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Repsol y la propiedad privada


Kirchner y Brufau, CEO de Repsol, en los viejos buenos tiempos.

Los liberales por definición son (somos) defensores de la propiedad privada, ya sea porque consideran que la propiedad es un derecho inherente a las personas, o porque respetar los derechos de propiedad tiene como resultado un mayor bienestar para la sociedad, el concepto de defensa de la propiedad privada es un punto en común que comparten los liberales de todas las ramas. Las diversas ramas del liberalismo no son ni más ni menos que diferentes interpretaciones de qué es la propiedad y que derechos tiene uno sobre ellas, pero todas ella son atravesadas por ese concepto de la propiedad privada.

Sin embargo, esto no quiere decir que la propiedad privada sea un valor absoluto a defender, sin importar el contexto, la historia, o cualquier otra circunstancia relacionada con aquél derecho de propiedad en particular. Los liberales, en palabras de Rothbard, no defienden cualquier tipo de propiedad privada, si no la propiedad justa: 

     Thus, we cannot simply say that the great axiomatic moral rule of the libertarian society is the protection of property rights, period. For the criminal has no natural right whatever to the retention of property that he has stolen; the aggressor has no right to claim any property that he has acquired by aggression. Therefore, we must modify or rather clarify the basic rule of the libertarian society to say that no one has the right to aggress against the legitimate or just property of another.

La expropiación de YPF, sin ninguna duda se trata de un atropello de los derechos de propiedad de Repsol, el único socio expropiado, cuyas consecuencias, a pesar de lo que digan desde España, serán duras para la empresa. Aún más duras son para los argentinos, ya que este tipo de acciones generan inseguridad entre aquellos dispuestos a invertir en el país y generar riqueza. Me corrijo, no es que anteriormente existía un clima de seguridad para las inversiones, pero la expropiación  de YPF, en términos políticos,  está un escalón más arriba que el ya habitual intervencionismo estatal. Ni hablar de las consecuencias prácticas de una petrolera estatal, que incluye casi segura escasez de combustibles y deficits millonarios.

Guillermo Covernton, profesor de economía en la UCA Rosario, en su análisis de la expropiación publicado por ESEADE describe la misma de la siguiente manera:

«Están robándole a una persona privada, a un civil cualquiera, argentino o extranjero, detalle que no hace ninguna diferencia, un activo que ha comprado genuinamente, pagando por él con el fruto de su trabajo, con sus ahorros, o con capital tomado a crédito, y que debe devolver a los ahorristas que se lo confiaron»

¿Está Covernton en lo correcto al calificar a Repsol como un civil más? Adelanto la respuesta: no.

El estado cuando cobra impuestos, expropia, impone regulaciones, y toda actividad intervencionista en general, está de alguna forma u otra violando propiedad privada, el cobro de impuestos es la más alevosa y la que algunos liberales la consideramos una actividad criminal, similar a un robo. No importa, como diría Covernton, si se trata de un civil argentino o extranjero, o de un grupo de personas que deciden asociarse para desarrollar una actividad económica, una expropiación es un robo, incluso si la empresa es indemnizada: el ladrón que te roba todo y te deja $100 para un taxi no deja de ser ladrón.

No obstante, Repsol no es simplemente un civil argentino, o extranjero, o una sociedad comercial que se desarrolla en el mercado. Repsol, desde que puso pie en Argentina no pensaba desarrollarse como un participante más del mercado. Desde el vamos el proceso de adquisición de YPF fue turbio, y posteriormente Repsol no fue víctima de la intervención estatal, si no más bien un estrecho aliado de los sucesivos gobiernos incluso este, el expropiador. Repsol es una empresa non-sancta.

Esta idea no implica apoyar una expropiación a Repsol, pero pone las cosas en su lugar. Repsol antes, durante y después de la adquisición de YPF tuvo manejos pocos claros, y como ex-empresa estatal, privilegios del gobierno español. La expropiación no va a reparar esos desmanejos, por eso no hay tengo ningún tipo de interés en defenderla. Ofrecer como principal razón para oponerse a la expropiación es que Repsol es una simple víctima del estado tampoco es adecuarse a la realidad, la legitimidad de la propiedad de Repsol sobre YPF es dudosa.

El punto fundamental por el que la expropiación es perjudicial es las consecuencias respecto de la incertidumbre que genera invertir en la Argentina, la administración de justicia, el respeto por el cumplimiento de los contratos, y la propiedad privada. En este caso no hay ninguna víctima, Repsol se ha visto beneficiada durante años de favores estatales y hoy le aplicaron algo de su propia medicina.