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La isla de los derechos
Beatriz Sarlo, en su editorial en La Nación, dice:
«Hoy, en cualquier lugar del mundo, afirmar la primacía absoluta de los derechos individuales (yo hago lo que quiero con lo mío) es una versión patética y arcaica de lo que se cree liberalismo.»
La realidad es que la primacía sí es absoluta. Cuando hablamos de moral, no pueden existir relativos. Algo es moral o es inmoral, sin importar el contexto.
(Eso sí, Beatriz acierta en esto de que no se puede desprestigiar un reclamo porque venga de la clase media. Al fin y al cabo, todos tenemos los mismos derechos).
Para analizar algunos de los derechos por los que se reclama, nada mejor que recurrir al método científico y hacer un caso “de laboratorio”. Las islas desiertas son idóneas para esto, puesto que están aisladas, no traen bagage histórico, tienen poblaciones pequeñas, y relaciones no muy complejas.
Contexto: 10 personas sobreviven a un naufragio y llegan a una isla desierta.
(Los sucesos a continuación no tienen un orden cronológico muy lógico, si me permiten la rima, pero ponerlos en esta sucesión ayuda a establecer los derechos individuales en el orden que corresponde.)
Supongamos que son 7 hombres y 3 mujeres. Pasan los días, y a los hombres les pica el bichito del amor, o les sube la libido, y proponen que todos tengan sexo con las 3 mujeres. Como son gente democrática, igualmente, lo someten a votación: 7 votos a favor y 3 en contra. ¿Puede la democracia —en el nombre del “bien común”— pasar por encima de los derechos individuales de esas 3 mujeres? La respuesta es NO. Esas mujeres son dueñas de su cuerpo, y son las únicas que tienen poder de decision al respecto de cómo se usa (claro, siempre que no vulneren derechos ajenos).
Sigamos. Uno de los náufragos, muy proactivo —llamémoslo Juan Emprendedor—, decide salir a buscar algo de comer. Vuelve con una canasta llena de frutas, para subsistir el resto del día y mitad del siguiente.
Si el resto, que prefirió quedarse tirado al sol sin hacer nada, tiene hambre… ¿puede votar para expropiarle las frutas a Juan, ganadas legítimamente con su propio esfuerzo? Si votan que sí, y Juan en un rapto de inteligencia decide comerse las frutas antes de que lo alcancen —convirtiéndolas en parte de su propio cuerpo, que ya establecimos que no se puede tocar—, pueden optar por comérselo a él, para acceder a las frutas? Las frutas, fuera de su cuerpo, ¿son de Juan?
Alguien podría objetar que no, que la propiedad termina en los límites del cuerpo. Vamos con otro caso, entonces, de lo que está inmediatamente pegado al cuerpo: la vestimenta. María Emprendedora decide fabricarse un taparrabos-bikini para andar por la isla. Sin embargo, los 7 hombres deciden que es mejor para el bien común que María ande desnuda por la isla, para deleite visual del resto de la sociedad. ¿Tienen derecho a expropiarle su vestimenta —que es suya— o a obligarla a algo, por más que sea fuera de los límites de su propio cuerpo? Ustedes me dirán.
Un último ejemplo, para hablar ahora de los “derechos positivos” (cosas que alguien te tiene que dar).
Por más que el clima acompaña, y todos en la isla están disfrutando del veranito, Juan Emprendedor es —además— previsor, y piensa que en cualquier momento podría llegar una tormenta tropical, con lo cual es hora de tener un refugio. Se acuerda de eso que en el continente los progres habían definido como “derecho a una vivienda digna”. ¿Qué significa esto?¿Tiene que sentarse a esperar que el resto del grupo le construya una vivienda? Viendo que pensar en el asunto no le va a resolver nada, pide ayuda a uno de sus compañeros, que tiene algo de experiencia en supervivencia, y se construyen un pequeño refugio para los dos (con su propio esfuerzo, sacrificando tiempo y energía que podrían usar en tomar sol, mirarse el ombligo, o tratar de aparearse con las hembras).
Como era de esperarse, algunas semanas después llega el primer diluvio, y el resto del grupo, empapados y asustados por estar en la jungla en medio de la tormenta, quieren entrar en el refugio. Pero, desgraciadamente, no hay lugar para todos. ¿Esto le da el derecho a la mayoría, que se encuentra en estado de necesidad, de expulsar a Juan y a su co-propietario de la vivienda?
(cualquier similitud con el episodio de Los Simpsons en que echan a Flanders de su propio refugio anti-cometas es pura coincidencia)
Así es como se llega, en un caso de laboratorio, a la conclusión de que uno es dueño de su cuerpo y del fruto de su trabajo, y que la voluntad de las mayorías no puede posicionarse sobre esos derechos.
Lo mejor, por supuesto, es leer al final de la nota: «Por pedido de la autora, esta nota no está abierta a comentarios». Aparentemente ella no quiere ser cuestionada ni discutida en lo absoluto, está bien, es su derecho individual.
Detestable aquella gente que habla por todo el mundo para criticar a alguien. Solo con esto demuestra una gran ignorancia respecto de lo que cree entender, el liberalismo.
Mi opinión personal es que uno tiene una responsabilidad con lo que tiene. Que no es que «hay que hacer lo que uno tiene ganas porque es de uno». Hay que hacer lo correcto, por lo menos lo que uno piensa que es correcto.
Pero esto no deja de ser una postura personal y hasta subjetiva respecto de lo que es correcto. Por eso, como mis fines no deben traspasar los medios, lo que yo piense respecto de las pertenencias de otros no puede traspasar el límite de las palabras.
Sinceramente no me gustan los ejemplos de isla desierta porque carecen de muchas variables que existen en la realidad. Pero lo de Sarlo es paupérrimo.
La refutación es muy fácil. Esperen dos o tres artículos más de ella y van a ver cómo se contradice.
Me encantaría leer una versión con esas variables!
Como garpa el simplismo para los liberaluchos de manual.
Creo que este razonamiento de la isla desierta para obtener conclusiones que se puedan extrapolar a la realidad (que es mas amplia, variada y compleja que la isla desierta) es falaz porque deja afuera varios ejemplos que habria que considerar. Uno de ellos, podria ser, (por ejemplo, valga la redundancia): ¿Que pasa si Juan Emprendedor decide que cierta parte de la isla es de su propiedad,y la delimita clavando cuatro estacas o palos en sus bordes para que todos sepan que es suya? ¿Y si al hacerlo elije una parte donde están la mayoria de las frutas o cocos o arboles que den sombra? ¿Tienen los demas derecho a decirle J.E. que dado que los bienes son escasos y todos lo necesitan, su propiedad privada a va ser limitada por las necesidades de los otros? –> Eso sería un problema interesante a resolver.
Otro caso sería: que sucede si uno de los habitantes de la isla decide construirse un tambor para hacer musica y pasar el tiempo ¿tiene derecho a tocar su tambor en las proximidades de los otros (digamos, en la parte mas linda de la playa y que todos usan para refrescarse y tomar sol)? ¿o su libertad sobre el uso que hace de su tambor está también limitada?
Hoy en día, es efectivamente ridiculo afirmar que los derechos de propiedad privada son absolutos; cuando existen determinados usos de esa propiedad privada que pueden afectar los derechos de los demás; precisamente porque no vivimos aislados, sino que compartimos todos la misma isla: la sociedad en que vivimos es nuestra gran isla.
Te contradecis en el mismo post. Para ser «simplista» y «falaz» no estuvo tan mal el ejemplo de la isla. Digo, al final los 2 ejemplos «ultracomlejos» que trajiste pasan en la isla…
Juan,
La misma pregunta va para los que dicen que las cosas son de todos. Para eso necesitan que haya un gobierno colectivista y opresor. Con que uno no esté de acuerdo con que las cosas son de todos, se necesita represión para imponer eso.
No es en el ámbito político donde se discute la propiedad, es en el ámbito moral. La propiedad es necesaria para la supervivencia del individuo, dado que tiene que razonar y trabajar para conseguirla. Si alguien en esa isla planta un árbol, lo hace porque es su único medio de supervivencia. El único medio de supervivencia para el individuo es la razón, y no se puede impedir a otro ser humano que piense y que actúe en consecuencia para sobrevivir. Si alguien quiere algo del producto del trabajo ajeno, hay dos opciones: el intercambio libre y voluntario entre las partes, o la represión y el robo. Y desde un punto de vista mora, no hay ninguna explicación racional para decir que el robo es algo que está bien. Tampoco vale la típica frase: «el árbol plantado es de todos porque es parte de la naturaleza, y la naturaleza no es de alguien en particular». Esa frase tiene dos problemas: el primero es que se vuelve a una discusión política, que no es válida. El segundo, es que ese árbol plantado tiene trabajo incorporado, y lo que es todavía más importante, tiene un conocimiento previo que permitió que ese árbol se plantase. Cualquier tipo de capricho, sentimiento para justificar el robo, es nesariamente poner a la emoción por encima de la razón.
Ahora bien, ¿quiere decir esto que X tiene derecho a quedarse con toda la isla cuándo el quiere porque es su medio de supervivencia? Rotundamente, no. Tiene que haber una razón objetiva, demarcada por los hechos de la realidad (haber pensado y actuado para producir un medio para satisfacer una necesidad sin perjudicar a otro). Ejemplo, uno puede quedarse con la tierra necesaria para cultivar la huerta que uno descubre por sus propios medios. Pero eso no le da derecho a quedarse con todo el planeta tierra por haber sembrado un pedazo de tierra. Tal cosa como la propiedad intelectual no existe y es una terrible contradicción a la propiedad privada. Uno sólo es dueño de lo que produce y de aquello que ocupa para producir o satisfacer sus necesidades, sin violar el derecho de los demás. Es decir, tiene que haber una razón objetiva (el hecho de que para sobrevivir es necesario pensar y trabajar), no un capricho o un sentimentalismo barato, o una creencia religiosa que de «derecho» a algo.
Y nose Raul fijate que diria Prhoudon (seguro que no conoces los origenes de este forma de pensar)
Juan podria ser un tipo con una velocidad super humana y estar usando todos todas las frutas de la isla para hacer jaleas por ejemplo