Derrumbando las ilusiones estatistas (apuntes sobre el derrumbe en Villa Urquiza)
A partir del lamentable derrumbe del Lunes, y las posteriores repercusiones me surgieron algunas reflexiones que quisiera compartir.
1. Los aduladores del estado se vieron en un embrollo. La obra estaba en regla, habían hechos los trámites que exige el gobierno para iniciar una construcción, presentaron los planos, el ingeniero estaba habilitado, nada raro. Ante esto estatistas de todas las especies (periodistas y políticos) se pusieron a buscar dónde falló el estado, esto se debió – piensan ellos – a la ausencia del estado, a la anarquía reinante, y no a la pesada regulación. Para poder sostener ésta tesis de que el derrumbe se dio debido a la poca regulación y la falta de control de las obras en construcción hurgaron en la historia del Ing. Heyaca Varela para intentar demostrar que hace falta más estado . ¿Qué encontraron? Por un lado, el ingeniero estuvo suspendido 6 meses por no colocar las pantallas protectoras en una obra en el 2006, una falta menor, nada concreto como para fortalecer su proposición de que el falta regulación. El segundo antecedente, el más reciente, era la causa perfecta. La UOCRA había denunciado la obra el 17 de junio por irregularidades, no sólo podían armar el caso contra el gobierno, también podían abogar por darle más poder a los sindicatos. Se la dejaron picando, o eso parece.
No fue así, no hace falta ser un periodista de investigación para darse cuenta que la denuncia de la UOCRA nada tiene que ver con el colapso del gimnasio, el 17 de junio se estaba demoliendo al estructura anterior, afortunadamente las irregularidades denunciadas no pasaron a mayores. Recién el lunes 9 de agosto se comenzó el pozo de la obra, por lo que alcanza a la obra en sí no parece parece que haya existido alguna deficiencia en el control, al menos no después de la demolición de la estructura anterior. Macri lo dijo mejor que nadie «el estado estuvo presente».
Como vemos, las supuestas razones utilizadas para señalar a la falta de regulación y control como la causa del derrumbe, y para que los estatistas se regodeen reclamando mas estado no parecen ser convincentes, ninguna de las causas esgrimidas tiene relación con medidas que debería haber tomado el gobierno para evitar la tragedia. El estado estuvo presente, y los cimientos igual cedieron.
2. ¿Por qué no se caen la mayoría de las obras? Si el estado hubiese fracasado en el control de la obra de la calle Mendoza, se puede deducir que el resto de las obras se mantienen en pie y tienen un final feliz gracias a la correcta aplicación de las regulaciones para la edificación, al menos eso es lo que intentan argumentar los que sostienen la teoría de la falta de regulaciones, y así poder avanzar con un control mas estricto sobre las obras. Fracaso estatal mediante, o no, las obras no se sostienen sobre las regulaciones, sino sobre la responsabilidad de los ingenieros y arquitectos. Aunque no lo parezca, hay productos que usamos en nuestra vida cotidiana no están bajo estrictas normas de control y regulación gubernamental, y al terminar cada día nos vamos a dormir sanos y salvos, y el gobierno no estaba ahí para regular, controlar y verificar la calidad de los productos. Es la competencia, la necesidad de ofrecer un buen servicio/producto para poder sobrevivir, la responsabilidad de los daños provocados, y el prestigio de una marca, son las principales motivaciones para buscar la excelencia en el servicio, o por lo menos para no defraudar al consumidor.
3. Entonces, ¿Para qué está el Código de Edificación? El Código de Edificación es un obstáculo a la construcción. Encarece los proyectos, retrasa la innovación y retrasa las construcciones. Justamente hoy, mientras viajaba en subte, escuchaba una conversación sobre los 90 días que tarda la Agencia de Control Gubernamental en aprobar un proyecto de ampliación de superficie, dato aparte, no podían agregar un rubro más a su negocio por no respetar la zonificación de la parcela.
Otra de las consecuencias en las regulaciones gubernamentales es la estandarización, de esa manera cualquier nueva técnica de construcción, cualquier nuevo material, tardará años en adoptarse debido a los altos costos que imponen dichas regulaciones para los innovadores. Los que se diferencian son los promotores del progreso.
4. ¿Y qué hay de nuestro «derecho a no sufrir derrumbes»? No existe ese derecho. El derecho a «no sufrir derrumbes» sera una utopía. Mientras existan obras en construcción la posibilidad de que alguna de ellas se desplomen por imprudencia o algún factor natural esta presente.
Pareciera que, los que tienen fe que el estado solucionará todas las incomodidades que significa vivir , exigen que la vida misma deba ser una experiencia donde no exista el riesgo. Nuestras acciones no deberían estar sometidas a la incertidumbre de su resultado, al libre albedrío, sino que alguien (el gobierno), sostienen ellos, debe garantizarnos el éxito, o al menos protegernos de las consecuencias del fracaso. Aplicando esa creencia, hoy ni siquiera podríamos gozar de las señales de humo para comunicarnos ¿o acaso el fuego no es peligroso?
A veces las cosas salen mal, tomamos malas decisiones, no prestamos la debida atención, y esas malas decisiones acarrean consecuencias negativas, el fracaso personal, o la obligación de reparar el daño, son alguna de ellas. Cada uno de nosotros debemos ser responsables por esos resultados, y por ende, actuar lo más prudente que se pueda, la existencia de esa «red de protección» solo nos incentiva a obrar de manera mas riesgosa de la que hubiésemos actuado de no existir ese colchón.
5. ¿Y quién regula? Para terminar, ¿quién regularía en una sociedad libre, pacífica, donde los seguidores del estado, cual dios de una religión, no tengan el poder de imponerse sobre aquellos que aspiran a vivir en libertad? La ausencia de una regulación monopólica del gobierno no implica la ausencia total de regulación, las mismas empresas, por las razones que mencioné mas arriba se autorregulan sometiendo sus productos a evaluaciones de prestigiosas empresas que ofrecen servicios verificación de calidad como lo son Underwriter Laboratories, SGS, Intertek, Orthodox Union (comida kosher), o alguna de las doce certificadoras de comida halal . En última instancia son los consumidores los que todos los días con sus decisiones regulan quienes siguen participando en el mercado, y quienes deben dejar de hacerlo.
En el plano profesional los colegios podrían funcionar como organismos de auto-control dentro de cada profesión, en la actualidad esta función se ve algo degradada debido a la obligatoriedad a colegiarse para ejercer muchas profesiones, y el monopolio que tienen estos Colegios ‘oficiales’ por sobre asociaciones que intentan competir pero les es imposible por no contar con el aval gubernamental.
Y por último, las compañías de seguro ofrecen otra garantía más contra las conductas temerarias, el seguro de un mal conductor es más caro, o nadie se arriesgaría a asegurar a un ingeniero imprudente o irresponsable.
6. Conclusión. Ninguna de las alternativas a la regulación gubernamental que proponemos ofrecen un 100% de certidumbre, no ofrecen la certeza de que la obra no se va a derrumbar, ni de que los cálculos del ingeniero sean precisos, esa certidumbre es imposible en una sociedad respetuosa de los derechos humanos. Tampoco podemos mencionar todas las alternativas, ya que no conocemos las ideas que , en un ámbito de libertad, surgirían para revolucionar el mercado de la certificación de calidad. Sin embargo, la existencia un amplio abanico de opciones alternativas a la regulación por parte del estado, incentiva a que el ingeniero sea más precavido, además de que el que solicite los servicios del ingeniero o el arquitecto tenga más cuidado a la hora de elegir, se asesorará más, y no podrá, luego de su conducta imprudente, señalar al estado como el responsable.
Pero mas allá de todos los beneficios prácticos, el mensaje esta claro: Sin responsabilidad individual, no hay libertad que pueda sobrevivir.
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