Culebrón y Macumba
Creemos que evolucionamos, que aprendemos, que nuestras sociedades se hacen cada vez más modernas, refinadas y sofisticadas. Pero esto es solamente una pantalla. Una flagrante mentira que la mayoría de las personas se dicen a sí mismas para convencerse de que no son más que los mismos supersticiosos que pensaban que sacrificando una gallina a los dioses iban a obtener una mejor cosecha.
Vengo siguiendo de cerca el tema de Venezuela y la enfermedad/muerte de Chávez y lo que me queda cada vez más claro es que nos estamos sumergiendo en un primitivismo y un oscurantismo cada vez más grande.
Supongamos que el administrador de nuestro edificio contrae una enfermedad muy grave. Incluso mortal. ¿Se le ocurriría a alguna persona en su sano juicio esperar a su recuperación y que las decisiones diarias sobre su edificio queden en manos del cadete? ¿O simplemente expresa sus mejores sentimientos de mejora a la familia del mismo, rescinde el contrato y le entrega la tarea a otra persona?
¿Se le ocurriría a alguien darle la administración de un fondo fiducidario millonario a una persona que está mortalmente enferma y tiene que utilizar todo su tiempo y esfuerzo en tratamientos cuasi diarios?
Definitivamente no. Porque entendemos que para realizar todas esas funciones es necesario contar con plenas facultades físicas y mentales.
Si tenemos esto claro, ¿cómo es que cuando se hace en la esfera pública en nombre de la “democracia” las sociedades muchas veces toman el enfoque totalmente opuesto?
Ya sea porque está muerto, porque está viviendo de las máquinas, o porque está muy grave con algún tipo de recuperación posible, Chávez no puede seguir siendo presidente de Venezuela. Y debería ser la inmensa mayoría de los venezolanos los que reclamen esto. Y no me refiero a que no puedan tenerle estima o pensar que fue el mejor gobierno que han tenido. Simplemente que, así como no le das a una persona que está pasando por una experiencia traumática (muerte reciente de un familiar, enfermedad terminal, etc.) la administración de tu edificio, mucho menos le das la administración de la recaudación pública y la posibilidad de influir en los destinos de los habitantes de todo un país.
No existe ninguna diferencia entre que Maduro desde Cuba esté haciendo de presidente en ejercicio, supuestamente ejecutando las órdenes de Chávez (mientras no dan ninguna prueba de que esté remotamente vivo o en qué condiciones está), con un brujo de la tribu dando órdenes porque los dioses supuestamente le hablaron al abrir las tripas de un animal.
Un presidente no es electo por “quién es”. No se es presidente por la sangre que corra por las venas o el código genético que se porta. No puede asumir la presidencia alguien en estado vegetativo (o demasiado consumido). No puede ser interpretada la voluntad de un cuerpo por parte de sus discípulos. Para tener una democracia, no basta con poner papelitos en una urna para elegir a una pseudo-deidad. La democracia asume un contrato entre dos partes: delegación de poder sobre una persona específica (o un conjunto, o una cadena), a cambio de servicio y administración.
La constitución de Venezuela es bien clara: en caso de que el presidente electo no pueda asumir, hay que llamar a nuevas elecciones. En caso de que el presidente dimita o muera durante los primeros tres años de mandato, hay que llamar a elecciones. Ante cualquier otro escenario, estamos ante una ruptura del orden constitucional. Y cualquier gobierno que no llame a elecciones, será un gobierno de facto, que no significa más que “un gobierno de hecho”.
Existen básicamente dos razones por las cuales la totalidad de los venezolanos no están exigiendo a gritos y en las calles ver las fotos del estado de su actual presidente, que a la vez debería asumir en un par de días:
a) Tienen miedo de algún tipo de represalias por parte del gobierno.
b) No entendieron qué era la democracia y han vuelto a la macumba y al oscurantismo de hace por lo menos cuatro siglos.
Y en ninguno de los casos podemos hablar de que en Venezuela exista, entonces, una democracia moderna.
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