Power to the people
Más de una vez se ha expresado en este blog nuestras ideas sobre el Estado, las políticas impositivas y la inmoralidad de iniciar la fuerza sobre una persona o su propiedad.
Hoy voy a proponer ir un paso antes y es, solamente, invertir la pirámide de cómo se recaudan los impuestos.
En la actualidad, la mayoría de los impuestos son recaudados por la AFIP y el ANSES: IVA, Ganancias, Bienes Personales, Importacion, Exportación, Retenciones, etc. Este dinero se concentra en manos del Estado Nacional, que luego coparticipa una parte a las provincias, que a su vez distribuirán una parte en los municipios. También hay una pequeña cantidad de impuestos provinciales y municipales.
Para una “República Democrática, Representativa y FEDERAL” esto no es de mucha ayuda. Las personas eligen a sus representantes de los tres poderes a nivel local, regional y nacional, pero los recursos con los que se mantendrá la estructura estatal están en las manos, únicamente, del Estado Nacional.
Esto, junto con la posibilidad de que el Estado Nacional administre una cantidad de fondos de manera totalmente arbitraria y sin rendirle cuentas a nadie es muy perjudicial para el federalismo y para la democracia.
Y dado que los “representantes” se llenan la boca hablando de los milagros de la democracia y cómo la democracia es lo mejor que le pasó a la humanidad, voy a hacer unos planteos a ver si pueden ser congruentes con los mismos:
Democráticamente elegimos a un representante regional (gobernador) cuyas ideas políticas son opuestas o tienen grandes diferencias con las del representante nacional (presidente) y que la totalidad del poder legislativo nacional.
Los recursos del Estado, pagados por las personas, se convierten entonces en un arma de fuerza y presión de los gobiernos nacionales sobre los provinciales y los locales.
No te sigo. ¿Cómo es esto? Fácil. Todos los recursos van a parar a las arcas nacionales. A fin de que la administración regional fracase, el gobierno nacional podría:
a) Entregarle los fondos provinciales más tarde de lo que se los necesita.
b) Cambiar, mediante la legislatura, la cantidad de fondos que le corresponde a cada provincia y dejar a los gobernadores de partidos contrarios con una cantidad de fondos desproporcionada respecto de lo que recauda.
c) Entregar fondos a provincias de su partido a fin de que subsidien ciertas industrias en perjuicio de una provincia vecina de la oposición.
Claramente nadie puede defender a la democracia y no estar de acuerdo con que si la gente votó a ciertos representantes regionales, éstos deben ser respetados por el gobierno nacional y éste no puede organizar algún tipo de “golpe institucional” o “desestabilizar “ a los gobiernos provinciales. Esto es justamente lo que sucede cuando toda la guita está en una gran bolsa que administra un grupo de personas.
Para evitar golpes y desestabilizaciones, se propone que los impuestos sean cobrados y administrados directamente en los municipios. Dado que seguridad, justicia, obras públicas, salud, educación y asistencia social son administrados localmente, tiene todo el sentido del mundo que los recursos para financiarlos sean también recaudados localmente.
A su vez, los municipios le enviarían una parte de los recursos a sus provincias, para todo lo que no puede hacerse localmente: rutas y autopistas provinciales, obras de energía, etc. Y las provincias tributarían también al Estado Nacional para lo que no se puede hacer regionalmente: comunicación de rutas provinciales, justicia de niveles superiores, relaciones internacionales, etc.
Por un lado, esto generaría responsabilidad sobre las personas que recaudan y administran los impuestos. Si tu intendente te está cobrando 30% de IVA y tu ciudad está llena de pozos, chorros que entran y salen y los juicios entre privados tardan siglos, se junta una turba iracunda de vecinos y va a pedirle explicaciones al mencionado señor. Y nunca puede tener una excusa de que “no hay fondos / no me mandaron la plata / esto lo tiene que hacer el Estado Nacional”.
Asimismo, cada municipio podría administrar y generar políticas fiscales para beneficiar a su población: bajar impuesto a las ganancias, subir el mínimo no imponible y dar excenciones impositivas para algunos tipos de industria a fin de que se radiquen inversiones en la zona. Ni que hablar de bajar el IVA, por lo menos en algunos productos, haciendo que las personas con menos recursos sufran menos sus efectos.
Descentralizar el dinero reduce el poder que tienen los “gobernantes” sobre las personas. Una intendencia que asfixie a las personas con impuestos para eternizarse en el poder con clientelismo, simplemente perderá a los ciudadanos que más riqueza generan. Se mudan todos a la ciudad de al lado a 60Km y listo.
También se reduce el poder que gobernadores y presidentes tienen sobre los intendentes. Ahora la bolsa está en las otras manos, así que el gobernador depende de los intendentes y tiene que portarse muy bien y llevar una buena gestión si quiere tener los recursos. Y exactamente sucederá lo mismo con la presidencia. Si las tres provincias que más aportan tienen importantes negocios con Brasil y al presidente de turno se le ocurre por capricho cortar las relaciones, trabar las aduanas o lo que sea, las personas no tienen más que presionar a sus intendentes, que presionarán a sus gobernadores, que presionarán al presidente para que se deje de romper o no hay mas guita.
¿Y qué pasa si las provincias se ponen de acuerdo y “desestabilizan” al Estado Nacional?
Dado que la mayoría de los servicios y organización están en la base de la pirámide, no habría casi razones para hacer algo así. Y si hubiera alguna movida, tendría que ser organizada por las provincias, donde tendría que ser organizada por los municipios, donde tendría que ser organizada por las personas. Y si las personas no están de acuerdo con sus representantes, porque, por ejemplo, se vuelven locos y quieren romper relaciones con todos los países, tienen todo el derecho a removerlos. Por eso el país es una Democracia representativa.
¿Y qué pasa cuando una provincia tiene una catástrofe como inundación, sequía o mala cosecha?
Primero y principal, podría bajarse la cantidad de impuestos que se recaudan, para paliar la crisis sobre los sectores más necesitados. Después, podrían pedirse préstamos a otras provincias o municipios que justo hayan tenido superavit o que tengan políticas de ahorro de algún tipo. O préstamos a privados, o pago adelantado de impuestos con una quita a futuro o lo que sea necesario. Las posibilidades son infinitas.
¿Y esto no debilitaría al Estado?
Personalmente no entiendo bien cuál es el sentido de tener “un Estado Fuerte”, salvo para combatir a algún ejército extranjero que venga a expropiar o esclavizar a las personas.
Por otro lado, no necesariamente sería un Estado Débil. Tal vez habría algunos municipios que provean servicios de calidad con los impuestos y la gente los acepte, y otros que privaticen gran cantidad de cosas porque así ven sus ciudadanos que es lo mejor. Así, además de ser fuerte, la organización se vuelve extremadamente flexible, cualidad muy útil para tiempos de crisis.
Seas anarquista, liberal libertario, liberal clásico, conservador, progre o socialista, no podés negarte a hacer la prueba de algo así. Si tu ideología es la mejor para las personas, las ciudades que más se acerquen a ella evidentemente serán las más prósperas y el resto las irán copiando.
Así que, como decía Lennon “Power to the People”, que cuando se le dio el poder a un grupito chiquito así le fue al mundo.
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