El peligro de la marihuana
El domingo se publicó en La Nación, un artículo sobre el uso de marihuana y otras y drogas entre la población local. Bastante objetivo, la mayor parte del artículo fue dedicado a las estadísticas:
Esa [Observatorio de Políticas Públicas en Adicciones] oficina del gobierno porteño realizó un sondeo entre 1000 personas de entre 15 y 35 años; para el 44% de los consultados, la marihuana es la droga del momento, incluso en los lugares de diversión nocturna.
«La moda se identifica por el costo y accesibilidad de las drogas; también, por su uso difundido y su alto nivel de aceptación social. Sorprendentemente, cuando se hace referencia al consumo de marihuana, se dice que es la droga de moda porque es legal», se afirmó en el documento presentado por el observatorio porteño.
El artículo, afortunadamente, deja de lado cualquier tipo de alarmismo típico de este tipo de notas en la tribuna de doctrina, sin embargo en la población en general, y en los lectores del diario de Mitre en particular, suelen alarmarse por el peligro que está expuesto gran parte de la juventud, consumidora de drogas.
Y tienen razón, consumidores (sean adictos, habituales o sociales) están expuestos a severos peligros al consumir drogas, pero no por el consumo mismo, el peligro más grande al que hoy en día están expuestos los jóvenes son derivados de la prohibición. La clandestinidad del mercado de las drogas genera que información a la que estamos habituados de obtener en los productos legales sea difícil de obtener y se este mas desprotegido frente a diversas situaciones, principalmente respecto de dos características:
1. Calidad. Los narcotraficantes carecen de una marca, de una estructura empresarial, o de una sucursal o un telefono al cual acudir ante alguna duda o inconveniente, esto genera un gran desincentivo a la hora de establecer una reputación o prestigio para con los clientes. Si Coca-Cola, Pepsi o Halls ofrecieran productos adulterados perderían millones de clientes e indefectiblemente quebrarían por la responsabilidad que tienen frente a los daños cometidos por su negligencia, en cambio, los productores y distribuidores de drogas no padecen de estos problemas y en consecuencia la sustancia es adulterada con otras sustancias mas baratas y nocivas que la que uno cree estar contando.
Casos: La gran mayoría de las muertes por consumo de éxtasis no se dan por la sustancia propiamente dicha (MDMA), sino por las adulteraciones, realizadas desde fábrica, con otras sustancias como DXM, o la falta de responsabilidad de los usuarios (deshidratación o sobrehidratación) o mezclas con otras drogas.
2. Dosis. Relacionado con el punto anterior, la inexistencia de un mercado libre no genera los incentivos adecuados para que se de una estandarización en la presentación de las diferentes sustancias para poder tener una noción acerca de la dosis que se está ingiriendo, de ahí a que el riesgo de sobredosis aumente exponencialmente con políticas prohibicionistas. El mercado ha encontrado las presentaciones adecuadas para cada producto, botellas de 1.5 L (y no de 3 como en otros países), aspirinas con el contenido especificado, pack de caramelos o chiles de 6 unidades, sin embargo en 1 gramo de cocaína, o una pastilla de éxtasis, nadie puede determinar su contenido o la potencia, porque, como decíamos antes, no existe incentivo (ni mecanismo) alguno para brindar mas información en el mercado negro.
Estos son dos de los muchos efectos negativos (comercialización de venenos, aumento de la inseguridad, establecimiento del crimen organizado, etc.) que tiene la prohibición de las drogas. Los defensores de la prohibición podrán estar llenos de buenas intenciones (se suele decir que «el camino al infierno esta plagado de buenas intenciones») pero por mas que lo nieguen, más de 100 años de prohibicionismo a nivel mundial han demostrado el fracaso de esa política para combatir el consumo de drogas.
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