Contrato del ciudadano de una sociedad libre

Traducido al español de Un Contrato Social Libertario, de Gene Trosper.

Creo en la tolerancia:

Eso quiere decir que respetaré su estilo de vida hasta el tanto permanezca pacífico y no amenace a otros. Usted puede vestirse extravagante, peinarse raro, fumar lo que Usted quiera, hacer el amor como así lo desee, rezar de la manera que Usted escoja… Es su vida y Usted tiene el derecho a decidir cómo vivirla. Aunque pueda no estar de acuerdo con algunos de sus hábitos y decisiones, ¡Usted todavía tiene el derecho a ser Usted!

Creo en la privacidad:

Eso quiere decir que no estaré espiando sobre su cerca, mirando por sus ventanas, revolcando su basura o preguntándole a sus vecinos sobre su vida privada. Yo lo respeto como a un individuo autónomo, capaz de tomar sus propias decisiones sin la “ayuda” no solicitada de mí o de otros. (Por supuesto que estaré siempre dispuesto a ayudarlo y a ofrecerle mi consejo si así Usted me lo pide). Usted no me encontrará tratando de interferir con su privacidad.

No pretendo lo que es suyo:

Lo que Usted gana es suyo, no mío. Yo no quiero quitarle el dinero ganado con el sudor de su frente, para beneficio mío, de mi familia, de mis vecinos o de completos extraños. Usted, su dinero y su propiedad están seguros cerca de mi. Yo no le robaré, ni le pediré al gobierno que le cobre impuestos por ninguna razón. De hecho, Usted me encontrará pidiéndole al gobierno una rebaja en los impuestos para Usted y todo el mundo.

Como libertario, este es mi contrato con Usted. Lo único que le voy a pedir es que me brinde la misma libertad de vivir mi vida a mi manera. Una vez que estemos de acuerdo, las bases para una sociedad más pacífica y abundante habrán sido establecidas.

Que no te pisen!

Es común salir a la calle, sobre todo en una ciudad como Buenos Aires, y sentir que la masa de gente que circula por la vereda, aquellos que ingresan o salen de un vagón de tren o subterráneo pasa por encima tuyo sin importarle en lo más mínimo quién sos y por qué estás allí. Ellos quieren lograr su cometido al igual que vos, pero al sumar un gran número, se sienten habilitados a hacer valer ese número sin importar cuán importante o urgente puedan ser tus objetivos. Día a día, tratamos que no nos pisen al movernos por la ciudad.

Vivir en esta sociedad se siente exactamente igual que caminar por la ciudad y usar el transporte público. Tenemos que estar alertas y constantemente vigilar que «no nos pisen». Esta vez en sentido metafórico. Todos los grupos de poder están al acecho, viendo qué te pueden sacar, o cómo pueden utilizarte para su propio provecho. El ejemplo más claro está en los aumentos impositivos de los cuales seremos víctimas a la brevedad. No terminamos de salir de la crisis económica, que los gobiernos, en lugar de estar pensando cómo cumplir con sus obligaciones más importantes, están buscando cómo exprimirnos más y más. La gente no importa; el gobierno, el estado y los negociados son todo. El individuo es prescindible. El estado imprescindible. Te dicen que la sociedad sin estado no puede funcionar, pero para el estado no importa si vos existís o no a fin de cuentas.

Es por eso que como individuos tenemos la obligación de convertirnos en el puercoespín. Tierno animalito que interactúa con los demás animales en forma pacífica, pero cuando está siendo amenazado por otro, despliega sus púas para defenderse de aquél que quiera pasar sobre él.

Escribiré para conectarme con todos aquellos que estén preparados para vivir en una sociedad de individuos libres y responsables, y no en una sociedad de estados voraces e irresponsables.

El cambio es posible, y el primer paso, es declarar «No me van a pisar!».

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