ingresos. Es un juego de suma cero.

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