Los nazis de la pauta oficial y la libertad de expresión

La libertad de expresión es, sostenida, respaldada y garantizada por el derecho de propiedad, es uno de los derecho fundamentales en una sociedad libre. La posibilidad de expresarse es la posibilidad de presentar nuevas ideas, de discutirlas, de refutarlas, de adoptarlas, o de descartarlas, pero sin tener siquiera la mera posibilidad de expresarse ese debate sería inexistente.

Por eso mismo los gobiernos que quieren imponer sus ideas, perpetuarse en el poder, y anular cualquier tipo de surgimiento de ideas que puedan poner en riesgo su estabilidad, suelen atacar la libertad de expresión. A raíz de esto los liberales y libertarios somos acerrimos defensores de la libertad de expresión, ya que cualquier tipo de margen que se le permita al gobierno para avanzar sobre la regulación de las ideas, es abrir la puerta para anular determinadas expresiones. Ya lo decía Thomas Jefferson, «es preferible una prensa sin gobierno, que un gobierno sin prensa.»

Que uno defienda el derecho a la libertad de expresión, no implica que esté de acuerdo con lo que se expresa, la libertad de expresión está concebida especialmente para las ideas en la que no estamos de acuerdo. Sin embargo, desde el liberalismo entendido  como el respeto irrestricto por los planes de vida de los demás, podemos desaprobar ciertas expresiones que se contraponen a esa definición y al mismo tiempo respetar el derecho a expresar esas ideas.

Ayer, en el Suplemento «No» del diario Página/12, apareció una tira cómica llamada «Una aventura de David Gueto» de muy mal gusto:

 

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Este es uno de los casos en los que podemos observar con claridad, una tira cómica, que no tiene nada de humor y además puede resultar ofensiva para algunas personas, y aún así la persona se ve amparada a la libertad de expresión del diario Página/12.  Que el gobierno le prohiba a Página/12 publicar este tipo de cosas, implica avalar un ataque contra la propiedad privada, además de sentar un peligroso precedente como es permitirle al gobierno que las ideas molestas sean suprimidas del debate. La libertad de expresión está justamente para esas ideas que más nos molestan.

Ahora bien, no todo es tan sencillo como parece. Página/12 no es cualquier diario, es, como la mayoría de los medios, un medio que recibe publicidad oficial. O sea, parte de su financiación (y en el caso de Página/12 ha tenido trato preferencial respecto de este tema) proviene del gobierno, en otras palabras, los taxpayers (contribuyente la voy a sacar de mi diccionario) están obligados a financiar este tipo de expresión. Esto genera un conflicto para el que es ofendido por el no-humor de Sala (porque ni siquiera es gracioso), o por la temática empleada, porque está de todas maneras aportando, forzosamente, a la estabilidad financiera del diario. Aunque uno deje de comprarlo o se organice un boicot para dejarlo de comprar, el diario seguiría recibiendo una porción de esos fondos gracias a la llamada pauta oficial.

Por todo esto, para poder garantizar la libertad de expresión, es fundamental que el gobierno y la prensa vayan por caminos diferentes. Cualquier intento de regulación, ya sea una ley de medios, la regulación del uso del papel, el uso de supuestos conflictos sindicales para bloquear plantas de diarios, y  demás, por mas bienintencionado que sea, abre la puerta para el manejo, control, y filtro de la prensa por parte del g0bierno, y pone en peligro el saludable ejercicio del debate de ideas.