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Siervos del Estado

Las situaciones en las que nos sentimos viviendo en libertad son cada vez menos, cada nueva ley, cada nuevo decreto, cada nueva regulación, disminuyen un poco más nuestra autonomía, la capacidad de decidir cada uno su propio curso de vida, y quedamos a merced de las imposiciones del estado.

Claro que, con el transcurso del tiempo, tendemos a naturalizar esa falta de libertad para poder seguir viviendo nuestras vidas del modo más normal posible. Al fin y al cabo uno no puede dedicarle 24 horas a la revolución libertaria. Además del interés  que podamos tener en vivir en una sociedad libre, y de haber adoptado el avance de las ideas de la libertad como una parte importante de nuestras vidas, es necesario buscarse un sustento, y lo más importante distenderse cada tanto de todos los males que emanan del estado. 

El abogado Rex Curry, junto a miembros del Libertarian Party, y a Lady Liberty y su antorcha, queman tarjetas de Seguridad Social mientras llaman a terminar con la numeración de la esclavitud socialista.

Por todo esto muchas veces tendemos a olvidarnos como el estado se inmiscuye en los pequeños hechos de todos los días, y comenzamos a considerar normal aquello que si es analizado en forma aislada y detenidamente es una aberración, es la perversión de una sociedad que se maneja de forma voluntaria, en una que sólo entiende de imposiciones. Es la invisibilización del estado.

A Leonela Zambito no le pasa lo mismo. Por omisión más que por acción, ella, nota todos los días el poder que ostenta el estado, y como no somos individuos libres sino más bien vivimos bajo la condición de siervos de los gobernantes.  La Nación nos cuenta su historia:

Leonela Zambito tiene 21 años, pero no existe. al menos para el Estado. Por un error en la impresión de su DNI, esta joven rosarina está imposibilitada para votar, hacer trámites o salir del país.

Su partida de nacimiento termina en 732, pero por un error su documento termina en 733. Esto quiere decir que el titular de su documento es otra persona, mientras que el suyo carece de validez para realizar cualquier tipo de trámite oficial.

«Yo estoy impedida de votar, no puedo sacar el permiso de conducir, ni casarme ni sacar un crédito, porque no existo», explicó Leonela a TN.

«Ella no puede sacar un pasaporte ni salir a países limítrofes. Yo hice bien las cosas y ahora me encuentro con que mi hija es una NN», añadió la madre.

Leonela es una muerta civil. No puede ejercer sus derechos más básicos, como la libre circulación, por el hecho de no poseer una libreta que consigna sus datos, por no pertenecer a esa gran base de datos, injustificable en una sociedad libre. Ni hablar de transmitir derechos de propiedad, asociarse libremente, y más.

Todos los días pequeños actos están contaminados por el estado. Comprar un cigarrillo suelto está prohibido, mucho menos que en un kiosco te den fuego, para pagar con tarjeta de crédito hay que presentar ese librito (o tarjeta) mágico que parece que es la puerta de acceso a nuestros derechos,  caminamos por las calles mientras nos observa el ojo del gobierno, sabemos que tenemos que comprar alcohol hasta determinada hora, y al final del día, cuando llegamos cansados y queremos tomar una aspirina u otra para aliviar ese dolor de cabeza constante que genera él estado, en el mejor de los casos tenemos que caminar hasta la farmacia más cercana (y no al kiosco de la esquina) y en el peor de los casos pedirle un papel a una persona que nos diga que podemos consumir o dejar de consumir.

Con el caso de Leonela queda en evidencia como vivimos de prestado en nuestra propia casa, como es el estado el que en última instancia tiene el poder absoluto en todos los aspectos de nuestra vida, y los argentinos, que en general son bastante sumisos ante las constantes usurpaciones de poder.