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quisiera intensamente creerlo, pero no puedo, las señales que percibo a través de mis sentidos me dicen lo contrario
Probablemente el graffitero está pintando en propiedad privada de alguien. Si ese es el caso, la hipocresía salta a la vista.
Mike@,
la pared era propiedad pública. No se cómo tomarlo…
Buen post dominical.
Igual jugaría mi vida a que el tipo que escribió la pared tiene un pensamiento diametralmente opuesto al de uds.
Seguramente así sea, pero: ¡Soñar es gratis! (por suerte, no vaya a ser cosa que al Estado se le ocurriera subsidiarlo)
Jugate la vida por cosas más importantes :)
Claro, como el libre mercado.
O en todo caso hago un blog con ideas liberales donde el egocentrismo es prisma de vida.
Saludos
No, claro que no… Seguramente sea mejor pedirle a todos los habitantes del mundo que renuncien a todo lo que les importa en la vida para sacrificarse por otras personas a las que no conocen ni les importan, y que el más grandísimo de los parásitos que habite la tierra tiene más derecho a la vida que quien produce riqueza…
Me impresiona la lógica del sacrificio virtuoso (casi una visión cristiana) del sufrimiento que tiene Cualquiera.
Si el egocentrismo es el (mal) prisma por donde se puede ver la vida, entiendo que el cristal correcto sería aquel prisma colectivo, dedicado a un valor opuesto al ego, aquel que sería la máxima virtud, y por lo tanto la mejor manera de ver y entender el mundo.
Es interesante que estas visiones nieguen una verdad inicial del ser humano: el ser humano es único, irrepetible, individual, no habrá uno igual ni antes ni después que el, ni siquiera un gemelo será absolutamente igual, por cuanto una persona y sus experiencias aunque similares son irrepetibles.
Estas visiones tratan por todos los medios de reducir al ser humano a una masa informe, sin detalles, sin el detalle individual que hace al ser humano. Siendo el colectivo una visión superadora, dejar de lado las diferencias se transforma en el motivo de la vida del sujeto. No se pretende que todos sean iguales ante la ley, que se tengan iguales derechos y obligaciones. Se pretende que todos sean iguales, que coman, que vivan, que sientan, que piensen y se diviertan de la misma manera. Que compartan valores y creencias.
Nunca me detuve a pensar hasta donde llegaba y permeaba esta doctrina en toda la sociedad hasta hace poco tiempo. Cuando esta efervescencia de pensamiento setentista me obligó a retomar ciertas lecturas olvidadas y ciertas doctrinas que creí muertas y que para mi sorpresa encuentro vivas porque paradojicamente los valores que sostienen ambas , cristianismo y socialismo, se parecen demasiado a mi gusto. Es en la negación del individuo donde se asienta su poder fundamental. Y en la penalización del yo, donde se enraiza la culpa y el miedo con el que dominan a los seres.
El mensaje de altruismo, de auto-sacrificio y conmiseración, de sacrificio del otro en favor de un objetivo, y de penalización de la voluntad individual, del yo, de la propia iniciativa y felicidad a partir del propio trabajo y realización personal, atraviesan casi toda nuestra cultura.
Aparentemente a mis ojos el occidente judeo cristiano enarbola una moral punitiva del yo a la par del sacrificio por el colectivo político, religioso, estatal. Es sobre esa moral, esa idea de colectivo más importante que el ser individual mismo que se asientan el socialismo y el fascismo. Sin una moral unificadora, potenciadora y que se congratule en el sacrificio individual(entendido no solo como el sacrificio de la persona sino también como el de sus derechos, obligaciones, moral, pensamiento y cultura) en favor del colectivo, no se entienden la existencia del fascismo y socialismo (aunque ateos) sin antes una moral de base donde esas ideas pueden trabajar a gusto, ya que comparten el valor fundamental de negar al individuo.
Por eso no me extrañan las posturas de Cualquiera. Es entendible que cualquier cosa que no sea ayudar al otro, y el sacrificio personal, entendido desde una moral cristiana, sean consideradas egocentricas. Es esa misma moral que considera el egoísmo un demérito en favor del altruísmo y permite a la vez contradicciones como dirigentes iluminados y dictadores ricos en un mar de seguidores pobres pero «iguales». Es interesante como esta idea de igualdad a la vez permite que algunos de los «iguales» sean líderes carismáticos con derechos especiales, y se generen partidos y organizaciones de dirigentes por encima de esos «iguales». Pero ellos no parecen ver ninguna contradicción en esta moral, por la cual es bueno y sano que seas un «igual» pero algunos se diferencian y pueden ser aplaudidos y hasta aclamados como líderes y salvadores.