El tan temido ajuste

Día a día leemos la noticia de algún funcionario del gobierno explicándonos cómo los más maléficos malos presionan para que se realice el tan temido ajuste de la economía, y cómo ellos, los buenos más buenos, lo vienen evitando hace años.

Más allá de las payasadas que dicen y la cara de piedra que tienen al asegurarlo, es importante que nos demos cuenta que hace años que venimos siendo víctimas del tan temido ajuste, aunque sin que el mismo sea explícito. Y esto es porque la inflación es el peor ajuste que puede sufrir la economía de las familias. Primero, porque ninguno de los métodos que usa el gobierno para mantener la inflación a raya es efectivo, y por el contrario, son contraproducentes y la aumentan. Y segundo, porque afectan en primer lugar a los sectores más postergados de la sociedad. Afecta principalmente a aquellos que para comprar la comida del mes tienen que contar con cada centavo de su sueldo, más que a los que se pueden permitir algún ahorro por más mínimo que sea. Para muestras basta un botón. Una pérdida del 16% de $180 (tal el monto de la asignación por hijo) son aproximadamente $29 para adquirir útiles escolares o comida. La pérdida de poder adquisitivo por causa de la inflación es una constante de este «modelo económico» del atraso. Y eso, estimados amigos, ES AJUSTE.

Los funcionarios del gobierno insisten en usar eufemismos para maquillar la situación y que nos traguemos la píldora. Busquen otras voces, lean otras cosas, cuestionen. La verdad está ahí y sólo basta abrir la mente para encontrarla.

Como promover el desempleo (cont.)

Ayer les comentaba de que manera los estatistas, los que creen que con mas intervención se consigue solucionar problemas, abordaban los diferentes problemas y desafíos que aparecen dia a dia en una sociedad, también les prometí la solución a todos ellos. Capaz no era lo que esperaban pero Albert Esplugas escribió hace unos meses una pieza que se acerca bastante a la solución de toodos los problemas, por lo pronto podemos saber que el mercado no es «la solución»:

El intervencionista busca «la solución». Quiere un plan de acción encaminado a corregir el defecto en la fotografía, y «la solución» a menudo parece obvia, pues la «fotografía perfecta» de referencia reposa al lado. La solución es un programa, una ley, una regulación, un subsidio, una fijación de precios, un impuesto pigouviano, una nacionalización, una bajada de tipos, una licencia, una prohibición, un aumento del presupuesto, un ministerio, una agencia… El Estado es el órgano a través del cual el intervencionista intenta materializar su solución. El intervencionista no controla el Estado, pero actúa como si lo hiciera. Expone su propuesta como si el Estado fuera a consultarle y a implementarla sin desvirtuarla. En cualquier caso, el intervencionista no piensa en un mecanismo de corrección, en un proceso de descubrimiento, en una estructura de incentivos para encontrar soluciones adecuadas, solo piensa en encontrar «la solución» que el Estado debe estampar en la fotografía.

El liberal, en cambio, no pretende encontrar «la solución». De hecho admite humildemente que a menudo ignora cuál es la solución adecuada a una determinada carencia percibida. El liberal prefiere centrarse en el proceso que lleva a encontrar buenas soluciones. No aspira a diseñar una solución concreta, sino a dar con el mejor mecanismo para descubrir y testar soluciones concretas. El liberal no concibe la realidad como una fotografía sino como un proceso dinámico en el que los fotogramas adquieren sentido si se deja que la película avance. El liberal busca un marco propicio para el desarrollo de la película, un marco que permita la experimentación con distintas propuestas, ejercicios de prueba y error por parte de muchos emprendedores, competencia entre ideas y el triunfo de las mejores sobre las peores.

Mas Dias de la Parrilla

Me acordaba el otro día cuando un diputado propuso, y el congreso lo aprobó, instituir al 1 de octubre como «Día Nacional de la Parrilla» levantó enojos en todos los sectores:

Mariano Federico West es un desconocido diputado del “Frente para la Victoria”  que en tiempos de escasez de sentido común y excesos de cólera,  presentó un proyecto de su autoría instituyendo al primero de octubre de cada año como “El Día Nacional de la Parrilla”. Pero el desatino o inoportunismo histórico (reconozcamos que en tiempos de bonanza y tranquilidad puede haber espacios para estos dislates) fue silenciado por el resto de los bloques legislativos, de los cuales ninguno alzó la voz para reclamar que el Parlamento se niegue a promover este tipo de homenajes extemporáneos no sólo en un país en el cual el aumento de la pobreza es cada vez más considerable sino que la crisis mundial no vaticina que soplen vientos de cola en la Argentina los próximos primeros domingos de octubre, cuando se recuerde –en un país con demasiados hambrientos.

Ahora bien, a primera vista parece un análisis sensato sobre la situación del Congreso legislando sobre cosas realmente absurdas.

Pero si le damos un segundo vistazo a este tipo de noticias, no parece ser tan malo: es preferible que el Congreso se concentre en aspectos mundanos, absurdos y poco importantes, a que se concentre en como complicarnos mas la vida y de donde pueden sacarnos mas guita.

Como decia Mark Twain: «Ni la vida,  ni la libertad, ni la propiedad de ningún hombre esta a salvo cuando la legislatura esta en sesiones»

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