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Consecuencias indeseadas, en todas partes
El afán de los reguladores de dictar como cada individuo debe vivir su vida es, desde el vamos, una actitud aborrecible. Los resultados de las políticas para controlar la vida de las personas, muchas veces en nombre de su propio bien, son todavía peores. En Estados Unidos tienen un problema con la obesidad, y en vistas a prevenirla, el distrito escolar de L.A. modificó las comidas disponibles en los comedores escolares, eliminando los rastros de alimentos altos en grasas, nocivos para la salud de los niños. Es difícil pasar de tener una dieta que consista en la llamada comida chatarra a pasar a almorzar pasto y leche, los efectos fueron los siguientes:
Muchas de las comidas están siendo rechazados en forma masiva. La participación en el programa de almuerzos escolares ha disminuido de forma considerable. Los directores informan de residuos masivos, con cartones de leche sin abrir y platos sin ser comidos que se tiran. Los estudiantes están abandonando el almuerzo, y algunos dicen que están sufriendo de dolores de cabeza, dolores de estómago e incluso anemia. En muchas escuelas, está creciendo un mercado clandestino de papas fritas, dulces, hamburguesas de comida rápida y otros platos tabú…
Iraides Rentería y Mayra Gutiérrez ni siquiera se molestan en hacer la fila. Iraides dijo que la comida de la escuela ya la hizo vomitar, y Mayra llama «cosas desagradables, podridas». Entonces, ¿qué comen? Las jóvenes sacan tres bolsas de chizitos y una gaseosa de sus mochilas.
«Esta es nuestra comida diaria», dice Iraides. «Estamos comiendo más comida chatarraya que el año pasado».
Esto no nos dice tanto sobre los hábitos alimenticios de los americanos, como de la ley de consecuencias indeseadas. Los funcionarios se creen muchas veces que por poder firmar un decreto puede afectar la realidad, y que ellos pueden influir con su pluma en las conductas habituales de las personas, un acercamiento a estos problemas muy superficial que no analiza las causas subyacentes, de por qué suceden las cosas. En Argentina, está actitud es una constante, el opocialismo (oposición + oficialismo) proponen leyes para avanzar con su agenda, como si fuese lo que faltaba para corregir las cosas que están mal.
Este es un excelente ejemplo del que los políticos deberían aprender, sea en grandes o en chicos, sus absurdos decretos y medidas, por más bienintencionados que sean, tienen consecuencias indeseadas que nunca están dispuestos a reconocer.
(Vía Hit & Run)
El problema con este tipo de regulaciones, igual que por ejemplo contra el uso de drogas o alcohol o prostitución, es que atacan el problema desde el lado equivocado. Apuntan a controlar la oferta, cuando en realidad el «problema» está en la demanda.
Recién cuando los americanos cambien sus preferencias alimenticias por voluntad propia, es cuando los colegios van a poder variar el menú sin que sucedan estas cosas…
Reformatorios para los niños que no coman sus brócolis y persecución a los vendedores de chizitos podrían ser una excelente solución.
Bala diría la Dr. Pignata.